Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

La invitación (2)

 


Un día estaban cenando con sus hijos y Martín, como si nada le dice a Silvina que se había encontrado con Agustín, al que hacía mucho que no lo veía. Silvina se sonrió y le dijo ¿que cuenta? Entre sonrisas cómplices terminaron de cenar

Cuando estuvieron solos un momento Martín soltó

-        ¿Qué harías si lo invito?

-        ¿A quién?

-        A Agustín, no te hagas la boluda

-        ¿Con la esposa?

-        No está casado

-        ¿No está casado?

-        No

Se hizo un silencio.

-        Invitalo y vemos

-        ¿Te animas?

-        ¿Vos? Le dijo ella desafiante

-        Creo que sí, Martín se acercó a besarla

Silvina abrió la boca para recibir el beso y apoyándose en su marido pudo notar que su verga se empezaba a empinar.

El beso duró mucho y juntos se fueron a sentar al living mientras Martín le decía

-        Vení, acompañame

-        Están despiertos los chicos, advirtió pensando que se trataba de ir a la habitación a tener sexo

-        Ya sé

-        ….

Martín sacó el teléfono y buscó el contacto de Agustín. Abrió el whatsapp para escribirle y puso Hola y lo dejó sin enviar dándole el teléfono a Silvina

-        ¿Que? Dijo ella

-        A partir de ahora decidis vos…

-        ¿Me tiras a mí la presión?

-        No quiero hacer nada que vos no quieras, se sinceró él

-        Solo lo invitamos a comer y listo, nada mas

Silvina lo miró a los ojos, sonrió nerviosa y con su dedo pulgar derecho pulsó ENVIAR

No fue difícil convencer a sus hijos de que se fueran con los abuelos y se quedaran a dormir. A ellos les gustaba pasar tiempo con los padres de Silvina.

Tampoco fue difícil convencer a Silvina de que se pusiera ese jean blanco que le hace tan buena cola.

Silvina estaba nerviosa, Martín también. Se preguntaron hasta donde se animarían y como se lo propondrían a Agustín. Fue ella la que dijo que creía que no iba a pasar nada, pero que había que crear clima para alguna próxima vez y en todo caso, cuando Agustín se fuera, tenían la casa para ellos solos para coger a los gritos, se dijeron

La cena transcurrió muy cordialmente, salieron algunos temas picantes de relaciones de Agustín cuando trabajaron juntos con Martín, pero nada pasaba de algún comentario picante.

A la hora del postre Martín lo invita a Agustín a mirar la tele y se sienta cada uno en la punta del sillón mirando el partido que estaban dando.

Silvina empieza a ir y venir moviendo el culo y eso no pasó desapercibido para Agustín. En un momento Martín lo encara

-        Parece que te interesa más el culo de mi mujer que el partido

-        Perdoname

-        No pasa nada, te estaba cargando

-        No, en serio, discúlpame

-        Podes mirar todo lo que quieras, te juro que no me molesta

Después de acomodarse un poco el bulto Martín se levantó y fue a la cocina a decirle a su mujer que a su amigo se le iban los ojos hacia su culo, que continúe así

Ella se puso nerviosa, pero sobre todo se sintió excitada. Sus mejillas se ruborizaron y un calor comenzó a recorrer su cuerpo.

Con la excusa de llevar y traer la vajilla iba y venía. En un momento se puso con el culo apuntando al sillón mientras limpiaba lentamente la mesa. Martín lo tocó a su amigo y le señaló el culo de su mujer

-        Que bien se ve, ¿no?

-        Si, se ve muy bien, afirmó Agustín

Silvina sentía como se le mojaba la concha ante estos comentarios de su marido y su amigo. Volvieron a mirar el partido y Martín le pidió a su mujer

-        Gorda, ¿no hay pochoclos o algo?

-        Si mi amor, ahora les llevo

-        Vení sentate acá, le dijo Martín dando una palmada en el medio de los dos

Realmente el sillón era grande y entraban los tres sin tocarse siquiera.

-        Poné el bol en tus piernas y nosotros agarramos, dijo Martín

-        Si, perfecto

Agustín y Martín tomaban el pochoclo mientras no despegaban los ojos de la pantalla. El partido terminó y a Martín se le ocurrió una idea

-        Gorda, porque no te traes el whisky de ese que nos regalaron que está muy bueno

-        Dale, si, dijo ella y se levantó pasando con la cola por delante de los ojos de Agustín

Silvina trajo los tres vasos y sirvió agachándose a propósito delante del amigo de su marido. Martín no perdía ocasión de mirar a su amigo y disfrutar viendo como deseaba a su mujer. Silvina volvió a sentarse y Martín no tuvo mejor idea que poner una película porno

-        ¡Ah bueno! Dijo ella

-        ¿Que pasa?

-        Sacá eso, dijo ella

-        ¿Porque?

-        Porque está Agustín

-        Agustín debe haber visto alguna, ¿no?

-        Si, pero…

-        Pero que, preguntó Martín

-        Me da cosa delante de tu mujer

-        No te hagas problema, dijo Martín

-        A mi me da vergüenza, dijo ella

-        Dale gorda, no me digas que es porque está él

-        Y si…

-        Bueno, la dejo un poco, cualquier cosa después la saco

En la pantalla una rubia estaba chupándosela a un tipo muy bien dotado. El arte con el que felaba la chica de la pantalla era absoluto. Le dedicaba tiempo y lo miraba.

-        Uf que bien la chupa, ¿no? Preguntó Martín

-        Si, la verdad que si, dijo Agustín que se lo notaba incómodo con la situación

-        Ajá, dijo Silvina caliente y muy muy nerviosa

-        Es de las tuyas, jajaja

-        Martín! No te zarpes que está Agustín

-        ¿Porque?

-        ¿Que va a pensar de mí?

-        Nada, que haces lo que hacen todas las mujeres

-        Si, pero…

En ese momento en la pantalla la enfocaban a la protagonista desde atrás y podía verse perfectmente y en primer plano una concha totalmente depilada y un ano rosado y fruncido

Martín se desabrchó el pantalón diciendo:

-        Agustín, no te molesta que me acomode?

-        No, por mi no

-        Es que se me re paró la pija y me molesta

-        Bueno, dijo el amigo sorprendido

Martín se desabrochó hasta debajo de todo y metió la mano dentro de su calzoncillo pajeandose lentamente. El whisky empezaba a hacer efecto

-        Martín, que haces? le decía Silvina con una sonrisa

-        Me molesta

-        Es que está Agustín

-        Agustín es de confianza, no Agus?

-        Si, por mi no hay problema

Martín fue mas allá y sacó su pija pajeándose lentamente mientras miraba la pantalla y volvió a guardarla. Agustín lo miró mas que sorprendido.

-        Martín! Decía Silvina riendo nerviosísima

-        ¿Qué pasa?

-        Sos un zarpado!

-        Te dije que Agustín es de confianza

-        Me imagino que lo será jaja, decía ella achispada por el alcohol y la excitación

-        Queres acomodarte vos también Agustín? Lo invitó Martín

-        No sé, me da cosa….

-        ¿No la tenés parada? Me imagino que debe molestar

-        Si, la verdad es que molesta, reconocía Agustín

-        Y bueno, sacala

-        Es que está ella

-        ¿A vos te molestaría, gorda?

-        No se, que se yo…

-        Dale, vos sacala, acomodátela y cualquier cosa la guardas de vuelta

-        ¿Te parece? Agustín la miró a Silvina

-        No hay problema, dijo ella y su mirada bajó al bulto de Agustín

-        Bueno, dijo él tímidamente y comenzó a desabrochar su cinturón

-        ¡Eso es! Animate, decía Martin

Martín aprovechó el momento y la distracción de los otros dos para sacar su pija fuera del pantalón y comenzar a pajearse con un movimiento ascendente y descendente en su miembro

-        ¿Que haces? Le decía Silvina a su marido

-        Siiiiii, que buen culo tiene esa mina decía Martín mirando la pantalla

-        Siiiii, decía Agustín que ya estaba extrayendo su pija y volviendo a guardarla lentamente permitiendo que ella la mirara en todo su esplendor

-        Aunque a vos te gusta más el culo de mi mujer, ¿no? Dice Martin pajeandose

-        ¡¿Como?!!  dijo divertida Silvina mirándolo a Agustín y haciéndose la sorprendida

-        Es verdad, se envalentonó el amigo de su marido

-        Gracias dijo Silvina, pero no se compara con los de la tele

Silvina desvió la vista hacia la pija de Agustín y esta le pareció grande, venosa y sobre todo hermosa. Era oscura y gruesa con una cabeza roja que la coronaba. Se veía perfecta y en ese momento, ella se moría por tenerla y tocarla al menos. Agustín la guardaba lentamente, pero no se abrochó el cinturón ni el botón del jean.

-        Que haces Martín?! Dijo mirando a su marido pajearse

-        Me calentó la película, dijo restándole importancia, aparte ya te dije, Agustín es de confianza

-        ¿En serio te gusta mi culo? Le preguntó mirando a Agustín, ahora a los ojos, y notó que la pija de Agustín dio un respingo en el bulto que formaba

-        Mirá la carpa que tenés, sacate la pija que te debe molestar, le dijo Martín a su amigo que ya se estaba acariciando la verga por encima del pantalón

-        ¿Te parece? Agustín necesitaba la aprobación de su amigo

-        Si…

-        ¿Delante de ella?

Agustín sacó muy lentamente la verga del pantalón y Silvina instintivamente se pasó la lengua por el labio y lo miró. Por suerte, Martín intervino para ayudar en la situación

-        Silvi, mostrale el culo a Agustín

-        Vos estás loco? Salió de su ensimismamiento ella

-        ¿Que tiene? ¿Vos nos viste las pijas a nosotros y no queres mostrar nada? Le decía Martín

-        Agustín, vos queres que te lo muestre?

-        Bueno…si, me encantaría, decía ahora mientras su verga parecía cobrar más vida aún

-        Mmmmm, no sé, me da vergüenza

-        No seas tímida, le decía Martín a su mujer

Roja como un tomate, pero venciendo el pudor Silvina se paró de frente a ambos y los invitó a que la miraran mientras se movía lentamente. Se sacó rápidamente la camisa que tenía puesta, botón por botón y lució impúdicamente un corpiño transparente que dejaba ver con claridad sus rozados y duros pezones. Se quitó la prenda completamente y fue por sus zapatos. Eran de taco y con cierta dificultad, por la risa y el alcohol fue quitándoselos

-        Total, es casi como estar en malla, dijo mintiéndose a sí misma

Se desabrochó el botón del blanco jean y mirándolo especialmente a Agustín se giró. Movía la cola de una manera sensual mientras tomaba con ambas manos los costados de su pantalón y comenzaba a bajarlo. Lentamente apareció una diminuta bombacha blanca de encaje perdiéndose entre las nalgas. Se sentó en una silla y se terminó de quitar el pantalón

Agustín no podía sacarle los ojos de encima al culo de la mujer de su amigo, ahora a un metro de sus ojos y entangado.

-        ¡Baile erótico privado para mí! Pidió Martín

-        ¡Como no caballero! Dijo Silvina y comenzó a acercarse a su marido

Ella bailaba sensualmente y se pegaba a su marido. Martín por su parte estiró sus manos para acariciarla, a lo que Silvina respondió pegándole un cachetazo en una mano a su marido mientras decía:

-        ¡Se mira y no se toca!

-        Perdón, dijo Martín entre risas

-        Jajaja, se reía Agustín desde su posición mientras de a ratos se masajeaba su verga

-        ¿Sigo? Preguntó Silvina como pidiendo autorización

-        Claro, dijo Martín

-        SI si, completó el amigo

-        Bueno

Silvina comenzó a bailarle muy sensualmente a su marido. Le acomodó la verga y se sentó encima moviendo el culo como una odalisca. Martín estaba en la gloria y cruzaba miradas con su amigo que no se perdía nada de toda escena

Ella le tomó las manos a su marido y se las puso en las tetas. Después las acompañó a la parte de atrás de su corpiño. Era el momento. A todo o nada

Como una auténtica profesional, se desprendió del corpiño y lo arrojó a la silla donde estaba el resto de la ropa. Se puso las manos tapando sus tetas, pero nunca dejaba de bailar. Se movía con mucha lentitud, irradiando sensualidad.

-        Ahora con Agustín, dijo Martín

-        Nooooo, me parece mucho dijo ella

-        Daleeee, la invitó su marido

-        Solo si vos me autorizas, reía Silvina nerviosa

-        ¿Si?  preguntó Agustín, mirando a su amigo, como no creyendo lo que estaba sucediendo

-        Si, dale

Silvina se fue con Agustín y fue en ese momento en el que todo tomo otro color. La tímida esposa que era, o intentaba aparentar, desapareció en ese instante. Ella estaba desatada y dispuesta a todo. Su cara estaba colorada de calentura, sus ojos brillaban y sus pezones le dolían de lo caliente que estaba.

Sentándose de espaldas apoyó su entangada cola sobre la verga dura de Agustín y tomándole las manos a este las llevó hacia sus tetas. Agustín no dudó en acariciarlas y empezando a masajearlas llevó sus dedos a los pezones de la ardiente esposa de su amigo. Ella volaba de calentura y se movía sobre esa pija grande dura y venosa

-        Martín, está muy dura y se siente muy linda, decía sin dejar de moverse

-        Te gusta? Le decía Martín

-        Y… se siente bien

-        ¿Te gusta, Silvina?

-        No me animo a decirlo, pero sí, me gusta

-        Decilo, te gusta la pija de mi amigo?

-        Es que…

-        Preguntale vos, Agustín?

-        Te gusta mi pija, Silvi? Se animó el amigo

-        Mmmmm, no me hagan esto…

-        Decíselo, dale, te gusta la pija de Agustín?

Silvina giró la cabeza para mirar a los ojos a su marido y luego a Agustín

-        Siiii, me gusta tu pija, Agustín

-        Y que le harías? Le preguntó su marido

-        Muchas cosas, por favor no me hagas decirlo

-        Muchas cosas, ¿cómo qué?

-        La tocaría y….

-        ¿Y que más? Martín estaba muy caliente con toda la situación

-        Creo que se la… no sé, Silvina jugaba a no animarse

-        ¿Se la que?

-        Se la chuparía, pero…

-        ¿Pero qué? Preguntó su marido

-        Pero estás vos… le dijo a Martín

-        Yo te dejaría que se la chupes, pero solo un ratito

-        Mmmmm, en serio? Preguntaba Silvina con una voz tan sensual que derretía a ambos hombres

-        Habría que preguntarle a él si quiere…preguntale, Martín jugaba fuerte

Silvina se paró y se giró mostrándole las tetas blancas y duras, coronadas por un pezón rosado y duro. Lo miró a los ojos a Agustín y le soltó

-        Queres que te chupe la pija, Agustín?

-        Nada me gustaría más…

-        Vos me dejas entonces? Dijo mirando un instante a su marido

-        Solo si después me la chupas a mi…

Continua acá