Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Besos de las buenas noches

 


Lo que sigue a continuación es la historia de un amigo que me hice a través de esta página y que me pidió, contactándome primero por correo y más tarde por Telegram, que le ayudara a escribir esta apasionante historia de él con su madre. Es por eso que puedo asegurarles que el relato es 100% real y que solo cambié algunas cosas para proteger a Gabriel y su familia.

Mi nombre es Gabriel, soy de la ciudad argentina de Córdoba y esto que les voy a contar comenzó cuando, cuando corría el año 1990. Lo recuerdo como el año del mundial 90 en donde perdimos la final con Alemania. Ese fue un año muy especial y no lo digo por el fútbol que poco y nada me interesa, sino porque inició un camino de pasión, amor y felicidad con mi madre

Debo hacer las presentaciones de los personajes como todo relato que se precie, así que vamos. Mi familia está compuesta por mi padre Alberto (50 años), un hombre fuerte y trabajador. Nunca fue muy expresivo ni cariñoso conmigo, pero no tengo quejas en general.

Mi madre, la protagonista de esta historia, Irene, tenía 40 años en ese momento y ella sí era muy cariñosa conmigo. No solo demostraba su cariño hacia mí con besos y caricias, sino también en lo cotidiano de cocinarme mis comidas preferidas, estar muy atenta a mis necesidades en el colegio y saludarme todas las noches con un beso.

El resto de la familia son mis hermanitos más chicos Juan Manuel (11) y Martín (8), dos divertidos compañeritos que por momento lograban irritarme un poco, pero la mayoría de las veces me sacaban sonrisas y carcajadas con sus ocurrencias, sobre todo Martín, el más chico.

Mi papá tiene un reparto de alimentos frescos en el centro de Córdoba y como nosotros vivíamos en las afueras, más precisamente en el barrio Argüello, que es un muy lindo barrio de quintas, él debía levantarse a las 4 de la mañana a buscar la mercadería que iba a entregar. Debía preparar pedidos y a las 6 ya debía estar entregando en el primer cliente. Más de una vez me dijo que cuando creciera un poco más lo acompañaría. La verdad es que no me hacía mucha gracia levantarme a las 4 de la mañana, pero había algo en el mundo de mi padre que quería descubrir y eso me intrigaba.

Afortunadamente, como teníamos una casa bastante grande hacía unos años que yo disponía de mi propia habitación con una cama de una plaza, una mesa de luz, una silla y un escritorio. Como todo adolescente varios posters decoraban las paredes. Entre ellos recuerdo especialmente dos: el de un Chevrolet Corvette Stingray 1971 azul y el de un Cadillac Eldorado convertible 1966 Verde petróleo que estaban ambos en la pared de enfrente cuando me dormía

Todo esto que voy a relatar sucedió a principios del año escolar, lo recuerdo porque hacía mucho calor y dormía solo con mi calzoncillo y tapado apenas con una sábana. El hecho de vivir en las afueras de la ciudad hacía que el calor fuese un poco más soportable, aunque a veces no podíamos prescindir del ventilador.

Como les contaba, mi padre se levantaba muy temprano por la mañana y por esa razón se acostaba a las 8 de la noche. EL resto de la familia cenábamos a las 9 de la noche. A las 10 mis hermanos ya estaban acostados y yo me iba a mi cuarto a leer Conan el Bárbaro. Hacía poco tiempo había visto la película con Arnold Schwarsenegger en el canal 12.

Puntualmente a las 11, venía mi mamá a darme el beso de las buenas noches.

Pero no fue una noche más. Recuerdo que esta vez, mi mamá se presenta a darme el beso de las buenas noches como nunca lo había hecho hasta ahora. Me refiero a que no iba vestida con su camisón largo y celeste habitual, sino que lo hacía esta vez con uno transparente. Mi sorpresa fue total.

No voy a mentir, no puedo recordar si mi pija dio un salto o no. Yo estaba tan nervioso y confundido como excitado. Lo que puedo recordar claramente es la mirada de mi madre. Sus ojos brillaban de excitación, caminó lentamente o al menos eso me parecía. La luz de la lámpara de mi mesita estaba encendida y eso hacía que pudiera ver claramente la forma de sus pezones por debajo de la tela transparente.

Mi madre sin decir nada se sentó al costado de mi cama y me preguntó como todas las noches que materia tenía mañana y como si nada me dio un beso en la mejilla

- Que tengas buenas noches, hasta mañana

- Hasta mañana, atiné a decir

No había pasado más de un minuto que me levanté raudamente de la cama y busqué debajo del colchón unos trozos de tela que usaba a menudo para masturbarme. Estaban secos y duros. Los desplegué y comencé a hacerme una paja pensando en las tetas de mi madre. No duré mucho tiempo y gruesos chorros de semen empezaron a salir y a caer en los trapos estos y algo en mi torso desnudo. Nunca había estado tan excitado en mi vida. Fue mágico.

Como pude terminé de limpiarme y guardé los trozos de tela húmedos debajo del colchón.

Este ritual se fue repitiendo durante varios días. Cada día se quedaba más tiempo sentada en la cama hablando conmigo. En cada una de esas noches, nuestras miradas iban subiendo en intensidad, ella se sonreía cuando mis ojos se iban a sus tetas, pero nunca hacía un comentario. Esa complicidad me encantaba.

Yo nunca iba a dar un paso en falso, así que fu ella quien lo hizo. Habrán pasado unos 20 días así y ella antes de irse me mira y poniéndose colorada, me dice:

-        Tenés que lavar más los trapitos o si queres los lavo yo, mientras con sus ojos apuntaban debajo del colchón

No dijo más nada, cerró la puerta y se fue. Yo me quedé de piedra. Mi madre sabía que me masturbaba.

Al otro día, no sé cómo me animé y le dije:

-        Mami, con respecto a los trapitos, yo….

-        No te hagas problema, es normal

-        Es que yo…

-        Todos los chicos lo hacen

-        Bueno, si no te molesta…

-        No, se sonrió y me dio un beso en la mejilla, el cual yo sentí muy cerca de la boca

A los días o al otro día (no recuerdo bien) Ella volvió a entrar con su camisón transparente. Era un poema, ver esos pezones hinchados. Acá voy a hacer un alto para contarles que ella tiene los pezones invertidos, motivo por el cual nunca pudo darnos la teta ni a mí, ni a mis hermanos. Esto hace que la punta no sobresalga, sino que la tiene metida hacia adentro, es por eso que ante la excitación se le hinchaban muchísimo. Todo esto lo entendí mucho más tarde. Lo importante es que las tetas de mi mamá eran la gloria: grandes, duras, pesadas, blancas con unas grandes areolas rosadas. Cuando se estaba yendo, me dijo

-        Te dejé unos trapitos limpios debajo del colchón

-        Gracias, atiné a decir

Me levanté a agarrar y allí estaban tres trapitos limpios y perfectamente doblados con amor de madre. No dudé y los agarré y comencé a masturbarme pensando en ella, la fuente de inspiración de mis pajas adolescentes

Esto siguió repitiéndose durante varios días. Una noche la noté especialmente nerviosa y sonriente. Me preguntó cómo estaba y se acomodó varias veces las tetas mientras me hablaba. Se fue diciéndome que tuviera una linda noche y salió. No dudé en iniciar mi lenta paja cerrando los ojos e imaginando las tetas de mi madre. Me destapé totalmente y boca arriba como estaba me desnudé y seguí subiendo y bajando mi mano por mi pija. En ese momento la puerta se abrió y yo creí morirme. Mi madre entró por la puerta diciendo:

-        Vine a traerte un trapito

-        Uy perdón, yo me tapé como pude

-        No te tapes, me ordenó

-        Que? No podía creer

-        Que no te tapes, dijo claramente y se sentó en la cama

-        Bueno, dije y me destapé muy lentamente

Yo sabía que, si bien mi m pija no era descomunal, no podía quejarme. Tamaño normal, buena cabeza rosada y un ancho aceptable

-        Quiero ver, dijo con la voz ronca de excitación

-        Si, dije yo que, aunque parezca increíble había perdido la erección a un estado de medio término.

-        Necesitas ayuda? Me dijo ella mirándome

Me la va a agarrar, pensé. Pero no. Se puso derecha y llevando las manos hacia los breteles los dejó caer para sacar sus pechos afuera.

-        Tocátela despacito mirándome

-        Siiii, dije entusiasmado y con la voz cortada

Creo que fueron los nervios. No se ponía totalmente dura y tardé más de lo que imaginaba en lograr la erección completa. Ella me miraba la pija y me miraba a los ojos. Yo alternaba entre sus ojos y sus tetas. Ahora sí estaba totalmente erecto y excitado, sería cuestión de minutos que acabara. Ella soltó un Mmmmm que me estremeció y extendiendo mi otra mano le dije:

-        Pasame el trapito

-        Tomá, me dijo y me lo alcanzó

-        Gracias, le dije

Envolví mi pija y cerrando los ojos comencé a acabar en el trapo. Me limpié como pude y abrí los ojos pensando que todo era un sueño, pero no, ahí estaba ella mirándome sonriente y acomodando sus tetas

-        Dame que lo lavo, dijo extendiendo la mano

-        Gracias, dije tímidamente

Se fue sin darme un beso, pero aun así había sido la mejor noche de mi vida. Me dormí casi inmediatamente.

Habíamos subido otro escalón en esta escalera ascendente de excitación y deseo mutuo.

(continúa acá)