Un día estaban cenando con sus hijos y Martín, como si nada le dice a Silvina que se había encontrado con Agustín, al que hacía mucho que no lo veía. Silvina se sonrió y le dijo ¿que cuenta? Entre sonrisas cómplices terminaron de cenar
Cuando estuvieron solos un momento Martín soltó
- ¿Qué harías si lo invito?
- ¿A quién?
- A Agustín, no te hagas la boluda
- ¿Con la esposa?
- No está casado
- ¿No está casado?
- No
Se hizo un silencio.
- Invitalo y vemos
- ¿Te animas?
- ¿Vos? Le dijo ella desafiante
- Creo que sí, Martín se acercó a besarla
Silvina abrió la boca para recibir el beso y apoyándose en su marido pudo notar que su verga se empezaba a empinar.
El beso duró mucho y juntos se fueron a sentar al living mientras Martín le decía
- Vení, acompañame
- Están despiertos los chicos, advirtió pensando que se trataba de ir a la habitación a tener sexo
- Ya sé
- ….
Martín sacó el teléfono y buscó el contacto de Agustín. Abrió el whatsapp para escribirle y puso Hola y lo dejó sin enviar dándole el teléfono a Silvina
- ¿Que? Dijo ella
- A partir de ahora decidis vos…
- ¿Me tiras a mí la presión?
- No quiero hacer nada que vos no quieras, se sinceró él
- Solo lo invitamos a comer y listo, nada mas
Silvina lo miró a los ojos, sonrió nerviosa y con su dedo pulgar derecho pulsó ENVIAR
No fue difícil convencer a sus hijos de que se fueran con los abuelos y se quedaran a dormir. A ellos les gustaba pasar tiempo con los padres de Silvina.
Tampoco fue difícil convencer a Silvina de que se pusiera ese jean blanco que le hace tan buena cola.
Silvina estaba nerviosa, Martín también. Se preguntaron hasta donde se animarían y como se lo propondrían a Agustín. Fue ella la que dijo que creía que no iba a pasar nada, pero que había que crear clima para alguna próxima vez y en todo caso, cuando Agustín se fuera, tenían la casa para ellos solos para coger a los gritos, se dijeron
La cena transcurrió muy cordialmente, salieron algunos temas picantes de relaciones de Agustín cuando trabajaron juntos con Martín, pero nada pasaba de algún comentario picante.
A la hora del postre Martín lo invita a Agustín a mirar la tele y se sienta cada uno en la punta del sillón mirando el partido que estaban dando.
Silvina empieza a ir y venir moviendo el culo y eso no pasó desapercibido para Agustín. En un momento Martín lo encara
- Parece que te interesa más el culo de mi mujer que el partido
- Perdoname
- No pasa nada, te estaba cargando
- No, en serio, discúlpame
- Podes mirar todo lo que quieras, te juro que no me molesta
Después de acomodarse un poco el bulto Martín se levantó y fue a la cocina a decirle a su mujer que a su amigo se le iban los ojos hacia su culo, que continúe así
Ella se puso nerviosa, pero sobre todo se sintió excitada. Sus mejillas se ruborizaron y un calor comenzó a recorrer su cuerpo.
Con la excusa de llevar y traer la vajilla iba y venía. En un momento se puso con el culo apuntando al sillón mientras limpiaba lentamente la mesa. Martín lo tocó a su amigo y le señaló el culo de su mujer
- Que bien se ve, ¿no?
- Si, se ve muy bien, afirmó Agustín
Silvina sentía como se le mojaba la concha ante estos comentarios de su marido y su amigo. Volvieron a mirar el partido y Martín le pidió a su mujer
- Gorda, ¿no hay pochoclos o algo?
- Si mi amor, ahora les llevo
- Vení sentate acá, le dijo Martín dando una palmada en el medio de los dos
Realmente el sillón era grande y entraban los tres sin tocarse siquiera.
- Poné el bol en tus piernas y nosotros agarramos, dijo Martín
- Si, perfecto
Agustín y Martín tomaban el pochoclo mientras no despegaban los ojos de la pantalla. El partido terminó y a Martín se le ocurrió una idea
- Gorda, porque no te traes el whisky de ese que nos regalaron que está muy bueno
- Dale, si, dijo ella y se levantó pasando con la cola por delante de los ojos de Agustín
Silvina trajo los tres vasos y sirvió agachándose a propósito delante del amigo de su marido. Martín no perdía ocasión de mirar a su amigo y disfrutar viendo como deseaba a su mujer. Silvina volvió a sentarse y Martín no tuvo mejor idea que poner una película porno
- ¡Ah bueno! Dijo ella
- ¿Que pasa?
- Sacá eso, dijo ella
- ¿Porque?
- Porque está Agustín
- Agustín debe haber visto alguna, ¿no?
- Si, pero…
- Pero que, preguntó Martín
- Me da cosa delante de tu mujer
- No te hagas problema, dijo Martín
- A mi me da vergüenza, dijo ella
- Dale gorda, no me digas que es porque está él
- Y si…
- Bueno, la dejo un poco, cualquier cosa después la saco
En la pantalla una rubia estaba chupándosela a un tipo muy bien dotado. El arte con el que felaba la chica de la pantalla era absoluto. Le dedicaba tiempo y lo miraba.
- Uf que bien la chupa, ¿no? Preguntó Martín
- Si, la verdad que si, dijo Agustín que se lo notaba incómodo con la situación
- Ajá, dijo Silvina caliente y muy muy nerviosa
- Es de las tuyas, jajaja
- Martín! No te zarpes que está Agustín
- ¿Porque?
- ¿Que va a pensar de mí?
- Nada, que haces lo que hacen todas las mujeres
- Si, pero…
En ese momento en la pantalla la enfocaban a la protagonista desde atrás y podía verse perfectmente y en primer plano una concha totalmente depilada y un ano rosado y fruncido
Martín se desabrchó el pantalón diciendo:
- Agustín, no te molesta que me acomode?
- No, por mi no
- Es que se me re paró la pija y me molesta
- Bueno, dijo el amigo sorprendido
Martín se desabrochó hasta debajo de todo y metió la mano dentro de su calzoncillo pajeandose lentamente. El whisky empezaba a hacer efecto
- Martín, que haces? le decía Silvina con una sonrisa
- Me molesta
- Es que está Agustín
- Agustín es de confianza, no Agus?
- Si, por mi no hay problema
Martín fue mas allá y sacó su pija pajeándose lentamente mientras miraba la pantalla y volvió a guardarla. Agustín lo miró mas que sorprendido.
- Martín! Decía Silvina riendo nerviosísima
- ¿Qué pasa?
- Sos un zarpado!
- Te dije que Agustín es de confianza
- Me imagino que lo será jaja, decía ella achispada por el alcohol y la excitación
- Queres acomodarte vos también Agustín? Lo invitó Martín
- No sé, me da cosa….
- ¿No la tenés parada? Me imagino que debe molestar
- Si, la verdad es que molesta, reconocía Agustín
- Y bueno, sacala
- Es que está ella
- ¿A vos te molestaría, gorda?
- No se, que se yo…
- Dale, vos sacala, acomodátela y cualquier cosa la guardas de vuelta
- ¿Te parece? Agustín la miró a Silvina
- No hay problema, dijo ella y su mirada bajó al bulto de Agustín
- Bueno, dijo él tímidamente y comenzó a desabrochar su cinturón
- ¡Eso es! Animate, decía Martin
Martín aprovechó el momento y la distracción de los otros dos para sacar su pija fuera del pantalón y comenzar a pajearse con un movimiento ascendente y descendente en su miembro
- ¿Que haces? Le decía Silvina a su marido
- Siiiiii, que buen culo tiene esa mina decía Martín mirando la pantalla
- Siiiii, decía Agustín que ya estaba extrayendo su pija y volviendo a guardarla lentamente permitiendo que ella la mirara en todo su esplendor
- Aunque a vos te gusta más el culo de mi mujer, ¿no? Dice Martin pajeandose
- ¡¿Como?!! dijo divertida Silvina mirándolo a Agustín y haciéndose la sorprendida
- Es verdad, se envalentonó el amigo de su marido
- Gracias dijo Silvina, pero no se compara con los de la tele
Silvina desvió la vista hacia la pija de Agustín y esta le pareció grande, venosa y sobre todo hermosa. Era oscura y gruesa con una cabeza roja que la coronaba. Se veía perfecta y en ese momento, ella se moría por tenerla y tocarla al menos. Agustín la guardaba lentamente, pero no se abrochó el cinturón ni el botón del jean.
- Que haces Martín?! Dijo mirando a su marido pajearse
- Me calentó la película, dijo restándole importancia, aparte ya te dije, Agustín es de confianza
- ¿En serio te gusta mi culo? Le preguntó mirando a Agustín, ahora a los ojos, y notó que la pija de Agustín dio un respingo en el bulto que formaba
- Mirá la carpa que tenés, sacate la pija que te debe molestar, le dijo Martín a su amigo que ya se estaba acariciando la verga por encima del pantalón
- ¿Te parece? Agustín necesitaba la aprobación de su amigo
- Si…
- ¿Delante de ella?
Agustín sacó muy lentamente la verga del pantalón y Silvina instintivamente se pasó la lengua por el labio y lo miró. Por suerte, Martín intervino para ayudar en la situación
- Silvi, mostrale el culo a Agustín
- Vos estás loco? Salió de su ensimismamiento ella
- ¿Que tiene? ¿Vos nos viste las pijas a nosotros y no queres mostrar nada? Le decía Martín
- Agustín, vos queres que te lo muestre?
- Bueno…si, me encantaría, decía ahora mientras su verga parecía cobrar más vida aún
- Mmmmm, no sé, me da vergüenza
- No seas tímida, le decía Martín a su mujer
Roja como un tomate, pero venciendo el pudor Silvina se paró de frente a ambos y los invitó a que la miraran mientras se movía lentamente. Se sacó rápidamente la camisa que tenía puesta, botón por botón y lució impúdicamente un corpiño transparente que dejaba ver con claridad sus rozados y duros pezones. Se quitó la prenda completamente y fue por sus zapatos. Eran de taco y con cierta dificultad, por la risa y el alcohol fue quitándoselos
- Total, es casi como estar en malla, dijo mintiéndose a sí misma
Se desabrochó el botón del blanco jean y mirándolo especialmente a Agustín se giró. Movía la cola de una manera sensual mientras tomaba con ambas manos los costados de su pantalón y comenzaba a bajarlo. Lentamente apareció una diminuta bombacha blanca de encaje perdiéndose entre las nalgas. Se sentó en una silla y se terminó de quitar el pantalón
Agustín no podía sacarle los ojos de encima al culo de la mujer de su amigo, ahora a un metro de sus ojos y entangado.
- ¡Baile erótico privado para mí! Pidió Martín
- ¡Como no caballero! Dijo Silvina y comenzó a acercarse a su marido
Ella bailaba sensualmente y se pegaba a su marido. Martín por su parte estiró sus manos para acariciarla, a lo que Silvina respondió pegándole un cachetazo en una mano a su marido mientras decía:
- ¡Se mira y no se toca!
- Perdón, dijo Martín entre risas
- Jajaja, se reía Agustín desde su posición mientras de a ratos se masajeaba su verga
- ¿Sigo? Preguntó Silvina como pidiendo autorización
- Claro, dijo Martín
- SI si, completó el amigo
- Bueno
Silvina comenzó a bailarle muy sensualmente a su marido. Le acomodó la verga y se sentó encima moviendo el culo como una odalisca. Martín estaba en la gloria y cruzaba miradas con su amigo que no se perdía nada de toda escena
Ella le tomó las manos a su marido y se las puso en las tetas. Después las acompañó a la parte de atrás de su corpiño. Era el momento. A todo o nada
Como una auténtica profesional, se desprendió del corpiño y lo arrojó a la silla donde estaba el resto de la ropa. Se puso las manos tapando sus tetas, pero nunca dejaba de bailar. Se movía con mucha lentitud, irradiando sensualidad.
- Ahora con Agustín, dijo Martín
- Nooooo, me parece mucho dijo ella
- Daleeee, la invitó su marido
- Solo si vos me autorizas, reía Silvina nerviosa
- ¿Si? preguntó Agustín, mirando a su amigo, como no creyendo lo que estaba sucediendo
- Si, dale
Silvina se fue con Agustín y fue en ese momento en el que todo tomo otro color. La tímida esposa que era, o intentaba aparentar, desapareció en ese instante. Ella estaba desatada y dispuesta a todo. Su cara estaba colorada de calentura, sus ojos brillaban y sus pezones le dolían de lo caliente que estaba.
Sentándose de espaldas apoyó su entangada cola sobre la verga dura de Agustín y tomándole las manos a este las llevó hacia sus tetas. Agustín no dudó en acariciarlas y empezando a masajearlas llevó sus dedos a los pezones de la ardiente esposa de su amigo. Ella volaba de calentura y se movía sobre esa pija grande dura y venosa
- Martín, está muy dura y se siente muy linda, decía sin dejar de moverse
- Te gusta? Le decía Martín
- Y… se siente bien
- ¿Te gusta, Silvina?
- No me animo a decirlo, pero sí, me gusta
- Decilo, te gusta la pija de mi amigo?
- Es que…
- Preguntale vos, Agustín?
- Te gusta mi pija, Silvi? Se animó el amigo
- Mmmmm, no me hagan esto…
- Decíselo, dale, te gusta la pija de Agustín?
Silvina giró la cabeza para mirar a los ojos a su marido y luego a Agustín
- Siiii, me gusta tu pija, Agustín
- Y que le harías? Le preguntó su marido
- Muchas cosas, por favor no me hagas decirlo
- Muchas cosas, ¿cómo qué?
- La tocaría y….
- ¿Y que más? Martín estaba muy caliente con toda la situación
- Creo que se la… no sé, Silvina jugaba a no animarse
- ¿Se la que?
- Se la chuparía, pero…
- ¿Pero qué? Preguntó su marido
- Pero estás vos… le dijo a Martín
- Yo te dejaría que se la chupes, pero solo un ratito
- Mmmmm, en serio? Preguntaba Silvina con una voz tan sensual que derretía a ambos hombres
- Habría que preguntarle a él si quiere…preguntale, Martín jugaba fuerte
Silvina se paró y se giró mostrándole las tetas blancas y duras, coronadas por un pezón rosado y duro. Lo miró a los ojos a Agustín y le soltó
- Queres que te chupe la pija, Agustín?
- Nada me gustaría más…
- Vos me dejas entonces? Dijo mirando un instante a su marido
- Solo si después me la chupas a mi…
Continua acá