Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Volviendo con mi mamá: un viaje muy caliente

 Volviendo con mi mamá: un viaje muy caliente



Me había cogido a mi tía en la pileta, mientras su esposo y mi madre (su hermana) estaban en la casa.

Cuando nos repusimos, ella hábilmente corrió su malla tapando su concha y volvió a cubrir sus pechos. Me miró con una sonrisa, giró la cabeza y vi como su rostro se transformó. Su cara ahora trasmitía pánico.

¿Qué pasaba? ¿Quién estaba? ¿Quién nos había visto?

Miré en dirección a la casa y vi a mi mamá que venía caminando con una botella de agua en la mano.

-        Hace calor, ¿no?  – dijo mi mamá

-        Acá en la pileta se está bien, metete – dijo mi tía

-        Sí, me voy a meter, pero primero quiero tomar un poco de agua

-        Tomaste mucho, ma – le dije

-        No me des lecciones ahora – me dijo mirándome con dureza

Esto me hizo pensar que mi madre había visto todo y me puse tan nervioso que lo único que atiné fue a meterme debajo del agua.

Me sentí atormentado, tanto que no quería salir de debajo del agua. Abrí los ojos y vi a lo lejos el cuerpo de mi tía en su bikini blanco. Era hermosa. No entendía como había llegado tan lejos sin tomar el recaudo de mirar hacia la casa. Salí a la superficie.

El rostro de mi tía era neutro y no sabía si había hablado algo con mi madre, que ahora se estaba metiendo en la pileta por la escalerita en donde había cogido con su hermana. No podía preguntarle a mi tía y mucho menos a mi madre.

Empezamos a hablar de cosas triviales y de a poco me fui distendiendo.

Mi madre me pidió que la sostuviera desde abajo para intentar hacer la plancha. Me sentí un enfermo cuando le miré las tetas a mi madre y el relieve que formaba su pezón. Me pregunté si sería como el de mi tía.

Estaba absorto en esos pensamientos cuando escucho a mi tío que sale de la casa y viene corriendo a tirarse de cabeza en la pileta.

Toda la tensión se disipó rápidamente y comenzamos a hablar los cuatro sentados en la escalerita mientras de a ratos yo iba y venía por la pileta.

Esa noche recuerdo que cenamos los cuatro juntos. Durante esa cena sentí ciertas miradas de mi madre a mi tía. En un momento, mi tía me dice que la acompañe a buscar el helado. Ahí nomás mientras abría la heladera me le fui encima apoyándola desde atrás.

-        Pará Nico, tengo miedo de que tu mamá o tu tío nos vean

-        Solo dejame volver a tocar esas tetas hermosas

Se las amasé desde atrás mientras la apoyaba. Agarramos el helado y nos fuimos al comedor. Me pareció que mi madre miró hacia mi bulto, pero o le di importancia y se lo atribuí a ideas mías.

EL 4 de enero a la noche nos fuimos a acostar temprano y sin tomar vino. Esos días en Mendoza van a quedar grabados en mi mente por tres cosas: Mi prima, mi tía y el vino mendocino.

El 5 de enero a las 5 de la mañana nos levantamos para volvernos a Buenos Aires

 

El día de la despedida mi prima ni se levantó. Los días anteriores se comportó como si nunca hubiese pasado nada. En cambio, mi tía me llevó un rato afuera y me dijo muy seria:

-        Nico, creo que tu mamá nos vio el otro día en la pileta

-        ¿Por qué lo decís?

-        Me hizo un comentario de que yo era muy cariñosa con vos

-        ¿Y qué le dijiste?

-        Me hice la boluda

-        ¡Uy qué cagada!

-        La conozco a mi hermana y se bien que no va a hacer ninguna boludez como decirle a tu tío, pero tené cuidado y si averiguas algo, Contame – terminó mi tía

-        Dale, tía

Mi tía me abrazó y apretó sus pechos contra mi cuerpo. Yo no pude evitar calentarme

-        Me gustó mucho, tía

-        A mí, también, Nico – me dijo

-        Espero volver algún día

-        En marzo tengo pensado ir a Buenos Aires – me dijo ella con una sonrisa enorme en los labios

-        Me encantaría verte y estar con vos

En ese momento, se acerca mi mamá

-        ¿Qué están cuchicheando ustedes dos? – dice mi madre

-        Nada, le preguntaba si la pasó bien

-        Yo estoy segura que la pasó bien – dijo mi mamá

En su tono noté cierta ironía y creí morirme cuando detrás de ese comentario la miró a su hermana y le preguntó

-        ¿Y vos como la pasaste?

-        ¡Bien, muy bien! – dijo mi tía colorada y con una sonrisa

-        Me alegro, pero debes ser más cuidadosa, hermanita

Mi tía se ruborizó de tal manera que se fue a su habitación y se encerró en el baño a lavarse la cara.

Mi madre y yo comenzamos a cargar los bolsos en el auto. Mi tío nos llenó el termo de agua caliente para ir tomando unos mates.

Mi tía Andrea salió a despedirnos un poco más recompuesta. Nos subimos al auto con mi mamá y salimos en dirección a Buenos Aires. Me esperaba un largo viaje.

Hicimos los primeros kilómetros en silencio o hablando de cosas triviales. Yo me había bajado una lista en Spotify para el viaje, de modo que la puse. Acordamos que mi madre manejaría los primeros kilómetros y después de un rato sería yo el que manejaba.

-        ¿Queres dormir un rato? – me preguntó mi mamá

-        No, no, estoy bien

-        Yo te decía para que estés más descansado

-        Está bien – dije yo reclinando mi asiento

Era una manera de no hablar y pasar kilómetros de ruta sin mencionar nada del tema. Me dormí rápidamente y solo me despertaba cuando mi madre se detenía o aminoraba mucho por alguna circunstancia

De ese mondo pasamos San Luis y nos íbamos en dirección a Villa Mercedes por la Ruta 7.

En un momento me dormí y comencé a soñar con que mi ex novia Juliana me estaba chupando la pija y mi tía la miraba y le decía que debía aprender.

Estábamos saliendo de Villa Mercedes cuando me despierto de ese hermoso sueño y veo que en mi pantalón corto se había armado una carpa tremenda. Miré a mi mamá y esta se sonreía con picardía

-        ¿Que estabas soñando?

-        ¿Por qué? -  pregunté

-        Contame – me respondió

-        No me acuerdo, ¿por qué? ¿Dije algo?

-        No no dijiste nada, pero se pe hizo una carpa tremenda ahí

-        Ah sí sí, bueno… - dije y me acomodé con disimulo

-        ¿Estabas soñando con tu tía Mariana?

El dardo de mi madre dio en el centro de mis inseguridades. No supe que responder y decidí no decir nada

-        Jajaja, no te pongas nervioso y andá preparándote para manejar que yo cebo unos mates

-        Si, mejor – dije contrariado

-        Voy a parar en la estación de servicio, lleno el tanque, voy al baño y manejas vos, ¿sí?  – me dijo ella

-        Está bien – le dije

Ahí caí en la cuenta de que mi madre debía estar molida. Habíamos hecho 400 km sin parar, eran las 11 de la mañana ya que la ruta estaba cargada y terminamos saliendo a eso de las 6 de la ciudad de Mendoza

-        ¿Te parece que compremos unas medialunas o galletitas y dilatamos el almuerzo para eso de las 3 de la tarde? – le propuse

-        Dale – me dijo ella

La realidad es que nos demoramos mucho entre la carga de combustible, la ida al baño, la compra de las medialunas y terminamos saliendo a las 11.40 hacia Bs As. El viaje iba a ser largo.

Arrancamos y la ruta se veía muy cargada de camiones cosa que hacía que tuviéramos que ir como máximo a 80 km/h y a veces a menos.

De la nada, mi madre me dio un mate y me dijo:

-        ¿Me vas a contar lo que pasó con tu tía en la pileta?

Mi rostro se puso de todos los colores. No supe que decir ni como decirlo.

-        No sé qué te imaginas que viste – empecé

-        No me mientas, Nico – me aclaró

-        Bueno, la verdad es que jugamos un poco y se nos fue de las manos, a los dos, más a mí que a ella. No fue culpa de ella

-        Mirá Nico, ya tenés 22 años y tu tía 47, desde ese lado no hay ningún tipo de delito

-        Es que una cosa llevó a la otra

Yo miraba los mojones y veía que no pasaban más los kilómetros y me temía que llegaríamos a Buenos Aires a la noche y muertos de cansancio. Encima mi madre estaba inquisidora y no se le escapaba nada.

-        Tenemos todo el tiempo del mundo para que me cuentes

-        Fue solo eso, lo que pasó en la pileta

-        ¿Ah sí? No te creo – me dijo

Ahí me sentí más seguro porque sabía que no mentía y que era cierto eso.

-        Entonces contame como fue

-        Primero fue por un chat de WhatsApp en donde yo le decía que estaba muy linda

-        Eso es verdad, siempre fue la más linda de las dos – me dijo mi madre

-        No, mami, vos no tenés nada que envidiarle

-        Vos decís eso para quedar bien y porque soy tu mamá

-        No, mami, te juro que el otro día las veía a las dos en malla y no tenés nada que envidiarle

-        ¿Me mirabas a mí de la misma manera que mirabas a tu tía?  – dijo ella sorprendida

-        ¿La verdad? Sí, mami, estás muy buena vos también

-        Bueno, está bien, gracias, pero no nos desviemos del tema

-        ¿Qué hiciste con mi hermana? Con tu tía

-        Bueno, el tema es que después ella fue a la pileta

-        Ajá…

-        Yo la seguí y terminó pasando lo que viste

Yo no quise entrar en detalles de lo que ella había visto y lo que no. Mi madre pareció calmarse con la respuesta y mirando en dirección de mi paquete me preguntó

-        ¿Qué te pasa? ¿Te pone así recordarlo?

-        Jajajaa – dije acomodándome

-        Parece que la tía disfrutó de un buen instrumento, ¿no?

-        No se quejó al menos, jajajaja

-        Jajajaja – reía mi madre y eso me relajaba

La ruta estaba pesada y llegamos a Rufino con un hambre terrible. Paramos a comer algo y se dio una conversación rara

-        Vamos a llegar re tarde – dije yo

-        Si, podríamos parar acá un rato y después salimos

-        Bueno, comamos tranquilos así descansamos

-        ¿Comemos algo en la estación de servicio?

-        Entremos al pueblo y de paso lo conocemos, ¿sí?

-        Dale, me dijo ella

A esa hora en Rufino estaba casi todo cerrado. Recorrimos el pueblo, estacionamos en la plaza cerca de la municipalidad, la iglesia y el Banco Nación.

Nos bajamos del auto y comenzamos a estirar las piernas. Mi madre tenía un pantalón de gimnasia y yo unas bermudas. Le pregunté si no quería cambiarse y ponerse un short. Accedió y se puso a revolver su valija. Salió con el short y le propuse ir a la YPF a cambiarse y mientras tanto pedíamos algo para comer

Volvió caminando y no pude dejar de mirarla y contemplarla como mujer, como pocas veces lo había hecha. Ella lo notó y poniéndose colorada me dijo

-        Dejá de mirarme así

-        ¿Así como?

-        Como mujer y no como madre

-        Disculpame, pero no puedo evitar verte como una mujer hermosa

-        Ayyyy, así seguramente fue como tu tía se dejó c… - se frenó y no lo dijo

-        Bueno, en realidad fue un chat

-        Ah mirá vos…

-        Queres verlo? Lo tengo guardado

-        ¿Es muy caliente? Mejor no

-        Como quieras…

-        Bueno, dale, mostrame

Le mostré el teléfono

-        Soy una vieja para un fueguito

-        No tía, te mereces más de un fueguito – le tiré

-        Vos tené cuidado con lo que haces con tu prima debajo de la mesa

Mi madre me miró y me dijo: “con tu prima también?” no llegué a responderle y ella siguió leyendo

-        Son juegos, tía, nada mas

-        Hay juegos y juegos y ustedes ya no son tan chicos

-        Tenés razón tía.

-        Vos sos joven, lindo y tu prima está muy buena, así que cuidado

-        Si si, tía, Gracias, mi prima salió a vos

-        Jajaja no te hagas el seductor conmigo para que no me enoje

-        No, no, te juro que pienso eso, estás muy buena – le solté

-        Soy la hermana de tu mamá, sos un atrevido, jajajaja

Mi madre me miró sonriente y me soltó: “sos terrible” Por suerte, no parecía enojada. Siguió leyendo

-        Que buena estás, tía

-        Gracias Nico – fue su respuesta y quizás eso me envalentonó a dar el siguiente paso

-        Si no fueras mi tía… - creí haberme ido a la mierda

-        ¡Qué sobrino pícaro que tengo, eh!

-        Si tía, soy pícaro, pero es verdad que estás muy buena y si no fueras mi tía…

En este punto mi mamá me leyó en voz alta y creía morirme

-        Si no fuese tu tía, ¿qué?

-        Si no fueses mi tía ya me hubiese ido a la mierda con lo que te hubiese comentado acerca de tu cuerpo

-        Te doy permiso para que te vayas a la mierda

-        ¿No te animás a decirme nada lindo?

-        Si, tía, es muy lindo, pero es fuerte

-        Tengo 47 años nene, nada me puede parecer tan fuerte

-        Siendo así… - le puse

-        Tenés unas tetas hermosas, tía

No puedo creer que le pusiste eso, me dijo mi mamá. Y eso no es nada, seguí leyendo, le dije

-        Ahhh mirá que lindo que sos, me gusta lo que me decís

-        Si, tía es la verdad

-        Como te pueden gustar las tetas de una vieja de 47 años

-        Tía, tus tetas están perfectas, son hermosas, vos, sos hermosa – tiré con todo

-        No te podés calentar con una vieja y menos con tu tía

-        Lo siento, es tarde, jajaja

-        Mmmmm ya estas calentito? Mirá que cochino! ¡Con tu tía!

-        Es una combinación de factores…

-        ¿Qué combinación de factores?

-        Uno, que estás muy buena. Dos, verte en malla con esas tetas hermosas. Tres, que seas mi tía me da morbo.

-        ¿Ah, pero que fuerte lo que me decís, pero Querés que te diga la verdad?

-        Si, tía, decime

-        A mí me calienta esta conversación, también

 

Mi mamá me devolvió el teléfono diciéndome “mejor lo dejo acá” podía percibir sus pezones parados debajo de la remera. ¿Mi madre se estaría excitando tanto como yo?

 

 


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