A los pocos días, Luciano y María ya habían retomado su relación habitual y todo parecía ser parte de un pasado reciente.
Luciano había regresado del colegio con Sofía después de mucho tiempo. Eso sorprendió a María cuando los vio entrar.
- Vamos a estudiar, má
- Ok, dice María con una media sonrisa y los ve perderse en su habitación
Esta vez, no quiso ir a escuchar lo que pasaba en la habitación para evitar encenderse y terminar masturbándose. Al rato los llamó diciéndoles que estaba la merienda.
La sorprendió ver que ambos estaban muy serios. Merendaron en silencio y cada uno mirando su teléfono. Al rato Luciano se levantó y se fue a su cuarto sin invitarla a Sofía, que miró a la madre de su novio pidiéndole ayuda con los ojos
- ¿Qué pasa? Preguntó María
- Nada, María
- Podes contarme, soy de confianza absoluta
- Nada, nada
- Bueno, él algo me contó
- Ah, ¿sí? Lo voy a matar
- No, quedate tranquila porque voy a estar de tu lado
- ¿Como?
- Le voy a enseñar que no puede presionar a una mujer y tiene que respetar sus tiempos
- Gracias, es que…
- Tenés miedo?
- Si, Sofía se quedaba callada
- No tenés que contarme nada, lo es todo
- Es que Luciano tiene… algo….
- Muy grande, ¿no?
- ¿Cómo sabe?
- No importa…y tuteame por favor
- Si, muy (acentuó esta palabra) grande y tengo miedo, dijo con una sonrisa nerviosa
- Bueno, tranquila, yo voy a hablar con él
- No, por favor. Me da mucha vergüenza, dijo la chica
- Te entiendo, pero quedate tranquila que sé cómo manejar a mi hijo. Y también, como manejar la situación
María iba a dejar pasar unos días antes de encarar a su hijo, pero no pudo. Al otro día, subió al cuarto de él y sin mediar, le dijo
- Luciano, como estas?
- Bien, ¿por?
- ¿Y? ¿cómo vas con Sofía?
- Bien, que se yo
- Ayer vi, porque te conozco, que estabas enojado con ella
- Sí, es verdad
- ¿Qué pasa?
- No quiere saber nada con coger
- ¿Podes cuidar un poco el lenguaje?
- Si, má, pero…
- Pero me imagino que hacen cosas, ¿no?
- Cada vez menos porque ella no quiere que me entusiasme
- Ah, María quería comprender la actitud de la chica escuchando a su hijo
- Y yo quiero descargarme de otra manera que no sea haciéndome la paja
- Uf, claro, si, te entiendo
- Y me caliento muy fácil, y quiero algo mas
- Bueno, pero tenés que aprender a respetar los tiempos de ella
- Es que creo que nunca se va a animar
- Dale tiempo
- Le voy a dar tiempo, pero estoy con bronca por tenerla tan grande
- No tenés que tener bronca
- Sí, porque si fuese normal, ya estaría cogiendo o al menos ella me la chuparía y dice que no puede
- No digas esas cosas, sos normal
- No, má, entiendo que me lo digas para tranquilizarme, pero no soy normal
- Si, lo sos
- No, mami
María lo miró a los ojos con un tono desafiante.
- No vuelvas a decir eso, tenés una pija hermosa
No se dio cuenta como salieron esas palabras de su boca y para peor, lo que sucedió después hizo que las cosas entren en una sucesión de hechos sin retorno
- Gracias, mami, pero
El bulto dentro del pantalón de Luciano se movió y no pasó desapercibido para su madre que lo miró con deleite y mordiéndose el labio le dijo
- Por qué no vas al baño a descargarte que ya la tenés crecida, ¿no?
- No, má apenas si está creciendo, ¡mirá!
En ese momento, Luciano, en un rápido movimiento, se saca a pija del pantalón y María se detuvo a mirarla. Era realmente hermosa. Así, a media asta, colgaba como un trozo de carne delicioso. Sintió que la sangre le hervía, las sienes le latían y su corazón se aceleraba. Era irracional lo que estaba sucediendo, y más aun lo que pasaba por su cabeza.
No sabe cómo lo hizo, pero María, lejos de retar a su hijo y de decirle que la guarde, extendió su pequeña mano y le agarró la pija. Mirándolo profundamente a los ojos a su hijo le dijo:
- Nunca digas que no sos normal
- Si, má, esto no sirve.
Luciano se quedó de piedra cuando sintió la pequeña mano de su madre tomar su pija
- Esto está muy bien, dijo ella y estiró la piel hacia atrás dejando la cabeza roja totalmente exhibida
María sabía que no correspondía lo que estaba haciendo, pero al sentir el calor, el tamaño y la dureza de esa verga, no pudo detenerse
- Gracias má, me gusta
María tomo conciencia de lo que estaba por hacer y se detuvo en el instante
- Seguí mami, por favor
- No, Luciano, eso no
- Es que estoy muy caliente, decía Luciano y agarrándose la pija empezó una lenta paja
- Luciano… decía María mirándole la verga enorme a su hijo
- Que mami…
- Podes…la boca se le secaba y las palabras no le salían. Sin embargo, sus ojos no podían despegarse de la verga de su hijo
- Estoy muy caliente, mami
- Esto no está bien, Lucho
- Tocame mami, por favor
- No, dijo María, tocate vos si queres
María quiso conceder algo para no tener que acceder a ese deseo de su hijo que también era el suyo. Sabía que si le agarraba la pija nuevamente a su hijo las cosas podrían desmadrarse
- Bueno, má
- Seguí, lo alentaba María
- ¿Te gusta verme?
- Si, dijo ella
- Aghhhh, aghhhhhhhhh, voy a acabar
Así, de pie en su propio cuarto y con los pantalones y calzoncillos en las rodillas, Luciano se sacudió la pija y unos potentes chorros salieron disparados
- Ayyyyy Lucho…
- ¿Te gusta mami?
- Mucho, respondió María que sin darse cuenta se tocaba la concha por encima del jean
- ¿Queres tocarte, mami?
- Si, pero ahora me voy a mi cuarto, dijo ella sin pensar
- Me gustaría verte
- Lo sé, pero no puede ser
- Vos me viste
- Sí, pero no…
- Bueno, dijo decepcionado
- Limpiá bien el piso, por favor, dijo María mientras veía la cara de decepción en su hijo
Sin dudarlo, subió y se metió en su habitación y como pudo se desnudó por completo y tirándose en la cama, se metió primero uno, después dos y finalmente acabó con tres dedos dentro de su empapada concha.
- Aghhhhh ahhhh aghhhhh, acababa sin poder controlar sus gemidos
Como pudo se recompuso y poniéndose de pie, se metió en la ducha. Mientras el agua caía y recorría su cuerpo, María se sonreía al recordar lo que había hecho, pero al instante, la culpa la invadía y su cara, bañada por el agua, cobraba un rictus de preocupación y seriedad impensado.
Parecía un ejercicio teatral. La ducha, primero y posteriormente secarse y cambiarse, transcurrieron con su estado de ánimo alternando entre alegría y desesperación y culpa.
Como pudo, bajó y por suerte, su hijo seguía metido en su cuarto, de modo que se puso a hacer las tareas de la casa con la cabeza hecha un remolino. Se la caían las cosas, se olvidaba, dejaba las cosas a medio terminar. No podía concentrarse.
De a poco, fue recobrando la calma, tratando de decirse a sí misma que no era tan grave, pero que no podía seguir por ese camino de juegos eróticos con su hijo por más que el deseo la llevara de la mano, como venía haciéndolo.
Así pasaron los días. Al principio, se miraban con seriedad con Luciano, pero de a poco fueron relajándose en el trato
Fue así como un día Luciano apareció con voz de preocupación
- ¿Que pasa Lucho?
- Sofía, lo de siempre
- ¿Que?
- No quiere saber nada
- Bueno, tenés que respetar sus tiempos
- Dice que es muy grande
- Lo es Luchito, lo es
- ¡¿Ves?!!! Tenía razón yo, es muy grande y nunca voy a poder, decía casi entre lágrimas su hijo
- Nooooo, Lucho, vas a poder y vas a hacer muy feliz a Sofía o a quien sea
- No, nunca se va a animar
- Creeme que se va a animar y va a disfrutar mucho
Sin darse cuenta, los pezones de María se endurecieron y cerró los ojos para no seguir hablando y diciendo cosas de las cuales se podría llegar a arrepentir
- Vos sos la única a la que le gusta mi pija, dijo Luciano
Eso retumbó en los oídos de María
- Es muy fuerte lo que decís, Lucho
- Es la verdad, mami
- No, la verdad es que a cualquier mujer le gustaría esa pija, pero solo dos la vimos y a una le dio miedo
- ¿A vos no te da miedo?
- Luciano, ¿que es esa pregunta?
- Eso, ¿vos no tendrías miedo?
- No, respondió María mirándole el abultado paquete
- Mami, vos me lo decís solo para hacerme sentir bien
- No, Lucho, te juro por lo que más quiero, que sos vos, que es lo que siento
- Bueno, te creo
- Creeme que es hermosa y debes sentirte orgulloso de esto que tenés, dijo María mirándole descaradamente ahora el bulto
Luciano interpretó esa mirada como una invitación a sacarla y no dudó en hacerlo. Lentamente se desabrochó el cinturón y el botón del pantalón. María lo miraba, pero no emitía sonido alguno
- La voy a sacar para que la veas mejor, decía él
- Bueno, decía María llevada por el deseo
- Queres verla?
- Bueno, no sé si…
Luciano se terminó de sacar la pija totalmente erecta del pantalón, pero la tapo con su mano ocultándola a la vista de su madre que se moría por verla
- Mami, te puedo pedir un favor
- ¿Que, mi amor?
- ¿Puedo verte las tetas?
- Queeeee? Vos estás loco?
- Vos me viste tocándome el otro día y yo quiero verte
- No se Lucho, es mucho…
- ¡Un versito! Rio él
- Si, Jaja decía divertida María
- Es que quiero tocarme ahora como el otro día y me gustaría mirarte
- No, Lucho
- Sé que tenés ganas de verme, mami
- No, bueno…
- No mientas, sino no te voy a creer tampoco cuando me decís que mi pija es normal
- Te juro por Dios que no te miento, es muy linda, decía tratando de adivinarla mientras su hijo la tapaba como podía
- Dale mami, mostrame, aunque sea un poquito y yo te muestro como me pajeo
Luciano, desde chiquito, siempre supo cómo conseguir lo que quisiera de su madre. Nunca imaginó que se trataría de este tipo de cosas
- Dale mami, solo un poquito las tetas
- ¿Te gustan mis tetas? La voz de María sonaba ronca y excitada
- Me encantan, mami
- ¿Si hijito? Dijo María
Mirándolo a los ojos se sacó la remera y se quedó en corpiño. Era un corpiño blanco semitransparente que dejaba traslucir muy poco sus erectos pezones. Pensó en quedarse así, pero le pareció injusto después de todo lo que había visto de su hijo y llevando sus manos atrás tomo el broche del brassier y lo desabrochó con facilidad, pese a los nervios.
Con sus manos tomó las tazas del corpiño sujetándose las tetas y fue bajándolas dejando al descubierto sus dos hermosos pechos coronados por unos pezones rosados, duros y fruncidos de excitación
Luciano sin darse cuenta se comenzó a pajear y a acercarse más a su madre para poder verla más cerca.
- ¿Te gustan las tetas de mami? Le soltó
- Me encantan
- Siiii, tocate así, miraba María la pija de su hijo pajeándose a centímetros y le costaba contenerse
- ¿Y a vos te gusta mi pija? Luciano jugó fuerte
- Me parece hermosa, dijo María
- ¿Te gustaría tocarla? Luciano se animó
- No debería… María estaba al borde del orgasmo
- No te pregunté si deberías
- Sí, me gustaría, dijo ella
- Vení, Luciano soltó su pija y llevo su mano a la de su madre agarrándola
María hizo un pequeño movimiento de detenerlo, pero no era lo que su cuerpo le indicaba y se dejó hacer. La mano de ella tomó contacto con la verga dura de su hijo. Primero la yema de los dedos, después la tomó abarcándola y no daba crédito a lo que veían sus ojos y sentía su piel. Mirándola mientras la acariciaba y la volvía a agarrar con firmeza, María ya comenzaba un lento movimiento atrás y adelante con su mano mientras la sentía crecer aún más y notaba como le costaba abarcarla con la mano
- Me gusta mucho, má
- ¿Esto?, te gusta mucho?, eso ya era una lenta, pero auténtica paja
- Si, má, me gusta mucho
- Mmmmm, María le miraba la pija a su hijo mientras continuaba con esa paja
¿Qué estaba haciendo? Era su hijo, lo tenía muy en claro. A todas luces, no estaba bien lo que hacía, pero no podía controlarse. Esa era una pija hermosa y quería tenerla, necesitaba tenerla en sus manos. Sentía su juventud, la dureza del miembro era total y el tamaño, increíblemente hermoso. Ambos estaban de pie, madre e hijo, totalmente abstraídos por la incestuosa situación.
- Seguí mami, dijo Luciano cuando María se detuvo apenas un segundo
- Mmmmm, no está bien esto hijo
- Lo sé, pero por favor seguí, suplicaba Luciano
- Queres que siga?, ahora María lo miró a los ojos
- Por favor…
María siguió con la paja, pero ahora le puso un entusiasmo diferente. Quería satisfacer a su hijo y también satisfacerse ella misma. Estaba muy caliente sintiendo ese trozo duro de carne en su mano. Era una pija hermosa y no quería soltarla por nada del mundo
- Lo voy a hacer por vos, mi amor, le dijo
- Gracias má, dijo Luciano y le acarició la mejilla
- Mmmmm, María se estremeció ante el contacto de su hijo, y aumentó el ritmo
El desnudo pecho de María rozó el brazo de Luciano
- Me gusta mucho, má…Luciano bajó la mano por el hombro y el brazo mientras con el dedo gordo le rozó una teta a su mamá
- Mmmmm, no hagas eso por favor
- Mmmmm, no te gusta?
- Si, por eso
- Mmmmm, dijo Luciano y sus dedos recorrieron el pezón que pedía a gritos ser tocado
- Aghhhh, Luchoooo
- Aghhhh, acabo mamiiiiii, dijo Luciano
- Mmmmm siiii, daleeeee, dijo ella y se separó para ver como salían disparados esos potentes chorros de semen e impactaban en el suelo
- Aghhhh, Luciano apretó el pecho de su madre mientras la miraba
- ¿Te gusta? Le dijo ella mirándolo también
- Mucho mami, gracias
- Tocate mami, le pidió Luciano
- No, ahora no
- ¿Porque?
- Es demasiado
Los chorros de semen no paraban de salir de la herramienta de su hijo y María sentía que acababa ella sin tocarse.
- ¿Te gustó? Preguntó ella
- Me encantó, mami, pero vos
- Me alegro, dijo
- Pero vos no…
- Yo me arreglo ahora, a mí me gustó mucho también
- Gracias, era lo único que le salía a Luciano
- Me voy a mi cuarto, limpiá bien el piso con unas servilletas de papel
- ¿Te vas a tocar?
- ¿Vos que crees?
- Que si…
- Te mentiría si te digo que no…
- ¿Necesitas ayuda? Vos me ayudaste a mi…
- No, yo puedo sola, y vos también
- Como quieras…
- Gracias igual, dijo María subiendo la escalera
Su vagina era un fuego. Entró en su cuarto, cerró la puerta y se sacó toda la ropa. Comenzó una lenta masturbación frotando su empapada concha. No duró ni tres minutos y empezó a gemir como una loca.
- Aghhhh ahhh ahhh ah ahhhhh
- Me encanta escucharte acabar, mami, se escuchó a Luciano detrás de la puerta
- Aghhh ahhhh ahhhhhh, no podía ni quería retarlo
- Mmmmm, siiiii, mamiiiii, la alentaba Luciano
- Aghhhh aghhh siiiii, dijo ella en un tono mas alto para que su hijo la escuche
- Mmmmm si si si mami, acabá asiiii
En ese momento María se puso de pie como pudo y desnuda apoyó todo su cuerpo en la puerta tras la cual estaba su hijo y le dijo
- Aghhhhhh ahhhhhhh como estoy acabando por Dios!!!!
- Mmmmm, siiiii mamiiiii siiiii, a mi se me está parando de vuelta
María terminó de acabar y se separó de la puerta recobrando la compostura. Y volviendo a la realidad le dijo secamente:
- Andate a tu cuarto, por favor Luciano, casi gritaba María al borde del llanto
- Que pasa, mami?
- Nada, andate
- Bueno, bueno
María rompió en llanto de culpa. Era muy fuerte lo que había hecho. Lo que habían hecho, porque su hijo también formaba parte de esto y era un actor protagonista de estas escenas de sexo prohibido entre ellos.
Hasta la noche no volvió a bajar cuando lo llamó para cenar. En la cena, junto con el padre, Luciano no hizo ningún comentario, se cruzaba miradas con su madre, pero nada. El rostro serio de ella parecía decirlo todo. Había un clima muy tenso, y en un momento, cuando el padre se levanta, María mira a su hijo y le hace un gesto negando con la cabeza, como diciendo: ¿qué locura lo que hicimos, no? Luciano le sonríe nerviosamente a su madre y vuelve a comer.
- ¿Que pasa que estas tan sonriente? Le preguntó el padre
- Nada, dijo él, lacónico
- Debe ser que está de novio seguramente, replicó el padre
- Puede ser, dijo María y miró cómplice a su hijo
- Estos adolescentes y sus hormonas, dijo el padre
- Es una edad que están revolucionados, dijo la madre con una mirada cómplice a su hijo
- No me carguen, dijo Luciano y respondió a la complicidad de su madre
- Ja, dijo el padre, ya me imaginaba, jaa
Al otro día María era un remolino de sensaciones y decidió que tenía que hablar esto con alguien. No podía seguir quedándoselo para ella porque iba a explotar. No sabía a quién acudir porque muchas de sus amigas eran muy pacatas y mojigatas. Peor por suerte estaba Florencia, que era su amiga y madre también de un varón, aunque más chico que Luciano. Con Florencia ya habían tocado temas sexuales y ella era más desinhibida y abierta. Le pareció la persona más indicada para hablar de esto
- Hola Flor, ¿podes hablar?
- ¿Paso algo?
- Si
- Llamame, me preocupas
La llamó por teléfono y le dijo
- ¿Qué pasó?
- Tengo que contarte algo muy fuerte y no se lo vas a poder contar nunca a nadie, ni, aunque nos peleemos y me odies, ¿sí?
- ¿No, quedate tranquila, que pasó?
- No, pará, me tenés que asegurar que esto va a quedar guardado para siempre porque es muy grave.
- ¿Qué pasó? ¡Hablas como si hubieses matado a alguien, Meri!
- No, pero no es un chiste lo que te voy a contar
- ¡¿Qué pasó?!
- No pasó mucho o si, pero
- ¿Que? Contame bien
- Es que no se por dónde empezar
María ordenó sus pensamientos y le contó paso a paso lo que había pasado con su hijo, desde verlo chupándole las tetas a su novia, sus masturbaciones en secreto y finalmente como le había hecho la paja a su pequeño para después terminar haciéndose una paja ella con su hijo detrás de la puerta escuchándolo todo.
En la narración María no olvidó detalles de lo hermosa (usó esa palabra) que era la pija de su hijo. Tampoco omitió hacer referencia a su tamaño, firmeza y temperatura, según ella perfectas. Se animó también a contarle que durante la paja había estado desnuda de la cintura para arriba y que su hijo le había acariciado la teta con pasión
Florencia, la escuchó todo el tiempo y cuando terminó le dijo muy lentamente:
- Mirá Meri (ella le decía así) en principio quedate tranquila, que yo no te voy a juzgar y entiendo perfectamente por lo que estás pasando. Por un lado, es toda una locura y muy raro por el vínculo que los une, pero por otro, sos una mujer con deseos y si, como me contaste, la pija de tu hijo es así, es natural que sientas esas cosas. Una pija es una pija, dijo y se rió fuerte con una risa ronca
- Ayyyy gracias Flor, gracias por entenderme
- El problema acá, no está en lo que pasó
- ¿No?
- No, y lo sabes. Está en lo que puede llegar a pasar estando los dos todo el día bajo el mismo techo y siendo él un adolescente caliente
- Y yo también, no te creas
- Ya me di cuenta por todo lo que me contaste y…
- ¿Y qué?
- Y como me lo contaste
- ¿Porque lo decís?
- Porque se te nota que este re caliente
- ¿Mucho se nota?
- Si
- ¿Crees que él lo notará?
- Mmmmm no sé porque los hombres son muy boludos y él encima en un nene
- No me digas eso que me da más culpa
- Pero por lo que me contaste tiene una verga que de nene no tiene nada
- Noooooo
- Jajajaj
- ¿Estás muy caliente, Meri?
- ¿Ahora o últimamente?
- Las dos cosas
- Últimamente, si, muy
- Bueno, andá con cuidado, no te reprimas, pero no lo busques, quizás fue solo un encuentro y todo sigue por otro carril
- Gracias amiga, gracias
- ¿Te puedo confesar una cosa yo? Le dijo Florencia
- ¿Que?
- Me calentó un poco lo que me contaste y creo que por eso no te culpo a vos
- Jajaja, viste! No sabes lo que es tenerla en la mano
- ¿Y en otros lugares? Le dijo Florencia
- No me hagas pensarlo
- ¿No lo pensaste nunca?
- No te voy a mentir, ¡claro que sí!
Después de la caliente y relajante conversación con su amiga y mientras Luciano estaba en el colegio aprovechó para masturbarse nuevamente ¿Cuántas veces lo había hecho en el último tiempo? Ni en la adolescencia estaba así de caliente todo el tiempo. Si bien había culpa, estaba disfrutando mucho de esta etapa. Por suerte, la conversación con Florencia la tranquilizó
Se desnudó completamente y se paseó desnuda por el cuarto un tiempo. En un momento de éxtasis total, abrió la puerta de su cuarto y desnuda como estaba se dirigió a la habitación de su hijo. La recorrió con la mirada y se acostó en su cama y comenzó a masturbarse muy lentamente metiéndose dedos en la concha. Si supieras lo que estoy haciendo en tu cama como se te pondría esa verga Luchito, pensaba y se volvía loca de placer. Acabó entre gemidos imaginando la pija de su hijo en la concha, en la boca, en todos lados. Cuando volvió en sí, se dio cuenta que lo que había hecho era muy fuerte. Eso es lo que le pasaba cuando estaba caliente, perdía los estribos. Se volvió su cuarto pasando un dedo húmedo sobre una foto de su hijo sonriente con unos compañeros.
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