Es el cumpleaños de mi marido y como siempre le gusta festejarlo con amigos y familiares, es por eso que siendo las 9 de la noche está el quincho repleto de gente y yo en la cocina trabajando para complementar lo que va sacando mi marido de la parrilla: hamburguesas, chorizos y lomitos
En un momento, se me ocurre una pequeña travesura. Observando que estábamos todos en el quincho le pido a Mariano que vaya a buscar una coca cola a la cocina en la parte delantera de la casa. Mi yerno sale disparando para allá y a los 20 segundos voy yo.
Él está en la cocina con la heladera abierta buscando la gaseosa. Yo me paro detrás de él y le digo
- Quedate quieto así! Y le levanto la remera acariciándole la espalda
- Mmmmm, suspira él
- En un rápido movimiento me levanto la remera y saco mis enormes tetas afuera para frotarlas contra su espalda
- Aghhhh, dice él y tirando las manos para atrás me agarra de las caderas
- Me moría de ganas de frotar mis tetas contra tu cuerpo
- Mmmmm, dice él girándose y me las mira de frente
- Dale, le dije…
- Gracias, dijo como toda respuesta
Se agachó chupándome desesperadamente las tetas. Su lengua jugaba con mi pezón y chupaba con auténtica voracidad.
- Siiii, chupame las tetas
- Mmmmm, me encantan tus tetas
- A mí me gusta que me las chupes, como el otro día
- Aghh, siiii, seguía mi yerno prendido
Me descontrolé. Bajé mi mano y le agarré la dura verga por encima del pantalón. El instintivamente se bajó el cierre y comenzó a ayudarme para sacar su verga. Estaba fuera de mis cabales, dispuesta a cualquier cosa.
En ese momento un ruido a pocos metros, me paralizó. Era Romina, mi cuñada, la esposa de mi hermano que salía del pasillo. No había reparado en que ella no estaba en el quincho. Me quedé de piedra y juro que me quería morir en ese mismo instante. Como pude, lo aparté a mi yerno rápidamente. Ella me miró y me vio toda colorada mientras me acomodaba las tetas y calculo que debe haber notado que mis pechos habían quedado desacomodados debajo de la remera. Era imposible que no me hubiera visto con las tetas al aire. No sabía cuánto había visto, ni qué es lo que exactamente había escuchado, pero estaba segura, por la cara que puso, que notó que la situación no era normal. Lo más importante es que siguió su camino diciendo:
- Voy para el quincho, ¿queres que lleve algo? y noté la tensión en su voz
Me acomodé y me metí en el baño. Mi yerno volvió al quincho y yo momentos más tarde. De vez en cuando me cruzaba miradas con mi cuñada y me carcomía la vergüenza y el miedo a que le cuente a mi hermano, o a mi marido. No sabía qué hacer.
La fiesta transcurrió normalmente. Apagamos las luces para soplar las velitas. Yo estaba al lado de mi marido, y aunque no habíamos tenido la mejor relación en los últimos días, me parecía que era el lugar que debía ocupar. Los gritos de ¡QUE LOS CUMPLAS FELIZ! Empezaron tímidamente y fueron subiendo de a poco. ¡QUE LOS CUMPLAS! gritaban todos y siento una voz, claramente era la de mi cuñada, que me dice al oído:
- Quedate tranquila, tu secreto está a salvo conmigo….
- Juro que me estremecí y tuve que agarrarme de mi marido para no caerme
- Chau cuñadita, me dijo y siguió cantando con el resto
La seguí con la mirada en la penumbra y dio la vuelta para ponerse al lado de mi hermano y acariciarle la cabeza a uno de sus hijos como si nada hubiera pasado.
Evidentemente había visto más de lo que yo esperaba. Los nervios aumentaron, estaba más ansiosa que antes y sentía que no me podía controlar. Por suerte, durante el resto de la noche no me crucé miradas, ni con mi yerno, ni con mi cuñada.
Al finalizar la noche, me despedí de todos y cuando fui a saludar a Romina, noté un brillo en su mirada y una sonrisa malévola, pero lo dejé pasar
Me acosté hecha una pelota de nervios y recién a las 3 de la mañana me dormí
Por suerte, me levanté temprano. Seguía nerviosa, mientras y todos dormían. En puntas de pie me metí en la habitación de Agustina para buscar su teléfono y me lo llevé para abajo sin que ella se despertara. Rápidamente y con una precisión tremenda, busqué el contacto de Mariano en el teléfono de mi hija y le escribí
- Mariano, soy Ale, tu suegra
- Si, ¿qué pasó?
- Romina, la mujer de mi hermano, nos vio ayer
- Si, ¿qué vio? Preguntó nervioso
- No importa lo que vio concretamente
- Claro, claro
- El tema es que no puede enterarse nadie
- Uy
- No sé cuánto vio, pero me lo hizo saber
- ¿Y ahora qué hacemos? Espero que no le cuente a Agustina…
No había pensado en eso. De manera muy egoísta estaba pensando sólo en mí y no en mi hija y las repercusiones familiares que podría traer esto.
Necesitaba asegurarme con Romina, mi cuñada, que no iba a decir nada. No sabía cómo abordarla y me imaginaba mil situaciones. En todo esto estaba pensando cuando volvió a sonar mi teléfono celular
- Hola Ale, me escribió Mariano
- Hola, le dije
- ¿Qué hacemos???? Con varios signos
- Yo me encargo de hablar con ella, le escribí
- Bueno, gracias
- Por lo pronto, tenemos que cuidarnos y controlarnos cuando hay gente, le escribí
- Si, si
- Borrá este chat
- Si, si, obvio
Le podría haber dicho que hasta acá habíamos llegado, pero no sé porque, no quise hacerlo. Ahora debía enfrentar a Romina. Después de eliminar el chat con Mariano, le escribí
- Hola Romi
- ¡Hola cuñadita! ¡Qué temprano!
- Sí, no dormí bien, le dije
- ¿Qué te pasó?
- ¿Te puedo llamar?, le dije
- Si, dale, me escribió y percibí mucha naturalidad en sus palabras
Ahora hablando por teléfono
- Romi, por favor, te tengo que pedir que no digas nada de lo que viste, de hecho, ni siquiera sé que viste, estaba aturdida por mis pensamientos y mis palabras salían alborotadas de mi boca
- Mmmmm, ¿qué crees que vi?
- No Romi, por favor no me boludees, le dije furiosa y nerviosa
- No, no tranqui, que no digo nada
- Bueno, gracias
- Igual, no es lo que te imaginás
- Me imagino que te estas bajando al novio de tu hija, ¿está bien?
- Nooooo, respondí indignada
- Tranquila, es lo que parecía por lo que vi
- No te voy a negar que hubo algunos juegos, pero no pasó de ahí
- Bueno, jugá todo lo que quieras, pero tené cuidado porque como te vi yo, te puede ver tu marido, o peor, tu hija
- Gracias, le dije
- ¿Era por eso que estabas nerviosa? Me dijo
- Si, si
- Bueno, me debes una, y ahora tengo algo para chantajearte, me dijo riendo
- Sí, sí. Lo que quieras
- Ya se me va a ocurrir, me dijo divertida
- Bueno, gracias de vuelta
- Chau, chanchita, me dijo
Corté con un alivio total. Me sentí relajada y liberada, tal era la opresión que sentía. Con un cúmulo de júbilo le escribí a Mariano
- Hola
- Hola, si
- Ya hablé
- Está todo bien, le dije concisa
- Ah bueno, ¿segura?
- No va a decir nada, quedate tranquilo
- Bueno, mejor
- Por lo pronto, borrá este chat y no aparezcas por casa esta semana
- Ok, me dijo él
- Chau
- Un beso
- Otro, en donde quieras, le dije
- Mmmmm
- Borrá todo esto, chau
Borré yo el chat por mi parte y volví a mi cuarto, previo pasar por lo de mi hija a dejar el teléfono, con la mala suerte de que justo se despertó y me preguntó
- ¿Qué haces, má?
- Vine a dejar tu teléfono, le dije
- ¿Y para que lo querías?
- Para ver si habías sacado alguna foto de ayer, le mentí,
- Ah bueno, dijo y se giró
- Pero después me olvidé de mirarlo, le dije y me fui a mi cuarto
Por fin pude dormir casi toda la mañana. Me levante liberada y preparamos el almuerzo los cuatro juntos en familia. Estaba lista para pasar de página y olvidarme de todo cuando al promediar la comida mi hija agustina, me dice
- Mami, papi, ¿les puedo pedir algo?
- ¿Que?
- ¿Se puede quedar a dormir Mariano a partir de ahora?
- ¡No! Casi grito yo rápidamente
- Bueno, dice mi marido
- ¿Que pasa mami? Hace más de 1 año que salimos
- Si, ya sé, pero…no sabía que decir
- Daaaleeeee, ma! Suplicaba Agustina
- Ya veremos, dije
- Si, ya veremos dijo mi marido
- Cambiando de tema, dije…
Terminé evadiéndome como pude. ¿Que pasaba si Mariano se quedaba a dormir? Después me quedé pensando en eso.
(continua acá)