Ahí estaba yo, de pie en el
cuarto de mi hermana. La habitación parecía que giraba en torno a mí y que el
piso se movía. No miento si juro que me tuve que afirmar del marco de la puerta
para no caerme. Había escuchado bien. LO QUE ORDENES, me había respondido
-
Voy a pedir una pizza - le dije
-
Bueno – me respondió sumisa
Ya me estaba reponiendo de a poco
y se me ocurrió la primera de todas las cosas que tenía pensada para someter a
mi hermana
-
Quiero que pases desnuda detrás de mí cuando yo
reciba la pizza y te vea el chico del delivery - le exigí
-
Bueno – dijo aceptando mi orden
Salí cerrando la puerta y llamé a
la pizzería “Los campeones” y me dijeron que en 45 minutos estarían ahí. Creo
que fueron los 45 minutos más largos de mi vida. Estaba nervioso como un nene
antes del primer día de clases. No podía pensar en otra cosa.
Sonó el timbre. Preferí no
decirle nada a mi hermana para ver si se animaba. Fui a abrir la puerta y
recibir la pizza. Cuando le estaba pagando, veo que el chico mira por detrás de
mí. ¿Se habrá animado? Yo giro mi cabeza para comprobarlo y sí, ahí estaba mi
hermana caminando totalmente desnuda cruzando en dirección a la cocina. No lo
hacía de manera provocativa, sino de manera casual, como si fuese totalmente
normal que anduviera así en casa.
El chico me miró y me sonrió. Le
pagué y le dejé una buena propina. Esa noche seguramente se lo contaría a los
otros repartidores y sería de ahí en más una linda anécdota para contar.
Fui a la cocina y mi hermana
estaba poniendo los platos sobre la mesa. A esta altura, está demás aclarar que
estaba totalmente desnuda. Yo me senté y abrí la caja de la pizza, Me dediqué a
mirar como mi hermana se paseaba desnuda por toda la cocina, yendo de un lado a
otro como si fuese lo más natural del mundo. Se me paró la pija al instante.
Mi hermana se sentó frente a mí y
me miró sin empezar a comer. Ella estaba entendiendo todo y eso me gustaba
-
Comé – le ordené
-
Bueno – respondió y comenzó a comer
Comenzamos a comer y realmente lo
disfrutamos. Eran como las 11 de la noche y teníamos un hambre terrible. La
miraba desnuda y me costaba creerlo. Iba a tener que acostumbrarme a verla así
durante los próximos 7 días.
Se levantó y fue a la heladera.
No sé si lo hizo a propósito o no. Solo sé que se agachó y pude ver ese culo
hermoso y una pequeña manchita en la piel, apenas más oscura, en forma
irregular que tiene de nacimiento en la parte baja del glúteo derecho.
-
No me acordaba de esa manchita - le dije
Ella sabía que le estaba mirando
el culo. Sentía la carga de mi mirada en su espalda.
-
Ah, ¿esta? – dijo llevando su manito a la zona
Y se la tocó abriendo el cachete
y dejando a mi vista su rosado y fruncido ano, junto con parte de la concha,
que vista desde atrás era aún más hermosa. Mi pija dio un salto en dentro de mi
pantalón.
No aguanté más y me saqué la pija
ahí nomás y empecé a pajearme delante de ella, siempre sentado en mi silla.
Ella volvió a su lugar y se sentó. Tomó una porción y abrió la boca mirándome
seriamente y mordiéndola de una manera totalmente sensual y desafiante.
Me levanté y me puse parado al
lado de ella. Ella seguía comiendo y me miraba de a ratos. La pija estaba a
centímetros de su cara, pero no hacía ningún movimiento. Sabía que tenía que
esperar a que le dé la orden. Aún le quedaba media porción de pizza cuando le
dije
-
Dejá la porción en la mesa, acá
-
Lo hizo
Sin dudarlo, seguí pajeándome y
cuando estaba por acabar me vino a la mente una idea totalmente surrealista.
Sentía llegar mi orgasmo y cuando fui a eyacular, lo hice sobre la porción de
pizza que había dejado ella. Mi hermana no se movía. Me miraba de a ratos y en
otros miraba a mi pija o a la porción de pizza.
Veía el semen sobre la porción y
no podía creer que yo mismo había hecho eso. Era una aberración a las
costumbres familiares. Acabar sobre un alimento era como una especie de
sacrilegio.
Ella me miró y me dijo
-
¿Qué hago?
-
Ya lo sabés. Cométela – dije señalando a la porción
de pizza
No respondió. Agarró la porción y
se la metió en la boca casi entera. Masticaba y cerraba los ojos como
disfrutando o sintiendo asco. No pude descifrarlo.
Cuando terminó, abrió los ojos y
me miró
-
¿Qué tal estaba? - Le pregunté
-
Bien - dijo escueta
-
Hasta mañana – le dije
Me levanté para irme a dormir.
Ella se encargó de lavar las pocas cosas que habíamos utilizado, siempre en
total desnudez. Volví la vista y vi ese carnoso culo y me dieron ganas de
pararme detrás y cogérmela agachándome y bombearla varias veces de parado en la
cocina, pero me reprimí. Mañana podría ser.
Al otro día, me desperté y me
levanté a desayunar. Ella no salió de su habitación, debía estar durmiendo. Me
preparé el desayuno, lo tomé y me fui a mi cuarto a trabajar. Me concentré
mucho y me olvidé por un tiempo de mi hermanita.
A las 11, golpean la puerta de mi
habitación.
-
Pasá - le dije
-
Tomá – me dijo
No podía creerlo. Mi hermana
estaba completamente desnuda y en una mano tenía un mate, ya cargado con yerba,
y en la otra el termo. Su castaño pelo con el flequillo para el costado le
confería un aire de inocencia impresionante. Sobre todo, después de ver que
estaba completamente desnuda. Las tetas pequeñas, turgentes, blancas y con esos
pezones rosados, eran sublimes.
-
Gracias, Naty - le dije, no pude resistirme y
jugar mi papel de amo despiadado
-
Chau – dijo y salió por la puerta moviendo el
culo.
La miraba irse y la pija se me
paraba aún más. No debía distraerme, eran los primeros días en mi nuevo trabajo
y quería causar una buena impresión
Trabajé de corrido un tiempo
largo, se hacía el mediodía y me preguntaba si mi hermana iba a estar desnuda
todo el tiempo. El hambre empezaba a hacer su llamado y mi panza rugía pidiendo
comida. Aclaro que me encanta la comida y disfruto mucho de comer. Me concentré
en el trabajo y al rato un olor que venía de la cocina me llamó despertando
todos mis sentidos.
Podía darme cuenta, eran
milanesas. Siempre tuve un olfato desarrollado, y más aún, para la comida. Me
quedé un rato más trabajando y en un momento tuve la pequeña alegría de que mi
jefe me dijera que venía muy bien, que descansara un rato. Ok, le dije y me fui
a la cocina.
Ahí estaba ella. Mi hermana
desnuda por completo, pero con un delantal de cocina rojo colocado por delante.
Ver desde atrás su culo desnudo con un moño arriba era como un sueño. Como si
ese culo hermoso estaba diciendo “acá está tu regalo”. Me contuve y me senté a
la mesa
-
Hice milanesas – dijo ella
-
Qué bueno
-
Mamá dejó varias preparadas
Mi hermana nunca hacía nada en la
cocina, pero evidentemente sabía manejarse y lo hizo muy bien.
Almorzamos normalmente como dos
hermanos, aunque casi sin hablarnos. Ella seguía en completa desnudez, con solo
el delantal rojo colocado. Los pechos se le salían por el costado y no pude
evitar mirarlos con avidez.
Por la tarde, se me ocurrió algo
muy humillante para hacerle hacer a mi hermana. Escuché que se abría la ducha y
salí de mi cuarto rápidamente. La encontré desnuda entrando y me fui a su
habitación. Encontré unos zapatos de tacones de color rosa. Los mismos, los
había visto en una todo de ella completamente desnuda y solo con esos tacones.
Entré en el baño y ella se asustó
pues pegó un pequeño grito
-
Ayyyyy, me asustaste
-
Perdón – le dije. Me costaba ponerme en el papel
de malo.
Bajó la mirada y sus ojos se
posaron en mi mano con sus zapatos de taco aguja rosa chicle
-
Te traje algo para que te pongas – le solté
-
Ok, ¿eso solo queres que me ponga?
-
Sí, eso solo
-
Ayudame a salir de la ducha, me dijo extendiendo
la mano
Ver a mi hermana desnuda, toda
mojada, con el pubis completamente depilado, me excitó sobremanera.
Le tomé la mano y la miré
intensamente. Pude ver en sus ojos un brillo y en su cara un rictus de
diversión. Recordaba esa cara de cuando era pequeña y disfrutaba algo. ¿Acaso
estaría disfrutando de esta humillación a la que la estaba sometiendo?
Sacó un pie de la bañera y
comenzó a secarse sin dejar de mirarme en ningún momento. Ahora su mirada se
había tornado desafiante.
Terminó de secarse y se calzó los
tacones. Se giró mirando al espejo y me miró a través del reflejo. Se agachó un
poco para recoger el cepillo de dientes y no pude evitar mirarle el culo. Ese
culo hermoso que tiene, que parado sobre tacones de 12 centímetros lucía
altanero, desafiante y exuberante.
Se me disparó una idea al mirarla
con el cepillo de dientes en la boca. Me dije a mi mismo, voy a llevarla al
extremo de lo que una mujer tan vil como ella puede soportar. Se lo merecía.
Fueron años de sufrimiento que yo había padecido en completa soledad, viendo
como todo el mundo se rendía ante mi hermanita, la buena, la inocente y la
devota religiosa.
Le dije mientras dejaba su
cepillo de dientes en el vaso.
-
Ahora te quiero ver caminando en 4 patas por la
alfombra del living
-
¿Si? Me dijo
-
Si, ya mismo.
Juro que mi mente imaginaba que
mi hermana caminaría hasta el living para luego arrodillarse allí, pero no. Se
arrodilló ahí mismo en el baño y salió caminando a cuatro patas y giró la
cabeza para mirarme. Mis ojos estaban en su culo, en esa manchita en su glúteo,
en sus rodillas moviéndose una y otra vez, en sus zapatos de tacón rosa.
No sé de donde saqué semejante
idea, pero tomé el cepillo de dientes y seguí a mi hermana detrás y me senté en
el sillón del living
-
Ahora quiero que des una vuelta a la mesa ratona
-
Bueno, dijo
Comenzó a hacerlo con una
lentitud tan excitante como desesperante. Se movía como una gacela en celo. En
un momento, noté que movía su culo más de lo normal.
-
Ahora vení y apoyá la cara en la mesa y mostrame
bien tu orto
-
Mmmmm, siiiii
Lo dijo en un susurró que hizo
que mi pija se pusiera más dura aún. Miré con detenimiento, escrutando con la
mirada la concha de mi hermana. La vi brillosa y eso me hizo pensar en que
estaba excitada. ¿Realmente lo estaría? Sin poder evitarlo le pasé la mano
palpándole la concha y sí, estaba muy mojada. Sabía que no debía hacerlo porque
eso sería sucumbir ante mi deseo por ella, pero no pude evitarlo.
Me arrodillé detrás de ella y me
bajé los pantalones y calzoncillos y mi pija salió disparada como un resorte.
Estaba muy dura, venosa e hinchada. No recordaba haberla visto así antes. Mi
hermana me estaba provocando esto.
Mi hermana, apoyando ahora todo
su tronco superior en la mesa ratona, abría las piernas y se exponía ante mí
como la auténtica zorra que era, la Natalia de la intimidad. La de las fotos.
No la hija soñada, la inocente cristiana, la estudiante perfecta.
La que estaba delante de mí era
una puta que se merecía lo peor por tratar mal al su hermano. Sin dudarlo,
cuando me fui a agarrar la pija con una mano, caí en que tenía el cepillo de
dientes y lo que hice nunca iba a olvidarlo
Agarré el cepillo de dientes
empuñando las cerdas y quedando el mango curvo como una daga en mi mano y se lo
pasé por la mojada concha de mi hermana
-
Aghhhhh – dijo ella
-
Estás mojada… - le dije
-
Mmmmm ¿sí? – preguntaba con un tono de puta
hermoso
-
Muy mojada
-
…
Se escuchaban solo las
respiraciones profundas de mi hermana y la mía.
Muy despacio le fui metiendo todo
el mango del cepillo de dientes en la concha y cuando hizo tope con mi mano,
sentí su humedad, que pare ese entonces era extrema. Lo saqué por completo y se
escuchó a ella gemir
-
Aughhhhh
-
¿Te gusta? – le pregunté
No lo iba a reconocer, pero su
humedad y sus gemidos, la delataban
Volví a meterlo y lo saqué esta
vez con un hilo de flujo. Era evidente que mi hermana estaba muy caliente. Lo
que hice a continuación lo hice como un autómata, porque si lo hubiese meditado
solo un momento, no me habría animado.
Así húmedo como estaba se lo
apoyé en el centro del rosado ano y al mismo tiempo puse mi pija en la entrada
de su húmeda concha. Metí dos centímetros del cepillo para ver su reacción y se
escuchó
-
Aghhhhhh
Metí la cabeza de mi pija en su
concha y de nuevo mi hermana no se pudo contener
-
Mmmmm, siiiii – escuché que susurraba mi hermana
¿Había dicho “si”? ¿A mi pija? ¿A
mí cogiéndola? Tanto me sacudió eso que temí acabar en ese instante y me salí
de ella.
Comencé a meterle y sacarle el
cepillo de dientes del culo y ella pareció dejar de gemir. Fue entonces cuando
volví con mi pija dentro de su concha
-
Aughhhhh siiiiiiiii
-
¿Queres mi pija adentro?
No se animaba a decirlo, pero el
charco que era su concha no la dejaba mentir. Volví a sacarla y dijo en un
susurro
-
No la saques, por favor
Como mi intención era hacerla
sufrir la dejé afuera un rato más apoyando la cabeza de mi pija en la entrada
de su concha.
-
Si la queres adentro, vas a tener que metértela
vos misma
-
Mmmmm – susurró ella
Lo que sucedió a continuación, me
dejó perplejo. Mi propia hermana, la que me humillaba y tantas veces decía que
yo le daba asco, retrocedió con su cuerpo clavándose toda mi pija y quedándose
quieta para sentirla en su interior
Sentí que unos dedos rozaban mi
pene. Era ella que estaba comenzando a frotarse con su mano y eso me hizo
entender que iba a ser muy difícil para mí este momento: quería humillarla,
pero el deseo que se apoderaba de nosotros era más fuerte y no íbamos a poder
detenernos
-
¿Queres que te coja? – le pregunté
-
Mmmmm
-
Lo vas a tener que decir si queres que lo haga
-
Mmmmm
No se animaba a decirlo, así que
como pude (juro que me costó mucho, no quería) le saqué la pija y se la apoyé
de nuevo en la entrada de su concha mientras le giraba el cepillo de dientes en
el interior de su apretado ano
-
Aggghhhh, gimió
En ese momento, no habló bajito,
no susurró, ni siquiera le tembló la voz al decirlo. Con un tono más parecido
al grito y demostrando total elocuencia giró su cabeza y mirándome a los ojos
me dijo muy claramente
-
Cogeme, por favor
Y tiró su cuerpo para atrás y se
clavó toda mi pija. Se quedó unos segundos sintiéndola y comenzó a moverse para
atrás y para adelante y frotando su clítoris.
No debía permitirle el placer, lo
sabía, pero era tal el placer que provocaba en mí que no podía evitarlo.
-
Aghhhhh – convulsionaba Natalia en un orgasmo
Cuando la escuché me fui
irremediablemente y empecé a acabar dentro de ella
-
Aghhhhh aghhhh agghhhhh – grité acabándole
dentro de la concha
-
AAAAAAAAAAAAHHHHH Aghhhh Aghhhh aaaaaaahhh -
mucho más fuerte gritó ella
Le estaba llenando la concha de
leche a mi hermana y era también una forma de humillación.
-
Te estoy llenando de leche – le dije
-
Aghhhhhh aghhhhh siiiiiii – gritaba ella ahora
Natalia parecía una desconocida.
Gemía y expresaba sus deseos conmigo. Ahí en cuatro patas y desnuda sobre la
alfombra, con su cara apoyada a centímetros de los adornos de mi madre. Si la
vieran mis padres ahora, pensaba yo y eso me llenaba de morbo
Seguía gimiendo y tratando de
recomponerse y fue entonces cuando le di la orden
-
Ahora quiero que camines de vuelta en cuatro
patas por todo el salón
Me miró con cara de desconcierto
como preguntándose si no me alcanzaba, pero yo debía volver a tomar el control
de la situación
-
Hacelo si no queres que esas fotos las vean
todos
-
Bueno – dijo ella resignada
Ella hizo el ademán de sacarse el
cepillo de dientes del culo y la detuve
-
No, dejátelo metido, te ves muy linda así
El cepillo era blanco y rosa y
sobresalían unos centímetros y de plástico con las cerdas blancas que habían
estado hace minutos en la boca de mi hermana. Eso me disparó algo que era una
locura.
Natalia empezó a caminar y pude
contemplarla como a un cuadro de Rembrandt durante mucho tiempo. A ella
desnuda, a su concha, a su culo invadido por el cepillo, a sus tacones rosa.
Todo era hermoso y disfrutable
Un sacudón se me produjo en la
pija cuando vi que un chorro blanco salía de su concha. La pija se me empezó a
parar de vuelta y me arrodillé en el piso esperando a que llegara con su boca
-
Limpiámela – le ordené
-
Bueno, amo – dijo con una sonrisa
Ella estaba jugando al
amo/esclava. Yo no quería que disfrutara y quizás fue por eso que hice algo tan
extremo.
Cuando empezó a pasar la lengua
por mi pija, creí volverme loco. Casi que la amé en ese momento por ser tan
sumisa conmigo. Estiré mi brazo y tomando el cepillo de dientes por las cerdas
lo saqué de su culo. No sé cuánto tiempo había estado metido en su ano.
-
Ahora vení, le dije y le tomé la cara
acercándola a la mía
-
Sí, me dijo y se puso a centímetros de mi boca
con la suya
-
Abrí la boca y cerrá los ojos, le dije
Me hizo caso, no podía ser de
otra manera. Yo me puse de pie y supe que ella esperaba mi pija en su boca
nuevamente y lo que hice fue pasarle el mango del cepillo por la lengua. Lo que
había estado en su ano ahora estaba en su boca.
La nena de mamá y papá estaba
ahora chupando algo que había estado en su culo. Lo que me sorprendió fue que
abrió los ojos y me miró seria, pero sin gesto de desagrado y comenzó a chuparlo
como si fuese una pija. Con la devoción que decía sentir en la iglesia frente
al mundo que la miraba con otros ojos.
Quedaban varios días en los que
estaríamos solos los dos en la casa y no creía que pudiera imaginar humillación
mayor a la que someter a mi hermana que lo que acababa de hacer, pero se me
ocurrirían cosas peores. O mejores, según como se mire…
(continúa acá)
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