Luciano (así se llama) siempre fue consentido por María, su madre. No sé si porque fue único hijo o porque ella suplía la falta de cariño de su esposo con el amor por él, pero el caso es que lo consintió hasta límites insospechados.
Hoy Luciano tiene 21 años y María, su consentidora madre, 41. Pero los hechos que voy a contar sucedieron un tiempo atrás. Todo lo que pasó, lo voy a relatar con el mayor de los detalles posible. Así que advierto que será una historia de mucho morbo, sexo y situaciones incestuosas.
María era por ese entonces una joven esposa, morocha, delgada de estatura media y con un cuerpo muy cuidado. Tenía en ese momento, y tiene aún, una cintura muy marcada con hermosas caderas y un culo redondo y muy firme. Sus pechos son medianos y se mantienen muy firmes a su edad. Con respecto a la parte sexual, María estaba muy poco atendida por su marido ya que éste siempre estaba pendiente de los negocios y la compra y venta de propiedades, autos, dólares y otras cosas.
Quizás fue ese el motivo principal por el cual dedicara toda su atención a Luciano.
Toda esta sucesión de hechos, comenzaron un día en que, luego de que Luciano se fuera al colegio, ella se puso a ordenarle el cuarto y a hacerle la cama. En el momento de correr las sabanas se encontró con una mancha húmeda. Lo primero que pensó es que se había orinado un poco, pero de manera instintiva paso las yemas de sus dedos por la tela y vio que estaba húmedo, frío, pero la textura era cremosa. Automáticamente se dio cuenta que su hijo ya no era un niño y que había tenido su primera polución nocturna.
Así fueron pasando los días y semanas, y de vez en cuando volvía a aparecer la mancha delatora. Su hijo ya tenía erecciones y acabadas como todo un hombre. Fue entonces que empezó a gestarse en María una semilla de curiosidad y fue así como se dio cuenta de que su tierno hijo miraba videos porno en la computadora.
Tengamos en cuenta que, si bien María era mayor, no pertenecía a una generación analfabeta digitalmente y supo buscar claramente en la notebook de Luciano el material que calentaba a su chiquito. Pero una cosa lleva a la otra y descubrió, junto con el porno, otras cosas muy interesantes que la metieron en un camino de mucha intriga, calentura y obsesión.
En principio, pudo acceder a chats que tenía con sus amigos del colegio y no podía creer que su hijito hablara de tetas, conchas y culos con un nivel de desparpajo tremendo. Es verdad que lo hacía con sus amigos y en la intimidad uno puede soltarse de otra manera. María sabía que estaba mal lo que estaba haciendo al espiar a su hijo. Estaba invadiendo la privacidad de él, pero su curiosidad podía más.
En uno de los chats grupales un día vio que uno de sus amigos, el que ella conocía como el más gracioso del grupo, escribió: ¡la mamá de Lucho está buena, eh! Estaba sola en el cuarto de su hijo y una sonrisa se le dibujó en la cara. Se sintió orgullosa de poder gustarle a un chico de esa edad, y más aún cuando había tantas madres lindas en esa división.
Pasaba el tiempo y María seguía buscando y mirando, muy de vez en cuando, los chats en la computadora de su hijo. Entre todos estos WhatsApp y conversaciones a las que pudo acceder, una le llamó la atención y era un diálogo muy inocente con su amigo Matías
- Viste lo buena que está Sofía
- Si, la vi
- Me dijeron que te quiere chapar, le decía Matías
- ¿A mí?
- Si, a vos boludo
- Ah
- ¿Y qué esperas?
- ¿Para qué?
- Para decirle algo, no se
- No sé, que se yo…
En otra ocasión, María le estaba preparando, como solía suceder, milanesas de carne fritas con puré de papas. Era la comida preferida de Luciano y es por eso que se esmeraba especialmente para que quedaran perfectas. Compraba el mejor peceto, los huevos frescos, el rebozador y calculaba las cantidades justas de leche y manteca para el puré. Estaba totalmente abstraída en la cocina y quizás es por eso que no se dio cuenta que su hijo se había ido a su cuarto y lo llamó de un grito “Lucianooooo” para que bajara a comer. Como parecía no oírla, decidió subir y cuando estaba llegando le pareció oír gemidos que provenían de la habitación de su pequeño. Apoyó su oído en la puerta y escuchó claramente que era un video que se reproducía en la computadora. Era evidente, su hijo estaba mirando porno.
Como buena y comprensiva madre que era, no quería hacer pasar un momento incómodo a su hijo y por eso le gritó desde unos metros y automáticamente el sonido se detuvo.
Cuando bajó, a María se le escapó una mirada hacia la entrepierna de su chiquito, cosa que afortunadamente pasó desapercibida para él. Notó que tenía hinchada la zona y que evidentemente había tenido una erección que estaba bajando. En su cabeza, María empezaba a pensar en la etapa que se venía con su hijo adolescente y todo lo que implicaba. Estaba en otra, cuando Luciano la sacó de sus pensamientos con la pregunta de muchas noches:
- ¿No viene a cenar papá?, preguntó
- ¿Qué?, María estaba con la cabeza en otro lado
- Si papá no viene a cenar hoy tampoco
Ese “tampoco” denotaba la poca presencia del padre dentro de la casa.
- No, hoy no puede
- Vos lo justificas
- No Lucho, mi amor, no lo justifico
- Podría estar más en casa, ¿no? Dijo su hijo
- Sí, pero tiene trabajo
- Ya tenemos de todo, autos, casa, viajes, ¿porque no afloja un poco?
- Tenés razón, pero bueno, vamos a comer
A María le impactaba la madurez de su hijo. Quiso salir del paso con la comida y lo consiguió. Así que, puestos a cenar, se divirtieron de lo lindo charlando como siempre lo hacían. Eran una madre y un hijo muy compinches.
- Tenés novia?
- Mami, que es esa pregunta así de golpe
- Bueno, quiero saber
- No, no tengo
- Pero alguna te gusta, ¿no?
- Si, alguna me gusta
- Bueno, no pregunto mas
Al día siguiente, Luciano entra a ducharse y María se da cuenta de que últimamente tarda más de lo habitual. Seguramente de está masturbando, piensa. Eso le trae recuerdos de su adolescencia y todo el tiempo que pasaba masturbándose en su casa de San Isidro, mientras sus padres peleaban y vivía el tormento de la separación. Sólo esos momentos, en donde a sus jóvenes años se metía bajo las sábanas o en la bañera y empezaba a explorar su cuerpo. Siempre fue muy sensible y las partes de su cuerpo así lo eran también. Sin poder evitarlo su mente voló y se vio a sí misma enjabonando y tocándose los pezones en la bañera, y se calentó. Hacía mucho que no le pasaba de estar caliente en el medio de la nada.
La ducha de su hijo corría hace mucho tiempo. Sabía que tenía tiempo y corrió hacia su cuarto. Cerró la puerta y rápidamente se acostó en la cama boca arriba metiéndose la mano dentro de la bombacha. La humedad la sorprendió. ¿Cuánto hacia que no se mojaba de esa manera? Sin dudarlo, se metió dos dedos muy profundamente y sus pezones se irguieron causándole dolor y excitación. Una mano subió y se metió dentro del corpiño para acariciarse ese botón. Lo disfrutó mucho. Sus dedos seguían dentro de la concha y ahora salían para frotar su inflamado clítoris. El orgasmo se acercaba y no quería que sucediera porque lo estaba disfrutando realmente mucho. ¿Su hijo se estaría masturbando también? Un espasmo la sacudió con ese pensamiento y el orgasmo se precipitó sin vuelta atrás.
- Aghhhhhh aghhhh ahhhhhh ahhhh, aullaba mientras acababa
- Mami, ¿estás bien? Se escuchó a Ramiro detrás de la puerta
Eso la hizo volver a la realidad. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cómo pudo haber estado tan alejada de la realidad y haberse dejado llevar por el deseo de tocarse? Por suerte se iluminó rápidamente para salir del paso
- Sí, sí, me golpeé con la cama, aghhhh ahhhh, mintió
- Ah, bueno, está bien
- Aghh, se relajó en la cama
- Había pensado que…
- ¿Que? Se alarmó
- Nada, nada
Ni quiso volver a preguntarle a su hijo que había pensado. ¿Se habrá dado cuenta que estaba acabando? Se moriría de vergüenza si así fuera. Bueno, después de todo seguramente él haría lo mismo. Por otro lado, se sentía feliz de volver a sentir la pasión y el fuego interior que hacía mucho que no sentía.
Pasó un tiempo, no mucho cuando Luciano hablando con su madre le dice que había invitado a Sofía, una amiga, a tomar la merienda. Le preguntó si le daba dinero para llevarla a un buen lugar.
- Mmmmm, solo una amiga?
- Si, má, solo una amiga, respondió con seriedad y un poco avergonzado
- Bueno, tranquilo, no pasa nada si es más que una amiga
- Ya sé
Pero no lo era. Hacía un tiempo se había besado con Sofía a la salida del colegio y cada vez con más frecuencia pasaban tiempo juntos. Los primeros besos adolescentes son de las mejores cosas que le pueden pasar a una persona. Y de los primeros besos a las primeras caricias, esos avances y conquistas que lentamente se van logrando. La bandera de haber llegado hasta tocar un pecho por encima de la ropa, la caricia constante, el bulto que crece se siente en el cuerpo de ella. Todo eso es una etapa maravillosa y Luciano las disfrutaba a pleno.
Fue en esa salida a merendar en donde al regreso de la merienda pasaron por una plaza y se besaron mucho tiempo. En un momento, mientras estaban sentados ella se puso encima de él y sintió su erección completamente. Eso la excitó a la jovencita y se frotó sin disimulo sobre la verga erecta e hinchada de Luciano. Un orgasmo la invadió y soltó un pequeño gemido. Se separó al instante y lo miró con cara rara a su novio
- Me encantó
- ¿Si?
- Sí, y lo besó en la boca con más profundidad que nunca
- Mmmmm, a mí también, decía Luciano con la verga más dura que nunca
Siguieron besándose un largo rato y volvió a su casa caminando y sintiendo dolor en sus testículos, cosa que lo preocupó, pero trató de no darle importancia. No quiso masturbarse al llegar y se fue a estudiar hasta cenar con su padre y su madre.
A los días, María escucha risas y la puerta que se abre y era Luciano su hijo con Sofía, que, aunque no lo admitiera aun, ya tenía el status de novia. Sofía era una nena muy linda, con hermosa sonrisa y dientes, una cabellera ondulada y rubia, muy flaquita y con unos pechos incipientes que se adivinaban debajo del gris uniforme del colegio.
- Hola mami, ella es Sofía
- Hola Sofía
- Viene a estudiar, se apuró Luciano
- Hola, señora
- Decime María y tuteame, por favor
- Hola María, entonces
No tardaron ni un minuto en perderse en la habitación de Luciano y cerrar la puerta tras ellos. Al rato, la curiosidad la pudo a María y, sigilosa, se acercó a la puerta del cuarto y pudo escuchar que se besaban y ella le decía:
- Pará que puede entrar tu mamá
- No entra sin golpear
- Mmmmm, me da cosa
- Dejame que te toque un poco más… decía él
- Mmmmm, me encanta cómo me tocas, reconocía ella
Ese pequeño diálogo que escucho le provocó una rara mezcla de celos y excitación. ¿Celos por qué? Era su nene, su hijito, pero ya estaba en edad de hacer esas cosas. Encima Sofía parecía una linda chica para él. Nuevamente la excitación pudo más y sintió que se mojaba. Los recuerdos de su adolescencia con su novio de ese momento la invadieron. Se vio en su cuarto con Sergio, su novio de ese momento besándose y acariciándose como dos desesperados. Hasta pudo recordar cuando sintió su primer orgasmo frotándose contra el cuerpo de él. Corrió a su cuarto a tocarse, pero esta vez se desnudó por completo y mirándose al espejo se vio hermosa. No tardó ni cinco minutos en llegar al orgasmo y acabó con una fuerza tremenda. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba tan caliente? No le importaba, no era momento de preguntas. Era momento de disfrutar.
Bajó las escaleras no sin antes pegarle un grito a los apasionados jovencitos:
- Luciano, Sofíaaaaa, ya está la merienda en el comedor
- Ahora vamos
- Gracianas, dijo Sofía
Bajaron y no pudo evitar ver lo colorada que estaba Sofía, pero sobre todo lo que le llamó la atención fue el bulto de su hijo. Se lo notaba hinchado y no fue difícil adivinar que su hijo cargaba una buena herramienta
Merendaron con desesperación. Ella intentaba cuidar los modos, pero se notaba que tenía hambre. Luciano comió mucho y en un momento que María miró al pasar una mano de él le acariciaba la pierna desnuda debajo del uniforme de colegio de Sofía. La sacudió esa imagen.
Al rato, se pusieron de pie y María aprovechó para preguntarles:
- ¿Que están estudiando?
- Historia, dijo Luciano
- Geografía, dijo Sofía al mismo tiempo
- Jajajaja, María se rio con ruido
Sofía se puso colorada y Luciano, también. Subieron las escaleras y María no pudo evitar volver a espiar. Realmente estaba disfrutando esta etapa de espionaje de los movimientos de su hijo. Tras la puerta se escuchaba:
- ¿Sos boludo? ¿Por qué dijiste historia?
- ¿Y vos porque dijiste geografía? Dijo él
- Porque la semana que viene tenemos prueba…
- Uh, no me di cuenta
- Jajaja, me quería morir, dijo Sofía
- No pasa nada, mi mamá es copada
- ¿Se habrá dado cuenta?
- ¿De qué? De que no estábamos estudiando, Luciano aprovechó para volver a abrazar a Sofía
- Mmmmm, me encanta como me besas, le reconoció ella
- Mmmmm, y a mí también como besas vos
- Quiero besarte acá, le dijo el acariciando sus tetas
- Mmmmm, no sé, está tu mamá por acá
Si supiera que estoy detrás de la puerta y escuchando todo, pensó María.
- Dejame un poquito, aunque sea, insistió él
- Solo un poquito dijo ella
María tuvo que bajar a la cocina y pensar en otras cosas porque ya estaba al borde de masturbarse nuevamente. Esos recuerdos de su adolescencia con su novio y los primeros franeleos que la excitaban sobremanera.
Al tiempo, Sofía, no tan colorada como antes y su hijo bajaban las escaleras y él dijo que la acompañaba a la casa y volvía.
- Me parece muy bien, dijo María
- Chau María, dijo Sofía
- Chau Sofía, un gusto conocerte, podes venir todas las veces que quieras
- Gracias
- Chau má, vuelvo en un rato
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