-
Mmmmm, me encanta este pecado – dijo la
religiosa
-
Siiiiii – decía Sofía
El timbre del recreo sonó muy fuerte
y todos quedaron paralizados
-
Estamos en el baño de mujeres, salí vos rápido –
le ordenó la monja a Luciano
-
Sí, si - dijo él abriendo la puerta del cubículo
y saliendo raudamente
-
Vos quedate acá – le dijo la monja a Sofía y
salió disparada del baño metiéndose en otro
Luciano se topó en la puerta con
una alumna que entraba y se quedó mirándolo
-
Me equivoqué – mintió
En el otro recreo, Sofía y
Luciano hablaban de lo ocurrido.
-
¿Me vas a contar? – le decía Luciano
-
¿Que queres que te cuente? – reía Sofía
-
Como convenciste a la monja de esto
-
La verdad es que desde que te vio, está con
ganas de probar tu pija y se sinceró conmigo
-
¿Y que más hicieron? – Luciano quería saber
detalles
-
Cosas de chicas
Por suerte el timbre del recreo
la salvó y se metió en el aula rápidamente.
En su casa, Sofía agarra el
teléfono para mensajearse con la hermana Mariángeles
-
Hola Sofi
-
Hola hermana, ¿cómo anda? Jajaja
-
Bien, un poco más pecadora – la monja no
esquivaba el bulto
-
Ya lo creo, hermana – a Sofía le gustaba jugar a
tratarla con su rango clerical
-
Hoy corrimos un gran riesgo…
-
Estuvo bueno, ¿no? – Sofía no se amilanaba
-
Si, muy bueno, pero muy peligroso – insistía la
monja
-
A mí me gusta el peligro…
-
Sí, pero podría armarse un lío tremendo si nos
descubrían hoy
-
Si, hermana, pero no pasó nada
-
Sofi, te puedo hacer una pregunta?
-
Si, Angie, decime – volvía a llamarla de manera más
íntima
-
Vos estuviste con otras mujeres antes que
conmigo, ¿no?
-
Sí, pero…
-
¿Pero qué?
-
No te puedo decir con quien – sentenció Sofía
-
No te lo preguntaría
-
Ah, ¿y porque me preguntas?
-
Para saber si te gustan los hombres o las
mujeres – se interesó la religiosa
-
Creo que, como vos, me gustan las dos cosas
-
Ah
-
¿O me equivoco?
-
Si, bueno yo nunca… - dudaba la hermana
Mariángeles
-
¿Nunca estuviste con un hombre?
-
No, bah, si, tuve un novio, pero no llegamos a
concretar si a eso te referís
-
Y no tenías ganas
-
No llegamos a instancias de intentar algo
-
Te puedo hacer una pregunta íntima – Sofía
quería ser precavida
-
La que quieras – concedió la monja
-
¿Pero le viste, le agarraste o le chupaste la
pija a tu novio?
-
No a la tercera parte, jajaja – reía la monja
con el teléfono en la mano
-
Ah bueno, o sea que algo de experiencia tenés –
la empujaba Sofía
-
Hoy más que hace unos días – se sonreía la monja
en la intimidad
-
Si si, ¿y te gustaría que hagamos más cosas con
Luciano?
-
Se me hace que ya hiciste otras cosas con
Luciano y con otra gente, ¿no?
-
Sí, pero… - Sofía dudaba si contarle o no a su
amiga monja
-
Ya sé, no me podés contar
-
Quizás algún día te cuente
-
Entonces, vos tenés más pecados que yo – reía la
monja
-
Muchos más…
-
Pecadora jajaja – la religiosa estaba totalmente
apartada de su rol de hermana del colegio
-
Bueno, no me contestaste, te hiciste la boluda –
escribió Sofía y sintió que el “boluda” a la monja era muy fuerte, pero después
de todo lo que habían hecho, eso era un detalle
-
No te voy a mentir, si hoy no hubiera estado en
el baño del colegio, habría hecho cualquier cosa – se confesó la hermana
Mariángeles.
-
Mmmmm, ya de pensarlo, me caliento –Sofía
empezaba a tocarse
-
Mejor no sigamos con esta conversación porque sé
cómo vamos a terminar, jajaja – dijo la monja
-
Ok
La monja sintió una pequeña
decepción por convencerla tan fácilmente de abandonar la posibilidad de
adentrarse en ese terreno tan pecaminoso. Se le iluminó la cara cuando leyó que
Sofía había escrito:
-
¿El sábado podemos ir al colegio a estudiar con
Luciano?
-
No – dijo la monja
Ahí fue Sofía la que sintió la
decepción, pero enseguida llegó la aclaración de la monja
-
Va a haber un evento en el colegio y va a estar lleno
de gente y no va a poder ser
-
¿Y el domingo? – insistió Sofía
-
Tampoco, se van a quedar a limpiar y ordenar,
pero yo a la tarde voy a estar libre – dejó la puerta abierta la monja
-
¿Y podrás venir a casa? – Sofía se apresuró a
proponérselo
-
Calculo que sí – sonreía la monja
-
¡Listo! El domingo te espero – sonreía Sofía
-
¡Dale! ¡Mañana en el cole arreglamos bien!
-
Chau, ¡te mando un beso! Dijo Sofía
-
¿En dónde? Jugó la monja divertida y traviesa
-
En principio en la boca – Sofía ya se estaba
mojando
-
Mmmmm – escribió la monja, ya con una mano
dentro de su bombacha mojada
-
¿Estás sola? – preguntó Sofi
-
Si, ¿vos? – quiso saber la religiosa
-
También
-
Que peligro – sentenció la monja
-
¿Te gustaría tocarte? – fue directa Sofía
-
Ya lo estoy haciendo
-
¿Y pensando en mi beso? – Sofía empezaba a
calentar a la monja y a calentarse ella
-
En el beso que no te puedo dar porque hay algo
en el medio – la monja sonaba críptica
-
¿Que hay en el medio? – si Sofía no había entendido mal, que la
monja lo dijera
-
La pija de Luciano – la monja escribió eso con
los dedos temblorosos mientras volvía a tocarse
-
Ayyyyy Angie! ¡Me re calienta leerte escribiendo
estas cosas! – Sofía vibraba mientras escribía
-
Mmmmm – articuló la monja mientras volvía a meterse
la mano en la concha empapada y a punto de acabar
-
Quiero que acabemos juntas… - se aventuró Sofía
-
Yo casi estoy – escribió la monja
La hermana Mariángeles estaba al
borde del orgasmo y se quedó un momento mirando la pantalla a la espera de unas
palabras de Sofía que la ayuden en sus ganas de estallar en un orgasmo y eso no
tardó en suceder
Sofía, por su parte, cuando supo
que la monja estaba por acabar empezó a imaginar qué decirle para llevarla a un
extremo. Se preguntó si no sería demasiado lo que se le había ocurrido, pero la
calentura era tan extrema que escribió
-
Quiero chuparte la concha mientras Luciano te
mete la pija…
Sofía se quedó en un estado de
semi inconciencia y tocándose hasta que recibió, para su sorpresa, un audio de
la caliente monja amiga. Al borde del orgasmo, Sofía presionó el triángulo y
sonó el audio de la monja:
-
Aghhhh Sofía estoy acabando aghhhh aghhhhh
aghhhhhhhhh mmmmmm agggggg Mmmmm
Sofía acabó en ese mismo
instante, también. Y no dudó en mandarle el audio a la hermana.
-
Aghhh mmmm ahhh Mmmmm ahhhhh mmmmmm aghhhhhhh
-
Que caliente me pones, Sofía - Escribió la religiosa juntando coraje
-
¡Y vos a mí, Angie! – Sofía se desarmaba encima
de su cama
-
Bueno, espero que nos veamos el domingo –
escribió la monja
-
¡Ahora tengo más ganas que nunca! – dijo Sofía sin dudar
-
¿Qué voy a hacer con vos? – Se preguntaba la
monja
-
Podes hacer muchas cosas… - le respondió Sofía
-
Besos
-
Muchos más besos, para vos – concluyó Sofía
Sofía se acostó mirando el techo
de su cama con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Sabía que había dado
otro paso enorme con su caliente y traviesa amiga monja.
Antes de que llegue el domingo,
los planetas parecían alinearse en el universo de Sofía. Primero, su madre le
dijo que no estaría el domingo por la tarde y volvería recién a la noche y
segundo, Luciano obtuvo el permiso de sus padres para poder estudiar por la
tarde con su novia y con la monja. Bueno, estudiar no era precisamente lo que
tenía planeado Sofía
El domingo se acercaba y Sofía no
quiso decirle ni a Luciano ni a Mariángeles que tenía la casa totalmente a
disposición.
Llegó el domingo y Sofía preparó
todo de una manera totalmente detallada. Invitó a la monja a almorzar y a
Luciano le dijo que fuera a eso de las 3 de la tarde.
Puntualmente a las 12 del mediodía,
la hermana Mariángeles, vestida sin el hábito, tocaba el timbre en la casa de
Sofía. La joven corrió a atenderla y la hizo pasar besándola en la mejilla.
Ambas hubiesen querido de entrada un beso en la boca y más profundo, pero
ninguna de las dos se animó a dar el primer paso
Sofía la toma de la mano sin
dudar y la lleva por la casa hasta la cocina en donde está preparando una
picada. Es primavera en Canning, provincia de Buenos Aires, y por la ventana
entra un sol radiante. Sofía luce un vestido corto y se nota que no lleva
corpiño pues sus pezones se le marcan en la tela, provocando que a la religiosa
se le suban los calores cada vez que la mira ir y venir por la cocina. Lo que
ignora la hermana es que Sofía tampoco lleva bombacha, está completamente
desnuda debajo del vestido.
Sofía se mueve con mucha soltura
en la cocina y va cortando salame, quesos y colocando aceitunas, papas y
Doritos en unas cazuelas mientras sacaba vasos y servía gaseosa. La hermana se
había acomodado en una banqueta alta al lado de la barra que dividía la cocina
con el comedor.
-
¿Qué es ese olor tan rico? – quiso saber la monja
-
Estoy haciendo un pollo al horno con papas –
respondió Sofía con una sonrisa
-
Mmmmm, cuanta dedicación! – se sonreía cómplice
la monja
-
Vos te lo mereces, Angie – dijo cálidamente
Sofía y le tiró un beso
-
Gracias
Sofía llevó la picada a la mesa
ratona del living y le dijo a la monja
-
Traé los vasos con las cocas! – en referencia a
la Coca Cola
-
¡Dale! –
la monja la siguió y no pudo dejar de mirar la curva que dibujaba el vestido sobre
el cuerpo de la joven
-
Esperá que pongo música – dijo Sofía y se fue a
encender el parlante para conectarlo con su teléfono
La monja estaba sentada y seguía
a Sofía con la mirada. Parecía que sus ojos no podían despegarse de ella, de su
cuerpo y de su cara. Era realmente hermosa.
-
¿Qué pasa que me miras tanto? – decía Sofía desde la distancia con una
sonrisa
-
¡Es que sos hermosa! – se envalentonó la monja
-
Vos también – dijo Sofía y estiró una mano para
levantar a la monja del sillón
No esperaba que ocurriera lo que
ocurrió. Cuando iba a tirar para levantar a la monja, sintió que esta tiró más
fuerte y Sofía se fue encima de la monja que la recibió con sus brazos y la
besó en la boca
No dudó Sofía en corresponder ese
beso y metió la lengua con profundidad dentro de la boca de la monja que la
recibió con deseo.
-
No veía la hora de volver a sentir tus besos –
le dijo la monja son sinceridad
-
Yo también, me encanta tu boca – se sinceró
Sofía
Se besaron con pasión y no
tardaron en aparecer las manos de Sofía recorriendo el cuerpo de la monja que
tenía un jean y una camisita. Los pechos de la religiosa parecían hincharse de
excitación y Sofía lo notaba. Se separó para mirar a la monjita a los ojos y
sin dudarlo comenzó a desabrochar el primer botón de la camisa celeste que
tenía la monja que, al sentir el contacto de los dedos de Sofía con su piel, se
sintió estremecer.
Primero uno, luego otro y otro más
para terminar desabrochando todos los botones y abrir la camisa lentamente como
el telón de una obra teatral. Cuando vio el sujetador que llevaba la monja no
podía creerlo. Era azul de encaje transparente y sus pezones se traslucían por la
elaborada tela. Sofía quiso mirar a los ojos a la monja y no pudo, sus ojos
estaban perdidos en las tetas de la religiosa que se sonreía ante la cara de
sorpresa de su alumna amiga.
Sofía levantó la mirada y
encontró los ojos de la hermana que le sonreían junto con toda su cara
-
¿Y esto? – dijo Sofía con una sonrisa
-
¡Una sorpresa para vos! – dijo la monja
-
¡Una sorpresa hermosa! ¿De dónde lo sacaste? –
Sofía no podía creer que una monja tuviera semejante corpiño
-
Me lo regaló una amiga como una joda cuando tomé
los hábitos y lo tenía guardado en casa de mis padres.
-
Mirá vos que pícara la monjita! – reía Sofía
-
¡Viste! –
dijo la monja y volvió a besar a Sofía en la boca
Sofía acompaño el beso con más
lengua y más saliva. Le mordió suavemente el labio a la monja y llevó sus manos
a la espalda de esta para desabrocharle el corpiño. Se sintió un poco
decepcionada cuando la monja no se lo permitió
-
Esperá, sacame el pantalón primero – dijo la
monja
-
Bueno – dijo Sofía y comenzó con la tarea
La monja se fue poniendo de pie
para ayudarla y Sofía se quedó de una pieza cuando la religiosa se exhibió ante
ella con una minúscula bombacha, también azul y del mismo juego y girando para
mostrarse ante su amiga.
-
Sos una bomba! – le dijo Sofía, a quien le
costaba articular las palabras
-
¡Gracias!! ¿Te gusto? – decía la religiosa girando nuevamente ante
Sofía
-
Me quedaría mirándote, ¡pero las ganas de
chuparte toda son más fuertes! – se
sinceró la joven rubia
-
No te quedes con las ganas – jugó la monja
Sofía se paró y abrazó a la
hermana y empezó a recorrer el exuberante cuerpo de la monja con sus pequeñas
manos. Le acariciaba la cola y pudo ver que se le metía la bombacha perdiéndose
y la giró para mirarla mejor. Se arrodillo y le besó la cola pasándole la
lengua por uno de los glúteos. La monja la hizo ponerse de pie y comenzó ella a
recorrer el cuerpo de Sofía con las manos y cuando acariciaba la cola sentía la
extrañez de no percibir el contacto contra ningún borde de prenda interior.
Tocaba, acariciaba y se estremecía de placer al imaginar el cuerpo totalmente
desnudo de la joven Sofía.
Cuando una de sus manos acarició
la pierna y subió dentro del vestido, pudo comprobarlo. Sofía no tenía bombacha
y podía recorrer con libertad todo el firme culo de la niña y se dedicó con
placer a ello. Acariciaba el culo sin dejar de besar nunca a Sofía, que
correspondía ahora desatando el corpiño de la monja y liberando sus tetas. Se
separó y miró a la monja:
-
Sacame el vestido – le ordenó
-
No veía la hora – dijo la religiosa tomando el
vestido por la parte inferior y levantándolo por la cabeza de Sofía
-
Yo también tenía sorpresas debajo – reía Sofía
-
Me encantan tus sorpresas – dijo la monja
Sofía la desnudó por completo a
la hermana y la tiró en el sofá. La monja no dudó un segundo en seguirle el
juego a Sofía y abrió bien sus piernas y Sofía comenzó a chuparla con esmero.
Le besaba primero la zona ¿podría ser que se había depilado un poco más? ¿O
sería una percepción de ella? De cualquier manera, Sofía se lanzó sobre esa
empapada concha a chupar y beber de los flujos que emanaba la monja
La monja arañaba el cuero del
enorme sillón mientras cerraba los ojos dejándose lamer por Sofía. Realmente
esta chica sabe lo que hace, pensaba la monja y destilaba fluidos que eran
bebidos sin cesar por la joven.
Sofía le metió un dedo primero y
la monja se retorció. Luego, le metió otro y con dos dedos fue trabajando la
apretada concha de la novicia rebelde.
Al poco tiempo de trabajar tanto
con los dedos en la concha como con la lengua sobre el inflamado clítoris de la
religiosa, esta empezó a acabar anunciándoselo a Sofía
-
Aghhhhh ahhhh acabooooo Sofiiiii acabooooooo
-
Mmmmm – chupaba y bebía Sofía desde abajo
-
Aghhhhh Mmmmm ahhhhhhhh aghhhhhhh – se retorcía
la hermana
Sofía se tocaba la concha a ella
misma y se notaba muy húmeda.
Mariángeles le propuso cambiar de
posición, pero la idea de la jovencita era otra
-
Se va a quemar el pollo – dijo
-
Pero… - la monja quería complacer a su alumna
-
Aparte ni probamos la picada, voy a sacar el
pollo
Sofía, desnuda como estaba fue a
la cocina y sacó el pollo del horno. Acomodó unas cosas en la cocina y cuando
se volvió vio a la monja vistiéndose nuevamente. La detuvo en seco
-
Me gustaría que te quedes así, en ropa interior
-
Me da vergüenza – confesó la novicia
-
¡Dale! Si queres yo me quedo desnuda – aventuró
Sofi
-
Si vos te quedas desnuda, no creo que yo pueda
comer – rio la monjita
-
Jajaja, bueno, me pongo el vestido, pero vos
quedate así
-
¿No puede llegar tu mamá? – se preocupó la monja
-
No, no llega hasta la noche
-
Bueno, está bien
Almorzaron juntas la picada en el
sillón y de vez en cuando se besaban como si fueran novias. La monja le besaba
el brazo y Sofía respondía con un beso en la mejilla que casi siempre terminaba
en la boca.
Más tarde almorzaron el pollo que
estaba exquisito y la monja se sorprendía de las habilidades en la cocina,
entre otras, de Sofía.
Cuando terminaron la monja se
ofreció a lavar los platos. Sofía la dejó. Parecía una modelo o una conejita de
playboy en ropa interior y lavando los platos. Sofía la tomó de la cintura
desde atrás y la besó en el cuello y acercando su boca al oído le dijo
-
Te espero arriba, en el cuarto de mi mamá
-
¿Si?
-
Si, ya lo conoces, no tardes – le dijo Sofía
Subió las escaleras con el teléfono
en la mano. Eran las 14.30 y Luciano llegaría en media hora. Le escribió rápido
“no anda el bien timbre, escribime cuando estés llegando por las dudas” Ok, le
puso Luciano
Sofía tiró el teléfono a un
costado y empezó a buscar el dildo de su madre. Lo encontró y lo guardó en la
mesita de luz. Cuando giró la cabeza, la vio a la monja en ropa interior que
parecía una diosa egipcia parada en la puerta de la habitación. No podía creer
lo buena que estaba la hermana debajo del hábito con el cual la había conocido
-
¡Qué buena que estás! – casi le gritó Sofía
-
Gracias, vos también estás muy linda – la monja
no se animaba a decir buena
Sofía se arrodilló en la cama y
esperó a que la hermana se acerque. La monja caminó despacio y sensualmente,
sabiéndose sexy. Le gustaba este papel. Se arrodilló en la cama y besó a Sofía
en la boca.
No tardaron mucho en desnudarse
las dos y ésta vez sí, Sofía le permitió a la monja que le chupe le concha.
Estaba en eso cuando ve que el celular se ilumina y es Luciano que dice en 15
minutos estoy ahí.
Sofía dejá el teléfono y casi a
punto de acabar le dice a la monja
-
Vení acostate – y se para yendo a la mesa de luz
-
¿Qué vas a hacer? – intrigada la monja
-
Algo que te va a gustar, cerrá los ojos – abre
suavemente el cajón mirando que la hermana no estuviera viéndola y toma el
dildo arrodillándose en el piso
-
Mmmmm, estoy ansiosa – dice la monja
-
Abrí las piernas – ordena Sofía
-
Si – La monja se exhibe sin pudor abriendo ambas
piernas
Es en ese momento que Sofía
comienza a chuparle la concha y a meterle dos dedos y cuando siente que está
totalmente lubricada, le apoya la punta del dildo y se lo empieza a meter
-
Aghhhhhhhh ahhhhhhhh – suspira la monja
-
Esto es de mi mamá y quería usarlo con vos –
dice Sofía
-
Mmmmm, se siente muy bien – dice la religiosa
-
Va entrando despacio, Mmmmm – Sofía nota que la
dilatación de la monja empieza a aumentar y la lubricación que tiene por suerte
ayuda mucho
-
Mmmmm – suspira la hermana cuando siente que
entra un poco mas
-
Imaginate que es la pija de Luciano – dice Sofía
y le da un lametón al clítoris
-
Aghhhhhh voy a acabar de vuelta Sofiiiiiiii
-
¿Te imaginas a la pija de él adentro? – pregunta Sofía enajenada
-
Aghhhh ahhhh ahhhhh ahhhhhhhhh siiiiiiiiiiiii
Sofía la hace acabar y empieza a
meter y sacar el dildo con un muy buen ritmo que alterna con chupadas a la
concha. La monja está en el más allá. Sofía se deleita viéndola acabar.
-
Quiero chuparte yo. – dice la monja
-
Esperame un segundo que ya vuelvo – dice Sofía
agarrando el celular
-
¿A dónde vas? – pregunta intrigada la monja
-
Sorpresa…
-
¿Otra más?
-
Si, otra mas
Cuando va bajando las escaleras
puede ver a Luciano que está llegando, le abre la puerta rápido y le dice Shhhh
que haga silencio…
Luciano se sorprende al verla
completamente desnuda a su novia y ésta lo besa para callarlo y lo toma de la
mano en dirección a la escalera que conduce a los cuartos de arriba
Juntos Luciano y Sofía comienzan
a subir la escalera están a metros de la puerta de la habitación de Eugenia, la
madre de Sofía. Dentro está la hermana Mariángeles totalmente desnuda…
(continúa acá)
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