Pasaron los días, las semanas y
se acercaba el final del año. Las malas noticias llegaron en forma de boletín
de calificaciones. Luciano y Sofía no estaban a la altura y María y Sergio fueron
convocados por el director del estricto y religioso colegio, el padre Roberto.
Fueron puntualmente a la reunión. Cuando estaban entrando al colegio con unos
minutos por delante, una mujer de la misma edad que ellos, muy bien vestida y
dejando adivinar un muy buen cuerpo, se presenta diciéndoles:
-
Soy Eugenia, la madre de Sofía, no sé cómo
agradecerles todo lo que hicieron
-
Está bien, dijo Sergio que estaba bastante
molesto por tener que ir al colegio para ser informado del comportamiento
académico de su hijo
-
Hola Eugenia, soy Meri, le dijo María dándole un
beso
Eugenia sabía que María había
estado con su hija y habían tenido sexo y eso le generaba un poco de odio, no
tanto como la excitaba. Cuando sintió los labios de María tocar su mejilla
sintió un escalofrío.
-
Cuando quieras podés venir a cenar a casa con
Sofi, ¿te parece? Decía María con una sonrisa
-
Sí, me encantaría
-
Bueno, decía Sergio que no pasaba por alto el
buen cuerpo de Eugenia
-
¿Viniste al colegio por las notas de Sofía?
Preguntaba curiosa María
-
¡Si! ¿Ustedes por lo mismo? ¿Por Luciano?
-
Sí, creemos que sí
-
Bueno, en resumen, les cuento que el cura,
bueno…el padre Roberto, me habló muy seriamente. Es grave y si los chicos no se
ponen en serio a estudiar se les va a complicar el verano, dijo Eugenia
-
¿En qué materias? El principal problema de Sofía
es Matemáticas y Contabilidad, dijo Eugenia
-
Bueno, veremos Luciano, dijo Sergio
-
Bueno, chau, dijo Eugenia
Sergio se giró para mirarle el
culo con total descaro. María lo retó
-
¿Podes no ser tan descarado en la puerta del
colegio? Y menos en un colegio religioso.
-
Bueno, estaba mirando que tal la madre, vos
conoces bien a la hija, ¿no? Sergio golpeaba bajo
-
Se la ve bien, ¿no? Se reía María para salir del
paso
-
Ojo, que ya te cogiste a la hija, no te vas a
coger a la madre
Sergio nunca reconoció que se
había cogido a Sofía. Sin embargo, no tenía empacho en jugar al filo con los
comentarios sobre lo que había sucedido entre la niña y su esposa.
Salieron de la reunión con el
circunspecto sacerdote y tal como les había advertido Eugenia, los problemas
académicos eran para prestarle atención.
María y Sergio, luego de pensarlo
mucho, hablaron con Eugenia, la madre de Sofía y en conjunto tomaron la
decisión de separar a los chicos fuera de la escuela por 3 meses. Solo se
verían en el colegio.
Las primeras semanas fueron un
suplicio para Luciano y Sofía. Se extrañaban y se habían prometido fidelidad,
ambos sabían de lo que pasaba dentro de cada una de sus casas y con sus
respectivas madres. Y lo más importante de todo, es que ambos lo cumplieron.
Un día estaban en clase de
Historia y Luciano le hace seña a Sofía y le pide permiso a la profesora, la
monja, la hermana Mariángeles para ir al baño. Al minuto, Sofía pide lo mismo y
sale en dirección al baño del colegio. Josefina, la mejor amiga de Sofía la
mira y se ríe de manera cómplice.
Los pasillos del colegio estaban
desiertos. Reinaba un silencio casi sepulcral. Siempre fue una imagen que le
gustó a Luciano, eso de ver los pasillos vacíos y el lugar muy silencioso
cuando está lleno de alumno. Se metió en el baño y se quedó en la puerta
asomado. Cuando Sofía pasa por la puerta del baño de hombres, la mano de
Luciano sale y la atrapa metiéndola adentro.
Sofía se asustó al principio,
pero no dudó en besarlo con pasión. Miró en todas las direcciones y ahora el
beso es con mucha pasión. Hacía mucho tiempo que no se besaban de esa manera y
lo disfrutaban muchísimo.
Luciano no dudó en meterse en un
cubículo, eligió el 3ro que previamente había revisado y lo encontró más limpio
que otros.
-
Dejame chuparte, dijo él
-
¿Acá?
-
¡Si!
-
Shhhh, bajá la voz
Por suerte, ese día hacía
bastante calor y Sofía solo tenía la blanca camisa del uniforme. Se desprendió
los botones y se levantó el blanco corpiño dejando sus tetas al descubierto que
no tardaron en ser abordadas por la ávida boca de Luciano.
Se lanzó a chupar con devoción.
La devoción que no mostraba por Dios en el colegio, la mostraba por las tetas
de su joven novia.
-
Mmmmm, cuanto hacía que no me chupabas las
tetas! Decía caliente Sofía
-
Mmmmm, lo necesitaba, decía Luciano totalmente
excitado
Bajó la tapa del inodoro y la
hizo sentar a Sofía
-
Que…no llegó a preguntar Sofía
-
Chupame la pija, por favor! Dijo Luciano
-
¿Acá?
-
Siiii, acá, por favor
Luciano se desabrochó el pantalón
y sacó su pija totalmente erecta y la blandió frente a la cara de Sofía. Ella,
aun dudando un poco, la agarró con la mano y comenzó a pajearlo. El contacto
con la cálida piel y la dureza del miembro de su novio la calentaron de manera
superlativa. Sin dudarlo, lo miró a los ojos y se le metió en la boca
comenzando a chuparla con la misma devoción que sentía Luciano por sus tetas.
-
Aghhhhh, me encanta como me chupas la pija,
decía Luciano
-
Siiiii? Te gusta decía Sofía sacándosela por un
momento de la boca
-
Mmmmm, siiii, le acariciaba el cabello Luciano
-
Mmmmm, chupaba y chupaba Sofía
Sofía estaba muy caliente. Sin
proponérselo, se había corrido la bombacha y se estaba masturbando con una mano
mientras no dejaba de chuparle la verga a su novio. No aguantó más y le ordenó
a Luciano:
-
Sentate, te quiero coger
-
Aghhhh siiiii
Mientras tanto, en el aula, la
hermana Mariángeles notó los dos lugares vacíos y dijo que iba a ir a buscar a
los alumnos. Josefina, que intuía a dónde habían ido, se ofreció rápidamente a
ir ella. Más la monjita no lo permitió:
-
Josefina, quedate leyendo el capítulo 7 en voz
alta y que todos escuchen con atención
-
Pero…Josefina intentó, pero no hubo caso
La hermana Mariángeles tenía 24
años, siempre fue una intriga si era rubia o morocha. Solo podía apreciarse su
tez blanca y sus ojos verdes claros detrás de unos anteojos de montura gris.
Siempre sonriente, pero muy severa con el alumnado, supo ganarse el cariño de
las chicas por ser considerada muy compinche, por ser considerada la monjita
que más se adaptaba a las nuevas generaciones.
Se encaminó sin dudar al baño de
mujeres y fue recorriéndolo diciendo el nombre de Sofía suavemente.
Al mismo tiempo, a escasos 10
metros, en el baño de hombres, Luciano, con los pantalones por los tobillos, se
sentaba sobre la tabla y con la pija muy dura en la mano invitaba a Sofía a
sentarse encima.
La hermana terminó de recorrer el
deshabitado baño y se extrañó de no encontrar a la joven Sofía. Estaba
dirigiéndose a la preceptoría para pedirle a alguien que ayude a buscar a sus
alumnos cuando al pasar por la puerta del baño de varones escuchó una voz que
le pareció ser de su rubia y delicada alumna
Sofía se corrió para un costado
la bombacha y sentándose con ambas piernas a los lados de Luciano, agarró la
pija con la mano y se la clavó mientras se sentaba y daba un gemido de placer:
-
Aghhhh Luchooooo, necesitaba sentirte adentro de
mí
-
Mmmmm, siiiii, cogeme
-
Shhhh, hablá más bajo
Mariángeles supo que esa era la
voz de Luciano también. ¿Estarían los jovencitos haciendo aquello que
imaginaba? La curiosidad fue más fuerte y entró, aunque claramente no debía hacerlo,
al baño de varones y fue mirando por debajo de los cubículos en puntillas de
pie
-
Aghhhh siiiii, cogeme mi amor, decía Sofía
La hermana se sorprendió a sí
misma sintiendo una humedad en el interior de su vagina. No era tonta, sabía a
qué se debía. Se había excitado con esa frase. Debía pegar un grito o un
llamado de atención, pero la voz no le salió.
-
Me encanta cogerte, decía Luciano
-
Amo tu pija adentro, decía Sofía
La dulce monjita tuvo que
agarrarse de la puerta pues sintió un mareo que no era normal. Sin pensarlo
demasiado, se metió en el cubículo contiguo a los calientes alumnos
-
Aghhhh cogeme así, dale
-
Mmmmm, me encantaría acabarte adentro…decía
Luciano
-
No podes, decía ella
La hermana juntando fuerzas se
puso de pie, apoyó sus dos manos en la parte superior de la pared contigua a
los jóvenes y subió aún más usando el inodoro como tarima para poder mirar para
el otro lado. Estaba mal lo que estaba haciendo y lo sabía, pero no podía
controlarse.
-
Te la chupo, acabame en la boca si queres, decía
Sofía
-
¿Estás segura? Decía Luciano
Desde arriba, la hermana podía
ver perfectamente a Sofía cabalgando a su novio y se tiró para atrás para no
ser descubierta cuando cambió de posición para chuparle la verga a Luciano
-
¿Me vas a dar la leche en la boca? Preguntó
Sofía
-
Siiiii, Chupámela así, dale
La hermana no sabe por qué lo
hizo, pero una mano instintiva se soltó de la pared y se metió debajo del
hábito y se palpó la humedad dentro de su bombacha. Estaba muy húmeda, creía
que nunca había estado así. No debía hacerlo, pero no podía resistirse,
necesitaba volver a verlos
Sofía se esmeraba en la chupada
de pija y hacía que Luciano no pudiera resistirse mucho tiempo. Fue así que
acabó
-
Aghhhh acabooooo aghhhhh
-
Mmmmm, Mmmmm, chupaba Sofía sin dejar escapar
una sola gota
-
Aghhh ahhhhh, te estas tragando todo
Tres, cuatro o quizás cincos
espasmos más dentro de la boca de la niña y se fue desarmando lentamente.
Luciano tuvo que apoyarse en la pared y miró a Sofía a los ojos. Ella lo miró
con dulzura y fue sacándose la pija de la boca lentamente. Una sonrisa perversa
aparecía en su rostro
Mariángeles, la dulce monjita,
estaba mirando todo y cuando vio el enorme pedazo de pija que salía de la boca
de su tierna alumna no podía creerlo. Luciano tenía una verga hermosa. Se frotó
un poco la zona húmeda y soltó un suave gemido. Haciendo equilibrio con el
hábito levantado se frotaba la concha compulsivamente mientras no podía dejar
de mirar a la caliente pareja de alumnos. Podía ser descubierta, pero el
orgasmo se precipitaba y eso le nublaba los pensamientos. Se venía la explosión
orgásmica en la monjita…
Sofía, mirando para arriba, vio
la cabeza de la monja que se asomaba y hacía contacto visual con sus ojos.
Luciano no entendía nada, sintió un sonido que no pudo interpretar en el
momento, pero que se tornó real cuando vio la cara seria de su novia. Se giró y
a centímetros de su cara estaba la cara de la hermana Mariángeles que cerraba
los ojos y gemía acabando:
-
Aghhhhhhhhhhh
-
Herma…Trató de decir Luciano
-
Yo…decía Sofía mientras recomponía su ropa
-
Aghhhhhh, la monjita estaba acabando y no podía
contenerse
Sofía y Luciano se vistieron tan
rápido como pudieron. La monja entre tanto se bajó del inodoro y casi se
golpea. Se acomodó rápidamente la ropa interior y salió del cubículo y les
dijo:
-
Los espero afuera
-
Bueno, gritaron al unísono
Cuando salieron, la hermana los
estaba esperando con sus manos juntas sobre su abdomen. Los miró son severidad,
aunque ellos no pudieron advertir el dejo de culpa que habitaba en su
conciencia. Sin dudar, les dijo:
-
Voy a hacer una única excepción de no llevar
esto a estados mayores
-
Gracias hermana…
-
Déjenme terminar
-
Sí, perdón hermana
-
La única condición que les pido es que nunca
hablen ni mencionen lo que sucedió acá
-
Sí, hermana
-
Ahora vayan al…
Detrás de ellos apareció el padre
Roberto que serio les preguntó:
-
¿Qué pasó acá?
-
Nada padre, es que…los alumnos se pusieron rojos
(continúa acá)
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