Pasaron un par de semanas, y como había acordado con él, mi yerno no apareció por casa. Un día viernes Agustina vuelve a preguntarme si podía quedarse a dormir su novio y le dije que lo iba a hablar con su padre. Bueno, el resultado de todo esto es que finalmente accedí a que mi yerno se quede a dormir en casa.
Le tiramos un colchón en el piso en la habitación de Agustina. Fui yo la que lo hizo y le preparó la cama. Me daba un poco de celos saber que iban a estar a metros de mi habitación cogiendo. Esa pija hermosa iba a estar siendo disfrutada, y no era yo la beneficiaria
La primera noche que se quedó a dormir no pasó nada raro hasta la mañana siguiente en la que yo me levanté, a propósito, con un camisón largo y sin corpiño. Siempre se me suelen marcar los pezones, pero por las mañanas se notan aún mas
Bueno, mi yerno bajó solo mientras mi hija, que ya se había despertado, se terminaba de arreglar. Ni bien terminó de contarme que mi hija iba a tardar por lo menos 5 minutos, me le abalancé y bajando mis dos breteles, lo agarré para que me chupara las tetas, y vaya si lo hizo.
Como un desesperado se agarraba de mis nalgas y me las chupaba. Yo, por mi parte, le acariciaba la pija por afuera del pantalón. Rápidamente se le paró. Metí mi mano dentro y pude acariciarla por primera vez. Su tacto era perfecto, su dureza me impresionó y su grosor y su largo, me conmovieron.
- Te quiero coger, me dijo él al oído
- Nooo, vos estás loco, le dije, y me separé en un rapto de lucidez
Menos mal que justo hice eso porque escuchamos los escalones y era mi hija bajando la escalera
- Hola ma, Buen día, me dijo
- Hola mi amor, le dije y correspondí su beso
- Tengo hambre
- Bueno, ahora vamos a desayunar
- Perfecto, dijo ella
- Mariano, ¿podes llevar estas cosas a la mesa?, le pedí
- Si accedió mi yernito y salió a llevar las cosas
En ese momento mi hija se acercó y me dijo en voz baja
- Ma, te podés poner algo, se te re nota que no tenés corpiño y mi novio se va a quedar bizco
- Jaja, que tonta que sos! Mirá si me va a mirar a mí! Le dije diabólica
- ¡En serio, ma! Mirá que estás muy buena y a él no se le escapa, te lo puedo asegurar
- Bueno, que empiece a acostumbrarse a verme así si se quiere quedar a dormir
- Es que…
- ¿Qué pasa que están secreteando? Dijo mi marido apareciendo en la cocina también
- Nada, dije yo, y me fui a la habitación a ponerme algo más en la parte superior para que mi marido no me diga nada
No volvió a suceder nada hasta el sábado siguiente en el que Mariano volvería a quedarse a dormir.
Esa noche sabiendo que él estaba en casa me empecé a calentar mal. Se me mojaba la concha pensando en su pija que hacía una semana había podido tocar, tenía que hacer algo. En un momento de la cena lo miré y me miró inquieto. Nadie lo percibió y me sentí increíblemente zorra por hacer algo así
Cuando tuve 5 segundos sola con él en la cocina, me acerqué a su oído
- Mariano, mañana voy a desayunar temprano, tipo 7, capaz que estoy levantada, le dije enigmática
- Bueno, dijo él, justo cuando entraba mi hija
No sé si Agustina había llegado a percibir algo, pero no me importaba nada. Estaba muy caliente. Mi objetivo estaba cumplido, había arrojado la semillita a mi yerno. Solo faltaba que mañana a la mañana baje temprano a desayunar
Al igual que el fin de semana anterior, mi atuendo era un camisón sin corpiño que no dejaba mucho a la imaginación. Me sentía nerviosa y muy caliente, y realmente no sabía diferenciar un estado del otro. Bajaba sigilosa la escalera llegando al living.
Lo que nunca me esperé fue bajar a las 6.50 de la mañana de un domingo a la cocina y encontrarme con mi yernito en la mesa leyendo su celular. Lo vi, y sin mediar mis pezones se pusieron duros y mi voz sonó ronca de deseo.
- ¿Ah, bajaste temprano vos también? Le dije
- No me lo iba a perder, me dijo
- Y me estás viendo en este camisón que se me nota todo
- Si, se nota mucho, me dijo
- Mmmmm, y te gustaría ver más?
- Me encantaría
- Vení le dije, prendé la tele y sentate en el sillón, por las dudas si baja alguien
Yo fui a la cocina y preparé 2 café con leche rápidamente y unas tostadas y las puse en la mesa ratona frente a la tele. Mi corazón latía a mil por hora, como una niña en su primer día de escuela
- Hay que preparar la coartada
- Ja, claro, dijo él divertido
- Me siento acá, y me senté a su lado
- Mmmmm, que lindas se te ven las tetas, me dijo ahora más suelto
- ¿Te gustan? Dije girándome
- Me encantan
- Bueno, miralas y tocalas si queres
- Mmmmm, son perfectas
- ¿Te gustan grandes como las mías?
- Si, son perfectas
- Bueno, vení le dije y me bajé los dos breteles del camisón
- Mmmmm, se lanzó a chuparlas con fanatismo
- Siiiii, chupame así
- Mmmmm, me encantan
- A ver qué tenemos acá, le digo mientras le empiezo a meter la mano dentro del pantalón
- Mmmmm, siiii tócame así, me dice el cuándo mi mano se metió y comenzó a sacudir su pija
- Mmmmm, que buena pija que tenés, Marianito
- ¿Te gusta?
- Sí, ¡me encanta! Le dije y la solté solo para subirme un poco el camisón y guiar su mano a mi concha
- Aghh, suspiró
- Correme la bombacha para el costado, le susurré al oído
- Mmmmm, así? Me corrió la prenda interior y sintió mi humedad que a esa altura era mucha
- ¡Ay, si! Tócame así, le dije cuando sentí que sus dedos estaban haciendo un trabajo magnífico
Él muchachito se dedicó primero a frotar mi concha con sus dedos. Mientras veía que yo abriendo mis piernas se lo permitía y que mis jugos iban a ayudarlo en su trabajo, se dedicó entonces a meterme dos dedos mientras me chupaba las tetas con desesperación. Mientras tanto, yo agarraba su pija y la pajeaba sin cesar.
No me detuve a pensar en ese momento que hubiese sucedido si mi marido o mi hija bajaban. Nos encontrábamos los dos en un estado de enajenación. Nada nos iba a detener.
Él seguía con sus dedos mayor y anular metiéndose en mi cueva con buen ritmo. Hasta que su dedo gordo empezó a frotar mi clítoris y no aguanté más y le tuve que decir al oído
- Seguí pajeándome así que voy a acabar
- Mmmmm, levantó la cabeza para mirarme a los ojos
- Mmmmm, solté su pija y le agarré la cara con ambas manos para besarlo con pasión
- Mmmmm, su lengua se movía con soltura
- Mmmmm, sentir sus dedos en mi concha y su lengua en mi boca al mismo tiempo me hizo estallar
- Mmmmm, siiiiiii, decía él
- Aghhh Agh ah, aaaaaaaaaaaahhhhhhh, acabooooooo, le dije y volví a meterme de lleno en su boca
- Me encanta, decía él
- Vení le dije y le agarré la pija para empezar a pajearlo nuevamente
- Mmmmm, sí, me encanta como me tocas, me decía
- Queres que te haga acabar? Le dije al oído mientras lo pajeaba con dulzura y lo volvía a besar
Yo, precavida, había llevado unas servilletas que descansaban ahora en la mesa ratona.
- Siiii, haceme acabar, decía el en susurros
- Mmmmm, vas a largar toda la leche, le dije para hacerlo acabar
- Ayyyy, siiiii, acabooooo, mis palabras lo lanzaron al orgasmo
En ese momento, supe que tenía muy poco tiempo para agarrar las servilletas y envolverle la pija para que no se produzca un desastre de semen en el living.
Pero no hice eso, estaba tan caliente y era tanto el deseo que me provocaba este pendejo, que corriendo mi culo para atrás me agaché y me metí la cabeza de la pija en la boca mientras lo pajeaba. Cuando vio mi movimiento y sintió el calor de mi boca, mi yerno explotó en un chorro que fue directo a mi garganta.
Para decir la verdad, hice algo muy contradictorio, no le chupe la pija, pero nunca saqué mi boca que envolvía su roja cabeza y recibí uno a uno los chorros que fui tragando, siempre sin dejar de pajearlo. Me tragué toda, absolutamente toda la leche del novio de mi hija mientras en el resto de la casa mi marido y su novia aún dormían. Era surrealista lo que estábamos viviendo. No nos importó y no pudimos detenernos. Lo teníamos claro.
Mientras terminaba de recomponerme me fui acomodando el camisón y él guardando su pija en el short. Ya estábamos listos para que bajara cualquier integrante de la casa y no ser descubiertos, salvo porque en la mesa ratona descansaban dos cafés con leche fríos y unas tostadas totalmente olvidadas.
Eso me hizo volver a la realidad y regresar a la cocina a calentar el café, mientras le decía
- Vamos a calentar de vuelta el café
- Perfecto, si
- Aunque yo ya me tomé la leche, quiero desayunar igual
- Jaja, rio él cómplice
Estaba calentando el café cuando baja mi marido
- ¿Qué haces levantada?
- Nada, estaba preparándome el desayuno y bajó Mariano recién y le hice un café
- Ah, bueno, me haces uno a mí también
- Sí, claro mi amor, le dije
Nunca le decía mi amor, pero esta vez me gustó decírselo delante de mi yerno que recién me había hecho acabar y me había descargado toda su leche en mi boca.
- Es buena esposa Alejandra, no se puede quejar, le dijo Mariano a su suegro y yo me estremecí del morbo que sentí en ese momento
(continúa acá)