Al otro día, la mañana era muy tensa. El chat hot con su hijo y la masturbación al lado de su marido dormido le aparecían como flashes en su cabeza. María no sabía como mirar a Luciano y eso lo notó su marido. Luciano tampoco sabía bien que hacer, ni que decir.
- ¿Qué pasa? ¿Lo retaste por algo? dijo el padre de Luciano
- Él sabe, dijo María sin darse vuelta
- ¿Que hiciste, Luciano?
- Nada…
- Algo habrás hecho
- Una pavada, pero que no me gustó, terció María
- Bueno, ya me contarás, me tengo que ir, dijo su marido
- Si, después te cuento
Luciano la miró a su madre y esta le sonrió con los ojos, cosa que pasó desapercibida para su marido, por suerte.
- ¿Te llevo al cole? Le dijo el padre a su hijo
- Dale, hace mucho que no me llevas
- Vamos
El padre de Luciano dirigió a María, le dio un corto beso en la boca y se perdió en dirección al auto. Detrás apareció Luciano para saludarla y María, chequeando que su esposo no estuviera a la vista, le dio un beso en la boca a su hijo, seco, pero un poco más largo que el que le había dado a su marido y le sonrió diciendo:
- Que tengas un buen día
- Gracias, ma
- Y no te ratees del colegio
- Después de anoche, me dan muchas ganas de volver a casa
- Vos tenés novia…
- Pero vos me gustas más…
María se sintió halagada de competir contra una jovencita y ganarle en la preferencia de su hijo. Sabía que no estaba bien eso, pero era más fuerte que ella.
No habían pasado ni 15 minutos de que se fueran “sus hombres” que sonó el WhatsApp. Era Florencia
- Hola nena
- Hola Flor, respondió como si nada
- ¿Estás sola?
- Si
- ¿Te puedo llamar?
- Si, nena, no pidas permiso
Florencia llamó al instante y surgió la caliente charla
- Contame, que hiciste?
- Nada, eso fue anoche mientras mi marido dormía a mi lado
- ¿Que?
- Si, nos pusimos a whatsappear con Lucho
- Ahhhh, que loco
- Y se puso caliente la cosa
- Si, veo
- Si hubieras leído el chat, te volvías loca
- ¿No lo tenés?
- No, lo borré por seguridad
- Ah, Florencia se quedó con ganas de saber mas
- Queres que te cuente?
- Sí, me lo debes
María no entendía a qué se refería su amiga. Por suerte, Florencia aclaró rápidamente
- Ayer me dejaste caliente
- Ah sí, ¿anoche?
- Si, y con lo que me contaste a la tarde
- Y no te tocaste como me dijiste que ibas a hacer
- No
- ¿Y queres que te cuente ahora? Sonreía María
- Si, lo necesito
- ¿Estás sola?
- Si
- ¿Y te queres tocar mientras te cuento?
- Si, quiero, dijo Flor con total elocuencia
- Bueno, prepárate porque es muy caliente
- Ya lo estoy
- ¿Dónde estás? Quiso saber María
- En mi cama
- ¿Desnuda?
- Totalmente, mintió Florencia que se estaba desnudando en ese momento
- Uffff, me parece que te voy a acompañar en la tocadita…
dice María y comienza a desvestirse en la soledad del comedor, donde días atrás estuvo masturbándose frente a su hijo
- Si, acompañame
- Es medio raro esto, pero me gusta
- Es que sos una calentona, como yo
- Mmmmm, es verdad
- Tan señoras que parecemos para los demás…
- Y tan putas en la intimidad, ¿no? Dice María abriendo el juego a las palabras sucias
- Si, muy putas, concede Florencia que ya se está tocando sus minúsculos pezones
- Te cuento que ayer Lucho, mi hijo, me calentó como loca
- ¿Si? ¿Qué pasó?
- Me escribió al principio y después me mandó la foto de esa pija hermosa que tiene
- Si, la vi y me re calenté
- No sabes cómo estaba de caliente, y mojada
- Como yo ahora, dijo Florencia
- Y yo, re mojada, y con mi marido durmiendo al lado
- Uffff, que morbo
- Total, yo pajeándome y el durmiendo
- Si, y pensando en la pija hermosa de tu hijo, Florencia sabía jugar el juego del lenguaje sucio
- Y que hermosa que es, y dura y caliente
- Mmmmm, me la imagino y me caliento
- ¿Como te la imaginas? ¿Haciendo qué? María quería jugar con su amiga
- Me imagino agarrándola y pajeándola primero, sintiéndola pesada y gruesa en mi mano
- Mmmmm, siiiii, es muy gruesa y pesada
- ME imagino arrodillándome para chupársela.
- Aghhhh, Flor, me encanta
- ¿Si? Vos se la chuparías también
María entendió que la invitaba a fantasear con chupársela a Lucho entre las dos y fue así que le contestó
- Sí, me encantaría chupársela con vos
- Aghhhhh, me haces acabar con eso, seguí
- Me gustaría chuparle los huevos y vos la pija
- Ayyyy
- Y mirarte a los ojos mientras le chupas la pija a mi hijo
- Aghhhh aggghhhh, estoy acabandooo, acababa Florencia
- Aghhh agdhhh, aghhhhhh, yoooo también, acababa María
- Que caliente que me pusiste, por Dios
- Si, menos mal que estamos por teléfono
- ¿Por?
- Porque…no…por nada
- Decime
- Estaba muy caliente e imaginándote conmigo y….
- Yo también, Meri, no me considero bisexual, pero te juro que si te agarro con esta calentura…
- Es que imaginame con vos y con esa pija, concedía su amiga
- Que calentura por Dios, Flor
- No sabes cómo tengo los pezones y la concha
- Puedo imaginármelos, yo también estoy igual
Cortemos acá porque no respondo de mí y te puedo llegar a decir cualquier cosa, dice Florencia excitada
- Ufffff, si, cortemos, te mando un beso, trata de recomponerse María
- Mmmmm, yo también te mando un beso en los pezones
- Chauuuuu, que calentura, por Dios
- Chauuuuu, beso en la mejilla, jajajaa
- Chauuuuu, besos, donde quieras
Tanto María como Florencia no podían creer los carriles que había tomado esa conversación. María se desconocía a la mujer que era hasta hace menos de unas semanas.
El día transcurrió con total normalidad hasta que Luciano llegó del colegio y se vino casi corriendo en busca de su madre. Quería besarla y abrazarla, pero no con ese amor de hijo. Él sentía un deseo sexual que no era compatible con la relación que tenían, aunque era inevitable.
Por su parte, María, que había estado caliente todo el día, pese a la masturbación en compañía telefónica de Florencia, había tomado el impulso de jugar un poco a excitar a su hijo. Fue por eso que se vistió con un shortcito de jean, una remera musculosa sin corpiño y ojotas porque hacía calor ya que estaba llegando el verano.
Cuando sintió las manos de su hijo rodearla, el calor subió por su cuerpo y a su cara ruborizándose de calentura, pero era su hijo, no podía ser.
Pese a lo atribulada que se sintió por ese pensamiento, recibió el cálido abrazo de su hijo y se giró poniendo sus manos en el pecho de él para separarlo un poco.
- Despacio Lucho
- ¿Qué pasa?
- No te olvides que soy tu mamá
- Anoche no parecías mi mamá…
- Es que me fui de mambo
- ¿Que queres decir?
- Que no debíamos llegar tan lejos
- Es que me gusta mucho jugar con vos, mami.
Luciano agarraba a su madre por los cachetes del culo. Eso, lejos de molestarla, la hacían sentir más pletórica a María, que se movía como una adolescente juguetona en los brazos de su hijo. La excitación volvía a apoderarse de ella y sus pezones se irguieron desafiando la fina tela de la musculosa que los cubrían, cosa que no pasó desapercibida para Luciano.
- Dale, mami, juguemos un ratito
- No, porque nuestros juegos terminan mal
- Para mí, terminan muy bien
- Sí, pero no corresponden a una madre y un hijo
- ¿Y quien dice que es lo que corresponde?
- Las normas de una sociedad
La charla estaba tomando carriles muy serios. Sin embargo, Luciano en ningún momento dejaba de amasar la cola de María y de apoyarle el bulto descaradamente.
- Pero en las sociedades, no hay tantas madres que estén tan buenas como vos
- Mmmmm, gracias por el piropo
- No es un piropo, ma, es lo que siento por vos
- ¿Y que más te gusta de mí? María entraba lentamente en el juego
- Tus tetas y saber que no tenés corpiño debajo de esta remera
Luciano suelta una mano de la cola de su madre para subirla a su pecho izquierdo. Cuando la mano se apodera de la teta, María la agarra y la detiene, pero no la baja. Lo mira a los ojos a su hijo
- Tenemos que controlarnos, Luchi
- Cuando estoy con vos no puedo controlarme, mami
Luciano adelanta un poco su cuerpo y el bulto, cada vez más duro, choca contra su concha. María cierra los ojos y él nota esa expresión de deseo imposible de disimular.
- Pero debemos hacerlo
- No quiero controlarme
- Si, por favor
- No, dice Luciano y acerca su boca a la de su madre
María sabe que no debe permitirlo. Tiene en claro que está mal, que es su hijo, pero éste flexiona un poco las piernas y el bulto corre unos centímetros de abajo hacia arriba deslizándose por la concha de María.
La mirada se choca con la de su hijo y siente que es muy fuerte todo. Cierra los ojos y abre apenas la boca. Los labios de Luciano se apoyan en los de ella. Una electricidad recorre su cuerpo y ella misma es quien ahora hace fuerza presionándose contra el cuerpo de su hijo. Él lo nota y abre un poco más la boca y saca la lengua ingresando en la boca de su madre.
Eso fue el detonante para lo que vino después. No podían despegarse, parecían sellados, fundidos en un solo cuerpo. Las lenguas se movían entrelazándose entre sí. La saliva iba y venía de boca en boca. Sentían la temperatura caliente de la boca del otro y más se calentaban. Solo un instante Luciano se separó para decirle:
- Mmmmm, me volvés loco, ma
- Y vos a mi…
Volvieron al beso y a las caricias. Así como estaban, de pie en la cocina, contra la mesada, seguían con sus labios fundidos y sus cuerpos pegados y con sensuales movimientos y roces. Luciano, metió sus manos dentro de la remera de María, les apretó a ambas tetas con una destreza tal que sus dedos acariciaron sus duros pezones y se separó de su boca solo para decir:
- Quiero chuparte las tetas
- Aghhhh Lucho
María, sin dejar de mirarlo a los ojos, bajó sus manos y tomó la remera por la parte de abajo, tirando para arriba y liberando sus pechos. Esa fue la señal que Luciano necesitaba para abalanzarse sobre esas tetas que tanto deseaba desde hacía tanto tiempo.
Cualquier relato en este momento diría: “lentamente él fue bajando y besando de a poco el contorno para después suavemente…”, pero no. No fue este el caso.
Luciano se zambulló con desesperación directamente sobre el pezón y empezó a chuparlo con furia. Le pasaba la lengua y lo chupaba y volvía a jugar con la punta de la lengua. Solo se detenía para hacer lo mismo con la otra teta. Era tal el frenesí con el que se movía Luciano que parecía preso de un ataque de furia y deseo.
Esto desató en María una calentura inimaginada. Le agarró la remera a Luciano y se la sacó quedando los dos con el torso descubierto. Estaba para cualquier cosa y lo sabía. Creo que fue por eso que se preocupó y recapacitó cuando se imaginó cogiendo con su hijo. No. Eso no podía suceder. Para colmo de males, Luciano se separó un instante de sus tetas para decir
- Te quiero coger, mami
- Noooo Lucho nooooooo ¿estás loco?
- ¿Que? ¿Porque no?
- Porque no, Lucho
- Necesito…
- Tocame y te toco, pero no
- Es que quiero…
- Dale vení…María necesitaba ceder algo para calmar un poco a su hijo
Las manos de Luciano se metieron dentro del short por la parte trasera y acariciaban el culo de su madre con total descaro. La pequeña tanga estaba metida en la cola y los dedos de él se metían debajo de la íntima prenda buscando hurgar en sus agujeros más prohibidos. María no solo se dejaba hacer, sino que colaboraba desprendiendo el botón del short y bajando el cierre para darle más libertad de movimiento a las desesperadas manos de su hijo.
Luciano interpretó ese movimiento como una barrera que se levanta y deja pasar a otra zona, y no se equivocaba. Con las dos manos agarro el short y bombacha juntos y tiró para abajo dejándolos a la altura de las rodillas y su mano se metió en la concha de María. Esta abrió las piernas para darle aún más libertad y se dejó masturbar por su hijo.
María sabía que no debía avanzar más, pero tampoco tenía fuerzas para detenerlo y en un arrebato le bajó el pantalón a su hijo y su mano comenzó a meterse en el bóxer para pajearlo dulcemente. La concha estaba muy mojada y más lo estuvo cuando sintió en su mano la gruesa pija de su hijo. Creo que salió un chorrito de excitación que no pudo contener. Luciano lo sintió apenas, pero no podía dejar de mover sus dedos en la encharcada concha de su madre
- Te quiero coger, mami
- Y yo en este momento te juro que…, pero no, Lucho
- Dale, mami
- No, Lucho
- Por favor
- No, chupame, eso si
María, en un preciso movimiento se bajó bombacha y short de una pierna y se subió a la mesada abriendo las piernas y mostrando su rosada concha a su hijo, diciendo
- Vení Chupame!
- Aghhh si, dijo Luciano
- Mmmmm, siiiii
Luciano se arrodilló en el piso y se metió de pleno en la concha de María. Chupaba y chupaba y María se acercaba al orgasmo.
- Meteme los dedos y chupame acá, le dijo María indicándole la zona clitoriana
- Aghhhh siiiii Luciano obedeció
- Me vas a hacer acabar, ¿sabías?
- Si mami quiero hacerte acabar
- Me chupas muy bien, Luchito
- Me encanta el sabor de tu concha mami
- No me digas esas cosas, Luchoooooooo
- Quiero chuparte la concha todo el día
- Aghhhh ahhhh ahhh ahhh ahhhh ahhhhhhhaaaahhhhhahhhhh, acabó María en la boca de su hijo
- Mmmmmm, Luciano no se desprendía y bebía el néctar que emanaba su progenitora
María se recompuso como pudo y respirando con dificultad lo miró a los ojos y lo hizo ponerse de pie a su lado. Volvió a besarlo y pudo sentir el sabor de su propia concha, cosa que la excitó aún más.
- Ahora me toca a mí, dijo totalmente excitada
Ella se arrodilló en el piso y comenzó a pajearlo mirándole la verga con deseo y teniéndola a centímetros de su boca le preguntó
- Queres que mami te la chupe, mi amor?
- Aghhhh siiiii mami siiiiiiii
No lo dudó, se metió como pudo la cabeza de la pija de su hijo en la boca y comenzó a pajearlo con una mano mientras con la otra le acariciaba los huevos. De a poco se soltó y abriendo bien la boca se la fue tragando y comenzó a subir y bajar con la cabeza por ese mástil duro de carne. Sabía que el adolescente no tardaría mucho y como ella seguía caliente, soltó los huevos y llevó esa mano dentro de su bombacha para tocarse y se sintió más mojada que nunca.
- Voy a acabar mami,
- Si si, acabemos juntos
- Aghhhhh, Luciano no entendía lo que le decía su madre
- Mmmmm, un chorro en su boca la hizo entrar en un trance y comenzó a acabar
- Aghhhh gimió él
- Siiiii acabá. dijo ella sacándosela de la boca y viendo como los otros chorros salían disparados, uno de ellos en su pelo, otros en el suelo.
- Aghhhh aghhhh ahhhhhhhh dijo él
- Aghhhh ahhhh ahhh ahhh ahh ah ah ah acabó ella también frotando su hinchado y mojado clítoris
- Mmmmm, mami, me encantó, gracias
- A mí también, Luchito, y parándose le dio un piquito que dejó descolocado a su hijo
- Mmmmm, mami, Luciano la quiso traer con los brazos
- Mejor andá, le dijo, otro día seguimos
- Bueno, gracias mami, me gustó mucho
- A mí también, mi amor
- Queres que limpie
- Yo lo limpio, dijo María, que todavía sentía el sabor del pequeño primer chorro de semen en su boca
Luciano se fue y ella se puso a limpiar el piso, de a poco fue calmándose y reconociendo que había sido una locura y que cada vez le costaba mas no seguir por el camino del deseo.
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