Este relato está basado en hechos
reales. No me pertenece a mí, sino a JC, que fue el que me detalló cada una de
las cosas que siguen. Me pidió que lo escriba en primera persona y me ponga en
su piel, cambiándole el nombre. Sé que se van a sorprender por muchas de las
cosas que van a leer, pero les hago la siguiente advertencia: cuanto más
increíble les parezca lo que lean, eso es lo que no está novelado. Así de
fascinante es esta historia. Vamos.
Esto que voy a contar no lo sabe
nadie. O podemos decir que lo saben muy pocas personas. Algunas creo que lo
imaginan, como yo lo hice durante mucho tiempo hasta que lo comprobé, y otras,
aún hoy, creen en la persona que ella aparenta.
Antes que nada, me presento, mi
nombre es Juan tengo casi cuarenta años y soy el co-protagonista de esta
historia de doble vida. O podríamos decir de doble cara, porque Natalia, así es
como se llama mi hermana, es la protagonista principal de esta historia llena
de morbo, lujuria e incesto.
Solo voy a aclararlo una sola
vez. Ahora Natalia es mayor de edad, pero algunos de los hechos que narro en
este relato ocurrieron cuando aún ella no alcanzaba los 18 años. Es por eso que
nada me impide que ahora me anime a contar todo. Así que, prepárense porque tengo
mucho para contarles.
Todo empezó en su adolescencia,
donde las hormonas empiezan a estar a pleno. Fue así como Naty, sin poder
culpar a nadie, entró en una espiral de deseo sexual que vivía de manera
morbosa y caliente en la intimidad. Como ya dije, para el resto de mi familia y
la sociedad, ella era otra persona: era una casta e inocente jovencita.
En principio, les cuento que
siempre mi familia nos inculcó la religión y fue por eso que su imagen siempre
estuvo asociada por mucha gente a la de una chica virginal y pura. Debo
reconocer que tiene una cara de inocente tremenda, sumado a su altura (es
bajita) y su cabello castaño, la hacía parecer a Naty una nena de la iglesia. Y
en realidad lo era en todo el tiempo que estaba con esa gente (mis padres, sus amigas,
la familia de Dios), pero en sus momentos de ocio o de intimidad en la pareja,
se convertía en otra. Claro que todo esto me enteré fortuitamente.
Todo el mundo la veía como Naty,
la inocente, pero ella tenía, y sigue teniendo un fuego interior que la abrasa
y la hace desear como una ninfómana debajo de un disfraz de inocente.
Aunque ahora se me hace medio difuso,
yo calculo que todo empezó con su pre adolescencia en donde comenzó a tocarse y
sentir los primeros cosquilleos cuando lo hacía.
Eso lo recuerdo muy bien, fue un
día en mi casa. Mi mamá me había mandado a buscar unas cosas y pasé por el baño
en donde se estaba bañando ella y no escuché la ducha, pero al aguzar el oído
pude escuchar unos gemidos. Sabía que no debía hacerlo, pero me puse tras la
puerta. Algo me hizo sospechar que mi hermanita no era tan niña como parecía.
Seguramente se estaba dando un baño de inmersión en la bañera cubriéndose
totalmente de agua. Miré por el agujero de la cerradura. El agua tibia bañaba
su cuerpo y con sus manos se rozaba y sentía cosas que le gustaban. Más tarde,
dejó vaciar y se enjabonó con esmero y al ver como el agua jabonosa resbalaba
por sus pechos incipientes sintió algo que le gustó mucho y siguió. Ya tenía
noción de las partes del cuerpo que estaban destinadas al placer, pero por la
forma en que lo hacía estoy seguro que nunca se había detenido a tocarse. Ese día
sí lo hizo y siguió enjabonando y bajando. Cuando llegó a la parte de su vagina,
sus dedos rozaron los labios mayores hundiéndose, notando su humedad y que se
deslizaban con facilidad. Así fue que lentamente empezó a jugar con sus lubricados
labios vaginales. En esos juegos estaba, cuando su dedo pulgar rozó el clítoris
y sintió un estremecimiento. Mmmmm, que placer. Volvió a rozarlo y sintió lo
mismo. Y fue así que descubrió la masturbación. Le dio a su botoncito con ganas
nuevamente y Aghh, y de vuelta y ohhhhh ahhhh ahhhh y así que después de unas
cuantas sacudidas, acabó entre no tan silenciosos suspiros que pude oír detrás
de la puerta.
Yo podría haber sido descubierto,
a mis casi 40 años espiando a mi casta hermanita y eso hubiese sido una
tragedia para mí, pero por suerte no ocurrió así y pude contemplar la escena
por completo.
Mi familia está compuesta por mi
mamá, mi papá y Naty mi hermana. Mis padres tienen más de 60 años los dos y mi
hermana, como ya les conté, tiene ahora más de 18 años. Yo calculo que debe
haber sido fruto de un descuido de mis padres porque me cuesta creer que
después de 20 años quisieran volver a tener una hija. El hecho fue que llegó y se
convirtió en la princesita consentida de la casa.
Acá viene una parte muy
importante de esta historia: la relación con mi hermana.
Mi relación con Natalia nunca fue
buena, siempre fue distante. La diferencia de edad creo que fue un factor
determinante ya que nunca, por más que lo intentamos, tuvimos onda. Natalia
siempre me tuvo desprecio. Siempre me trató con desdén y me decía cosas muy
hirientes como que “nunca me iba a casar” o “que estaba excedido de peso y por
eso no le gustaba a nadie” Llego a decirme “te da vergüenza que te vean y por
eso no estas con nadie” o “porque no salís, así no vas a conocer nunca a nadie”
Mi vida era realmente un calvario y me sentía muy mal cada vez que ella me
decía esas cosas tan hirientes.
Volviendo a sus primeras
masturbaciones, Naty empezó a hacerse la paja con mucha frecuencia: cada vez
que se bañaba, algunas veces antes de dormirse, otras leyendo relatos eróticos
en internet y también viendo videos porno. Está claro que todo esto lo hacía a
espaldas de mi familia y nunca llegaron a enterarse. Yo soy el único que supe
de su doble vida. Muchas veces fantaseaba con amenazarla, pero ella me tenía
sometido. Yo sabía que, ante cualquier intento, mis padres le creerían a ella,
la casta y pura Natalia.
Ella frecuentaba la iglesia y se
comportaba como una buena y alegre religiosa. Ayudaba a preparar las
celebraciones en la iglesia, cantaba las canciones con los chicos del grupo,
rezaba y cumplía fielmente con todos los rituales. Se vestía de manera seria y
recatada cada vez que asistía a misa. Sin embargo, en la intimidad había una
Natalia que nadie conocía y que yo por casualidad descubrí.
Disculpen que vaya y venga en el
tiempo, pero me cuesta ordenar tantas sensaciones juntas. Por ejemplo, recuerdo
haber asistido en primera persona a sus cambios corporales. Desde su niñez fue
pasando el tiempo y su cuerpo, que era una tabla, comenzó a experimentar
cambios. Primero fue la llegada del vello púbico, después sus caderas que se
ensancharon un poquito con su cola que se abultaba y los dos botoncitos que
tenía por tetas, se convirtieron en montañitas coronadas por unos pezones
rosados y redondos. Era evidente que ya no era una niña y eso no pasaba
desapercibido por los demás. Fue así que en la iglesia conoció a su primer
novio al que vamos a llamarlo Juan Pablo.
Todo parecía normal con Naty, su
novio no entraba en nuestra casa, se comportaba como una inocente nena en todos
los ámbitos, salvo cuando se encerraba a bañarse.
Recuerdo esa tarde en que mis
padres, junto con Naty iban a una celebración que se hacía después de misa y a
la que no quise ir, como siempre. Estaba aburrido y empecé a dar vueltas por la
casa y sin saber cómo me encontré en su habitación mirando todo alrededor.
Sabía que disponía de mucho tiempo y fue así como empecé a mirar todas sus
cosas sin animarme a revisar nada. Tan sometido me sentía que el pánico se
apoderaba de mí aun sabiendo que ella tardaría horas en llegar.
En un momento, se me cruzó la
idea de entrar en su PC y mirar a que páginas entraba. La sorpresa fue mayor
cuando vi que en la última semana había visitado páginas de relatos eróticos y
de contenido sexual. Eso me llevó a buscar en una carpeta si tenía fotos o algo
por el estilo. Me sorprendí viendo fotos de ella con amigas, sobre todo una que
me gustaba mucho y se llamaba María. El tiempo pasaba y yo no me daba cuenta.
Por suerte mis ojos vieron que se aproximaba la hora de su regreso. ¡Y bingo! En
un instante, fui a buscar un pendrive y me copié toda la carpeta que se llamaba
“fotos”.
En un primer momento, mi
curiosidad era por ver a su amiga y algunas fotos privadas de lugares a los que
iría con su novio, pero nunca imaginé que me llevaría tremenda sorpresa.
Esa noche la recuerdo muy bien.
Esperé a que todos durmieran y me metí en la carpeta. Empecé viendo fotos casuales
con su amiga María, otras con su novio y algunas con otras amigas y amigos que
desconocía. En la carpeta “fotos”, había una subcarpeta llamada “x34rz” nunca
voy a olvidar esta combinación de letras y números que no tiene lógica alguna.
De hecho, ingresé pensando que estaba ahí por error y era una subcarpeta de
archivos de sistema, pero no.
La primera foto que vi fue a mi
inocente hermana, con su carita de santa, mostrando las tetas y sonriendo a
cámara. Mi corazón se aceleró cuando vi su cara y sus tetas, con sus pezones
rosados hermosos. No llegué a entender qué estaba pasando. Apagué el monitor y
me levanté de la silla caminando en mi cuarto para todos lados como un
autómata.
Después de calmarme, volví a mi
lugar y encendí el monitor. Apareció esa imagen que ya había visto. Toqué el
cursor a la derecha, para ver la siguiente foto y no pude creer lo que veían
mis ojos. Creo que, si me hubiesen sacado una foto en ese momento, mi cara
decía todo. Sorpresa. Sorpresa y desconcierto. ¿Cómo podía ser que mi sagrada,
inmaculada y casta hermanita, estuviera en esa imagen? Juro que mi cerebro
tardó en creer lo que mis ojos veían.
En la siguiente imagen apareció
mi hermana en cuatro patas, con la falda levantada y sobre un sillón que no
pude reconocer, con una tanga toda metida en la raya de la cola, su cabeza
apoyada en un almohadón verde y su cara sonriente mirando a cámara. No es menor
el detalle de su cara sonriente, ya que esto mostraba que no fue contra su
voluntad lo que estaba haciendo.
Me detuve a pensar en su novio,
imaginé que era él quien tomaba esas fotos. Si bien me parecía normal alguna
que otra foto pícara dentro de la intimidad de la pareja, estas fotos de
pícaras tenían poco y eran bastante explícitas. Me equivocaba, las siguientes
sí que eran explícitas y yo diría que porno total.
Con temor y desesperación apreté
el botón de siguiente y apareció de nuevo Naty, otra vez en cuatro patas con
una tanga roja, se le veía su pecho de costado, coronado con un pezón hermoso,
debo reconocerlo y nuevamente mirando a cámara sonriente. Estaba al lado de un
jacuzzi así que era de imaginar que estaba en un hotel.
No se imaginan ustedes lo que fue
para mí este descubrimiento. En un mismo momento, me estaba enterando que mi
hermana amaba posar desnuda ante su novio y que cogían. No digo que yo era tan ingenuo
como para creer que no hacían sus cosas, pero la imagen que tenía de mi
hermanita era otra totalmente.
Siguiente. Natalia abierta en
cuatro patas, completamente desnuda. Una manchita en la parte baja de su glúteo
pegada a su ano. Podía ver en la foto en primer plano la concha de mi
hermanita. Disculpen que insista sobre el adjetivo casta, pero hasta ese
momento esa era la imagen que yo tenía de ella. La cara, como siempre hermosa y
radiante, mirando a cámara
Siguiente. Muy parecida a la
anterior, pero mucho más explícita, ya que ella se abría los cachetes de la cola
y exponía totalmente su intimidad. Su concha rosada y su fruncido ano. Llevaba
unos tacones que nunca le había visto puestos. Era evidente que mi hermana, mi
cruel hermana, llevaba una doble vida.
Aún quedaba más. Siguiente y
apareció la cara de ella con su flequillo castaño de costado y sonriente, pero
con una pija que le tapaba parte de la cara. Ahí mi corazón dio un vuelco, o
digamos que dio otro vuelco.
En la siguiente foto era ella la
que agarraba, la que parecía ser la misma verga, y abría la boca. Seguía sin
creer que era ella la de la foto. Esa persona recatada en sus modos, despiadada
conmigo, amorosa con sus padres y bondadosa en la iglesia, era una auténtica
puta en la intimidad.
Por si faltaba algo, las
siguientes fotos no fueron menos: en una se la veía mirando a cámara con la
pija en la boca, en otra un primer plano de su concha penetrada por esa verga.
Un primerísimo plano de su ano, rosado y hermoso.
Cuando volví a la realidad, me di
cuenta que estaba con la pija muy dura y en la mano. No sé en qué momento me la
había sacado del pantalón y me estaba masturbando.
Con las dos siguientes acabé. Mi
hermana de frente con las piernas abiertas y abriéndose la concha. Llegué a
hacer clic. Siguiente. Y apareció su cara con un dedo en la boca y sus tetas
expuestas. El primer chorro salió disparado y manchó mi remera y mi brazo.
Atiné a tomar un pañuelo descartable para evitar una catástrofe mayor y seguí
acabando en los suaves papeles cuadrados con los que cubría mi mojada pija.
Limpié todo con unos kleenex,
mientras una sola idea daba vuelta en la cabeza: todos estos años de
humillación por parte de mi hermana, cambiarían a partir de ahora.
Me costó dormirme, aunque la paja
creo que me ayudó. Los días siguientes los debía dedicar a planear la manera de
vengarme de mi hermana.
También debía ser muy cuidadoso y
tratar de buscar información extra. Me costaría, pero iba a lograrlo. Por
primera vez en mucho tiempo, tenía un proyecto, un objetivo en mi cabeza y le
iba a dar la forma necesaria para lograr lo que siempre quise: someter y
humillar a mi hermana.
Fue tal el aturdimiento con el
que me acosté que caí en la cuenta de que no había guardado las fotos en una
carpeta segura. Lo hice.
(continúa acá)
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