Sofía y su madre estaban desnudas
en la cama, luego de masturbarse y parecían más relajadas. Ahora, a Eugenia le
intrigaba saber que tenía su hija para contarle y no le dio más vueltas al
asunto
-
¿Y vos qué hiciste?
-
Algo muy zarpado
-
Si me prometés que no me vas a juzgar, te lo
cuento todo, mami
-
Te lo prometo
A Sofía, le costaba muchísimo
abrirse con su madre, aún después de haberse masturbado juntas en la cama y de
haberla visto chupándole la pija a su novio
-
No, mami, tenés que jurármelo
-
¿Tan grave es?
-
No sé si grave es la palabra…
-
¿Cuál sería la palabra?
-
Fuerte, muy fuerte
-
¿Más que lo que yo te conté?
-
Si, por la relación que hay entre las personas
-
Bueno, te juro que no te voy a juzgar, pero
primero hagamos una cosa…
-
¿Qué cosa?
-
Bajemos a tomar algo y a comer porque estoy
famélica
Eugenia, había caído en la cuenta
de que no probaba bocado desde hacía más de 8 horas. Sofía hizo el amague de
vestirse y su madre la detuvo.
-
Hagamos una cosa, ¿te animas a estar desnuda
conmigo en la casa por un tiempo?
-
No se…
-
Sería como una prueba para mostrarnos más y
abrirnos
-
Nunca practiqué el nudismo, decía Sofía
-
Es muy lindo
-
¿Vos sí, mami?
-
Sí, otro día te cuento
-
Cuantas cosas que tenés para contar…
-
Sí, ¿dale? ¿Vamos así desnudas a la cocina?
Fueron desnudas. Caminaban una detrás
de la otra. Al principio, con un poco más de recato, pero después, se fueron
distendiendo. Comían en la mesa alta de la cocina y se miraban y se reían.
Sofía estaba contenta de descubrir que su madre era calentona como ella. El
contraste de ambas era hermoso: si bien eran muy parecidas, las pequeñas
arrugas en el rostro de Eugenia y las tetas hechas duras y desafiantes, por un
lado, y por el otro, Sofía con la piel tersa, las tetas pequeñas y turgentes y
esa cara de niña traviesa que se escondía en su rostro angelical.
-
Volvemos a la cama y me contás, dijo Eugenia
-
Sí, vamos, mami, dijo Sofía
Sofía se acomodó desnuda como
estaba y comenzó a contarle a su madre. Primero, empezó contándole el episodio
de Luciano masturbándola en el boliche y la pareja de al lado con la que se
miraban mutuamente
-
Ah saliste a mami, exhibicionista
-
Jajajaa
-
¿Que más? No creo que sea eso lo “tan fuerte”
que tenés
-
No tengo más. Mucho más.
Siguió contándole que fue a lo de
su suegra porque le dolía un poco la vagina y sentía una molestia y que ella la
vio completamente desnuda. En ese momento, Sofía dudó si contarle la
experiencia y le hizo una pregunta muy íntima a su madre
-
Mami, ¿alguna vez estuviste con una mujer?
-
….
Eugenia se quedaba en silencio.
No sabía si confesarle eso a su hija y no quería mentirle tampoco.
-
¿Tomo eso como un sí?
-
Sí, tomalo como un si
-
Bueno, eso me da más tranquilidad para contarte
lo que tengo que contarte
-
No me digas que con la madre de Luciano…
-
Si… mami, se ruborizó
-
No te puedo creer…Eugenia se asombraba
-
Si, a la madre de mi novio
-
¿Ella te sedujo?
-
Las dos, no puedo culparla
-
¿Cómo fue?
-
Mirá que es muy fuerte, mami…
-
No me asusto de nada, tengo tanto para contarte…
-
Que intriga me da eso, se entusiasmó Sofía
-
Te voy a decir una cosa antes de que me cuentes
nada
-
¿Que mami?
-
Yo tuve una vida sexualmente muy activa y
diversa
-
¿Si?
-
Sí, muy, así que podés liberarte y contarme todo
lo que quieras sin reprimirte en nada
-
Claro, vos fuiste muy explícita cuando me
contaste la fiestita esa, jajaja
-
Si, por eso te digo, podes hablar tranquila
-
Gracias mami, me relaja mucho lo que me decís
-
Bueno, a partir de ahora, creo que nosotras
vamos a tener otro tipo de relación, ¿no?
-
No lo dudo, dijo Sofía y un brillo de excitación
pareció apoderarse de su mirada
Eugenia tenía claro que estaba
mal lo que estaba haciendo con su hija. Masturbarse en compañía era el primer
paso de otras cosas que podían llegar a pasar entre ellas, encima ahora le iba
a contar como se había acostado con su suegra, la madre de Luciano, la cual
tenía su misma edad. Toda una locura
-
Bueno, mami, como te contaba, Meri…
-
Ah Meri se llama la madre de Luciano
-
Sí, ¿estás celosa?
-
Un poco sí.
-
¿Por qué?
-
Porque confiaste más en ella que en mí para
contarle algo tan íntimo y por…
-
Bueno má, vos pensá que esta confianza que hoy
tenemos hace unos días no la teníamos
-
Es verdad
-
¿Y porqué más estás celosa?
-
Por las cosas que le habrá hecho a mi hijita…
-
Si te cuento…Sofía sonaba excitada
-
Contame, ya veo que te calienta
-
Te digo la verdad, me acuerdo y me mojo, dijo
Sofía totalmente
-
Uffff, Contame
-
Bueno, ¿te cuento con lujo de detalles o por
arriba?
-
Con lujo de detalles, no te asustes si me toco
cuando me contás
-
No, yo no creo que pueda reprimirme tampoco
-
Dejame estar más cerca, dijo Eugenia y acercó su
cuerpo desnudo al de su hija
Eugenia tuvo que reprimir las
ganas de acariciar la piel suave y delicada de su hija. La recorrió con la
mirada deteniéndose en cada parte. Sofía la miró
-
¡Como me miras, mami!
-
Sí, es que sos hermosa
-
Vos también
Sofía miraba descaradamente las tetas
de su madre.
-
Pero es que vos, tan joven con esa piel
Eugenia acarició el costado de la
cintura de su hija
-
Bueno, te voy contando.
-
Dale
-
Una vez yo estaba arrodillada en el cuarto de
Luciano…bueno…
-
Chupándole la pija
-
Sí, mami, gracias.
-
En ese momento miro para el costado y me pareció
verla a Meri. Yo lejos de avergonzarme, me excité y comencé a chuparlo con más
ganas y en un momento la miré a los ojos a ella.
-
Eso me re calienta, dijo Eugenia
-
Sí, ya veo como se te paran los pezones
-
Y lo mojada que estoy, dice exhibiéndose sin
pudor ante su hija
-
Me acuerdo que era la primera vez que se la
chupaba a Luciano, pero le puse más ganas que nunca. No llegué a hacerlo como
vos, pero hice todo lo que había visto en videos.
-
Ah, ¿te gusta mirar porno? Preguntó su madre
-
Sí, pero más me gusta leer relatos eróticos
-
Ah, mirá, a mí me gusta ver porno de vez en
cuando
-
Bueno, el tema es que se la estaba chupando a
Lucho y se me ocurrió un juego muy zarpado. Le saqué la remera y con eso le
vendé los ojos. Le empecé a chupar la pija y Mery se vino a mi lado. Era algo
completamente excitante chuparle la pija con la madre al lado.
-
El incesto…balbuceó Eugenia que se estaba
tocando
-
Claro, en un momento Meri me sacó mi mano y le
acarició ella los huevos a Luciano. A su hijo, ¿entendes?
-
Uffff como me calienta lo que me contás! Decía
Eugenia
-
Sí, es tremendo a mí me calentaba y aún más
sabiendo que era la madre
-
No la culpo, yo ahora estoy muy caliente y con
vos al lado…
-
Sí, mami, yo te tocaría las tetas…
-
Y yo a vos, dice Eugenia
Colocándose de costado, Eugenia
comienza a acariciar las tetas de su hija,
-
Mmmmm, mami
-
Seguí contándome
-
Aghhhh, bueno, después de eso ella le acarició
los huevos a su hijo y él estaba a punto de acabar. Meri me hizo señas para que
me acabara en las tetas y salió corriendo. Luciano me acabó en las tetas y
nunca se enteró que la que le acarició los huevos fue su propia madre
-
Mmmmm, Eugenia ahora le chupaba las tetas a su
hija
-
Ayyyyy, Mami, que me haces? me encanta
-
No pude contenerme, Contame de lo que hiciste
con la madre
-
Bueno, sigo, pero no respondo de mí sí seguís
chupándome las tetas así
-
Vos seguí
-
La cosa es que Meri me acostó para revisarme y yo
me saqué la bombacha para estar más cómoda, te juro que de a poco ya estaba
empezando a calentarme mal, yo nunca había estado con una mujer, pero me empezó
a decir cosas…
-
¿Como qué?
-
Que tenía una concha hermosa…
-
A ver si mintió o no…
Eugenia le abrió las piernas a su
hija y se acomodó arrodillándose delante de ella y le acarició la parte interna
de los muslos con ambas manos. Sofía ya estaba muy caliente y verla a su madre
delante de ella completamente desnuda y acariciándola la volvía más loca aún
-
Bueno, empezó a rozarme con el dedo pulgar
-
¿Así?
Eugenia, como si supiera, hizo el
mismo movimiento que había hecho María en su momento y una gota de excitación
corrió por la concha de su hija
-
Mmmmm, mami, siiiii, así hizo
-
¿Que más te dijo?
-
Me preguntó si me gustaba porque yo gemía,
estaba muy caliente, mami, como ahora, y me dijo “esto te va gustar más”
-
¿Y que te hizo?
-
Me metió dos dedos de la otra mano y me frotó
acá con el dedo gordo
-
¿Así? Mmmmmm, Eugenia copió exactamente lo que
escuchó
-
MMmmmm, mamiiiiii siiiii
-
¿TE gusta? ¿Mucho?
-
Muchísimo, pero ahí ella me dijo que me la iba a
chupar y yo le dije que sí, que lo haga
-
¿Y vos queres que yo te la chupe ahora, para
recrear exactamente el momento?
-
Sí, mami, chupame
Eugenia se agachó a chupar a su
hija y en el mismo momento se comenzó a frotar ella misma la concha. Sofía no
aguantó mucho, su calentura era mayor. Después de unos cuantos lengüetazos de
su madre y metidas de dedos muy profundas, Sofía estalló en un orgasmo muy
intenso
-
Aghhh ahhhh ahhhhhhhh mami…
-
Si mi amor acabá….
-
Aghhh ahhhhh ahhhh ahhhhhhahhhhhhhhahhhhhhhh,
acababa Sofía en la boca de su madre
-
Mi amor me encanta hacerte acabar
-
¿Si?
-
Tenés una concha hermosa
-
¿Sí, mami?
-
Sí, no mintió la madre de Luciano
-
Aghhhh, como me gusta, mami
-
¿Sí, mi amor? ¿Te gustó?
-
Sí, mami, te quiero chupar a vos…
-
Dale, chupame
Ya fue todo, pensó Eugenia. Se
acomodó, acostándose con las piernas abiertas y se pasó una mano por la concha.
Estaba muy mojada. Sabía que había hecho algo prohibido y eso, lejos de
detenerla, la estimulaba más para seguir con su hija en esta situación
incestuosa, pero por demás excitante.
-
Sofía, me vas a chupar la concha?
-
Si mami
-
Mmmmm, que hermosa que sos
-
Me gusta tu concha, mami
Cada vez que Eugenia escuchaba la
palabra “mami” se calentaba más. A Sofía le salía naturalmente llamarla así.
-
Que puta que me pongo cuando me caliento, mi
amor, dijo Eugenia
-
Y yo también, mami
-
Mmmmm, chupame, dale
Sofía se había acostado boca
abajo y su cara estaba a centímetros de la concha de su madre. La miró desde
abajo y le sonrió. En su cara ya no se veía a una niña, se veía a una mujer,
perversa, caliente y decidida. Sacó la lengua y la pasó por todo el largo. La
humedad de la concha de Eugenia era total, aunque fue mayor cuando sintió la
lengua de su hija recorrerla
-
Aghhhh mi amorrrrrr
-
Siiii, mami, te gusta?
-
Mucho, chupame, si si
-
Mmmmm, Mmmmm, Mmmmm
Sofía se dedicó a chuparla como
le gustaba que la chupen a ella, con delicadeza al principio y con convicción
luego. Inició el juego perverso de llevarla hasta el orgasmo y cambiar de
movimientos, cosa que desencajaba a Eugenia, pero no podía expresarse tal era
la calentura que tenía
-
Mmmmm, mi amor, me encanta lo que me haces, le
decía
-
¿Sí, mami?
-
Mucho, quiero acabarte en la boca
-
Siiiii
-
¿Estás lista para recibir mi acabada?
-
Sí, mami
Sofía chupó con más vehemencia y
sentía por los temblores en las piernas de su madre, que el orgasmo era
inminente. Para lo que no estaba preparada era para sentir tanto flujo saliendo
de la concha de Eugenia que empezó a convulsionar y a largar un néctar que
sabía a manjar en la boca de la pequeña Sofía
-
Aghhhh aghhh ahhhhh ahhhhh
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
-
Mmmmmm, bebía y chupaba Sofía
-
Mmmmm, aaggggghhhh ahhhhhhhh
-
Mmmmm
-
Mi amor me hiciste acabar como nunca…aghhhhh
-
Mmmmm
Sofía levantó el rostro y lo
tenía brilloso de la acabada de su madre. La pera relucía en brillo de esa
humedad caliente que había largado Eugenia.
-
Vení, besame, le dijo Eugenia
-
Mmmmm, sí, mami,
Subió Sofía con su cuerpo
acostándose encima de su madre y besándola con pasión. Esta la recibió con los
brazos abiertos y la apretó contra sí misma y comenzaron a besarse con mucha
pasión. Se intercambiaban saliva y el sabor de la otra que ya a esta altura se
confundía.
Se levantaron y se bañaron
juntas, se enjabonaron mutuamente y jugaron mucho bajo el agua. Parecían amantes
de toda la vida. Sofía estaba pletórica al saber que tenía en su madre a una
cómplice y Eugenia también sabía que la confianza entre ambas había llegado
para quedarse.
Cuando salieron de la ducha, se
secaron mutuamente. Eugenia lo hacía como una mamá y Sofía se dejaba hacer como
una nenita. Se miraban y se reían. No había lugar para la culpa, eso llegaría
después cuando Eugenia reflexionara y se diera cuenta de lo que habían hecho.
De a poco, fueron volviendo a la
normalidad y a temas más cotidianos. Cenaron juntas, respondieron chats en sus
teléfonos y se fueron a dormir sin hablar del tema
En el medio de la noche, Eugenia
se despertó y empezó a invadirla la culpa por lo que había hecho con su joven
hija.
Al otro día, Eugenia la encaró
sin más y le dijo
-
Sofi, vení, quiero que hablemos
-
Sí, mami, la miró preocupada
-
Quiero que tengas en claro que lo que pasó ayer,
no puede volver a suceder
-
Bueno
-
Fue muy fuerte y ambas nos dejamos llevar…
-
Sí, mami
-
Es más, te diría que, por un tiempo, para
aclararte, trates de estar solamente con Luciano y evites a tu suegra, para no
complicar las cosas
-
Sí, mami, tengo claro que lo que pasó con Meri,
fue cosa de una sola vez
-
No sé cómo haces para tenerlo tan claro a tu
edad
-
Es que no creo que se vuelva a repetir…
-
Si la pasó tan bien como la pasé yo, va a querer
más…
-
Jajaja, bueno, gracias, yo también la pasé bien,
pero creo que se contenerme
-
Aparte tenés muchas cosas para hacer con Luciano
-
Claro, mami
-
Bueno, me alegro que haya quedado claro entre
nosotras
-
Sí, mami
(continúa acá)
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