Me fui al baño detrás de ella y me senté en el inodoro mientras la contemplaba ducharse. Me gustaba verla desnuda. Creo que a esta altura ella también disfrutaba exponiéndose como lo que era, una puta.
Cuando nuestros ojos se cruzaron
no dejamos de sostener la mirada. Ella se enjabonaba. Yo me masturbaba. Sus
tetas eran perfectas. Mi pija estaba enorme y dura. Sus pezones estaban
hinchados. De mi verga brotaba el líquido pre seminal a borbotones.
-
Tengo ganas de mear, pero con la pija parada no
voy a poder le dije
-
¿Necesitas ayuda?
-
Si
-
Entrá en la ducha, me dijo ella
Yo me dejé llevar y me metí con
ella en la ducha. Ni bien entré empezamos a besarnos. No parecíamos hermanos
que se habían odiado. Ella parecía haber olvidado el episodio con el perro y yo
no recordaba todas sus humillaciones. Parecíamos dos desesperados. Ella me
agarraba la pija y me pajeaba, yo le metía de a dos o tres dedos en la concha.
Ella se arrodilló a chupármela, yo le acariciaba el cabello mientras le caía el
agua en la cara. Ella me miraba con lujuria, yo a ella, también.
Miré para abajo. El agua le caía
por el pelo y por toda la cara, pero no dejaba de chuparme la verga. Lo hacía
con una pasión desmedida. Se afanaba en metérsela completamente en la boca. Yo
la agarraba de la cabeza y empujaba hacía mí para intentar hacerla sufrir.
Llegó inclusive a hacer arcadas, pero nunca dejaba de chuparme, parecía
obsesionada. Evidentemente, ella sentía placer al chupar una verga.
En ese momento, como si fuera un
rayo, una idea muy perversa se originó en mi cabeza. Volvieron las ganas de
orinar y nuevamente me pregunté ¿Por qué no?
Saqué mi pija de la boca de mi
hermana y ella abrió los ojos como un niño al que se le escapa un globo,
parecía abandonada. Me moría de ganas de orinar y mi pene comenzaba a perder un
poco la erección. Sin decirle nada me agarré la verga y apunté a sus pechos.
El delgado y dorado hilo de orín
comenzó a salir de mi pija y comenzó a bañar a mi hermana. Ella me miraba como
no entendiendo nada, pero aun así no dijo palabra. Estiré mi mano y apagué la
ducha, quería que solo mi dorado fluido la recorriera por completo. No me
animaba a apuntar a su rostro. Creo que fue ella la que me lo pidió cerrando
los ojos y levantando la cara hacia mí. No dudé. Empecé a dirigir el chorro de
pis a su cara y no sé si me pareció o qué, pero una leve sonrisa parecía
dibujarse en su rostro.
Cuando menos lo esperaba, abrió
sus ojos y ¡su boca! Aprestándose a recibir el fluido en sus fauces. Una locura
como me miraba y buscaba con su boca abierta el chorro para que se le meta.
Creo que no tragó, pero me cuesta saberlo a ciencia cierta. Siguió moviendo su
cabeza y adelantó su cuerpo cuando el chorro perdía potencia, acercándose cada
vez más a mi pija y buscándola con la boca.
Yo la miraba obnubilado, no podía
creer que Naty, mi dulce hermana para todo el mundo, fuera tan puta y tan
sumisa cuando quería. Seguía arrodillada y ahora reinaba en el ambiente un olor
acre de mi orinada. Era algo asqueroso en otra circunstancia, pero en esta hizo
que la pija se me pusiera mucho más dura aún.
-
Chupame la pija – le ordené
-
Mmmmm – susurró
Natalia se metió la verga sin
dilación y comenzó una mamada superlativa. Me acariciaba los huevos y se metía
toda la pija en la boca
-
¿Te gusta mi verga, putita? – la pregunta me salió sola
-
Mmmmm – asintió con la cabeza sin sacarse mi
pija de la boca
-
Sos una puta, Naty, sabías?
-
Mmmmm – volvió a asentir
Su cabeza subía y bajaba con mi
verga dentro de su boca y me dirigía sin retorno a un orgasmo incomparable.
Estaba sometiendo a mi hermana y le iba a acabar en la boca
-
¿Te vas a tragar toda mi leche? – le pregunté
Para mi sorpresa, esta vez no
asintió e hizo algo mucho mejor. Se sacó la pija de la boca y mirándome a los
ojos me dijo:
-
Lo que vos quieras
-
¡Si, trágate mi leche, puta! – le ordené
Me vacié en su boca. Primero un
chorro, luego otro y otro y otro. No paraba de acabar y mi hermanita de tragar
como una devoradora compulsiva de leche.
Le agarré la cabeza fuerte hacia
mí e hizo una arcada, casi vomita, pero con los ojos llorosos me miró y siguió
chupando y tragando mientras mi pene volvía a su estado de reposo dentro de su boca.
Cuando mi hermana terminó de
ducharse y actuando con mucha parsimonia, se puso de pie y tomando el jabón con
sus dos pequeñas manos comenzó a enjabonarme la pija y los huevos.
-
Vamos a dejarte limpito – dijo sin mirarme a los
ojos
-
Bueno – dije yo dejándome hacer
El tiempo restante lo pasó
abocada a la tarea de dejarme limpito. Me pasó la mano enjabonada por la cola y
sentí una pequeña oleada de placer. No quise dejarla que avance en profundidad
para no mostrarme vulnerable ante su accionar, de modo que me fui sin decir
palabra, saliendo de la ducha si secándome el cuerpo mientras la miraba bañarse
y acariciarse el cuerpo enjabonado.
Me fui a mi habitación antes de
mostrar una erección que seguramente me provocaría si me mantenía allí.
Ya en mi habitación me puse a
trabajar en algunas cosas para no atrasarme mientras pensaba de qué manera
podría humillar a mi hermana. Nada se me ocurría.
Después de un rato de trabajar,
volví a mirar las fotos de Naty y sin saber cómo una nueva idea perversa se
apareció en mi mente: su cola abierta, su fruncido ano abierto en la foto debía
ser mío.
(continua acá)
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