En cada ámbito, las cosas
sucedían de manera diferente. En casa de María, Florencia y ella se vestían y
se besaban mientras se despedían. En la oficina de Sergio, Eugenia ya estaba
sentada en el escritorio hablando con Sergio como si nada hubiese sucedido. En
el colegio, con la cabeza gacha, caminaban los tres rumbo a la dirección del
colegio.
El padre Roberto los mira a cada
uno tomándose todo el tiempo del mundo. Sin embargo, los tres están con la
cabeza hundida en el pecho, tal la vergüenza que sienten.
-
¡¿Me pueden explicar que es lo que vi?! – el padre Roberto no sabe por dónde empezar
Ninguno responde. Solo la hermana
Mariángeles es la única que se anima a dar una respuesta
-
Padre, si me disculpa… - se preparaba a hablar
la religiosa
-
No, no la disculpo, pero hable – se adelantó el
padre
-
Siendo yo mayor, me parece que me cabe toda la
responsabilidad por lo ocurrido
-
¡No! –
interrumpe Sofía
-
Si, Sofía, yo soy la responsable.
-
Creo que los tres son responsables – dice el
padre Roberto
-
Padre, yo… - Luciano no sabe que decir
-
No digan nada más. Les cuento lo que va a
suceder.
-
Si, padre – dicen los tres
-
La hermana perderá los hábitos y será expulsada
de la religión más la denuncia penal por corrupción de dos alumnos.
-
¡No padre! – parece suplicar la hermana y Sofía
-
Con respecto a ustedes dos – el cura mira a los
alumnos que ahora parece que se animan a mirarlo a los ojos expectantes –
perderán el ciclo escolar y deberán rendir libres todas las materias, después
de la reunión que mantendremos con sus padres, los cuatro padres, obviamente.
Ahora retírense, por favor.
Tras salir y cerrar la puerta, Sofía,
Mariángeles y Luciano comenzaron a llorar. Todo se había ido de las manos.
Tanto deseo, lujuria y morbo habían costado muy caro y ahora debían pagar el
precio más alto.
-
¿Cómo se lo digo a mi papá? – dijo Sofía
-
¿Y yo? ¿cómo
explico la denuncia en la justicia? – dijo la monja en voz alta
Detrás de la puerta, se escuchó
al padre Roberto
-
Los alumnos se retiran ya mismo de la
institución y usted, hermana Mariángeles, venga por favor, que le digo como
vamos a seguir
La monja se paralizó y los chicos
siguieron unos pasos
-
Vayan – les dijo la religiosa y los miró
El rostro ensombrecido de la
religiosa provocó en Sofía un sollozo y se aferró a ella con un fuerte abrazo,
llorando como nunca creía que lo había hecho. Luciano la agarró y la
desenvolvió de los brazos de la monja que también se aferraba a ella y dijo:
-
Vamos, no provoquemos más al padre Roberto,
ahora con una demora
La monja asintió y se giró. Sofía
se abrazó ahora a Luciano y juntos fueron a buscar los útiles.
La monja entró en el despacho del
cura y éste le dijo con el rostro colorado, en un tono firme y decidido:
-
Hermana, la voy a hacer pasar la vergüenza de su
vida.
-
Le pido perdón, padre – lloraba ahora la hermana
-
Tiene que redactarme usted misma un informe de
todo lo que sucedió esta mañana en el baño del colegio
-
Pero padre… - la monja no entendía el objetivo
del cura
-
Y se lo voy a hacer leer delante de los cuatro
padres de los alumnos para que viva en carne propia lo que es la vergüenza que
yo siento en este momento
-
Padre, yo… - la monja quería evadirse
-
Vaya a redactar el informe y quiero que sea lo más
detallado posible, caso contrario, yo leeré el mío
-
¡Le pido que tenga piedad, padre Roberto! – sollozaba la hermana
-
¡Se tendría que haber acordado antes, hermana!
Vaya – así concluyó el padre Roberto su corta reunión con la hermana
Mariángeles
La hermana Mariángeles estaba en
su cuarto llorando a mares cuando le suena el celular, era Sofía
-
Hola, ¿cómo estás?
-
Mal, el padre Roberto me va a hacer excomulgar y
quizá hasta denunciarme penalmente por abuso de mis alumnos
-
Noooo, quedate tranquila, no somos menores.
-
No puedo quedarme tranquila, Sofi
La monja lloraba sin remedio.
-
Tenés que calmarte – Sofía le escribía tratando
de consolarla
-
No puedo, se terminó todo acá, mi vida… - la
hermana no podía seguir
-
Vos tenés que entender que mi mamá y los padres
de Luciano son muy abiertos
-
¿Y eso que tiene que ver? – la monja paró de llorar
-
Que Sergio, el padre de Luciano, va a hacer lo
que sea para que todo se resuelva de una manera positiva para todos.
-
¿Vos crees?
- la monja quería creer en Sofía
-
Dejame hablar con él – Sofía se tenía fe
Cuando Sofía se lo comentó a su
madre, para su sorpresa, la cara de Eugenia no fue de irritación, ni pánico, ni
siquiera de decepción. En su cara había un gesto de resignación que a Sofía le
costaba comprender.
Eugenia le dijo que la situación
era de mucha gravedad y que el principal problema era la terquedad de su padre.
Cuando le comunicó a su marido que tenía que ir al colegio al otro día a la
tarde por una reunión de urgencia por un apercibimiento a Sofía, este estalló
-
¿Qué pasó? – fue la pregunta de él
-
Sofía fue encontrada en una situación íntima en
el baño del colegio con su novio – Eugenia no quiso contar todo y prefirió
ocultar algunas cosas
-
Ya veo lo tranquilo que me puedo quedar con la
nena bajo tu cuidado
-
Hablando de cuidado, Tené cuidado con lo que
decís – fue la respuesta de Eugenia
-
¿Me estas amenazando?
-
No, solo eso, que tengas cuidado
-
La que tenés que tener cuidado sos vos, que no
sé dónde vas a vivir cuando vendamos la casa – el padre de Sofía era un
despiadado ser humano cuando se enojaba
-
Nos vemos mañana a las 18 hs en el colegio –
Eugenia apoyó el teléfono y los ojos se le llenaron de lágrimas
Luciano eligió contarles a sus
padres al mismo tiempo y llorando les detalló lo que había ocurrido y la
reacción del padre Roberto. Ambos tomaron conciencia de la gravedad de la
situación y se compadecían de Luciano al verlo desarmado en tanto llanto.
Se acercaba la hora de la reunión
y Luciano, Sergio y María estaban los tres sentados en el living pensando de qué
manera resolver una situación que claramente era extrema.
Sergio miró a Luciano y a María y
les dijo:
-
Se me ocurre una cosa, que puede salir bien o
no, pero creo que llegamos a una situación en la cual no tenemos mucho que perder,
¿no?
-
¿Que se te ocurre? – preguntó María ansiosa
-
Es una locura, dame el teléfono de la monja
-
¿Qué estás pensando?
-
No les puedo decir por ahora
-
Necesito saber – dijo Luciano
-
Ojo Sergio que es un tema muy delicado –
intervino María
Sergio llamó a la monja para
preguntarle muchas cosas acerca del padre Roberto, algo que pudiera ayudarlo a
tener alguna herramienta con la cual negociar con el severo cura. La monja le
contó algunas cosas, pero nada le alcanzaba. El gran problema que tenía Sergio
era la falta de tiempo. En unas horas tenían que estar todos reunidos en el colegio.
Sergio se metió en su escritorio
y pidió que lo dejen solo un tiempo. En todo ese tiempo, hizo llamadas y
averiguaciones sobre el pasado del padre Roberto y tendió el plan. Llamó a la
hermana Mariángeles nuevamete y redactó junto con ella el informe que leería la
religiosa en la reunión. Cuando terminaron de redactar el informe, Sergio
estaba excitado y llamó a su familia para que se preparen para la reunión. En
40 minutos tenían que estar ahí.
El único cabo suelto parecía ser
el padre de Sofía, a quien no conocía. Hizo una última llamada a Eugenia para
preguntarle algunas cosas de su marido y nada parecía ayudar. Que sea lo que
Dios quiera, pensó Sergio en voz alta. Cuando se dio cuenta, Luciano y María lo
miraban con cara de pánico.
Todos llegaron puntualmente. El
colegio estaba completamente desierto y reinaba un silencio casi sepulcral.
Sergio se adelantó saludándose con el padre de Sofía que parecía de lo más
irritado, y eso que no sabía con detalle lo que había pasado. No quiso entablar
conversación y Sergio creyó que todo su maquiavélico plan podría desarmarse
Pasaron todos a la oficina del
padre y como era muy chica fueron a una de las aulas. Cada uno se sentó en un
banco y el cura puso un banco al lado del suyo para que se siente la hermana
Mariángeles, quien no levantaba la cabeza en todo momento.
-
Buenas tardes, casi noches – comenzó el cura
-
Buenas tardes – todos al unísono
-
Como sabrán, estamos acá para comunicar los
pasos a seguir luego del incidente entre Luciano, Sofía y la hermana
Mariángeles – continuaba el cura
-
Perdón, padre – interrumpió el padre de Sofía
-
Si
-
¿Qué tiene que ver la hermana Mariángeles? ¿Ella
fue la que los vio?
-
Digamos que los vio y participó de la situación
-
¡¿Por qué no me contaste todo?! – inquirió el padre de Sofía a Eugenia a los
gritos
-
¡Te pido por favor que te calmes! – dijo Eugenia
-
¡No me calmo un carajo!
-
Por favor, tenés que entender… - Sergio trató de
calmarlo y fue peor
-
Vos cerrá el orto, esto es entre mi mujer y yo
-
Tu ex mujer – Sergio fue lacónico y contundente
Ese comentario pareció hacer
estallar al padre de Sofía que comenzó a insultar a Sergio y Eugenia,
tratándola de puta y diciéndole que por su culpa la hija era igual que ella. El
padre Roberto no se imaginaba esta situación y le pidió por favor a Sergio que
se calmara o se tendría que retirar.
Para sorpresa de todos y alegría
de Sergio, el padre de Sofía se retiró a los gritos diciéndole a su ex mujer:
-
Esta me la vas a pagar, antes de fin de año
vamos a vender la casa o la rematamos, no me importa, pero no te la voy a hacer
fácil.
-
Por favor acompáñeme – decía el padre Roberto
que se retiraba acompañando al padre de Sofía hasta la puerta
Dentro del aula las caras eran de
sorpresa. Eugenia lloraba a mares y Sofía trataba de consolarla
-
Perdoname mami – lloraba también la joven que
vestía el uniforme del colegio
-
No es tu culpa, mi amor
-
Yo te metí en esto – decía Sofía
-
Quédense tranquilas – María se ponía de pie y se
acercaba a ellas
-
Escúchenme un momento – Sergio interrumpió a
todos
María lo miró extrañada, se lo
veía raro con esos lentes que nunca le había visto puestos. Todos se detuvieron
a mirarlo. Sergio trasmitía seguridad y serenidad.
-
A partir de ahora quiero que todos se relajen lo
más que puedan y dejen llevarse por la situación que se dé.
-
Perfecto – la monja esbozó una pequeña sonrisa
que sorprendió a todos
-
¿Qué tenés en mente, Sergio? – María preguntaba
ansiosa
-
Vos dejame a mi…
Terminó de decir esto y el padre
Roberto ingresó al aula y rápidamente comenzó a hablar con todos, hizo hincapié
en la gravedad del asunto y las consecuencias que traería para la hermana y los
alumnos que perderían la regularidad. Luego, le pidió a la hermana Mariángeles
que relate todo lo sucedido tal como pasó.
-
Disculpe hermana, ¿puede ponerse de pie? – le pidió Sergio
-
No hace fal… - el padre Roberto quiso
intervenir, pero lo hermana se puso de pie sin dudar
-
Sí, no hay problema – dijo Mariángeles que
parecía muy segura ahora
-
Bueno, comience, hermana
-
Claro, padre – la hermana Mariángeles estaba muy
colorada
Sofía miró bien y paseó su mirada
por el cuerpo de la monja y le pareció que debajo del hábito no tenía corpiño
como aquella vez que la visitó. Sofía se sintió excitada en ese mismo instante.
No podía ser, pensó, deben ser ideas mías.
La monja comenzó su alocución
leyendo, con voz temblorosa al principio, el papel que habían redactado con
Sergio y conforme avanzaba con las palabras, cada uno de los presentes no podía
creer lo que estaba escuchando
-
El día miércoles comenzamos un chat en donde
participaban, María, acá presente, su amiga Florencia, Luciano, Sofía y yo
El padre Roberto parecía no
entender nada. Eugenia y María tampoco. Luciano y Sofía se miraban sin comprender.
-
La situación se puso muy caliente por unos diálogos
muy hot que surgieron en el chat
-
¿Puede decirnos que tipo de diálogos? – Sergio
quiso interrumpir
-
No hace falta, hermana – dijo el padre
-
Si, padre, vayamos a fondo, sepamos toda la
verdad – Sergio tenía una seguridad en su voz que trasmitía tranquilidad a
todos, menos al padre Roberto
-
Bueno, María decía que le estaba chupando las
tetas a Florencia, su amiga
Todos se miraron sorprendidos,
pero nadie parecía tan sorprendido como el propio padre Roberto. La monja
siguió leyendo:
-
Fue entonces que Luciano y Sofía decidieron ir
al baño y lo pusieron en el chat
-
Entiendo que son jóvenes y estaban muy calientes
– interrumpió Sergio
El padre Roberto no se animó a
interrumpir, quería que todo terminara pronto.
-
Yo estaba muy caliente también – dijo la monja
sonrojándose
-
¿Si? ¿Y por eso fue al baño hermana? – preguntaba Sergio
-
Claro
-
¿Y cómo supo que estaba caliente? – Sergio casi
esboza una sonrisa
-
Porque estaba muy mojada – dijo la religiosa con
la voz cortada
Eugenia no pudo evitar la
sonrisa, María y Sofía no pudieron evitar sentirse excitadas y Luciano no
entendía bien que pasaba. El padre Roberto no daba crédito a lo que oía
-
Cuando ingresé al baño Sofía y Luciano ya
estaban dentro del cubículo
-
A ver, párense chicos – pidió Sergio a Luciano y
su novia
-
No hace falta – el padre Roberto sentía que todo
se le estaba yendo de las manos
-
Si, vengan – les dijo la monja
-
¿Cómo estaban? – preguntaba Sergio a los jóvenes
María le sonrió a Eugenia y esta
le devolvió la sonrisa. Supieron a donde quería llegar Sergio y se excitaron.
-
No hace falta… - decía el cura
-
No, yo quiero saber bien como fue la situación –
dijo la madre de Sofía
-
Luciano estaba sentado en el inodoro y Sofía
sentada encima de él besándolo
-
Vení Luciano, sentate en la silla y Sofía
sentate encima – sugirió Sergio
El padre Roberto sentía que
comenzaba a excitarse y luchaba contra sus propios demonios.
-
Después Luciano se paró y Sofía se sentó
desabrochándole el pantalón
-
Bueno, hasta acá llegamos – el padre Roberto no
quería seguir
-
Un momento, padre – Sergio lo interrumpió
-
Si – el padre no supo como obrar en ese momento
-
Usted estaba excitada por algo en especial? – le
preguntó Sergio a la monja
-
Si,
-
Por qué? – Sergio la miró con una sonrisa a la
monja
-
Porque la pija de Luciano es hermosa – dijo la religiosa
dejando a todos sin palabras
-
¡Hermana! Le pido por favor que… - el padre
Roberto quiso poner orden
-
A ver, si es tan así, ¿Sofía podrías sacarla
para que veamos? – Sergio le preguntó a Sofía que miraba a su madre como no
entendiendo si debía hacer caso o no
-
Dale, mi amor, sacala – le dijo Eugenia
-
¡No! – la
voz del padre Roberto llegó como una súplica
El padre Roberto pensó en pararse
y salir de ahí, pero dos cosas lo detenían. En primer lugar, una erección que
no iba a poder disimular y, en segundo lugar, quería volver a ver la majestuosa
pija de Luciano.
-
Somos todos grandes, padre – dijo María
-
Sacala – le ordenó Eugenia
Sofía desabrochó el cinturón de
Luciano y con torpeza sacó la pija morcillona y sin erección aun del joven
-
No parece tan grande – dijo Sergio
-
Porque no la tiene parada – dijo Sofía y comenzó
a pajearlo
-
Esto es una locura – decía el cura que parecía
no poder quitar los ojos de la verga de Luciano
Sergio continuaba arengando a los
jóvenes.
-
¿Estaban muy calientes?
-
Mmmmm si – dijo Sofía
-
Sofía comenzó a chuparle la pija a Luciano –
leyó la monja
-
A ver… - dijo Sergio
Sofía se metió la pija de Luciano
en la boca ante la sorpresa del cura y, en menor medida, de todos los
presentes.
-
¿Y usted que hizo hermana? – Sergio continuó
preguntando
-
Yo me senté al lado de Sofía y comencé a
chuparle la pija también
La monja fue y sentándose en una
silla le agarró la pija a Luciano y mirando al cura a los ojos comenzó a
chupale la pija a Luciano con deleite
Sergio supo que era el momento de
atacar.
-
¿Y usted, padre?
-
¿Yo? – el
cura lo miró
-
¿Dónde estaba?
-
En el otro baño
-
¿Se puede poner de pie? – Sergio supo que era a
todo o nada
-
¡No! –
casi gritó el cura
-
¿Por qué? – preguntó Sergio con una sonrisa
-
¿Qué pasa padre? ¿Se le paró la pija? – María
ahora se levantaba de su silla
-
A ver padre… ¿qué tiene ahí? – Eugenia también
se ponía de pie excitada
El padre Roberto volvió a mirar
en dirección a los jóvenes y la hermana Mariángeles sacándose la pija de
Luciano de la boca, lo miró al cura y le dijo
-
Quiero verle la pija a usted, Padre
La monja con una cara de viciosa
tremenda, se acercó al cura y poniéndose a su lado tomó el hábito por la parte
inferior y comenzó a levantarlo, quedando en completa desnudez. El asombro de
todos fue total, viendo que la hermana Mariángeles no llevaba, de acuerdo a lo
hablado con Sergio hacía unas horas, nada debajo de la túnica.
-
¡Hermana! – dijo el padre Roberto poniéndose de pie y
mostrando un enorme bulto debajo de la sotana
-
Mmmmm, padre! ¡parece que va a reventar eso! – la monja dejaba su hábito en un banco y se
acercaba al cura
-
¡Ayuden a la hermana, chicas! – Sergio ordenó a
Eugenia y María que fueran con el cura
-
Padre – preguntó María mientras se arrodillaba
en el piso, y no para rezarle al cura
-
¿Que?
-
¿Esto va a quedar entre nosotros? – dijo María y su mano se chocó con la de la
monja intentando desabotonar la túnica del cura
-
Mmmmm – dijo el cura y ya no hubo retorno
Sofía ya estaba sacándose la
camisa y el corpiño quedando en tetas. La excitaba sobremanera coger en un aula
del colegio. Sergio, ante la incredulidad de todos, salvo de ella y María, se
acercó a Eugenia y le plantó un beso de campeonato.
El cura no podía entender que las
familias de los jóvenes fueran tan particulares. María y la monja parecían
desesperadas por sacarle la pija del calzoncillo al padre y cuando lo lograron
no pudieron contener la sorpresa
-
Mmmmm, que hermosa pija, padre! – dijo la monja
-
Mmmmm, siiiii – María la pajeaba
La verga del padre Roberto era de
tamaño normal respecto al grosor, pero de una longitud muy buena, cercana a los
18 centímetros.
María miró al cura a los ojos,
abrió grande la boca y se metió todo lo que pudo de la verga del serio rector
del colegio. Se quedó un momento con la verga dentro, caliente y palpitante. La
monja la miraba y le acariciaba la cara. Empezó a moverse y ahora chupaba con
deleite la roja cabeza ahora, mientras la monja le acariciaba los huevos al
cura
Sergio se acercaba y miraba toda
la escena. Detuvo su mirada en los ojos del padre y le preguntó:
-
Padre, ¿esto va a quedar entre nosotros?
El cura estaba con los pantalones
y bóxers por el suelo y desde atrás la perversa Eugenia le acariciaba la cola
con ambas manos. En su cabeza los demonios luchaban venciendo a los ángeles. El
casto religioso vivía todo como si fuese una película, por momentos, le costaba
darse cuenta de que todo era real y no un sueño erótico.
-
Padre, ¿esto va a quedar entre nosotros? – volvió a preguntar Sergio, sacándolo de su
ensimismamiento.
-
Mmmmm siiiii – dijo el cura cuando sintió que un
dedo de la madre de Sofía le recorría el esfínter
-
Me parece muy bien, padre – decía María
María se puso de pie y se acercó
a su marido besándolo en la boca con pasión y le dijo:
-
Sos un genio, no sé cómo se te ocurren estas
cosas!
-
¡Creo que fue la jugada más arriesgada de mi
vida! – dijo Sergio besándola
Ahora fue la hermana Mariángeles
quien tomó la pija del cura para chuparla con deseo y moviendo la cabeza
adelante y atrás
-
Mmmmm – la monja chupaba ahora la verga del
padre Roberto con desesperación
-
Mmmmm – Eugenia le abría ahora las nalgas al
cura y le chupaba el culo con deleite
El padre Roberto no sabía si
sentirse en el infierno o en el cielo. El placer era total. No podía creer que
se podía llegar a gozar tanto. El remordimiento dio lugar a la lujuria y se
preparó para gozar
La hermana Mariángeles fue por
todo y acostándose boca abajo sobre el escritorio, se abrió la cola
ofreciéndosela al cura
-
¡Padre! ¿No quiere hacerme la cola?
La pija del cura dio un salto de
alegría, sin mediar palabra y a los apurones, se sacó el zapato, una pierna del
pantalón y corrió a encular a la monja, a la cual tantas veces había deseado en
secreto sin confesarlo jamás a nadie
-
¿Cómo? –
dijo el cura que parecía no entender
-
Si no quiere cogerme el culo, padre – repitió la
monja
Como toda respuesta, el cura se
afirmó con ambas manos en las caderas de la monja, pero María interrumpió
diciendo:
-
Primero déjeme lubricar. padre!
-
¡Cómo no! – dijo el cura
María se agachó y dejó caer un
hilo de saliva en el culo apretado de la monja y chupó dejando abundante saliva
en el orificio. Sin dudar chupó un momento la dura y larga verga del cura
mirando al mismo y a su marido a los ojos también
-
Mmmmm – el cura apoyó la punta de la verga en el
culo de la monja guiado por la mano de María
-
Aghhhhh, siiiii, padreeeeee – suspiraba la monja
-
Mmmmm – el cura empujó suavemente y todo su
glande fue comido por la cola de la monja
-
Aghhhh, siiii, cójame el culo padre! – la monja
gritaba
Todos se dieron vuelta a mirar
cómo el padre Roberto se cogía a la monja. María fue para adelante y le dio un
beso muy caliente a la hermana Mariángeles
Sofía que estaba cabalgando a
Luciano con la pija metida hasta el fondo de su concha, giró la cabeza y le dio
un beso de lengua a Eugenia, su madre. Esta luego besó a Luciano en la boca.
El padre Roberto, ni en sus
sueños más eróticos y perversos imaginó algo así. Era una orgía incestuosa,
morbosa, caliente, pecadora y propia del demonio.
La pija del cura fue entrando en
el culo de la monja y la hermana Mariángeles al notarlo retrocedió para sentirla
completamente adentro. Cuando los huevos del cura chocaron con la concha de
Mariángeles, esta supo que estaba totalmente enculada y acabó
-
Aghhhh ahhhh ahhhhh padre!
-
Mmmmm – el cura gemía
-
¡Cójame el culo padre, cójame! – Mariángeles se movía
adelante y atrás para sentir mejor esa pija eclesiástica
-
Aghhhh mmmmmm – suspiraba el padre aferrado a
las caderas de la monja
Un poco alejados de estos ahora
Luciano se cogía a su suegra mientras esta le chupaba la concha a su propia
hija. El cura y también algunos otros no podían creerlo. El placer del incesto
estaba en el aire y no detuvo a ninguno de los presentes.
María fue decidida a hacerse
coger por su hijo mientras Eugenia y Sofía ahora le chupaban la pija a Sergio y
la compartían entre besos, lenguas y saliva. Sergio se calentaba viendo a su
mujer siendo cogida por su propio hijo, mientras que el cura ahora bombeaba el
culo de la monja.
-
¡Quiero que me llene el culo de leche, padre! – gritaba la monja
-
Aghhhh aghhhhh siiiiiii
Sergio acariciaba las cabezas de
madre e hija, mientras Sofía se ponía de pie para besarlo y hacer el amago de
sacarle los anteojos. Sergio la detuvo serio, se acercó al oído de la joven y
le dijo
-
No, estos anteojos tienen una cámara y estoy
filmando todo
-
Mmmmmm – Sofía le plantó un beso de campeonato
-
Aghhhh Mmmmm -
se deleitaba Sergio mientras sentía la boca de Eugenia en su pija
Luciano, mientras tanto le
chupaba las tetas a su madre al tiempo que esta lo cabalgaba con la pija
clavada en su lo más profundo de su vagina.
-
Aghhhh mi amor, cogeme así – gritaba María
-
Voy a acabar – decía Luciano
Eugenia se salió de la pija de Sergio
y se fue donde el cura y abriéndole las nalgas comenzó a chuparle el culo. Sin
dudar lo ensalivó y le apoyó la punta del dedo. Cuando media falange de Eugenia
se metió en apretado culo del cura, este empezó a eyacular en interior del ano
de la monja.
Mariángeles cuando sintió latir
la pija del cura en su culo, comenzó a apretar para hacerle sentir más placer.
Eugenia nuevamente se acercó al oído del cura y le dijo
-
Seguramente tendrás ganas de que te cojan el
culo a vos ¿no putito?
-
Aghhhh ahhhh ahhhhh Mmmmm – acababa el cura
-
Ayyyy ssss aghhhhhh cójame así padre!!!! –
gritaba la monja
-
Mmmmm, no sabes lo rica que se siente la pija
del padre de Luciano en el culo! – Eugenia jugaba en el oído del cura
El padre Roberto cerraba los ojos
ahora y se desvanecía sobre la monja. Esta al ver cerca al padre giró la cabeza
y lo besó en la boca. El cura se sorprendió en el momento y no supo que hacer.
Eugenia, conciliadora, se acercó a ellos y besó a cada uno en la boca con mucha
lengua y después los dejó solos para que se besen. No parecían querer
despegarse de ese beso pasional. Ambos sabían de los años de castidad de cada
uno y del otro y parecían dispuestos a dar rienda suelta al deseo contenido.
Siguieron cogiendo y acabando.
Sergio en un momento hizo una recorrida y cada una de las cuatro mujeres le
chupó la verga. Decidió acabar en la boca de Sofía. Luciano, primero acabó en
la concha de su madre y Eugenia se tomó la leche que chorreaba y después volvió
a cogerse a Mariángeles mientras esta le chupaba la concha a Sofía que también
se fue en la boca de la hermana.
María miró toda la escena. El
aula olía a sexo y deseo. Ver todos los cuerpos desnudos en ese ambiente
escolar de paredes con afiches, bancos, carpetas y láminas la excitaba
muchísimo. Era el símbolo de la perversión que había empezado con su inocente
hijo.
F I N
Epílogo
A los pocos Días, Sergio se hacía
presente en la rectoría del colegio. Se reunió con el cura y tras un corto
diálogo en el cual ninguno de los dos quiso profundizar, le mostró unas fotos
impresas y le dijo al padre Roberto que tenía todo filmado y guardado, de modo
que cualquier cosa estraña que se le ocurriera iba a tener consecuencias graves
para el ecleciástico también.
En lo que siguió, el padre
Roberto varias noches iba de visita al cuarto de la hermana Mariángeles. El
pecado se había apoderado de las almas de ambos religiosos. Tanto él como la
hermana Mariángels cogían mucho y de las más diversas maneras y posiciones. Un
día, a la perversa monja se le ocurrió comprar un arnés y terminó cogiendo a
cuatro patas al cura, ante los gritos de placer de éste. Esa misma noche, la
monja le prometía al cura que pronto iba a lograr que sea la verga de Luciano
quien se lo cogiera. Esa noche el padre Roberto eyaculó sin tocarse mientras
era penetrado por la monja.
Respecto a Eugenia y su incipiente
división de bienes con el marido, una vez más fue Sergio quien encontró la
solución. Dejó que el padre de Sofía obligara a rematar la casa y Sergio la
compró poniéndola a nombre de su hijo y Sofía, pero con usufructo de Eugenia,
que le estaría siempre agradecida y es por eso que muchas noches de los fines
de semana se quedaba a dormir junto con su hija en la enorme casa de Canning.
Luciano y Sofía finalmente
terminaron el colegio y comenzaron la universidad. Sofía eligió psicología y
Luciano ingeniería. Preparó algunas materias con la hermana Mariángeles y entre
límites, derivadas e integrales cumplieron todo tipo de fantasías. Luciano se
sorprendió cuando la hermana le dijo caliente al oído que le gustaría verlo
cogiéndose al padre Roberto. Sofía muchas veces tuvo relaciones con compañeras
y compañeros de la facultad, pero nada se comparaba a la verga de su novio
Luciano, ni a las fiestas que organizaban en su casa de Canning junto con
Eugenia, su madre y toda la familia de Luciano. En algunas de estas fiestas
participó Florencia y fue la amiga de María quien le propuso a la joven
participar de un encuentro junto a su marido. Sofía no se negó porque Florencia
era tan especial en la cama que siempre quería estar con ella y se merecía este
favor. La pasó muy bien y el marido estuvo muy agradecido con la dos.
María, la protagonista de esta
historia, en este momento está sentada en su cama pensando. En esa misma cama estuvieron
su marido, Florencia, Eugenia, la pequeña Sofía y su hijo. Miraba el cuadro que
formaba la habitación revuelta y recordó la primera mancha de semen en la
sábana de su hijo, la calentura que le provocó y como fue in crescendo todo.
Ahora solo quedaba disfrutar sin culpa. Tenía una vida acomodada y sexualmente
plena. Recibió una alerta de WhatsApp en el celular, era Florencia
En la pantalla apareció una foto
del hijo de Florencia con short y sin remera después de jugar al rugby. Se le
veía un cuerpo formidable. El mensaje no tardó en llegar
-
¿Viste que grande está mi nene?
Gracias por todas las muestras de
cariño, puntos y comentarios a lo largo de toda esta serie
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