Así pasaron dos o tres días y ni
Julieta, la mujer de mi amigo, ni yo nos cruzamos mensajes. Hasta que llegaba
el cumpleaños de una de las nenas de un amigo en común y nos invitó.
No se me ocurrió mejor idea que
escribirle a Julieta
-
Holaaa
-
Holaaa - me respondió al instante y eso me
encantó
-
¿Nos vemos el sábado? – le pregunté
-
Si, por supuesto – me dijo ella
-
¿Vas a ponerte linda para mí? – le pregunté para
ver que respondía
-
Si, solo para vos – me respondió y mi pija
comenzaba a pararse
-
¿Que estás haciendo ahora? – le pregunté
-
Estoy con los chicos, no puedo hacer ni una… -
esa respuesta me la bajó al instante
-
Bueno, habrá que esperar al sábado para
calentarme con vos – le tiré
-
Yo ahora ya estoy caliente, sólo por leerte – me
escribió ella
-
Y yo también – le respondí
-
El sábado nos vemos - me cortó ella
-
Ok – le respondí
Estuve esperando el sábado como
un chico en su primer día de clase. Sabía que iba a ser casi imposible hacer
algún movimiento, pero la ilusión estaba intacta
Por fin llegó el sábado. Con mi
mujer y mis hijos nos preparamos y salimos para el cumpleaños Estaba nervioso,
pero por suerte, mi mujer no lo notó. Le pedí que no bebiera alcohol así manejaba
a la vuelta y accedió.
Ahora que lo pienso, creo que ese
fue el principal problema. Como estaba nervioso, ni bien llegué me ofrecieron
un gin tonic y lo acepté. Fede, mi amigo no había llegado todavía. Aunque debo
reconocer que no era su presencia la que me importaba.
Estaba mirando para otro lado
cuando entraron ambos por la puerta. Fue hermoso verla entrar, pero más hermoso
fue ver cómo ella me buscó entre todos los presentes hasta que hizo contacto
visual conmigo y me sonrió de una manera que sentí especial.
Esperé a que se me acercara para
contemplarla. Me costaba tener cuidado con las miradas que le sostenía todo el
tiempo a Julieta, podía ser visto por mi mujer, o peor aún, por mi mejor amigo.
Cuando la tuve a dos metros no
pude evitar repasar todo su cuerpo con la mirada. Estábamos en ronda con dos
amigos más y ella se acercó a saludarnos. Fue sentir su mejilla contra la mía y
una electricidad recorrió todo mi cuerpo.
-
Hola – me dijo al oído
-
Hola, ¿cómo estás? – le respondí sosteniéndole
la mirada
-
Ahora… mejor – me dijo cuándo su marido estaba
saludando a los otros dos
Creí morirme con ese comentario y
no pude ni siquiera responder un tibio yo también, aunque lo sentía tanto como
ella.
De a poco me fui distendiendo, el
alcohol reconozco que ayudaba. Fui a auxiliar a uno de los nenes que habían
tropezado y ella vino también a mi lado para aprovechar la ocasión. Es difícil
explicar la excitación y la alegría que sentía sabiendo que ella me buscaba,
tanto como yo a ella.
-
¿Cómo estás? – me dijo mientras tenía a su hija
en brazos
-
Muy bien – le dije recorriendo todo su cuerpo
con la mirada
-
Andá mi amor – le dijo a su nena, y esta se
alejó – no me mires así, por favor – me dijo casi riendo
-
No puedo mirarte de otra manera – dije sin
importarme la presencia de algún amigo o esposa cerca
-
Me comes con los ojos – me dijo
-
Me gustaría comerte de otra manera – le solté
-
Esto se nos está yendo de las manos – me dijo
ella
-
Quiero cogerte – le solté sin más y me sentí que
todo se nublaba a mi alrededor, salvo ella
-
No me digas eso, por favor – me dijo ella ahora
muy seria
-
Es lo que siento
-
Lo sé – me dijo
-
¿Y vos? – necesitaba escucharlo de su boca
-
Sería muy peligroso…
-
Para mí más, pero, aun así – le dije y vi que su
rostro palideció por completo mirando detrás de mi
Fede, mi amigo me abrazó desde
atrás levantándome y diciendo “que andan cuchicheando ustedes dos?”
-
Nada, nada, vine a ayudar a Valentina que se
había caído – dijo rápido ella
-
Yo le decía que estaba muy buena la carne si no
quería un sanguchito de lomito – dije para zafar
-
Muy bien, atendiendo a mi esposa – dijo mi amigo
abrazándome ahora
Automáticamente pensé: “¡yo la
atendería de tantas formas!” y me sonreí mirándola a ella que hizo el mismo
gesto y estoy seguro de que se le cruzó lo mismo por la cabeza.
La fiesta siguió y entre los
nervios y la comida seguí con vino tinto y empezaba a ponerme más alegre y
desinhibido. A tal punto que, en un momento, Julieta, a la cual seguía con la
mirada todo el tiempo, se va para el interior de la casa y me fui yo también
detrás de ella.
La vi desde unos metros
intentando entrar al baño y estaba ocupado, seguí avanzando y cuando la tuve a
un metro ella se giró y me miró con cara de pánico
No dudé y la agarré besándola en
la boca, no me importaba nada. Ella abrió la boca y correspondió mi beso con
mucha lengua. Mi mano le acarició la cola por encima del vestido y la de ella
se aferró a mi paquete.
Escuchamos la puerta del baño que
se destrababa y nos separamos como si nos hubiese dado una patada de 330 v.
Justamente era Romina, mi mujer,
la que salía del baño. No supe cómo reaccionar y Julieta rápidamente entró al
baño diciendo:
-
Acá está tu marido que te estaba esperando, ¿no?
-
No, solo iba al baño – dije yo
-
Ah – dijo mi mujer y se quedó esperando a que
saliera Julieta
Entré al baño y cuando salí las
dos estaban otra vez con el resto de la gente.
Cuando fueron a solplar las
velitas y cantar el feliz cumpleaños tuve otra oportunidad y no la
desaproveché. Mi amigo estaba grabando o sacando fotos. Julieta tenía en brazos
a su hija alrededor de la mesa al lado del cumpleañero y yo aproveché para
ponerme detrás de ella y en un segundo la apoyé descaradamente apretando todo
mi paquete contra su culo.
Lo más lindo llegó cuando ella,
lejos de separarse, hizo un movimiento para sentirme mejor. Me retiré para no
quedar en evidencia, pero la erección ya era un hecho casi indisimulable.
Agarré a mi hijo y me lo llevé a jugar al parque.
Cuando llegó el momento de la
despedida dije que iba a buscar los abrigos. La anfitriona dijo que estaban en
el cuarto de ellos.
-
Voy a buscar nuestras cosas – le dije a mi mujer
-
Ay me traes una camperita negra y una azul…, no,
dejá que subo con vos porque va a ser un lío que la encuentres
No podía creer que Julieta subía
ahora conmigo al piso superior. En cuanto giré por la escalera y supe que era
perdido de vista por el resto, me di vuelta para verla a ella que subía
sonriente y con una cara de excitación tremenda
Cuando la escalera llegó a su
fin, ella me agarró de la mano y me llevó al cuarto donde estaba la ropa.
Pasamos la puerta y abrió la boca para besarme con pasión. Yo la correspondí y
mis manos se fueron directo a su culo.
-
Mmmmm – dijo ella en un susurro
-
Mmmmm – seguí besándola y ahora le levanté el
vestido para tocarle esa cola hermosa al desnudo
-
Aggggjjjj tocame – me pidió en un momento
-
Mmmmm siiiii – mi mano fue por delante y le
acaricié la concha por encima de la bombacha que noté mojada
-
Asiiiiii – ella misma corrió su bombacha al
costado y me agarró la mano para que la toque
-
Aghhhhhh – le dije metiéndole un dedo y luego
otro en la concha totalmente lubricada
-
Necesitaba sentirte – decía ella mientras me
metía la mano dentro del apretado jean
-
Siiiii – dije yo y me lo desabroché para
facilitarle la tarea
-
Quiero tocarte la pija – me dijo y metió la mano
dentro de mi calzoncillo y la acarició pajeándola varias veces
Mis dedos entraban y salían de su
concha. Mi boca y la suya eran dos ventosas que no podían despegarse, pero todo
tiene un final, todo termina.
Escuchamos un ruido subiendo
escalones y nos recompusimos rápidamente.
Empezamos a buscar la ropa y en
un momento nos rozamos los antebrazos y nos miramos sonriendo. Ambos supimos
que íbamos a terminar cogiendo algún día
Me subí al auto de acompañante y
me dormí mientras mi mujer manejaba. No recuerdo que soñé, pero sí que me
desperté con una erección de campeonato
Me saqué la pija mientras mi
mujer manejaba y le dije:
-
Mirá como estoy
-
¿Qué haces? guardá eso que vamos a pasar por el
peaje
-
Tenemos telepeaje, no nos va a ver nadie
Mi mujer extendió su mano y me
hizo dos o tres subidas y bajadas y siguió manejando. Cuando llegamos a casa
cogimos de una manera deliciosa. Era evidente que entre el alcohol y la
calentura yo estaba por demás motivado.
Cuando terminamos, ella me dijo
que yo estaba muy caliente últimamente y me preguntó a que se debía. Respondí
con evasivas y diciéndole que ella me volvía loco y que el alcohol me ponía
así.
Al otro día, yo me moría de ganas
de escribirle, pero era domingo y podría estar con su marido (mi mejor amigo) a
su lado y no quería causarle ningún problema
El lunes esperé a estar solo y se
me ocurrió escribirle a mi amigo para preguntarle una pavada y preguntarle
donde estaba. Cuando me respondió que estaba en su oficina me largué a
escribirle a Julieta.
-
Holaaa
-
Holaaa – me respondió al instante
-
Tengo ganas de escribirte desde ayer y no quise
ponerte en riesgo
-
Ahora estoy sola – me puso ella
-
Lo sé porque recién le pregunté a Fede y me dijo
que estaba en la oficina así que por eso te escribí
-
Mirá que precavido que resultaste, siempre solés
tener tanto cuidado
-
No, el otro día estuve tomando mucho riesgo
-
Sí, es verdad eso, jajaja – comentó ella
-
Tenemos que vernos – le solté
-
¿Te parece?
-
No doy más – me lancé sin miedo
-
Es un paso muy grande ese
Me tomé unos segundos para
responderle y las palabras me salieron solas
-
Creo que va a ser lo mejor, si seguimos así
vamos a ponernos en riesgo como el sábado porque me cuesta contenerme cada vez
que te veo
-
Uyyyy me gusta lo que me decís y es verdad yo
también tengo ganas, pero me cuesta decidirme
-
Imaginate a mí que Fede es mi mejor amigo…
-
Si, quizás es por eso que me cuesta, pero… -
dejó un espacio en blanco
-
¿Pero qué? – le pregunté
-
Pero cuando hablo con vos o te veo ardo de
calentura – me soltó y mi pija se disparó como un resorte liberado
-
Yo también, tengo ganas de cogerte, de chuparte
– me animé
-
Ayyyy no me escribas esas cosas… - me puso ella
-
¿Por qué?
-
Porque me mojo toda
-
¿Estás sola en tu casa? – atiné a decirle
-
Si, ¿vos? – me preguntó ella
-
Yo con muchas ganas de ir a visitarte ahora
-
Yo te recibiría con ganas
Me subí al auto y me fui hacia su
casa sin decirle nada más que eso.
-
No te creo, seguro que arrugarías - le puse ya
desde el auto y saliendo hacia su domicilio
-
Te juro que no, si te tengo acá, te mato – me
puso ella
-
Mirá que podría estar muy pronto en tu casa – le
puse cuando ya estaba a 10 minutos de su casa
-
¿Serías capaz? – me dice ella
-
Por esas tetas y esa concha hermosa, sería
capaz… - le escribí totalmente endemoniado y yendo a 80 km/h por calles en
donde la máxima es 40 km/h
-
Aghhhh no me pongas eso
-
Otra cosa te quiero poner… - le dije desde el
semáforo a 5 minutos de su casa
-
Ayyy siiiii – puso ella
No sabía que yo estaba a metros
de su casa y que pronto sonaría el timbre y yo estaría del otro lado de la
puerta
-
¿Te animarías? – le pregunté por última vez
-
En este momento, te juro que sí. Estoy muy
caliente
-
Bueno – estaba bajándome del auto – va a sonar
el timbre de tu casa y voy a ser yo
-
Ya me gustaría – respondió ella
Horas después, Julieta me
confesaría que sintió que su corazón se paralizaba cuando sonó el timbre.
RIIIIIIINNNNNNGGGGGG
La puerta se abrió y ahí estaba
Julieta con una remera sin corpiño, debajo de la cual se dibujaban unos pezones
duros y en punta y una cara toda colorada de nervios que me miraba seria. Tenía
un short de tela y ojotas. La vi hermosa. Ella me miró y me dijo
-
No te puedo creer
-
¿Paso?
-
Pasá
Cerró la puerta detrás de mí y se
me abalanzó encima. Me gustó que no dudara. Me besó y me metió la lengua en la
boca al instante, apretándose contra mí como una poseída. Yo me aferraba a ella
y mis manos fueron derecho a su culo agarrándolo y masajeándolo como un
desesperado. Realmente así estaba.
Ella se soltó solo 1 segundo y
cerró la puerta con llave y volvió a la carga besándome y recorriendo todo mi
cuerpo con sus manos. Yo respondí de la misma manera
-
Siiiii asíiii – decía ella
-
Mmmmm – atinaba a responder
-
Me moría de ganas de sentirte así – ella estaba
desatada como nunca había visto a una mujer
Me resultaba totalmente halagador
que una mujer se pusiera así por mí. Debo reconocer que el sexo con mi mujer es
muy bueno, pero esto que veía en Julieta creo que nunca lo había despertado en
ninguna mujer.
-
Yo también, me re calentás – me sinceré
-
Creo que nunca estuve tan caliente
-
Ni yo – le dije con honestidad
-
Quiero chuparte la pija ya mismo
Julieta se agachó arrodillándose
en el piso del living de su propia casa, donde tantas veces había estado con mi
amigo, y en segundos me desabrochó el pantalón para sacar mi pija y metérsela
en la boca de un solo movimiento. Cerró los ojos y la disfrutó un segundo para
comenzar a chupármela con avidez. Solo en un momento abrió los ojos y me miró a
directamente con mi pija en su boca
-
Sos hermosa – le dije
-
Tenés una pija hermosa – me dijo
Creo que me encantó esa frase “tenés
una pija hermosa” y le levanté para besarla en la boca nuevamente y comenzar a
desnudarla
Ella se dejaba hacer y
correspondía cada movimiento de manera armónica, aunque apresurada.
Cuando le levanté la remera para
quitársela y sus pechos se bambolearon frente a mí no aguanté y me abalancé a
chuparlos con desesperación como un bebé hambriento. Ella me acariciaba y decía
sin reparos
-
Siiii, asiiii, chupame las tetas asiiiiii
-
Mmmmm – yo no podía desprenderme de sus tetas
Mientras tanto ella seguía
sacándose la ropa y mi mano recorría su culo firme y su tanga que se perdía en
esa raya hermosa.
Ahora fui yo el que se arrodilló
en el suelo para bajarle la pequeña prenda íntima hasta sus pies para tirarla a
un costado. Ella supo lo que yo quería y levantó una pierna para darme mejor
acceso a su intimidad. No lo desaproveché
Me sumergí de plano en esa concha
hermosa, caliente y húmeda que parecía estar esperándome desde hacía mucho
tiempo. Me apreté fuerte a su concha y comencé a chupar. Lo que vino no me lo
esperaba
-
Aghhhh aghhh ahhhhhhh – decía ella y me apretaba
con ambas manos contra su cavidad
-
Mmmmmm – me costaba respirar por su presión
-
Aghhhh ahhhhh ahhhhhhh
Sentí su cuerpo temblar y supe
que estaba acabando. ¿Podría estar tan caliente que acabó al instante? Supe que
sí. Aun así, seguí chupando y ella me fue liberando lentamente
-
Mmmmm me hiciste acabar en un segundo – dijo
ella
-
Me gusta eso
-
Nunca me había pasado de estar tan caliente – me
reconocía
-
Ni yo…
Subí a besarla en la boca y ella
pareció volver a encenderse cuando sintió su propio sabor.
-
Quiero que me cojas – me dijo
-
Y yo quiero cogerte, que suerte – dije como un
tonto riendo
-
Acá, vení
Julieta me llevó al sillón de
tres cuerpos y se tiró desnuda abriéndose de piernas para que la penetre sin
dudar.
-
No traje forros – le dije
-
No importa, necesito que me cojas – me dijo
-
¿Estás segura?
-
Sí, yo me cuido y quiero que me cojas y me
acabas adentro, estoy muy caliente
Juro que volví a chuparle la
concha para no acabar en ese mismo instante. Fue tal la calentura que me agarró
cuando escuché de su boca que quería que le acabe adentro que no iba a poder
aguantar mucho.
La agarré de ambas piernas y
volví a meter mi cabeza entre sus piernas. Ella intentaba separarme.
-
Ya me hiciste acabar cogeme, por favor – me
pidió
-
Está bien, pero no te garantizo durar mucho… -
le confesé
-
Meteme la pija, necesito sentirla
No lo dudé esta vez. Me adelanté
a besarla, chuparle nuevamente las tetas hermosas esas y tomando mi pija con la
mano se la metí de un solo movimiento. Entró perfectamente porque la
lubricación de su concha era total. La sensación de placer que sentí en ese
momento fue total, su concha me abrigaba y me hacía sentir eso que era hermoso.
No quería salir nunca de dentro de ella. Estaba consumando el acto de cogerme a
la mujer de mi mejor amigo. Era toda una locura, pero era una locura hermosa y
digna de ser vivida.
Con ambas manos me tomó la cara y
me besó en la boca con ambos ojos abiertos y me dijo
-
Cogeme, cogeme, por favor
-
Siiii, me encanta cogerte – le dije
-
Necesitaba tu pija adentro – me dijo mirándome a
los ojos
-
Y yo necesitaba cogerte
-
¡Dale, cogeme así, dale! – me pedía Julieta
-
Te voy a acabar adentro de la concha – le
anuncié
-
Dale, aghhhh dale que acabo con vos – me dijo
ella
-
¿Otra vez?
-
Mmmmm – me besó en la boca
-
Aghhhh acabooooooo, te acabo adentro – le grité
casi
-
Aghhh acabemos juntos, dale! – me susurró en el
oído
-
Aghmmmmm aghhhh ahhhhh – mi pija empezó a
expulsar chorros de semen dentro de su concha
-
Aghhh ahghhhhhhh agmmmmm – decía ella temblando
debajo de mí
Mi pija parecía no poder parar de
acabar. Fueron varios los chorros y los latigazos dentro de su concha. Ella me
abrazaba con ambas piernas y me besaba sin parar en la boca, en el cuello, en
la oreja.
-
Necesitaba que me cojas – me dijo
-
¡Y yo necesitaba cogerte! – me sinceré de manera
definitiva
Me desplomé encima de ella y mi
pene fe perdiendo lentamente su vigor, aunque no totalmente. Julieta, comenzó a
decirme cosas al oído que hicieron que mi pija no se muriera por completo.
-
Como me calentas, no sabes – comenzó diciéndome
-
Vos a mí – le respondí
-
Desde el cumpleaños que me calenté con vos, y en
la pileta tenía la concha empapada por vos
Julieta me hablaba y me besaba
una y otra vez. Siguió en mi oído
-
Y cuando fuimos a buscar la ropa te hubiese
cogido ahí mismo, no me importaba nada – siguió ella
-
Aghhhh – mi pija dio un respingo dentro de su
concha al escuchar sus palabras
-
Mmmmm, esa pija se está moviendo
-
Vos la pones así – le dije y Julieta pareció
recobrar más deseo
Julieta se separó rápidamente de
mí y se tiró al piso a chuparme la pija como una desesperada. Estaba bañada de
semen y de sus propios fluidos, pero eso pareció no importarle
La manera en que la mujer de mi
amigo me chupaba la pija era única. Nunca había sentido algo así. Lo hacía de
una manera que combinaba suavidad y desesperación, amor y deseo lujurioso,
técnica y talento. Era hermoso ver cómo me chupaba la verga.
-
Me encanta tu pija
-
A mí, me gustás vos – le decía
-
¿Me vas a coger mucho?
-
Mucho, mucho – decía yo
Julieta me tiró en la alfombra y
se puso encima de mí para cogerme y comenzar a cabalgarme. Parecía poseída, su
pelo negro se movía y sus tetas se bamboleaban mientras comenzó a cogerme
moviéndose como una serpiente encima de mí.
La manera en que se movía, cómo
me miraba y las cosas que me dijo me las voy a quedar guardadas porque no puedo
ponerlas en palabras. No hay manera de explicar lo que viví en ese segundo
polvo.
Julieta me sacó hasta la última
gota de semen que me quedaba y después se desplomó sobre mí besándome con
pasión absoluta.
Le dije al oído sin mentirle
-
Quiero cogerte muchas veces más, no me va a
alcanzar solamente con hoy
-
Yo pienso lo mismo, y lo haría, pero…
-
Ahora no digamos nada mas – le pedí
A partir de ese día empezamos un
espiral de locura y deseo que nos llevó a hacer cosas muy arriesgadas. Ambos
sabíamos que no queríamos separarnos, pero no queríamos dejar de coger.
Cada vez que nos veíamos, nos
prometíamos que sería la última. Y siempre volvíamos a quedar para un nuevo
encuentro.
Entre todas las cosas que
hicimos, inventamos algo del trabajo una noche y nos fuimos a un hotel del
centro a ver un espectáculo (nos sentamos detrás de todo) y después terminamos
en un hotel en el centro cogiendo durante varias horas.
Otra vez recuerdo que ambos nos
encontramos un mediodía en Puerto Madero a comer y luego nos fuimos a un
albergue transitorio. Teníamos una calentura que se desataba ni bien uno de los
dos le mandaba un mensaje al otro.
Creo que pasamos mas de un año
así. Y mientras mas tiempo pasaba, menos creíamos que seríamos descubiertos.
Y la última, fue una mañana en
que ella estaba en su casa sola y yo la chicanié si quería que vaya, que me
animaba. Como siempre, se produjo un caliente diálogo y a los minutos estaba en
su casa. Mi amigo, se había ido a la oficina, según lo que me dijo ella.
Ese día cogimos en su cama y
almorcé en su casa. Pasado el almuerzo empezamos a besarnos en la cocina
mientras acomodábamos todo y terminamos cogiendo en el sillón del living como
la primera vez que lo hicimos. Parecía como si todo el ciclo terminara en el
mismo lugar en el que empezó todo.
Nunca escuché el ruido del auto
de mi amigo, ni de la puerta abriéndose. Lo único que sé es que miré por encima
del hombro de Julieta y lo vi a Federico observándonos con la cara desencajada.
Julieta vio el pánico en mi cara y se giró.
-
Nooooooo – fue lo único que atinó a decir mi
amigo
-
Fede… - dijo ella
-
No digas nada, y vos – me dijo mirándome – no
esperaba esto
Federico se perdió escaleras
arriba y yo me miré con Julieta. Vestite y andate, me dijo ella mientras se
vestía y subía.
Yo estaba cerrando la puerta
cuando escuché un disparo que me detuvo en seco.
-
Noooooooo – se escuchó a Julieta
Volví sobre mis pasos y abrí la
puerta. El silencio en la casa me aturdía. Subí la escalera. Entré en la
habitación y la vi a Julieta tirada encima del cuerpo inerte de su marido, mi
mejor amigo.
Resultó mas creíble de lo que
imaginábamos explicarle a todo el mundo que Federico se había suicidado por presiones
laborales (que las tenía) y porque había perdido mucho dinero en una operación.
La versión de Julieta a todo el mundo fue que se vio sin salida y decidió tomar
esa triste resolución.
Con Julieta no volvimos a coger.
Creo que no ninguno de los dos podríamos hacerlo.
Ya pasó mucho tiempo de esto y
recién ahora me animo a contarlo. Seguramente sea porque hace dos días recibí
un Whatsapp de Julieta que no me animé a responder.
Gracias a todos por seguir esta
historia
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