No lo puedo creer, me dijo Antonella.
- Si, créelo, le respondí. ¡Así como te digo, nos vamos de vacaciones juntas! 10 días al Caribe con todo incluido
Ella se levantó y me abrazó fuerte. Yo correspondí su abrazo.
Esto sucedió hace 4 años y fue el comienzo de una serie de acontecimientos que voy a ir narrando poco a poco y que solo me atrevo a confesar por acá porque me ampara el anonimato y únicamente lo sabemos los protagonistas de esta historia. Voy a tratar de ser lo más fiel a los nombres, lugares y fechas sin decir todo para no meterme en problemas. Ahí voy.
Corría mayo de 2015, en Buenos Aires, Antonella, mi hija, una rubia hermosa de 1.70 mts estaba cursando el primer año de su carrera de Ciencias Económicas. No voy a dar más precisiones de qué carrera es, para protegerla. Anto, así es como le digo, estaba en su habitación cuando entré a contarle que había sacado pasajes con hotel todo incluido para irnos juntas a Playa del Carmen nosotras dos solas y esa fue su reacción. La verdad es que me generó una emoción que casi hace que se me salten las lágrimas cuando vi su cara iluminada de felicidad por la semana que íbamos a pasar. Un mes antes de todo esto, Anto la había pasado muy mal cuando se peleó con Martín, su novio desde el secundario, y verla sonreír así me puso realmente muy feliz.
El viaje estaba programado para la semana siguiente porque yo sabía que no tenía exámenes en la facultad y llegaba a tiempo para prepararlos a nuestro regreso. Nicolás, su hermano de 18 años me había averiguado que Anto no tendría exámenes en esa fecha y me largué a sacarlos para sorprenderla.
Era junio y con Anto despedimos a Manuel, mi marido y padre de Anto y Martín en la antesala a los embarques del aeropuerto de Ezeiza y nos fuimos derecho al free shop con mi hija donde compraríamos algunos perfumes y empezaríamos esta aventura juntas.
El vuelo fue tranquilo, yo pude dormir al igual que Anto. Aproveche y me tome una cervecita para que me ayude a conciliar el sueño y Anto hizo lo propio. Nos dormimos con las cabezas apoyadas y nos despertamos varias veces. Llegamos a México con el cuello duro, pero con la alegría de saber que nos esperaba el relax, el sol y la playa. Lo que no sabíamos era que nos esperaban otras cosas mucho más interesantes
El vuelo fue nocturno por lo que, después de esperar las valijas y hacer los traslados, llegamos al hotel a las 9 am. Hicimos el check-in en donde supimos que no podríamos tomar la habitación hasta las 13 hs, pero como mujeres precavidas que somos, dejamos la ropa cómoda y los trajes de baño en la parte superior de una de las maletas. Nos cambiamos en el baño del hall de recepción y nos fuimos con nuestros bikinis y pareos hacia la playa.
Mientras íbamos hacia la hermosa costa del mar caribe, fuimos recorriendo algunas partes comunes de este fantástico hotel como restaurantes, piletas y otros lugares. Enseguida me di cuenta de que los hombres que estaban por ahí nos miraban, tanto los mozos y empleados mexicanos como el resto de los turistas entre los que se adivinaba gente de todas las latitudes.
Ni bien llegamos a la playa nos despejamos de nuestros pareos, que dejamos en una de las tantas reposeras de las que disponía el hotel, y nos fuimos a tocar el agua. La sensación de meter un pie en el agua y que no estuviera fría ya anticipaba que estas iban a ser unas vacaciones únicas.
Nos fuimos a caminar por la playa y pasamos por alguno de los otros resorts de Playacar. Uno era más lindo que el otro. En un momento decidimos entrar en uno a recorrerlo y en medio del recorrido vimos un grupo de tres hombres de aproximadamente 30 35 años que estaban de camisa y pantalón de vestir y con una credencial colgando cada uno. Uno de ellos, después nos enteraríamos que se llamaba Javier, nos miró a las dos y nos hizo una sonrisa. Anto y yo nos miramos y nos dijimos casi al unísono:
- ¡qué lindo que está! Jajaja
Nos reímos cómplices por primera vez de las tantas que serían
- Mirá que bien te puede venir para hacerte olvidar un poco de Martín, le dije
- Ay mamá, no te voy a negar que mal no me vendría. Aunque me parece que te miró a vos
- No creo nena, le dije yo
- ¿Porque no? Si tenes un cuerpo espectacular y una cara hermosa, me dijo Anto
Debo reconocer que tengo un muy buen cuerpo ya que siempre fui delgada y de buena cola y a eso le sume que hacía unos años me había hecho las lolas. Sumado a esto tengo un buen cabello rubio y cuidado al igual que mi hija. Anto sin embargo es más parecida a la familia de su padre, es castaña y tiene unas tetas perfectas a sus 19 años. Con una delgadez casi perfecta.
Seguimos camino y volvimos a nuestro hotel donde un empleado nos acompañaría a nuestro cuarto. Al llegar vimos que la habitación era muy linda, sobriamente decorada y con una cama King size. Abrimos las valijas y nos dedicamos a bañarnos por turnos mientras acomodábamos toda la ropa. Primero se fue a bañar Anto y al salir lo hizo solo con su bombacha puesta y con sus pechos al aire. No sé porque, pese a que es mi hija, esa primera imagen me conmovió de una manera extraña. Más tarde, para hacerme la relajada salí de bañarme con el mismo atuendo que Anto. Me resultó raro que Anto me mirara las tetas.
Fuimos a cenar al restaurante del hotel y a la salida decidimos ir a tomar unos tragos en la barra principal del hotel. Cuando estábamos por el segundo trago se nos apareció Cristian, chico tan lindo que habíamos visto en el otro hotel y se nos acerca diciendo:
- Chicas, no es acá.
- ¿Qué cosa? Preguntamos las dos al mismo tiempo
- El concurso de belleza es en el hotel de al lado, dijo y nos miró
En ese momento ya nos tenía cautivadas a las dos
- Jaja, reímos divertidas y haciéndonos cargo de que éramos dos mujerones
Y nos pusimos a conversar. Nos contó que, al igual que nosotras, era argentino y de Buenos Aires, que se alojaba en este hotel a partir de esta noche y por 5 noches más. Era médico traumatólogo y estaba en México por una convención que había organizado un laboratorio. Cristian era muy amable y seductor. Se notó desde el primer momento. Algo que nos cautivaba a las dos era que dividía su atención exactamente entre las dos. Cuando hablaba con una durante un rato, miraba con una sonrisa a la otra y viceversa. Él tenía unos dientes perfectos que mostraba en una sonrisa radiante. Hablaba y en las dos horas que estuvimos charlando nunca criticó ni habló mal de nadie. Aprovechó varios momentos para decir que se notaba que éramos madre e hija y que le parecíamos hermosas. Las copas que tomábamos iban haciendo efecto. La charla fluía muy bien y mientras nos hablaba nos tocaba las piernas, los brazos y hasta en un determinado momento me acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja. Con Anto nos mirábamos como dos amigas siendo seducidas en un boliche. A mí me hizo recordar a las épocas en las que iba a bailar y los chicos nos trataban de levantar. Cuando se empezó a hacer tarde y al final de la conversación nos abrazó a ambas mientras nos decía:
- ¿Las puedo abrazar? Muchas gracias por compartir este momento conmigo, no podría sentirme más dichoso.
- Ay Cristian sos muy seductor vos, me parece, dije yo
- No, pero no puedo dejar de apreciar la belleza en ustedes dos, decía el doctor.
- Gracias, viste que somos una hija y una madre muy simpáticas, dijo Anto
- Simpáticas y hermosas, decía Cristian mientras volvía a abrazarnos a las dos
Seguíamos caminando y en determinado momento nos detenemos para seguir el camino hacia nuestra habitación
- Déjenme que las acompañe, no quiero dejarlas ir solas
- Gracias, dije y miré a Anto
- Gracias, dijo Anto y me miró
En nuestras miradas estaba el brillo de la lujuria. Pude verlo en mi hija tanto como seguramente ella lo veía en mí. No sabíamos hacia dónde íbamos, pero teníamos en claro que estábamos disfrutando del momento.
Llegamos a la puerta de nuestra habitación. En ese momento, la cordura volvió a mí y les dije:
- Chicos, porque no se van a dar una vuelta mientras yo me tiro a dormir que estoy muerta
- Anto me miró sonriendo y noté su agradecimiento en la mirada
- ¡Qué lástima! Me hubiese gustado pasar la noche bebiendo y disfrutando con dos preciosuras
- Antonella ahora lo miró a él como fulminándolo con la mirada
Cristian aprovechó el momento para abrazarla y besarla en la mejilla diciendo: Nosotros nos vamos a dar una vuelta
Entré a la habitación y me tiré en la cama donde me puse a pensar en lo que podría haber pasado ¿Me animaría a estar con Cristian si él me lo pidiera? ¿y con Antonella y él? Me empecé a excitar solo con imaginarme esas situaciones y en una mezcla de imágenes empecé a imaginarme chupándole la pija a Cristian y mirándolo a los ojos. Me saqué la ropa y totalmente desnuda en la cama empecé a tocarme. Seguía imaginándome a Cristian y mi excitación iba en aumento hasta que en uno de mis pensamientos apareció Antonella desnuda conmigo y con Cristian. Ella estaba chupándole la pija a Cristian y yo me acercaba para ayudarla y en ese instante acabé. Acabé como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Varios espasmos sacudieron mi cuerpo mientras metía dos dedos en mi concha y me apretaba fuertemente los pezones con la otra mano.
Volví a ponerme el camisón sin nada debajo y me acosté. En 5 minutos estaba dormida y así me desperté a las 9 de la mañana del día siguiente cuando el sol entraba por la ventana y el ruido de la puerta abriéndose. Era Antonella que recién llegaba. Evidentemente había estado toda la noche con Cristian y por la cara que traía lo había disfrutado muchísimo. Es increíble y muy difícil de explicar la mezcla de sensaciones que me invadieron: por un lado, me alegraba por ella y por otro la envidiaba por la noche que había pasado con ella. Por un lado, disfrutaba sabiendo que mi hija cumplía lo que yo no iba a poder hacer durante estas vacaciones y por otro lado me hubiese gustado ser yo la que había disfrutado ese momento
Me incorporé con una sonrisa, en principio para darle tranquilidad de que aprobaba todo lo que había hecho en esa noche. Y mirándola a los ojos, le pregunté:
- ¿Cómo te fue?
- Muy bien, mami. Dijo Anto con una sonrisa y cerrando los ojos como queriendo evocar nuevamente todo lo que había vivido esa noche
- Bueno, bueno. Por la cara que pones me parece que la pasaste mejor que “muy bien”, le digo buscando su complicidad
- Ayyy, si mami… no sabes! Creo que nunca lo pasé tan bien. Creo que fue el mejor sexo que tuve en mi vida. Al principio me costó porque estaba muy nerviosa, pero después fui soltándome y fue tremendo, te juro.
A Antonella le brillaban los ojos cuando lo recordaba y se veía que se excitaba porque le pasaba lo mismo que a mí, cuando pongo en palabras algo muy intenso que me sucedió en el pasado no lo recuerdo, lo revivo. Y Anto estaba reviviendo lo que había sucedido y se estaba excitando. Yo notaba las expresiones de su cuerpo: se le paraban los pezones, le brillaba la mirada, se mojaba los labios y no podía parar de cerrar los ojos cuando recordaba.
Algo en mí se desató en ese momento y quise que se exprese y reviva todo lo ocurrido y también yo sentía una curiosidad que no me dejaba pensar fríamente. Así que la tomé de la mano y mirándola a los ojos le dije:
- Anto, contame todo, con lujo de detalles. Olvidate de que soy tu mamá
- Gracias mamá, respiró agradecida y comenzó su relato:
Bueno, llegamos a la habitación de él y me nos besamos de vuelta.
- Pará, la interrumpí. Contame todo, desde que yo cerré la puerta.
- Si, mami, perdón es que estoy muy ansiosa.
Ni bien salimos caminando por los pasillos me tomó de la mano, de una manera muy cariñosa. Creo que eso ya marcó el comienzo de todo. Habremos caminado 2 metros sin hablar solo tomados de la mano, hasta que en un momento me miró y me acarició el pelo, la cara y se acercó para besarme. Sabía, lo sabía él y lo sabía yo, que no iba a rechazarlo. En cuanto su boca se posó sobre la mía supe que era especial. Me dio dos besos largos apoyando sus labios abiertos sobre los míos, recién en el tercero los dejó apoyados y abrió la boca y nuestras lenguas se tocaron, te juro que me estremecí. Como ahora.
Antonella sufrió un temblor y la agarré para tranquilizarla, tomándola entre mis brazos y abrazándola. No sé porque me salió eso.
Después nos besamos mucho y durante mucho tiempo.
- ¿Besa bien?, le pregunté
- Mmmm, no sabes! Me respondió Anto
- Seguí, contame, le dije
- Bueno, lo que viene después no sé si contártelo con tanto detalle…me dijo mi hija
- Vos contame todo y con todos los detalles, como si yo fuese una amiga, le dije
- Mirá mami que puedo llegar a usar un lenguaje muy explícito, me dijo
- No me voy a horrorizar por escuchar la palabra “pija”, dije
- Bueno, veo que entendes por donde va a ir la charla, me dijo mirándome a los ojos
- Vos soltate y contá, la animé
Y se soltó:
Bueno, como te decía, Cristian me agarró de la cintura y empezó a besarme cada vez con más pasión. Pasaba gente cerca de nosotros y no me importaba, me apretaba contra su cuerpo para sentirlo
- ¿Ya la tenía parada? Le pregunté, mi curiosidad me hizo interrumpirla
- Si, muy dura, y yo me apretaba contra él para sentirla bien.
- Bueno, seguí, seguí, le decía yo
En un momento me empezó a acariciar la cola sobre el vestido que como era livianito, corto era casi la antesala de que me tocara la piel directamente, me decía Antonella
- Mmmm como estarían de calientes los dos! Le solté. No sé cómo me animé a decir eso.
- Si mami, estábamos re calientes. Los dos. Pero hasta ese momento yo estaba caliente, pero me podía controlar, y llegó un instante clave en el que crucé el umbral, me dijo.
- ¿Cómo decís? No te entiendo, le dije
- ¿Cómo explicarte, ma? Yo, bah, los dos estábamos muy calientes, pero bien podría haberme vuelto a nuestra habitación sin problema, pero hubo algo que me hizo dar un ese paso del que sabía que no tendría retorno, ¿me entendes? Me dijo Antonella
- Claro, si a mí me pasa. Bueno, me pasaba, dije aclarando un poco
- Bueno, sigo. Continuó Antonella. En ese momento, me pegó la boca al oído y me dijo algo que me volvió loca.
- ¡¿Que te dijo?! Yo estaba ansiosa y excitada. Y se notaba. Mis pezones estaban duros. Para colmo mi hija me contaba con tal precisión que era como si lo estuviera viviendo. Era una manera de vivir a través de ella una fantasía
¡Quiero cogerte! Así nomás lo soltó al mismo tiempo que me apretaba y me hacía sentir la pija re dura, me dijo Anto
- Ufffff, dije e instintivamente y sin darme cuenta llevé mi mano a mi entrepierna
- Mmmm, te juro que yo también me acuerdo y me excito, dijo.
Mi hija se había dado cuenta de que yo estaba excitada, y no me importó en absoluto
- Seguí, le pedí, o le ordené, no me acuerdo.
- Bueno, ese fue el umbral del que te hablo, mami. Esas palabras me detonaron. Ahí supe que íbamos a terminar en la cama, me dijo
- Claro, claro, decía yo visiblemente excitada. Seguí, seguí
Me agarró de la mano y fuimos casi corriendo a su habitación. Fue ni bien entrar y nos pusimos a besarnos como locos. Yo le desprendía la camisa y el me levantaba el vestido, tocándome la cola directamente. Yo le desabroche el cinturón y el metió la mano por dentro del vestido y me desabrochó el corpiño. Yo le desabroché el pantalón y le metí la mano dentro del calzoncillo, necesitaba sentir esa…, Antonella se detuvo.
No sé por qué, pero en ese momento se quedó en silencio, como recuperando la cordura y no animándose a decir la palabra
- PIJA, le dije mirándola a los ojos.
- PIJA, dijo ella y siguió: Mami, ¿estas dispuesta a escuchar cosas que son muy fuertes? Mirá que si no me frenas te cuento absolutamente todo! Me soltó mi hija
- Si Anto, quiero que me cuentes todo, necesito que me cuentes todo. Le dije casi suplicando
Entonces le saqué la pija mientras lo besaba y mirándolo a los ojos le dije: te quiero chupar la pija, y me arrodillé a chupársela, me dijo
En ese momento instintivamente cerré las piernas, presa de la excitación que tenía.
- Seguí, le pedí
- Bueno, la pija, te juro que era hermosa, mami. Antonella me lo decía y se le iluminaba la cara.
Me arrodillé y empecé a chupársela. Me encantaba sentirla adentro de la boca. Mientras hablaba, consciente o inconscientemente Antonella llevó una de sus manos a su concha y a dejó ahí. Continuó hablando: Se la chupaba con muchas ganas. Él me miraba.
Yo no aguantaba más y tuve que intervenir en el relato: ¿le sostenías la mirada mientras se la chupabas?
- Siiii! ¡Eso me encanta! Antonella se frotaba suavemente mientras lo recordaba
- ¡A mí también! Decía yo mientras me rozaba la concha al escuchar a mi hija relatar ese polvo memorable
No se cuento tiempo estuve chupándosela, él me acariciaba la cara y me miraba. Yo lo miraba y le sonreía con la pija adentro de la boca, me decía mi hija
Antonella estaba soltada. Había cruzado ahora el umbral de la vergüenza con su madre y estaba dispuesta a cualquier cosa. Yo me acaricié los pezones por encima del camisón y bajé instintivamente la mano hacia mi concha sin ningún tipo de pudor mientras la miraba a mi hija que hacía lo mismo.
- ¡Estoy re caliente! Me dijo Antonella
- Yo también, creo que me voy a masturbar cuando termines de contarme, le dije
- Yo también, a no ser que…
En ese momento, Antonella me miró a los ojos y pude ver el brillo de la lujuria en ellos, seguramente tanto como ella pudo verlo en los míos
No sé qué estás pensando, pero necesito que termines de contarme, dije haciendo un movimiento en la cama. Eso hizo que un bretel de mi camisón se cayera y uno de mis pechos quede al descubierto. Hice el ademan para cubrirme y Antonella me detuvo
- Dejá, quédate así que yo sigo contándote, me gusta.
Yo no podía creer lo que estaba viviendo en ese momento, me encontraba en la cama con mi hija, yo con un pecho desnudo y con el pezón totalmente duro de excitación mientras ella me contaba con lujo de detalles como le chupaba la pija a un tipo que acabábamos de conocer juntas hacía 24 horas.
- Bueno seguí, le ordené
En ese momento me agarró para levantarme y sin dudar ninguno de los dos nos fuimos sacando mutuamente la poca ropa que nos quedaba, quedamos los dos completamente desnudos. Así desnuda como estaba me paré en puntas de pie para besarlo y abrazarlo nuevamente. El no rechazó el beso y lo correspondió con mucha lengua y saliva en nuestras bocas. Me agarró y me llevó a la cama. Me acostó y empezó a chuparme las tetas, yo no daba más por sentir la pija adentro, mami, te juro.
En ese momento, no aguanté más y me pellizqué el pezón que estaba expuesto ante mi hija y la miré, nuestras miradas se cruzaron y mi cara se ruborizó. Un poco era vergüenza y otro poco era calentura
- Tocate, mamá, tocate tranquila.
Creo que necesitaba su aprobación para hacerlo, y no dudé. Me corrí la bombacha y me toqué con los dedos índice y anular la concha que estaba hecha un lago. Creo que eso la animó más a mi hija se levantó el vestido, se lo sacó por encima de la cabeza y quedándose en ropa interior y se empezó a frotar la concha por encima de la bombacha. Se acostó a mi lado y siguió su relato:
Después de chuparme un rato las tetas y tomándome de las rodillas me fue separando las piernas mientras me miraba la concha toda mojada, vos sabes mami, que la llevo casi toda depilada. En ese momento bajó a chuparme y te juro que fue solo sentir su lengua rozar mis labios mayores y ya me estremecí, ni te cuento cuando fue más profundo y me chupaba intensamente. Ahí acabé la primera vez.
Fue entonces cuando me decidí y me saqué el camisón quedando en tetas delante de mi hija y empezando una masturbación con todas las letras. Antonella recorría todo mi cuerpo con su mirada y se detenía en mis pezones. Entonces yo los acaricié poniéndolos bien duros. Y ahí fue cuando ella me miró a los ojos y luego bajó su mirada a mi concha. Yo no dudé y me quité la bombacha que era lo único que me quedaba. Antonella entendió el mensaje y en dos movimientos se sacó el corpiño y la tanga quedando completamente desnuda también
- Me voy a tocar yo también, mami, me dijo
- Si, tocate, le dije yo. Pero seguí contándome cuando te metió la pija
- Mmmm, si, mami,
Después de chuparme la concha durante un rato largo subió a besarme en la boca haciéndome sentir mi propio sabor.
- Aggggghhh, grité yo. Estoy acabandooooo
- Aghhh mmmm aggghhh yo también mami.
Las dos estábamos acostadas frente a frente mirándonos desnudas y acabando al mismo tiempo. Pero ninguna de las dos queríamos que todo terminara ahí
- Mmmmmm me encanta acabar, le dije yo
- Mmmm a mí también, puedo acabar mil veces y siempre sigo con ganas, me dijo Anto
- Aghhhh sos como yo, saliste a mí, le decía mientras la miraba y seguía tocándome
- Agghhhhhh, gemía ella
- Seguí Anto, contame cuando te la metió, le dije animándola a que siguiera
Bueno, sí, entonces, como te decía, me besaba y sin dejas de hacerlo me la fue metiendo lentamente en la concha, centímetro a centímetro…
- Uffff, ¿y? ¿se sentía bien esa pija? Decía yo que a esa altura estaba desatada completamente
- Mmmmm, si mami. No sabes lo dura que se sentía, mami. Ahí acabé por tercera vez, me dijo Anto
- Mmmmm, que lindo, me encanta que disfrutes, le decía yo
- Aghhhh como ahora, mirá como estoy, y en ese momento, mi hija, mi pequeña hija sacó los dedos empapados de su vagina y empezó a acariciarse los pezones mirándome fijamente
- Me encanta verte gozar, le dije yo
- ¿Si, mami? ¿Te gusta? Estoy re caliente, mirá como tengo los pezones, Anto estaba fuera de sí y yo también
- Siiiii, aghhh me encantan, están re duros, fue en ese momento que mientras me tocaba con una mano, extendí la otra para acariciar el pezón de mi hija. Ni bien mis dedos hicieron contacto con el pezón y lo apreté suavemente, explotamos las dos en un orgasmo súper intenso
- Aghhhh, mami, siiiiiiiii, aghhhhhhh, estoy acabando de vuelta
- Aggggg, si mi amor, yo también, le decía a mi hija
- Mmmmm, me encanta acabar, me decía ella
- Aghhhh aghhh a mí también, y me gusta verte acabar a vos, sos hermosa cuando acabás
- Vos también, mami, vos también. Anto se relajó tirada boca arriba
Yo me incorporé y le acaricié la cara y la besé en la mejilla. Anto me abrazó y se pegó a mi cuerpo. Nos quedamos así durante unos minutos hasta que Anto fue a ducharse
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