Mi prima se acercó a mí, me besó en la boca, me abrazó y comenzó a llorar de una manera tremenda, descargando esa angustia contenida en los últimos días.
Cuando se le pasó el llanto,
comenzó a tejer un plan para vengarse de esa tal Tamara, que por cierto era una
pendeja con una cara de turra tremenda, pero que estaba muy buena.
Le sonó el teléfono y este
contacto que tenía le averiguó quien la había afanado y se lo decía si llevaba
tanta guita a tal lado. Me pidió que la acompañara. No quise negarme, aunque le
advertí que todo era una locura.
Me dijo que se encontraban en un
bar en la peatonal de Mendoza, para que ella vaya tranquila. Que cuando él
llegaba se comunicaba con ella, pero que se quede tranquilo que era una persona
de súper confianza. Se llamaba Marcelo.
La acompañé, mi prima iba con 200
dólares y la misma cantidad en pesos argentinos. Yo llevaba la mochila con el
dinero. Iba mirando a cada cara que me cruzaba y todos me parecían sospechosos.
Recibimos el llamado de Marcelo y
nos dijo que se encontraba en el bar XXXXX y que estaba sentado en una mesa
contra la pared y tenía una remera verde.
Llegamos y ni bien entramos lo
vimos. Nos hizo un gesto con la mano y se levantó a saludarla a mi prima con un
beso en la mejilla y a mí con un apretón de manos.
A los 5 minutos, el ambiente era
totalmente relajado. El hombre, de unos 50 años, se presentó como Marcelo, que
trabajó en el servicio penitenciario de Mendoza y de ahí los contactos. Mi
prima quiso que le entregue rápidamente el dinero y él se mostró tranquilo y me
dijo que después se lo daba.
-
¿Qué toman? – nos preguntó
-
Nada – me adelanté
-
Una coca – dijo mi prima
-
Bueno, dos cocas zero– dije yo
-
Mozo, dos cocas zero y otro cortado – cerró él
Evidentemente, este hombre sabía qué
clase de persona éramos y se quedó tranquilo él también. Nos contó que
evidentemente fue una vendida y que la gente que hizo eso era del barrio San
Martín.
Mi prima quiso indagar más y solo
puede decirnos que fue una persona de sexo femenino de dentro de la empresa de
mi tío, pero no tiene pruebas para llevarla a la justicia, si era eso lo que
buscábamos. Mi prima estaba que estallaba de bronca, pero Marcelo supo cómo
tranquilizarla y llevar agua para su molino.
-
Mirá, Bárbara, yo voy a tratar de averiguar el
nombre de la persona, ¿vos tenés manera de ver las cámaras y si esa persona
puede estar involucrada?
-
Obvio, y sé que es ella, esa hija de puta – por
suerte, mi prima moderaba el tono
-
Vamos a hacer una cosa, no vas a poder hacer
nada judicialmente – dijo Marcelo
-
Y tampoco nada le va a devolver a su padre –
agregué yo
-
Exacto – continuó él – pero por una cifra, puedo
hacer que a ella y al que lo ejecutó no le den más ganas de hacer nada.
-
¿Y eso cómo sería? – preguntó mi prima
-
Agarramos a ella y a los que lo hicieron y los
subimos a una camioneta y le pegamos una cagada a trompadas para que se olviden
del tema y no se les ocurra volver a hacer algo así.
-
Me parece mucho – dije metiéndome
-
No, no me parece mucho, me parece justo – dijo
mi prima
-
Bueno, no tenés que decirme ahora – la
tranquilizó Marcelo
-
¿Y cómo me entero de que lo hicieron a eso?
-
Por dos cosas – siguió Marcelo – Una, porque
somos personas serias y dos, porque no te cobraríamos la totalidad hasta que no
tengas las pruebas de que lo hicimos.
-
Bueno, lo quiero hacer – dijo mi prima
-
Esperá – le dije – pensémoslo
Marcelo, que no era ningún
improvisado, me miró con una sonrisa y supo que tenía que traerme para su lado.
-
¿Cómo te llamás?
-
Nicolás – le dije
Marcelo la miró a ella a los ojos
y le dijo con mucho aplomo:
-
Hacele caso a Nico, no tomes una decisión ahora,
estás muy enojada y en medio de mucho dolor. Lo que yo te propongo es algo
simple y sin riesgos para vos, nunca te nombraríamos y vamos a hacer que fue un
socio de tu papá que perdió plata, o la otra parte de la transacción, lo que
sea que no te deje expuesta.
Reconozco que me estaba
convenciendo, no veía grietas en su propuesta. Era un plan de venganza simple y
perfecto sin riesgos, solo un poco de dinero que para mi prima no parecía ser
problema.
-
Tomá el dinero – le dijo mi prima
-
Ah sí, gracias – dijo él como haciendo que se
había olvidado del asunto
No lo contó. Lo guardó sin
mirarlo.
-
¿No lo contás? – le pregunté
-
Chicos, sé la clase de persona que son y los
miedos con los que venían a verme. Quédense tranquilos que vamos a seguir en
contacto y a ustedes no les va a pasar nada.
-
Bueno, gracias
-
Ah, me olvidé de decirte, nosotros tenemos un
servicio de traslado de efectivo, por si alguna vez necesitas hacer una
operación de traslado de grandes sumas.
Me dio una bronca terrible
escuchar esto último y casi me salgo de mis cabales cuando lo escuché y solo
atiné a decirle
-
Claro, si conoces a todos los que pueden llegar
a afanar…
-
En parte es por eso que se me ocurrió brindar
ese servicio, porque si me pasa algo a mí, esas personas no cuentan el cuento.
-
¿Y lo haces vos personalmente? – quise saber
-
Sí, tengo una camioneta vieja, blindada.
-
Ah mirá vos – le dije
Nos fuimos con mi prima con más
dudas que certezas.
Al otro día, Tamara faltó al
trabajo y mi prima comenzó a sospechar. Al día siguiente, mandó un telegrama de
renuncia.
Volvíamos con mi prima a la casa
y como estaba la puerta con llave, Bárbara decidió que demos la vuelta y
entremos por la parte de atrás
Menuda fue la sorpresa cuando
miro por la ventana y la veo a mi madre y a mi tía besándose apasionadamente.
Me quedé paralizado mirando a través de la ventana del living y mi prima se
giró observándome y me preguntó
-
¿Qué pasa? ¿Que viste?
-
Nada nada, vamos a otro lado – le dije
-
¿Que viste? – dijo y se asomó por la ventana
Los dos miramos y no podíamos
creer el nivel de pasión de los besos de nuestras madres. Eran dos hermanas
apasionadas. Se chupaban lentamente las bocas, las lenguas la una a la otra.
Bárbara me miró como no dando
crédito a lo que veían sus ojos, pero no me pareció ver horror en su cara, por
el contrario, vi una mueca de excitación en ella
Nosotros veíamos a nuestras
madres que no paraban de besarse, pero no podíamos escuchar que se decían.
-
¿Que se dirán? – pregunté a mi prima
-
Esperá, mirá – dijo ella revolviendo su cartera
Me sonrió con picardía y me dijo
mientras sacaba unos airpods
-
Tengo micrófonos y cámaras en toda la casa
-
¿Que? –
dije yo
-
Claro, si abro la app de las cámaras puedo
activar los micrófonos y nos enteramos que se dicen mientras las miramos
-
¿Vos estas segura de que queres escuchar que
dicen?
Mi temor era que hicieran
referencia a mí y que me había cogido a mi madre y la suya, pero no tenía
manera de detener a mi prima en su intención.
Fue tan así que, en un minuto,
tenía un auricular puesto y escuchaba la voz de mi tía de manera perfecta
-
Se escucha perfecto – me dijo mi prima
-
Si si – decía yo preocupado
-
Mirá vos a las hermanas besándose – decía mi
prima
-
Son hermosas – se me escapó
Se escuchaba la voz de mi tía
diciendo
-
Te quiero chupar las tetas
-
Siiii, chupámelas – decía mi madre y se sacaba
ella misma la remera por el cuello
-
Tenés unas tetas hermosas, siempre quise
chupártelas, desde que nos cambiábamos juntas de chicas
-
Y yo quiero chupar unas tetas hechas como las
tuyas, siempre tuve curiosidad – decía mi madre
-
¡Me las vas a chupar, si! – decía mi tía y se desnudaba sacándose el
largo vestido de lino que llevaba
Ahora veíamos con mi prima a su
madre en ropa interior blanca. Mantenía un buen color Nos sorprendió ver su
bombachita metida en su culo y mi prima me miró
-
Mirá mi mamá la bombachita chiquita que tiene!
-
¿Nunca se la habías visto?
-
Una así tan chiquita no…pará esa bombacha es mía
– dijo mi prima entre risas
-
Uhmmm me calienta más… - le dije
-
Mmmmm, estás caliente? – dice mi prima
agarrándome el paquete
-
Te cogería acá mismo – le digo – pero no quiero
perderme el espectáculo
-
Yo también me estoy calentando – reconoció mi
prima
Mi madre y mi tía seguían
matándose entre ellas. Ahora era mi madre quien se había soltado y le chupaba
las tetas a su hermana mientras le metía la mano dentro de la bombacha.
-
Mmmmm estás re mojada – decía mi madre
-
Siiiii estoy re caliente! – decía mi tía y
buscaba la boca de su hermana
-
Mmmmm me encanta pajearte así – mi madre no
cejaba en su entusiasmo
Ahora mi madre metía dos o tres
dedos en la concha de su hermana mientras la besaba por todos lados. Alternaba
boca, cuello y tetas mientras metía y sacaba su mano
Mi tía comenzó a vibrar
acabandoo.
-
Aghhhh ahhhh ahhhhh estoy acabando aghhhhhh
-
Mmmmm si si, acabá con mis dedos
Mi tía se recomponía. Mi madre la
besaba. Mi prima me miraba excitada. Yo rogaba que mi madre y mi tía no me
nombraran en el medio de tanta calentura
Pensaba que todo iba a terminar
ahí, pero no era la idea de mi tía evidentemente. La voz de la madre de Bárbara
se escuchó claramente en los auriculares cuando dijo
-
Acostate acá que te quiero chupar la concha
Mi madre la miró con una sonrisa
perversa e hizo lo que su hermana le indicó. Se quiso sacar la bombacha, pero
mi tía no se lo permitió y le corrió para un costado la tela y comenzó a
chuparle la concha a su hermana
Los jadeos de mi madre no tardaron
en llegar. Mi tía la chupaba y solo se detuvo para decirle:
-
Desde que te vi con Nico que tengo ganas de
comerte le almeja
Me pareció raro oír a mi tía
decir la palabra almeja. A mi prima le pareció raro escuchar que mi tía me
había visto con mi madre y se giró para preguntarme
-
¿Como es eso?
-
Es muy largo de explicar
Los sonidos de mi madre acabando
nos devolvieron a la realidad
-
Aghhhh siiiiiii me estás haciendo acabar
hermanita…
-
Te lo debía por cómo me hiciste acabar a mi
-
Saber chupar muy bien la concha – le decía mi
madre a su hermana
-
Es que tenés una concha muy rica – decía mi tía
-
A ver, vení, besame – le dijo mi madre
Mi tía subió a besar a su hermana
con la boca chorreando flujo de su hermana y al parecer les gustó mucho porque
el beso fue tremendo
Mi prima se volvió hacia mí, me
miró y me dijo:
-
Tenés que contarme que hiciste con tu mamá – me
ordenó
-
Con mi mamá y con la tuya – le dije riendo
-
¿Con la mía también? – se sorprendió mi prima
La confirmación llegó por los
auriculares cuando escuchamos la voz de mi tía que le decía a su hermana:
-
Quiero que le chupemos juntas la pija a tu hijo
-
¿Te gustó la pija de Nico? – le preguntaba mi madre
-
Sí, pero la pude disfrutar muy poco en ese
momento
-
Vamos a hacerlo, te lo prometo – le dijo mi
madre sellando el pacto con un beso de lengua
Las dos hermanas maduras
comenzaron a vestirse lentamente y se fueron acomodando la ropa.
Esperamos con mi prima unos
minutos y entramos saludándolas a ambas que ya estaban en la cocina
preparándose unos mates.
Mi prima pudo ver en la mirada de
mi tía y de mi madre el deseo recién satisfecho y se juró a sí misma (esto me
lo dijo después) que haría todo lo posible por verme a mí con su madre o con la
mía.
Yo me preguntaba si mi prima
Bárbara se animaría a estar con mi madre o con la suya.
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