Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Alejandra y sus travesuras (4)


 Los días iban pasando y mi calentura no bajaba. Para colmo de males cada dos por tres discutía con mi marido y terminábamos sin hablarnos por períodos largos. En una de esas discusiones, que realmente ya no recuerdo porque era, me fui a dormir a la 1 de la mañana quedándome sola en el sillón del living hasta esa hora.

Estando allí sentada recordé la chupada de pija que le había hecho mi hija a su novio en ese sillón y me re calenté. No dudé y me corrí la bombacha para masturbarme con furia. Empecé tocándome lentamente, pero era tal la calentura que al minuto estaba colándome dos dedos de una mano y frotándome el clítoris con la otra

Ese día dormí muy tranquilamente y me desperté cuando ya todos se habían ido de casa. Eso casi nunca sucedía, pero esta vez no me sentí culpable por no atender a mis hijas y a mi marido

A eso de las 5 de la tarde, yo estaba sola en casa y suena el timbre. Miro por la mirilla y veo que es Mariano, mi yerno. Fue verlo y mi concha se empezó a humedecer. Pero ¿Qué hacía? ¡Porque venía si Agustina no estaba? ¿Se estaría animando a buscarme sabiendo que estaba sola?

-        Hola señora, se presentó

-        Hola Mariano, Agustina no está

-        Ah sí, sabía, pero debe estar por llegar, ¿no?

-        Si, ¿queres pasar?

-        Bueno, dijo

-        Vení sentate acá, le dije y cerré la puerta con llave por las dudas

-        Gracias, Ale, me dijo

-        Así me gusta, que me digas Ale cuando estamos solos, ya me estaba calentando este pendejo

-        Si Ale, ¿cómo estás?

-        Bien, ¿vos Marianito?

-        Muy bien y ahora que te veo, mejor, me dijo sorprendiéndome

-        Ah, pero mirá vos qué lindo lo que me decís

-        Es lo que siento

Lo senté en el sillón del living y me quedé de pie frente a él mirándolo inquisitivamente. Era lindo de cara, nada del otro mundo, pero tenía gracia. Su cuerpo, eso sí, parecía tallado. Era realmente flaco y torneado, con músculos y fibras por todos lados. No había podido ver sus abdominales, pero aun así, se lo notaba muy trabajado.

Su mirada se fue a mis tetas y eso me gustó mucho. Para una mujer sentirse deseada siempre es lindo, pero cuando tenés más de 40 y un pendejo te mira de esa manera sentís que aún estas vigente y eso te pone de un estado febril. Ese era mi caso. Fue por eso que lo miré inquisitivamente:

-        ¿Ya me estas mirando las tetas? Le dije

-        Y…. es que es muy difícil no tentarse, dijo él ahora más lanzado aún

Era la primera vez que lo notaba suelto y diciendo algo. Era evidente que había pensado en mi porque esa frase, aunque no parecía ensayada, fue la manifestación de un deseo.

-        ¿Queres que te las muestre de vuelta?

-        Me encantaría…dijo él

-        Bueno, pero como estamos solos…dije poniendo una pizca de misterio

-        Que? Preguntó él ansioso

-        Voy a hacer algo para que las veas más cerca

Me saqué la remera por la cabeza, me desabroché el corpiño y me senté encima de él. Sus ojos no podían creer lo que veían. Lo miré a los ojos, y le dije

-        Tocalas, dale

-        Mmmmm, las amasaba con mucho gusto

-        Asiiii, le decía yo poniendo mis manos sobre las de él

-        Me encantan…

-        ¿Te gustan mis tetas? Yo jugaba fuerte, lo quería hacer hablar

-        ¡Me encantan, Ale!

-        Acariciame los pezones así, y le enseñaba a rodearlos con sus dedos

-        Mmmmm, solo atinaba a decir el

-        Esperá, le dije

-        Si, se detuvo al instante

-        Dame la mano, le dije y le metí sus dedos en mi boca para chuparlos y sacarlos todos ensalivados

-        Mmmmm, me encanta

-        Ahora tócame con los dedos mojados que me va a gustar más, le dije

-        Mmmmm, siiiii, decía el poniendo especial dedicación a mis areolas y pezones

-        Aghhhhh, me encanta Marianito, seguí así

-        Siiiii, que buenas tetas tenés

-        Mmmmm, algo se está poniendo duro acá abajo, dije yo refregándome contra su dura verga

-        Mmmmm, es que me calentás mucho Ale! Me dijo él

-        Mmmmm, ¿sí?  ¿Mucho?

-        No sabes cuánto, me dijo

-        Por lo dura que la estoy sintiendo no necesito imaginármelo

-        Me encantaría chupártelas…me pidió

-        Mmmmm, que atrevido! Dije entre risas

-        Es que están buenísimas, decía con su cara a 15 cm de mis tetas

-        Mmmmm, bueno, pero solo un poquito

-        Mmmmm, se abalanzó sobre mi teta chupándola con desesperación

-        Asiiiii, suave primero, con una mano tomé una teta para levantarla y con la otra le acariciaba la cabeza.

Sus movimientos circulares sobre mi areola y sus labios sobre mi pezón me volvían loca. Para colmo de males este pendejo parecía un experto chupando tetas

Lo recuerdo perfectamente, en ese momento mi calentura era tanta que me vi cerca de perder mis cabales y querer cogérmelo ahí mismo. ¿Qué me pasaba? Supuestamente era un juego de seducción, nada más que eso, pero se me estaba yendo de las manos. ¡Qué habilidad que tenía con la boca este muchachito, por Dios! Me detuve un segundo a disfrutar y le hice cambiar de teta para que me chupe la otra. Yo seguía refregándome contra su verga y me estaba mojando toda. Cuando sonó el timbre.

-        ¡Mami, soy yo Agustina! Abrimeeee!

Nos miramos con pánico, pero lo tranquilicé al instante.

-        Yo subo a mi cuarto, vos encendé la tele y andá a abrir, decile que la estabas esperando.

-        Ah perfecto, me dijo más tranquilo

-        Y tratá de que se te baje un poco esto, le dije sobando su paquete con determinación

-        Gracias, me dijo

-        Vení, dale un beso de despedida, dije en un estado de locura total, y le agarré la cabeza llevándola a mi pezón

-        Mmmmm, lo chupó con rapidez, pero con dedicación

-        Andá porque si no la dejo a tu novia afuera

-        Chau, me dijo entre risas

Subí corriendo y me metí en mi cuarto. No dudé en masturbarme en el baño mientras me quitaba toda la ropa. Estaba acabando cuando escucho que mi hija grita:

-        ¡Mami!!! Legué

-        Buenoooo, dije yo y seguía frotándome

Acabé como una endemoniada. Tuve que controlarme para no gritar como una loca. Aghhhh ag ah ah ah ah, no podía parar de pensar en Mariano chupándome las tetas como lo había hecho hacía un instante.

Cuando me calmé, me acosté y empecé a sentirme culpable. ¿Estaba haciéndole esto a mi propia hija? ¿Hasta donde iba a llegar con estos juegos? ¿Qué hubiese pasado si ella no llegaba? Los nervios se apoderaban de mí. Me cambié y decidí bajar a la cocina

Cuando pasé por el dormitorio de Agustina pude oír unos gemidos cortos de mi hija,

-        Mmmmm, si, vení que te la chupo

-        Noooo, dejame chuparte las tetas más tiempo, le dijo él

Me fui porque no quise seguir escuchando. Ahora la culpa se transformaba en celos. Mi hija disfrutaba de las calenturas que yo le generaba a su novio. Ella era la receptora de todos esos deseos contenidos. Estaba bien, era lo que correspondía, pero me daba bronca. No lo podía evitar. Era más fuerte que yo.

(continua acá)