Volviendo a las cartas que mi madre se enviaba con esa madre que cogía con su hijo en Mar del Plata, olvidé contarles uno de los consejos que le dio: que fuéramos a hoteles de pasajeros y no a alberges transitorios, y fue por eso que empezamos a ir a hoteles normales de Carlos Paz en lugar de los clásicos “telos”
Estábamos en uno de esos hoteles de Córdoba, los dos completamente desnudos, cuando mi madre volvió a pedirme
- Acostate boca abajo
- Si, dije obediente
Ella se acostó encima de mi cuerpo besándome al principio el cuello desde atrás y bajando por la espalda. Me besaba y lamía la espalda descendiendo paulatinamente. De a poco me acariciaba la cola con su dedo y jugaba haciendo círculos en mi fruncido agujero. Todo esto sin dejar de besarme los glúteos. En un momento me abre la cola y deja caer un poco de saliva y me pasa la lengua por mi ano. Juro que sentí una sensación muy rara a la vez que hermosa en ese momento.
- Quiero hacerte lo mismo, le dije
- Ya va a haber tiempo
- Quiero hacértelo ahora, le supliqué
- Bueno, dijo ante mi insistencia
La acosté boca abajo e imité cada uno de sus movimientos, con una gran diferencia, a medida que me acercaba a su cola fue mucha más la cantidad de saliva que le deposité en su rosado agujerito. Comencé a chuparla con devoción en el culo. Le abría los cachetes con mis manos e intentaba penetrarle el ano con la lengua. Misión casi imposible. Envalentonado como estaba, empecé a meterle un dedo y a subir con mi lengua por su espalda
- Te quiero, me repetía ella
- Yo también
Empecé a meterle el dedo más profundo y a ella parecía encantarle pues giraba su cabeza buscando mi boca para besarme
- Quiero hacerte la cola, le dije
- Despacio, me dijo ella
- Siiii
- Con mucho cuidado
Intenté lentamente apoyar la cabeza de mi pija en su culo y hacer presión, pero no cedí. Ella me tomó la pija para que entrara con mayor precisión, pero parecía imposible. Algo pasaba que su cola no trataba de relajarse. Ella se dio vuelta y empezó a chuparme la pija y me hizo acabar. Se tragó toda mi leche y sonriente me dijo
- No te hagas problema, ya vas a hacerle el culito a mamá
- Mmmmm, articulé
Recuerdo que seguimos intentándolo de a poco y cada vez le metía el dedo con más profundidad. Luego lo hacía con el pulgar, para después hacerlo con dos dedos juntos.
Así estuvimos como 3 meses, hasta que en una de esas noches volvió a mi cuarto con su bata y sin nada debajo. Hicimos el ritual de tirar el colchón en el piso y rápidamente nos quedamos ambos desnudos y besándonos. Ella me acariciaba la cola e intentaba llegar más profundamente con sus dedos. En un momento una caricia profunda de ella en mi ano me hizo pensar si no estaba buscando algo más, pero no me animé a hacer ningún movimiento. Entonces ella fue más explícita
- Fijate que en el bolsillo de mi bata tengo algo
Me levanté rápidamente para encontrar allí un frasquito de vaselina. Mi pija dio un respingo de excitación y de felicidad. Sin decir nada ella se acostó boca abajo con las piernas cerradas.
- Queres que te haga la cola? Le pregunté
- Hace mucho que quiero
- Siiiii
- Vos queres? Me preguntó cómplice
- Nada me gustaría más, le dije con sinceridad
Me situé detrás de ella y comencé a chuparla con desesperación. Le abrí la cola y le metí la lengua una vez más como tantas otras.
- Poneme en la cola y ponete vos en la punta
- Mmmmm, si
Le hice caso y cuando jugaba con mi dedo en su cola entrando y saliendo ella comenzó a gemir
- Mmmmm, me encanta Gabi
- Siiii?
- Siiiii, me gusta cómo se mete tu dedo en mi culito
- ¿Te gustaría que se meta otra cosa?
- Mmmmm, que cosa?
- Mi pija, le dije totalmente excitado
- Mmmmm, siiiii, méteme la pija
Así fue como apoyé la cabeza de mi pija en el hermoso ano de mi madre. Hice presión y de a poco fue desapareciendo como si su culo me la fuera tragando lentamente. Muy lentamente mi cabeza desapareció y ella soltó un quejido
- Aghh
- ¿Te duele?
- Un poco, pero no la saques, me advirtió
- Mmmmm, hice un poco de presión
Los movimientos eran lentos y suaves, muy suaves, sobre todo. Después de unos segundos noté que su culo se relajó aún más y comenzó a empujar despacito para atrás. Yo entendí el mensaje y lentamente también, fui empujando hacia adelante. Mi pija desaparecía lentamente en su culo. Quedaban apenas 3 centímetros para que la penetración sea total y no dudé en seguir empujando. Ella tampoco. Hasta que entró totalmente
- Mmmmm, entró toda, le dije
- Mmmmm, siiii?
- Siiiii
- Mmmmm, le estás haciendo la cola a mami?
- Mmmmm, siiiii
Esas palabras hicieron que mi pija diera un respingo dentro de su cola
- Aghhhhh, ahogó un grito
- Me encanta cogerte mami
- Siiii? Me incitaba ella
- Siiii, me encanta cogerte el culo mami
Comenzamos un mete saca lento al principio y con más ritmo a medida aumentaba nuestra calentura.
- Cogeme Gabi
- Si mi amor, le decía yo
- Te quiero, te quiero, me decía ella todo el tiempo
Mi mano pasó por el costado para jugar con su concha y me encontré con un clítoris duro y una humedad tremenda producto de la excitación que tenía. No fue rozarle apenas el botoncito mágico que empezó a acabar
- Aghh Gabiii, voy a acabar
- Yo también mami
- Mmmmm, acabame
- Siiiii, acabemos juntos, acabá con mis dedos y con mi pija en tu culo, le dije obscenamente
- Mmmmm, aghhhhha ahhhhhh aghhhhh
- Mmmmm, acabamos juntos
Lo que nos unía no era solo el sexo, entre nosotros había amor genuino. Amor de madre e hijo, amor de pareja, pasión de animales en celo.
Así sucedieron varios episodios y algunos muchos más riesgosos que otros.
Unos de los que me vienen a la mente es un verano en que mis hermanos no estaban y nos metimos los dos en la pileta de lona “pelopincho” y empezamos a jugar. Al principio tímidamente porque si un vecino se asomaba por la pared podía vernos. Jugábamos a empujarnos y a tocarnos “sin querer” bajo el agua. De a poco nos fuimos calentando ambos y ya dejamos de jugar para pasar a besarnos y en minutos mi pija estaba fuera de mi malla y mamá pajeándome mientras miraba para todos lados asegurándose que nadie estuviera cerca. Yo, por mi parte, le corrí la parte de debajo de su traje de baño y comencé a meterle varios dedos. Siempre mirábamos hacia otro lado y no nos besábamos en la boca, solo nos tocábamos mutuamente. Hasta que su calentura dijo basta y se sentó a horcajadas sobre mí corriendo la tela con una mano y agarrando mi pija con la otra introduciéndosela por completo y comenzando a cabalgarme salvajemente. Coger en el agua no es lo más lindo, al menos que la mujer esté muy lubricada y este era el caso. Una vez que mi pija estuvo adentro, me besó y me cogió hasta que acabamos juntos. Al poco tiempo llegó mi padre con mis hermanos al grito de “que buena vida ustedes dos, eh”
Otro momento que recuerdo fue en unas fiestas de año nuevo que todos pasamos juntos. Los hombres y algunas mujeres también habían bebido mucho. Mi mamá no tanto al punto de emborracharse, pero estaba achispada. De a poco se fueron yendo a dormir todos y yo me quedé con ella ayudándole. Es divino tu hijo, dijo una de mis tías, cómo te ayuda. Sí, es un amor decía mi madre. Andá a acostarte que ya casi terminamos. Mi tía se fue y terminamos de limpiar todo. Voy al baño me dijo mi madre y me miró con una pícara sonrisa. No dudé en seguirla al minuto y entré y cerré la puerta. Estábamos en llamas en ese momento. Sabíamos que teníamos que ser silenciosos porque era mucha la gente que estaba en la casa. Ella se arrodilló en el piso y me empezó a chupar la pija mientras se subía el vestido y se sacaba la bombacha. Se puso contra el lavamanos y abriendo las piernas levantó su vestido. Empecé a cogerla desde atrás mirándola y mirándonos por el espejo.
- Cogeme, me decía
- Mmmmm siiii
- Acabemos rápido me ordenó y tomó mi mano para que le frotara el clítoris
- Mmmmm, aghhhh
- Aghhhhh
Ella movía su cuerpo con movimientos cortos y precisos llevándome al orgasmo de manera inretornable. Acabamos juntos mirándonos a los ojos a través del espejo.
También cogimos en muchos otros sitios (en el auto, en el patio de mi casa, en la casa de mi abuela, cuando yo vivía solo) como en diferentes períodos de mi vida cuando era soltero, cuando me había divorciado, hasta la última vez en que yo tenía 43 y ella 68.
(FINAL)
Gracias a todos por sus mensajes y por acompañarme a lo largo de toda este serie
Gracias a Gabriel por permitirme hacer de mediador para contar su historia