Mi hermana estaba en mi cuarto y
yo sentado en mi silla gamer mirándola como si se tratara de una escultura
milenaria. No podía creer lo que mis ojos veían. Los nervios se apoderaron de
mí y como pude esbocé:
-
Pa.. pasá y ce…cerrá - le dije tartamudeando
-
¿Estas nervioso? – me preguntó con un atisbo de sonrisa
Ella me preguntaba a mí. No podía
dejar que tomara el control. No debía permitírselo.
-
Sentate en mi cama
-
Si, dijo ella
Se sentó con las piernas cerradas
y yo, aun sentado, giré mi silla de la computadora para verla de frente.
-
¿Viniste sin bombacha? – necesitaba ser directo
para sentirme más seguro
-
Si
-
¿Segura?, ¿no me mentís? - insistí
En ese momento mirándome a los
ojos, como si de la película atracción fatal se tratara, abrió lentamente las
piernas y levantó una para mostrarme su depilada concha. Juro que traspiraba
como el detective gordo de la película y que ella me miraba desafiante como
Sharon Stone. Solo que a ella se la notaba más seria y menos confiada.
-
Muy bien - dije en un tono que intentó parecer
firme
-
Total, ya me la viste en las fotos, ¿no? - dijo
ella
-
Si – fue lo único que atiné a responder
Cerró las piernas y las cruzó.
Estuve tentado de pedirle que las abra, pero quería demostrarle que el control
lo seguía teniendo yo.
Es el día de hoy que no entiendo cómo
me animé. Solo esa adrenalina que vivía en ese momento, podía explicar lo que
hice a continuación. Me levanté y me coloqué delante de ella con el bulto de mi
pija visiblemente erecta, delante de ella.
-
¿La vas a probar?
-
Sacala - me dijo ella
No dudé y le ordené.
-
Sacala vos
Me miró a los ojos como tratando
de entender en quien se había convertido su hermano. Una sonrisa perversa se
apoderó de mi cara, como el villano perfecto de una película. La heroína estaba
casi derrotada a los pies de él, que sonreía maliciosamente.
Creo que no debo sufrir ningún
tipo de cardiopatía porque de haber sido así, en ese momento me moría. El
corazón nuevamente latía a mil ¿Cuántas veces ya en un día? No importaba
Mi dulce hermanita, sentada en mi
cama, con su carita de ángel. Esa sumisa chica, estudiosa y religiosa a mas no
poder, estaba con su mirada clavada en la mía y ahora bajándola lentamente para
desabrochar mi cinturón.
Yo la miraba desde arriba y me
tentaba acariciarle el pelo, la cara, la boca, pero sabía que no debía hacerlo.
No debía mostrarme débil y complaciente porque ella iba a saber aprovecharlo.
Era muy arpía, había que tener cuidado con ella.
Con sus dedos delicados tomó mi
cinturón y lo fue sacando. Lo hacía todo muy lentamente y eso lo volvía más
mágico, más irreal. Desabrochó la hebilla y lo apartó a un costado. Volvió su
mirada a mis ojos. Yo la miraba serio. Un poco por mis nervios y otro poco para
no mostrar indicios de placer. Desabotonó y me miró nuevamente. Se detuvo como
esperando una nueva indicación de mi parte
-
Seguí – le dije cortante
-
Bueno
Fue bajando el cierre lentamente
y de a poco fue abriéndome la cremallera para liberar la zona. Una mano me tocó
por encima del calzoncillo y vio que estaba en una semi erección. No era
completa producto de los nervios, debía relajarme. Volvió a mirarme
-
Sacala - le ordené
-
Bueno - me dijo sumisa
Ahora sí, metió la mano dentro,
bajando el elástico y tomó mi verga firmemente con su delicada manito de
princesa. Evidentemente sabía lo que hacía, no era la primera vez. La sopesó y
retiró la piel hacia atrás. Volvió a mirarme y miró mi pija. Empezó a subir y
bajar la piel pajeándome de una manera deliciosa. Sabía que estaba logrando
controlarme, pero yo fui más fuerte esta vez
-
No te pedí que me pajearas
-
Bueno
La mantuvo en su mano y me miró
esperando la siguiente orden, que no tardó en llegar
-
Metétela en la boca
No me respondió, me miró a los
ojos, abrió la boca y sosteniéndome la mirada como una auténtica geisha se
metió lentamente mi pija en la boca. Cerro la boca y me miró con la verga
adentro. Yo le sonreí maliciosamente.
Tuve tiempo para detenerme a
pensar en todas las maldades y desplantes que me había hecho en el último
tiempo y le sostuve la mirada un tiempo largo.
Ella, mi hermana, la casta, la
pura, la inmaculada, estaba ahora con la mitad de mi pija dentro de su boca. Le
acaricié el pelo, no pude evitarlo. Ella se sonrió con mi verga dentro. Una
batalla pequeña había ganado, pero no le duró mucho
La agarré fuerte del pelo y la
tiré hacia atrás para que salga un poco de mi verga de su boca y volvía a
empujarla, siempre agarrándola bien fuerte de su hermoso y castaño cabello,
hacia adelante con fuerza. Hizo una pequeña arcada. La saqué y la tiré para
atrás. Mi pija estaba más erecta que nunca en su vida, creo que nunca había
estado así. Sentía hasta un leve dolor de lo dura que estaba. Mis huevos
también se contrajeron. Le saqué la pija y empecé a pasársela por toda la cara.
Un poco de saliva de ella y otro poco de líquido pre seminal se esparcían por
su cara.
Noté que en determinado momento
en que le estaba pasando la pija en la cara, se olvidó que era su hermano, su
amo y que ella era mi sumisa esclava. Con sus dos manitos apoyadas sobre sus
muslos y mirando fijamente mi verga, la siguió con la mirada y abriendo la boca
se la volvió a meter y comenzó a chuparme con desesperación
Iba a acabar, y lo iba a hacer en
las fauces de mi hermana. La agarré del
pelo y moviéndole la cabeza comencé a cogérmela por la boca.
Ella abría más la boca y se
dejaba hacer. Quise ponerla a prueba y la solté. Fue entonces que sucedió.
Agarró mis caderas y comenzó a chuparme, ahora sí ella a mí, con toda devoción.
Esa misma devoción que sentía por Dios, ahora la tenía por mi pija. Chupaba
como desesperada. En ese momento entendí que mi hermana era una auténtica diosa
del sexo. Una puta hermosa. En la intimidad, era la mejor y lo daba todo.
Siguió chupándomela y le dije
-
Te voy a acabar en la cara
Quería humillarla y ultrajarla,
pero en un momento noté que no era nada nuevo esto que le iba a hacer a mi
hermana. Aun así, mi excitación pudo más y la volví a agarrar del pelo,
sacándole la pija de la boca. Ella pareció entender lo que venía y comenzó a
pajearme con la boca abierta y mirándome a los ojos
Ese contacto visual lo fue todo. Me
venía en un orgasmo irreversible
-
Tomá - dije con voz firme
Ella cerró la boca para recibir
mi leche en su cara. Un primer potente chorro cruzo su boca, nariz y ojo
derecho. El segundo, más largo aún, en nariz y ojo izquierdo que permanecía
cerrado. El tercero ceja, frente y parte del pelo. El cuarto, un poco menos
caudaloso, en la boca nuevamente.
Me agarré la pija y se la pasé
por toda la cara esparciéndole el líquido elemento. Ver su cara llena de mi
semen me produjo una oleada de placer extremo. Era una gran locura, lo sabía,
pero me sentía en un éxtasis total.
Ver a mi hermana sometida y
humillada por mí, no tenía precio. Ver su cara llena de mi leche me llevaba a
los límites del morbo. Era mi hermana y aun así no sentía culpa. Se merecía
esto y mucho más.
-
Alcanzame un pañuelo descartable - dijo ella
-
Acá las órdenes las doy yo - dije firme
-
¿Qué más queres que haga? - Preguntó en un tono
que mostraba preocupación
Seguro por su cabeza pensaba
¿hasta dónde piensa llegar mi hermano? O ¿Por qué habré sido tan cruel con él y
ahora tengo que pagar así?
Agarré la caja de pañuelos, saqué
uno y se lo alcancé. Lo tomó y sin abrir los ojos se lo pasó, primero por los
párpados y ahí sí, abrió sus dos ventanas y esos ojos no parecían tristes.
Destellaban algo que me costaba identificar. Me miró con intensidad.
-
¿Me podés dar otro pañuelo, por favor?
-
Tomá - le dije alcanzándole otro
No podía creer la sumisión de mi
hermana. Me pedía las cosas por favor y se limitaba a hacer lo que le pidiera.
-
Otro, porfi - dijo con cara de nena buena
Juro que ahí mismo, con la cara
aún con semen, me hubiese abalanzado a besarla y chuparle la boca, meterle la
lengua, chuparle los ojos. Solo veía a una nena dulce que pedía ser contenida.
Esa palabra “porfi” me desarmaba, pero tenía que ser fuerte.
Ella pareció notar que algo
cambiaba en mi gesto y ya no estaba tan duro como antes y quiso ir por el mismo
lado.
-
¿Me das otro, hermanito?
Casi me desmayo al oír
“hermanito”, pero por suerte pude recomponerme y me giré sentándome en la
silla, tiré los pañuelos en la cama a su lado y me puse a mirar la computadora
diciendo
-
Ahí tenés, límpiate y Andate a tu cuarto
Me miraba y yo podía sentir la
carga de su mirada en mi espalda, pero no claudiqué. Se terminó de limpiar y se
paró diciéndome
-
Chau
-
Cerrá la puerta - dije sin dejar de mirar la
pantalla
Ya era tarde. Había humillado a
mi hermana acabándole en la cara. Era momento de dormir y descansar. Todo había
cambiado. En este juego de roles, ya no iba a ser yo el humillado y sometido.
Ahora yo empezaba a ser el dominador y ella la dominada.
Me dormí con una sonrisa de
placer como nunca antes lo había hecho
(continúa acá)
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