Pasaron las horas y María se debatía entre el deseo y la moral. Por un lado, su cuerpo le pedía avanzar con su hijo, pero por otro, su mente no dejaba de sentir culpa por todo lo vivido en el último tiempo.
Necesitaba volver a hablar con Florencia y contarle todo
- María: Hola Flor, ¿estás?
- Florencia: Hola Meri, ¿cómo estás?
- María: Bien, que se yo
- Florencia: ¿Qué pasó?
- María: Algo muy fuerte
- Florencia: ¿Con Luciano?
- María: Si
- Florencia: ¿Qué tan fuerte?
- María: Muy
- Florencia: Llegaron a…
- María: Noooooo
- Florencia: ¿Que hicieron?
- María: Te llamo
- Florencia: Dale
María la llamó por teléfono porque la desesperaba seguir escribiendo mensajes
- Hola amigaaaa
- Hola mamita ardiente, dijo Florencia quitándole dramatismo al asunto
- No me cargues
- No te cargo, Contame
- Me voy a volver loca
- ¿Por?
- O ya estoy loca, mejor dicho
- ¿Por la pija de tu hijo?
- Si, tal cual como lo decís, amiga
- ¿Tan buena está?
- Nunca en mi vida vi una mejor
- Volviste a tocarla
- Sí, pero esta vez en un contexto peor o mejor, no sé qué decir, la verdad
- Contame
- Es muy fuerte
- Yo no me horrorizo de nada, podes confiar en mi
- Es que tiene una pija….
- Ya lo sé, te lo escucho decir y me dan ganas a mí de verla
- No sabes lo que es
- Bueno, no te voy a sobornar, pero me gustaría que me la mostraras algún día
- ¿Estás loca?
- Una fotito, algo….
- Jajaja, sos peor que yo, reía María
- Bueno, Contame
- La cosa se dio como siempre, juegos que se nos empiezan a ir de las manos
- Juegos que a vos te gusta jugar, ¿no?
- Te juro que cuando lo pienso en frío, me horrorizo, pero cuando estoy con él…María dejó la frase sin terminar
- Te calentás
- Mucho, amiga
- Contame que pasó concretamente, decía Flor del otro lado
- Empezó a buscarme con un abrazo y no lo detuve a tiempo y se fue calentando la cosa. En un momento sacó la pija fuera del pantalón y me apoyó desde atrás. Te juro que sentir esa pija dura y enorme en la cola me re calentó y le seguí el juego…
- Sí, seguí, dijo Florencia con la voz entrecortada que sonó raro a María
- Bueno, el tema es que metió la mano dentro de mi pantalón, pero por encima de la bombacha, y me masturbó y me hizo acabar
- Mmmmm
- Pero la cosa no terminó ahí…
- Aghh, hay más? ohhh
- Sí, te juro que lo recuerdo y me caliento de vuelta
- Te creo porque a mí me re calienta lo que me contás…
- Jajaja, bueno, sigo. Después de que acabé con sus dedos, me giré y me puse detrás de él. Ah, antes le pedí que se saque la camisa y yo me saqué la parte de arriba y le apoye las tetas en la espalda y se las froté
- Ufff que caliente Meri, vas a hacer que me toque acá mismo
- Te juro que yo estoy igual, María metió una mano dentro de su bombacha y no se sorprendió al encontrarse muy mojada
- Seguí que me encanta escucharte contarlo
- Bueno desde atrás lo pajié hasta hacerlo acabar mientras le susurraba cosas al oído
- Aghhhh, ahhhh, del otro lado Flor estaba acabando
- ¿Te estas tocando, hija de puta? En un tono que sonó entre el asombro y la excitación
- No, bueno, sí, lo reconozco
- Yo también, sólo recordándolo
María se metió la mano en la bombacha y comenzó una frenética masturbación.
- Mmmmm, que caliente que me pusiste y lo caliente que estabas vos! Decía Flor que ya más relajada después del orgasmo, retomaba el diálogo
- No sabés la manera en que acabó, los chorros de leche que salían, María sonaba con la voz entrecortada de excitación
- ¿Si?
- Sii...manchó toda la alfombra del comedor,
- Mmmmm, mucha leche le salió? Florencia jugaba fuerte a preguntar
- Ahhh Mmmmm, siiii, y la pija…se sacudía en mi mano… que apenas si podía agarrarla toda, aghhhhh, María acababa como una loca y no pudo hablar
- ¡No me digas que vos también!
- Si, amiga acabé yo también
- Uy Meri, que caliente todo, Luciano, su pija, vos tocándote ahora…
- Y vos también
- Si, y yo también
- Sos calentona como yo por lo que veo
- Claro, ahora quiero ver esa pija…
- Te estoy creando una necesidad, pero no la voy a compartir, jajaja
- Sos mala, eh, jajaja
Extrañamente había sucedido una cosa. María se había comunicado con su amiga para calmarse un poco y para sentirse contenida y lo que terminó sucediendo fue que finalizó pajeándose con ella y con la imagen de la pija de su hijo en la cabeza. Una locura más, pero ya a esta altura nada la sorprendía demasiado.
Los días pasaban y la calentura de María, lejos de bajar, subía cada día más. Le venían flashes a su cabeza de la pija de Luciano en su mano, de los chorros de semen.
Un día más tarde, Luciano la sorprendió apoyándola desde atrás y abrazándola.
- Ya no me das más bola, le dijo él
- No, mi amor, es mejor que sigamos así
- Es que me gusta mucho la manera en que me pajeas, mami
- Luciano, ni lo digas, no lo digas
Luciano le hacía sentir su bulto en al culo de María moviéndose y provocando tremenda excitación en ella.
- Mmmmm. Es que lo disfruté mucho, mami
- Si, pude notarlo, dijo ella con una media sonrisa de excitación que él no pudo ver
- No queres que vayamos al comedor, como el otro día, dijo Luciano
- No, mi amor, mejor no
Luciano se separó y ella se sintió vacía, incompleta.
- Bueno, yo voy igual y me voy a pajear, si queres podes venir, estás invitada
- Mejor no, andá a tu cuarto o al baño
- Ya me viste y me tocaste, ¿ahora te da cosa?
- Luciano, podes entender que somos madre e hijo y está mal esto?
- Puedo entenderlo, pero me gusta y lo disfruto mucho, mami
Luciano se bajó el pantalón y el calzoncillo al mismo tiempo y esa pija morcillona, se balanceó ante la mirada de María que no pudo evitar posar sus ojos en ella.
- Vení, mami, vamos al comedor
- Andá vos solo
- Mirá, mami, no me queres ayudar
- Luciano, no me hagas eso
- Dale, vení
María, que tanto había luchado y luchaba por controlarse sentía un deseo enorme de ir detrás de su hijo.
- Andá al comedor, le dijo, yo quizás te vaya a mirar
- Mmmmm y a ayudar, no?
- No, eso no puede ser, tenemos que parar acá
- Bueno, me voy y te espero
Luciano se fue al living comedor y se sacó toda, pero absolutamente toda la ropa sentándose con la pija parada y masturbándose a la espera de que su madre aparezca por la puerta
Pasaba el tiempo, pero María no se animaba. Tomó coraje y fue. No podía creer ver a su hijo completamente desnudo y con su mano subiendo y bajando por la verga, dejando al descubierto esa cabeza colorada y enorme que coronaba su pija.
- Vení sentate acá, dijo Luciano
- No, dijo María, tocate vos
- Dale, ayúdame
- No, Luciano, no te voy a pajear
- ¿No? Por favor
- No, vos pajeate y yo te miro si queres
María quiso conceder algo y ponerle un freno y un retroceso a esta relación incestuosa que estaba iniciando con su hijo
- ¿Y vos no te vas a tocar?
- No se
- Me gustaría que te toques vos también
- No estaría bien
- Esto tampoco está bien y te gusta, ¿no?
- No te voy a mentir
- Sacate la ropa al menos, le pidió Luciano
- Me saco la parte de arriba, concedió María
- Bueno, dijo Luciano, al menos te voy a poder ver las tetas
- ¿Te gustan mis tetas? Decía provocadora María mientras se quedaba de pie con sus pechos al descubierto
- ¿Me vas a dar algo para que me excite?
- ¿Que queres que te dé? María no entendía a qué se refería su hijo
- No sé, tocate las tetas
- ¿Así? María se acarició suavemente las tetas y se pellizcó ambos pezones con los dedos
- ¡Que buena que estás mami!
- ¿Te gusto? ¿En serio?
- Mucho mami, mirá como me pones la pija!
María le miró la verga a su hijo, colorada, hinchada, surcada de venas y se excitó aún más.
- Me gusta tu pija, Luchito
- No queres venir a acariciarla
- Mejor, no, porque ya sabemos cómo terminamos
- Daleeeee
- Vos tocate, y yo te miro
- Tocate vos también así estamos a mano
- No me parece….
- Dale sacate el pantalón y tocate
- No Lucho, pero no sonaba convencida y Luciano se dio cuenta
- Sacate el pantalón y sentate en esa silla frente a mi
- ¿Te parece?
- Sí, me parece, le ordenó
María se sacó el pantalón y una mancha de humedad delatora apareció en su bombacha. Se sentó en la silla e instintivamente abrió un poco sus piernas mientras se tocaba las tetas nuevamente y miraba a los ojos a su hijo.
- Se nota que estás mojada, dijo él
- Sí, estoy muy caliente, y lo sabes
- ¿Estás segura de que no queres venir acá?
- Sí, es lo mejor
- Me gustaría que nos toquemos
- Juguemos así, mejor
- Tocate, le ordenó Luciano
- Mmmmm, María se metió la mano dentro de la bombacha y se tocó
El clítoris estaba inflamado de excitación, la lubricación era total. Se recorrió la zona con el dedo mayor y miró a su hijo a los ojos que estaba contemplándola. Se sintió un poco avergonzada, pero el deseo pudo más y soltó
- ¿Te gusta ver como se toca mamá?
- Mmmmm, Luciano se pajeaba y la miraba
- ¿Te gusta verme?
- ¡Me encanta mami! ¿A vos te gusta mi pija?
- Me encanta, y a vos, ¿te gustan mis tetas?
- Mucho, y me gustaría… Luciano no se animaba, pese a todo
- ¿Que te gustaría?
- Que te saques la bombacha
- No eso no…María no sonaba convencida nuevamente
- De esa manera estaríamos igual los dos
- Eso es verdad, pero
- Daleeee, por favor
- Bueno…
María se puso de pie y lo miró a su hijo con deseo. Con mucha tranquilidad y muy lentamente se fue sacando la bombacha y cuando la tuvo en la mano hizo el ademán de dejarla en el piso. Luciano la detuvo:
- No, tirámela
- ¿Para que la queres?
- Sé que está mojada y la quiero sentir
- No, Luciano, eso es muy fuerte
- Dale
María sabía que estaba mal, pero se excusaba en la idea de que por lo menos no iba a haber contacto físico entre ellos. Algo era algo. Hizo un bollo con la diminuta prenda y al hacerlo pudo sentir lo húmeda que estaba. Y se la arrojó a su hijo que la atrapó en el aire
- Es un asco, dijo ella
- Noooo, me encanta sentir tu humedad, Luciano miraba la tanga húmeda de su madre y movía los dedos de su mano sintiéndola.
La otra mano de él nunca dejó de pajearse mientras el líquido pre seminal brotaba de la punta como una fuente, María estaba loca de excitación y deseo. Trababa de controlar el impulso de ir a su lado y agarrarle la pija a su hijo
- ¿Te gusta? Le decía ella provocadora
- Si, está muy mojada
- Muy, decía María
- ¿Estas muy caliente, mami?
- Muy caliente, hijo
- Pajeate entonces, le ordenó
- ¿Si?, queres verme?
- Si, dale
- Mirame, entonces, dijo María
Sin saber cómo se animó, se acercó a su hijo temblando de deseo y se sentó con las piernas abiertas en el borde de la mesa ratona y comenzó a acariciarse lentamente al principio y con más ritmo después
Por parte de Luciano la visión de su madre abierta y pajeándose era lo mejor que le había ocurrido en la vida, su concha rosada y con los pelos cuidadosamente recortados le daban una imagen que guardaría para siempre
- ¿Te gusta ver cómo me pajeo?
- Me gusta mami, a vos, ¿te gusta mi pija?
- Mucho me gusta
María estaba al borde del orgasmo, su concha emanaba jugos como el pene de su hijo lo hacía también. Pero hubo algo que precipitó el orgasmo de una manera irreversible
- Me pregunto qué sabor tendrá, dijo Luciano sacando la lengua y acercando la tanga húmeda a su boca
- Aghh Luciano no, aghhh ahhh aghhhhh ahhhhh ahahahhhhhhh
María convulsionaba en un orgasmo.
- Mmmmm estás acabando mami?
- Si mi amor
- Que rico sabor tenés en la concha mami
- No me digas esas cosas, Luciano
María no se recomponía y seguía acabando ya casi tirada en el piso
- Voy a acabar mami, decía Luciano con la tanga en su boca
- Si mi amor acabá, dale
- Aghhh Mmmmm aghhhhhhh mmmmmmm
Unos chorros salieron del pene de Luciano y María se quedó contemplando la pija, el semen que salía y el lampiño pecho de su hijo manchado como si fuese un cuadro del museo del Prado. No podía más, estaba exhausta, pero feliz. Había llegado muy lejos, es verdad, pero había logrado evitar el contacto físico y eso era bastante.
Se dijo a si misma que había sido una pequeña mejora. Se lo contaría a Florencia y ella seguramente opinaría lo mismo. Luciano la sacó de sus pensamientos cuando mirándola a los ojos le dijo
- Me manché todo
- No te hagas problema, dijo María y tomándole la mano se la abrió y agarró su bombacha
Lentamente, utilizando la íntima prenda fue limpiando las manchas de semen del pecho de su hijo y después pasó la humedecida tanga por toda la pija de su hijo. Eso ya era contacto físico, es verdad, pero no podía ni quería evitarlo. Siguió limpiando y escrutando el pene de su hijo que increíblemente no perdía rigidez. La juventud es una etapa hermosa, se decía a sí misma mientras pasaba la prenda por todo el torso de su hijo.
En ese momento hizo algo impensado y se acostó desnuda apoyando la cabeza en el hombro de su hijo. Era una locura más, sí, pero no le importó. Se dejó caer y Luciano la abrazó conteniéndola y atrayéndola hacia él. Las tetas de María se pegaron al pringoso cuerpo de su hijo, pero una vez más, no le importó.
Se quedaron así acostados y en silencio un largo rato. Luciano en un momento le besó el cabello a su madre y le dijo
- Me gustas mucho, mami
- Gracias hijo, vos a mí también
- Gracias, ma
- Vamos a bañarnos que somos un enchastre
- ¿Juntos? Preguntó Luciano y su pija pareció reaccionar una vez más.
- No Luciano, no, ya bastante hicimos
- Yo decía…
- No mi amor, no
Obligó a su hijo a ducharse y ella fue al baño de su habitación a hacer lo mismo. Mientras el agua caía se sonreía una vez más. Ya empezaba a abandonarla la culpa y el deseo se hacía carne en ella una vez más.
Que locura hermosa que acababa de vivir junto a su hijo y si no se controlaban vendrían cosas peores. O mejores, vaya a saber.
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