Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Doble vida (5)

 


Otra vez me desperté pensando si había sido realidad o un sueño. Cuando giré la cabeza hacia mi mesa de luz, pude ver los bollos de papel pegoteados con semen, con los que se había limpiado la cara mi hermana la noche anterior. Los kleenex se estaban convirtiendo en una prueba de verdad.

Una imagen vino a mí en ese momento. Primero, la de su cara llena de mi leche. Segundo, la de ella con la minifalda y sin nada debajo. Amaba verla en esa posición de sumisa y haciendo todo lo que le pedía.

Esa mañana me levanté a desayunar y sentí todo diferente. Los colores, el aire, las caras de mis padres, todo. Sentía como si me hubiese tomado un ácido lisérgico y veía todo diferente. Caí en la cuenta de que mi vida anterior era gris, oscura y sin motivaciones.

¿Empezaría una nueva vida? ¿O sería un proceso que duraría solo un tiempo? Con eso en mi cabeza y mientras untaba una tostada, la veo aparecer a ella. Venía vestida con el camisón y con corpiño puesto. Saludó a todos y a mí especialmente

-        Buen día, Juan

-        Buen día - respondí yo, casi como un enamorado

-        ¿Cómo dormiste? – me preguntó

Yo creí morirme en ese instante. Mis padres nos miraban de forma extraña como si estuvieran presenciando un experimento social. Mi hermana me estaba preguntando cómo había dormido. Eso no estaba en los papeles, no había sido planeado. ¿Que buscaba ella con ese comportamiento?

Yo trataba de salir de la situación respondiendo con monosílabos y ahí nomás apareció mi madre

-        Podes responderle con un poco más de ganas a tu hermana, ¿no?

-        Es que estoy muy dormido todavía – dije mintiendo

Zafé por el momento, pensé. Pero mi hermana tenía una jugada guardada que no me esperaba y le resultó bien. Me miró y me dijo:

-        ¿Me das la leche?

Yo, conmovido por escuchar semejante frase en la boca de mi hermana, solté la tostada que estaba en mi mano y en el intento de agarrar rápidamente la leche tiré la taza y se derramó el café con leche en la mesa. Fue un papelón. Mi hermana se rio y rápidamente se levantó a buscar una rejilla para limpiar la mesa. Mi mamá también se levantó y giró saliendo a buscar un trapo.

Fue en ese momento, que ambos estábamos solos en la cocina que ella pasó su dedo índice por una gota del café derramado y mirándome a los ojos, se chupó el dedo con una sonrisa. Yo me quedé de una sola pieza. No podía articular palabra.

Mi madre regresó protestando:

-        A ver correte, salí de ahí

-        Ya ya, ya me muevo - le dije

Me levanté, fui a la bacha de la cocina y mi hermana se puso a mi lado, que me dijo casi en un susurro:

-        ¿Qué pasó? ¿Te pusiste nervioso?

-        No, fue un accidente - le dije serio, aun sabiendo que no me creería

Esta pequeña batalla la había ganado ella, pero estaba claro que la guerra la venía ganando yo. Debo reconocer que ese pequeño incidente me bajó un poco del sentimiento de exaltación que tenía esa mañana, pero no del todo.

Salí a la calle, fui hasta la avenida y me tomé un colectivo que me llevara a microcentro para comprar unos componentes que necesitaba para actualizar la computadora. En el viaje en colectivo miraba a todo el mundo, a los edificios, trataba de adivinar a donde iba la gente, a que se dedicaban, que edades tendrían. Siempre evité mirar a la gente por temor a que sintieran mi mirada y me dijeran algo. Esto era un pequeño paso de mejora.

Bajé del colectivo junto con una chica. Al estar yo delante, se me ocurrió correrme y dejarla pasar.

-        Pasá vos primero - le dije

-        Gracias - me dijo mirándome a los ojos

Era la primera vez en mucho tiempo que una extraña me miraba a los ojos y me decía algo. No pude evitar que los colores subieran a mi cara y calculo que ella lo notó. No me importó.

Me tuve que quedar en la esquina pensando un poco donde debía ir y que debía comprar. Cuando me recuperé, entré en la galería a comprar estos componentes.

No sé si debo atribuirle lo que me pasó a esta nueva vida que estaba viviendo ahora, pero se dio un diálogo con el dueño del local cuando me vio mirando un anuncio que estaba pegado en la pared. El panfleto decía “trabajá desde tu casa 4 veces x semana y te pagamos muy bien”

-        ¿Te interesa? - me dijo el hombre

-        No sé qué es

-        Tenés que hacer unas tareas de programación desde tu casa y una vez por semana venís acá y cobras la semana y revisas el soft de algunas computadoras y te vas

-        Si - me interesa

-        Esperá, no te dije cuanto te voy a pagar…

-        Si - dije prudentemente

El tema fue que volví a casa con trabajo y bien pago, los lunes a primera hora cobraba y me quedaba en el local arreglando alguna máquina y los otros cuatro días programaba. Si llegaban a entrar muchas máquinas, tendría que ir más seguido al local, pero implicaría una mejor paga. Me ofreció también un 40% de descuento en los componentes que yo quisiera.

Cuando regresé a casa encuentro a mi madre llorando. Mi padre la abrazaba consolándola. Había fallecido mi tía Olga, la hermana de mi mamá. Mi mamá había nacido en Tucumán y de allí era toda su familia. Olga era la única hermana viva que le quedaba ya que mi tío Oscar había fallecido tiempo atrás.

-        Vamos a viajar esta noche, me dijo mi papá, nosotros tres

-        ¿Quiénes tres? pregunté

-        Vos, mamá y yo

-        Yo no puedo - les dije

-        ¿Por qué no podes? ¿Qué tenés que hacer?

-        Acabo de empezar a trabajar esta semana

-        ¿Y por qué no nos dijiste?

-        Quería que sea una sorpresa al cobrar mi primera semana que será el lunes que viene

-        Bueno, tendremos que ir nosotros dos. – dijo resignado mi padre

-        Si.

-        Tu hermana se queda con vos.

-        Bueno – dije y una sonrisa perversa se dibujó en mi mente

Mi rostro permaneció sombrío mientras mi cabeza ya empezaba a imaginar mis días en soledad con mi pequeña hermana. Ya me imaginaba su cuerpo, de un metro cincuenta y dos, totalmente desnudo caminando por la casa. Increíblemente tuve una erección y reaccioné justo sin que lo notaran mis padres.

Más tarde, mi hermana entró por la puerta y al ver el cuadro de mi madre compungida y llorando, preguntó preocupada:

-        ¿Qué pasó?

-        Se murió la Tía Olga

-        Ah, pensé que se había muerto el perro, como no lo veía por ningún lado – dijo mi hermana sin ninguna preocupación

Desde hacía 8 años que teníamos a Pastor, un perro de raza ovejero alemán, pero con alguna cruza con perro de la calle. Yo lo quería mucho. No así mi hermana, que lo trataba con desprecio, nunca le daba de comer e incluso una vez la vi maltratándolo y me enojé mucho con ella. Como siempre sucedía, ella lo negó y mis padres le creyeron.

-        No seas mala con Pastor, pobrecito

Ni bien terminó de nombrarlo, Pastor apareció moviendo la cola y apoyó la cabeza en el muslo de mi madre. Siempre tuve la sensación, y con mi perro cada vez más lo confirmaba, de que los perros saben cuándo un amo está triste. En este caso los amos éramos tres: mi madre, mi padre y yo. Mi hermana era un ser de la familia, pero Pastor nunca se le acercaba. En cambio, a nosotros, siempre nos jugaba y se nos ponía a nuestros pies. Era un perro muy inteligente y muy poco demandante. Se arreglaba solo con que le pongamos comida y lo bañemos de vez en cuando. Salía solo a la calle y siempre volvía.

No les conté que vivimos en una casa de una planta con un fondo muy chiquitito en un barrio de la zona sur de Capital Federal o Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No puedo dar más detalles para que no descubran mi identidad. Pastor, iba y venía del parque (de no más de 12 m2) a la casa.

Por la tarde, llevé en el auto a mi mamá y mi papá hasta Retiro (terminal de ómnibus) ya que mi padre no quería manejar tanto. Mi hermana no quiso venir, diciendo que tenía mucho que estudiar. Seguro era mentira, solo que no le divertía el plan. Como siempre, le creyeron y se despidieron diciéndole que en una semana volvían. Iban a aprovechar el viaje para visitar familiares que hacía mucho que no veían. Luego de saludar a mi hermana, vino la recomendación hacia mí:

-        No pelees mucho con tu hermana

-        A ella también decile - le respondí

-        ¿Sabías que tiene trabajo? - le dijo mi papá a mi hermana

Por primera vez, noté que mi padre hablaba de mi con algo de orgullo y eso me hacía hinchar el pecho de emoción.

-        ¿Si?

-        Si – respondí con una sonrisa

-        Espero que le dure y no pase como siempre – dijo ella perversa

-        Si, voy a trabajar 4 días desde casa y 1 voy al centro

-        Mirá vos - dijo mi mamá

-        Una de cal y una de arena, dijo mi papá

-        ¿Por?  - preguntó mi hermana

-        Una mala noticia por la muerte de la tía y una buena por mi trabajo, aclaré dejándola como una boluda.

Mi papá asintió y se puso a llorar con mi mamá. Creo que mi padre también se emocionó un poco porque volvía a trabajar después de mucho tiempo.

Algo raro en mí, que pescara tan rápido una frase así. Vi un destello de orgullo en mi padre cuando me miró. Debo contarles que siempre sentí que había decepcionado a mis padres. Yo soy (iba a poner era) una persona con muy poco contacto social, los trabajos me duran poco y al ser un poco gordo, me da mucha vergüenza salir a la calle. Quizás es por eso que no tengo ni tuve novia y las pocas chicas con las que salí me terminaron dejando por aburrido. El porno y los relatos eróticos fueron mi refugio por mucho tiempo.

Creo que fue por leer tantos relatos, que me animé a poner en palabras todo esto que pasa con mi hermana menor.

Mis padres tomaron el micro y se despedían de mí saludando con la mano. Las sonrisas tristes de los dos me angustiaron un poco. Siempre sentí en la mirada de ambos ese peso de que yo no era lo que ellos habían soñado para un hijo. En cambio, mi hermana sí lo era. Me fui al estacionamiento con la alegría de saber que ellos estarían bien en Tucumán y con el deseo de que, si yo me lo proponía, podía llegar mucho más lejos de lo que había llegado hasta acá.

Mi mente volvió rápidamente a mi hermana mientras manejaba por la avenida 9 de Julio. Tomé el puente Pueyrredón y bajé en Vieytes para ir a mi casa. Cuando estaba parado en el semáforo una idea acudió como un rayo a mi mente y agarré mi teléfono. Le mandé un WhatsApp a mi hermana que decía.

-        Hola

-        Hola - respondió al instante

-        Quiero que me esperes desnuda en casa, llego en 5 minutos.

Mi corazón se aceleró. A esta altura, ya debía acostumbrarme a los cambios de ritmo de mi interior. Estacioné y no me pude bajar del auto de los nervios que tenía. Intenté calmarme y de a poco respiré profundamente y lo logré

Entré a mi casa y tras pasar la puerta estaba todo en completo silencio y en soledad. Voy a la cocina y estaba vacío. Volví a mirar mi teléfono y no me di cuenta que no había chequeado si mi hermana me había respondido.

Mi corazón palpitó fuertemente cuando vi las dos tildes azules. Seguí explorando la casa muy lentamente y nada. Seguí por mi cuarto, lo abrí y nada. Me fui acercando al cuarto de ella y desde afuera pregunté:

-        ¿Estás en tu cuarto?

-        Sí, estoy estudiando

Tomé el picaporte para abrir la puerta. No iba a pedir permiso. Ya no estaba en mis planes pedirle permiso a mi hermana por nada.

La puerta se abrió y la vi. Casi me desmayo. Mi hermana estaba sentada en su escritorio estudiando, al parecer con mucha concentración, totalmente desnuda. Solo tenía unos aritos puestos. Sin mirarme, seguía concentrada, o al menos simulando, en el libro que tenía frente a ella. Como pude articulé:

-        Muy bien, me gusta que me hagas caso

Le veía por primera vez las tetas en vivo. Me parecieron hermosas. Chiquitas como ya las conocía en fotos, pero esos pezones rosados me volvían loco. Recordemos que me había chupado la pija y le había visto la concha debajo de la minifalda, pero las tetas no se las había visto personalmente.

-        Cerrá la puerta cuando salgas, me dijo

-        Acá las órdenes, las doy yo - le dije seco

Volteó la cabeza para mirarme desafiante. Vi en su rostro las ganas de insultarme y de decirme algo, pero se contuvo

-        Te esperan 7 días siendo mi esclava – le dije sosteniéndole la mirada

No sé si fueron nervios o qué, pero me pareció que sus pezones se pararon. Se me fue la mirada hacia ellos, y ella lo notó. Se miró a sí misma y volvió a leer el libro.

Yo me fui a mi habitación y como pude me concentré en lo que sería mi primer día de trabajo. El trabajo no era sencillo, pero sí requería tiempo frente a la compu y organización para cumplir con las metas diarias y semanales. Me armé una agenda (nunca había hecho eso) y empecé a bajar los instructivos. Me contacté con quien sería mi jefe y le dije que estaba empezando a organizarme. Bueno, me dijo, si necesitas preguntarme algo, no dudes. Hice todas las preguntas y comencé a trabajar.

Cuando miré el reloj eran las 10 de la noche y ni miras de la cena. Salí y fui a la habitación de mi hermana. Seguía desnuda. Una erección como un resorte activado se me produjo en ese instante. Me miró. La miré.

-        ¿Qué vamos a comer? – le pregunté

Me miró con una sonrisa y se giró en su silla así desnuda como estaba. Su cara tierna, sus ojos pardos, su lacio cabello y su boca roja me desarmaron, pero cuando me dijo lo que me dijo, creí que moriría en ese instante

-        Lo que ordenes, hermano

 

(continúa acá)

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