Otra vez me desperté pensando si
había sido realidad o un sueño. Cuando giré la cabeza hacia mi mesa de luz,
pude ver los bollos de papel pegoteados con semen, con los que se había
limpiado la cara mi hermana la noche anterior. Los kleenex se estaban
convirtiendo en una prueba de verdad.
Una imagen vino a mí en ese momento.
Primero, la de su cara llena de mi leche. Segundo, la de ella con la minifalda
y sin nada debajo. Amaba verla en esa posición de sumisa y haciendo todo lo que
le pedía.
Esa mañana me levanté a desayunar
y sentí todo diferente. Los colores, el aire, las caras de mis padres, todo.
Sentía como si me hubiese tomado un ácido lisérgico y veía todo diferente. Caí
en la cuenta de que mi vida anterior era gris, oscura y sin motivaciones.
¿Empezaría una nueva vida? ¿O
sería un proceso que duraría solo un tiempo? Con eso en mi cabeza y mientras
untaba una tostada, la veo aparecer a ella. Venía vestida con el camisón y con
corpiño puesto. Saludó a todos y a mí especialmente
-
Buen día, Juan
-
Buen día - respondí yo, casi como un enamorado
-
¿Cómo dormiste? – me preguntó
Yo creí morirme en ese instante.
Mis padres nos miraban de forma extraña como si estuvieran presenciando un
experimento social. Mi hermana me estaba preguntando cómo había dormido. Eso no
estaba en los papeles, no había sido planeado. ¿Que buscaba ella con ese
comportamiento?
Yo trataba de salir de la
situación respondiendo con monosílabos y ahí nomás apareció mi madre
-
Podes responderle con un poco más de ganas a tu
hermana, ¿no?
-
Es que estoy muy dormido todavía – dije mintiendo
Zafé por el momento, pensé. Pero
mi hermana tenía una jugada guardada que no me esperaba y le resultó bien. Me
miró y me dijo:
-
¿Me das la leche?
Yo, conmovido por escuchar
semejante frase en la boca de mi hermana, solté la tostada que estaba en mi
mano y en el intento de agarrar rápidamente la leche tiré la taza y se derramó
el café con leche en la mesa. Fue un papelón. Mi hermana se rio y rápidamente
se levantó a buscar una rejilla para limpiar la mesa. Mi mamá también se
levantó y giró saliendo a buscar un trapo.
Fue en ese momento, que ambos
estábamos solos en la cocina que ella pasó su dedo índice por una gota del café
derramado y mirándome a los ojos, se chupó el dedo con una sonrisa. Yo me quedé
de una sola pieza. No podía articular palabra.
Mi madre regresó protestando:
-
A ver correte, salí de ahí
-
Ya ya, ya me muevo - le dije
Me levanté, fui a la bacha de la
cocina y mi hermana se puso a mi lado, que me dijo casi en un susurro:
-
¿Qué pasó? ¿Te pusiste nervioso?
-
No, fue un accidente - le dije serio, aun
sabiendo que no me creería
Esta pequeña batalla la había
ganado ella, pero estaba claro que la guerra la venía ganando yo. Debo
reconocer que ese pequeño incidente me bajó un poco del sentimiento de exaltación
que tenía esa mañana, pero no del todo.
Salí a la calle, fui hasta la
avenida y me tomé un colectivo que me llevara a microcentro para comprar unos
componentes que necesitaba para actualizar la computadora. En el viaje en
colectivo miraba a todo el mundo, a los edificios, trataba de adivinar a donde
iba la gente, a que se dedicaban, que edades tendrían. Siempre evité mirar a la
gente por temor a que sintieran mi mirada y me dijeran algo. Esto era un
pequeño paso de mejora.
Bajé del colectivo junto con una
chica. Al estar yo delante, se me ocurrió correrme y dejarla pasar.
-
Pasá vos primero - le dije
-
Gracias - me dijo mirándome a los ojos
Era la primera vez en mucho
tiempo que una extraña me miraba a los ojos y me decía algo. No pude evitar que
los colores subieran a mi cara y calculo que ella lo notó. No me importó.
Me tuve que quedar en la esquina
pensando un poco donde debía ir y que debía comprar. Cuando me recuperé, entré
en la galería a comprar estos componentes.
No sé si debo atribuirle lo que
me pasó a esta nueva vida que estaba viviendo ahora, pero se dio un diálogo con
el dueño del local cuando me vio mirando un anuncio que estaba pegado en la
pared. El panfleto decía “trabajá desde tu casa 4 veces x semana y te pagamos
muy bien”
-
¿Te interesa? - me dijo el hombre
-
No sé qué es
-
Tenés que hacer unas tareas de programación
desde tu casa y una vez por semana venís acá y cobras la semana y revisas el
soft de algunas computadoras y te vas
-
Si - me interesa
-
Esperá, no te dije cuanto te voy a pagar…
-
Si - dije prudentemente
El tema fue que volví a casa con
trabajo y bien pago, los lunes a primera hora cobraba y me quedaba en el local
arreglando alguna máquina y los otros cuatro días programaba. Si llegaban a
entrar muchas máquinas, tendría que ir más seguido al local, pero implicaría
una mejor paga. Me ofreció también un 40% de descuento en los componentes que
yo quisiera.
Cuando regresé a casa encuentro a
mi madre llorando. Mi padre la abrazaba consolándola. Había fallecido mi tía
Olga, la hermana de mi mamá. Mi mamá había nacido en Tucumán y de allí era toda
su familia. Olga era la única hermana viva que le quedaba ya que mi tío Oscar
había fallecido tiempo atrás.
-
Vamos a viajar esta noche, me dijo mi papá,
nosotros tres
-
¿Quiénes tres? pregunté
-
Vos, mamá y yo
-
Yo no puedo - les dije
-
¿Por qué no podes? ¿Qué tenés que hacer?
-
Acabo de empezar a trabajar esta semana
-
¿Y por qué no nos dijiste?
-
Quería que sea una sorpresa al cobrar mi primera
semana que será el lunes que viene
-
Bueno, tendremos que ir nosotros dos. – dijo
resignado mi padre
-
Si.
-
Tu hermana se queda con vos.
-
Bueno – dije y una sonrisa perversa se dibujó en
mi mente
Mi rostro permaneció sombrío
mientras mi cabeza ya empezaba a imaginar mis días en soledad con mi pequeña
hermana. Ya me imaginaba su cuerpo, de un metro cincuenta y dos, totalmente desnudo
caminando por la casa. Increíblemente tuve una erección y reaccioné justo sin
que lo notaran mis padres.
Más tarde, mi hermana entró por
la puerta y al ver el cuadro de mi madre compungida y llorando, preguntó
preocupada:
-
¿Qué pasó?
-
Se murió la Tía Olga
-
Ah, pensé que se había muerto el perro, como no
lo veía por ningún lado – dijo mi hermana sin ninguna preocupación
Desde hacía 8 años que teníamos a
Pastor, un perro de raza ovejero alemán, pero con alguna cruza con perro de la
calle. Yo lo quería mucho. No así mi hermana, que lo trataba con desprecio,
nunca le daba de comer e incluso una vez la vi maltratándolo y me enojé mucho
con ella. Como siempre sucedía, ella lo negó y mis padres le creyeron.
-
No seas mala con Pastor, pobrecito
Ni bien terminó de nombrarlo,
Pastor apareció moviendo la cola y apoyó la cabeza en el muslo de mi madre.
Siempre tuve la sensación, y con mi perro cada vez más lo confirmaba, de que
los perros saben cuándo un amo está triste. En este caso los amos éramos tres:
mi madre, mi padre y yo. Mi hermana era un ser de la familia, pero Pastor nunca
se le acercaba. En cambio, a nosotros, siempre nos jugaba y se nos ponía a
nuestros pies. Era un perro muy inteligente y muy poco demandante. Se arreglaba
solo con que le pongamos comida y lo bañemos de vez en cuando. Salía solo a la
calle y siempre volvía.
No les conté que vivimos en una
casa de una planta con un fondo muy chiquitito en un barrio de la zona sur de
Capital Federal o Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No puedo dar más detalles
para que no descubran mi identidad. Pastor, iba y venía del parque (de no más
de 12 m2) a la casa.
Por la tarde, llevé en el auto a
mi mamá y mi papá hasta Retiro (terminal de ómnibus) ya que mi padre no quería
manejar tanto. Mi hermana no quiso venir, diciendo que tenía mucho que
estudiar. Seguro era mentira, solo que no le divertía el plan. Como siempre, le
creyeron y se despidieron diciéndole que en una semana volvían. Iban a
aprovechar el viaje para visitar familiares que hacía mucho que no veían. Luego
de saludar a mi hermana, vino la recomendación hacia mí:
-
No pelees mucho con tu hermana
-
A ella también decile - le respondí
-
¿Sabías que tiene trabajo? - le dijo mi papá a
mi hermana
Por primera vez, noté que mi
padre hablaba de mi con algo de orgullo y eso me hacía hinchar el pecho de
emoción.
-
¿Si?
-
Si – respondí con una sonrisa
-
Espero que le dure y no pase como siempre – dijo
ella perversa
-
Si, voy a trabajar 4 días desde casa y 1 voy al
centro
-
Mirá vos - dijo mi mamá
-
Una de cal y una de arena, dijo mi papá
-
¿Por? - preguntó
mi hermana
-
Una mala noticia por la muerte de la tía y una
buena por mi trabajo, aclaré dejándola como una boluda.
Mi papá asintió y se puso a
llorar con mi mamá. Creo que mi padre también se emocionó un poco porque volvía
a trabajar después de mucho tiempo.
Algo raro en mí, que pescara tan
rápido una frase así. Vi un destello de orgullo en mi padre cuando me miró.
Debo contarles que siempre sentí que había decepcionado a mis padres. Yo soy
(iba a poner era) una persona con muy poco contacto social, los trabajos me
duran poco y al ser un poco gordo, me da mucha vergüenza salir a la calle. Quizás
es por eso que no tengo ni tuve novia y las pocas chicas con las que salí me
terminaron dejando por aburrido. El porno y los relatos eróticos fueron mi
refugio por mucho tiempo.
Creo que fue por leer tantos
relatos, que me animé a poner en palabras todo esto que pasa con mi hermana
menor.
Mis padres tomaron el micro y se
despedían de mí saludando con la mano. Las sonrisas tristes de los dos me angustiaron
un poco. Siempre sentí en la mirada de ambos ese peso de que yo no era lo que
ellos habían soñado para un hijo. En cambio, mi hermana sí lo era. Me fui al
estacionamiento con la alegría de saber que ellos estarían bien en Tucumán y
con el deseo de que, si yo me lo proponía, podía llegar mucho más lejos de lo
que había llegado hasta acá.
Mi mente volvió rápidamente a mi
hermana mientras manejaba por la avenida 9 de Julio. Tomé el puente Pueyrredón
y bajé en Vieytes para ir a mi casa. Cuando estaba parado en el semáforo una
idea acudió como un rayo a mi mente y agarré mi teléfono. Le mandé un WhatsApp
a mi hermana que decía.
-
Hola
-
Hola - respondió al instante
-
Quiero que me esperes desnuda en casa, llego en
5 minutos.
Mi corazón se aceleró. A esta
altura, ya debía acostumbrarme a los cambios de ritmo de mi interior. Estacioné
y no me pude bajar del auto de los nervios que tenía. Intenté calmarme y de a
poco respiré profundamente y lo logré
Entré a mi casa y tras pasar la
puerta estaba todo en completo silencio y en soledad. Voy a la cocina y estaba
vacío. Volví a mirar mi teléfono y no me di cuenta que no había chequeado si mi
hermana me había respondido.
Mi corazón palpitó fuertemente
cuando vi las dos tildes azules. Seguí explorando la casa muy lentamente y
nada. Seguí por mi cuarto, lo abrí y nada. Me fui acercando al cuarto de ella y
desde afuera pregunté:
-
¿Estás en tu cuarto?
-
Sí, estoy estudiando
Tomé el picaporte para abrir la
puerta. No iba a pedir permiso. Ya no estaba en mis planes pedirle permiso a mi
hermana por nada.
La puerta se abrió y la vi. Casi
me desmayo. Mi hermana estaba sentada en su escritorio estudiando, al parecer
con mucha concentración, totalmente desnuda. Solo tenía unos aritos puestos.
Sin mirarme, seguía concentrada, o al menos simulando, en el libro que tenía
frente a ella. Como pude articulé:
-
Muy bien, me gusta que me hagas caso
Le veía por primera vez las tetas
en vivo. Me parecieron hermosas. Chiquitas como ya las conocía en fotos, pero
esos pezones rosados me volvían loco. Recordemos que me había chupado la pija y
le había visto la concha debajo de la minifalda, pero las tetas no se las había
visto personalmente.
-
Cerrá la puerta cuando salgas, me dijo
-
Acá las órdenes, las doy yo - le dije seco
Volteó la cabeza para mirarme
desafiante. Vi en su rostro las ganas de insultarme y de decirme algo, pero se
contuvo
-
Te esperan 7 días siendo mi esclava – le dije
sosteniéndole la mirada
No sé si fueron nervios o qué,
pero me pareció que sus pezones se pararon. Se me fue la mirada hacia ellos, y
ella lo notó. Se miró a sí misma y volvió a leer el libro.
Yo me fui a mi habitación y como
pude me concentré en lo que sería mi primer día de trabajo. El trabajo no era
sencillo, pero sí requería tiempo frente a la compu y organización para cumplir
con las metas diarias y semanales. Me armé una agenda (nunca había hecho eso) y
empecé a bajar los instructivos. Me contacté con quien sería mi jefe y le dije
que estaba empezando a organizarme. Bueno, me dijo, si necesitas preguntarme
algo, no dudes. Hice todas las preguntas y comencé a trabajar.
Cuando miré el reloj eran las 10
de la noche y ni miras de la cena. Salí y fui a la habitación de mi hermana.
Seguía desnuda. Una erección como un resorte activado se me produjo en ese
instante. Me miró. La miré.
-
¿Qué vamos a comer? – le pregunté
Me miró con una sonrisa y se giró
en su silla así desnuda como estaba. Su cara tierna, sus ojos pardos, su lacio
cabello y su boca roja me desarmaron, pero cuando me dijo lo que me dijo, creí
que moriría en ese instante
-
Lo que ordenes, hermano
(continúa acá)
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