Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Mamá caliente (35)

 


-        Mmmmm, me encanta este pecado – dijo la religiosa

-        Siiiiii – decía Sofía

El timbre del recreo sonó muy fuerte y todos quedaron paralizados

-        Estamos en el baño de mujeres, salí vos rápido – le ordenó la monja a Luciano

-        Sí, si - dijo él abriendo la puerta del cubículo y saliendo raudamente

-        Vos quedate acá – le dijo la monja a Sofía y salió disparada del baño metiéndose en otro

Luciano se topó en la puerta con una alumna que entraba y se quedó mirándolo

-        Me equivoqué – mintió

En el otro recreo, Sofía y Luciano hablaban de lo ocurrido.

-        ¿Me vas a contar?  – le decía Luciano

-        ¿Que queres que te cuente?  – reía Sofía

-        Como convenciste a la monja de esto

-        La verdad es que desde que te vio, está con ganas de probar tu pija y se sinceró conmigo

-        ¿Y que más hicieron? – Luciano quería saber detalles

-        Cosas de chicas

Por suerte el timbre del recreo la salvó y se metió en el aula rápidamente.

En su casa, Sofía agarra el teléfono para mensajearse con la hermana Mariángeles

-        Hola Sofi

-        Hola hermana, ¿cómo anda? Jajaja

-        Bien, un poco más pecadora – la monja no esquivaba el bulto

-        Ya lo creo, hermana – a Sofía le gustaba jugar a tratarla con su rango clerical

-        Hoy corrimos un gran riesgo…

-        Estuvo bueno, ¿no? – Sofía no se amilanaba

-        Si, muy bueno, pero muy peligroso – insistía la monja

-        A mí me gusta el peligro…

-        Sí, pero podría armarse un lío tremendo si nos descubrían hoy

-        Si, hermana, pero no pasó nada

-        Sofi, te puedo hacer una pregunta?

-        Si, Angie, decime – volvía a llamarla de manera más íntima

-        Vos estuviste con otras mujeres antes que conmigo, ¿no?

-        Sí, pero…

-        ¿Pero qué?

-        No te puedo decir con quien – sentenció Sofía

-        No te lo preguntaría

-        Ah, ¿y porque me preguntas?

-        Para saber si te gustan los hombres o las mujeres – se interesó la religiosa

-        Creo que, como vos, me gustan las dos cosas

-        Ah

-        ¿O me equivoco?

-        Si, bueno yo nunca… - dudaba la hermana Mariángeles

-        ¿Nunca estuviste con un hombre?

-        No, bah, si, tuve un novio, pero no llegamos a concretar si a eso te referís

-        Y no tenías ganas

-        No llegamos a instancias de intentar algo

-        Te puedo hacer una pregunta íntima – Sofía quería ser precavida

-        La que quieras – concedió la monja

-        ¿Pero le viste, le agarraste o le chupaste la pija a tu novio?

-        No a la tercera parte, jajaja – reía la monja con el teléfono en la mano

-        Ah bueno, o sea que algo de experiencia tenés – la empujaba Sofía

-        Hoy más que hace unos días – se sonreía la monja en la intimidad

-        Si si, ¿y te gustaría que hagamos más cosas con Luciano?

-        Se me hace que ya hiciste otras cosas con Luciano y con otra gente, ¿no?

-        Sí, pero… - Sofía dudaba si contarle o no a su amiga monja

-        Ya sé, no me podés contar

-        Quizás algún día te cuente

-        Entonces, vos tenés más pecados que yo – reía la monja

-        Muchos más…

-        Pecadora jajaja – la religiosa estaba totalmente apartada de su rol de hermana del colegio

-        Bueno, no me contestaste, te hiciste la boluda – escribió Sofía y sintió que el “boluda” a la monja era muy fuerte, pero después de todo lo que habían hecho, eso era un detalle

-        No te voy a mentir, si hoy no hubiera estado en el baño del colegio, habría hecho cualquier cosa – se confesó la hermana Mariángeles.

-        Mmmmm, ya de pensarlo, me caliento –Sofía empezaba a tocarse

-        Mejor no sigamos con esta conversación porque sé cómo vamos a terminar, jajaja – dijo la monja

-        Ok

La monja sintió una pequeña decepción por convencerla tan fácilmente de abandonar la posibilidad de adentrarse en ese terreno tan pecaminoso. Se le iluminó la cara cuando leyó que Sofía había escrito:

-        ¿El sábado podemos ir al colegio a estudiar con Luciano?

-        No – dijo la monja

Ahí fue Sofía la que sintió la decepción, pero enseguida llegó la aclaración de la monja

-        Va a haber un evento en el colegio y va a estar lleno de gente y no va a poder ser

-        ¿Y el domingo?  – insistió Sofía

-        Tampoco, se van a quedar a limpiar y ordenar, pero yo a la tarde voy a estar libre – dejó la puerta abierta la monja

-        ¿Y podrás venir a casa? – Sofía se apresuró a proponérselo

-        Calculo que sí – sonreía la monja

-        ¡Listo! El domingo te espero – sonreía Sofía

-        ¡Dale! ¡Mañana en el cole arreglamos bien!

-        Chau, ¡te mando un beso! Dijo Sofía

-        ¿En dónde? Jugó la monja divertida y traviesa

-        En principio en la boca – Sofía ya se estaba mojando

-        Mmmmm – escribió la monja, ya con una mano dentro de su bombacha mojada

-        ¿Estás sola?  – preguntó Sofi

-        Si, ¿vos?  – quiso saber la religiosa

-        También

-        Que peligro – sentenció la monja

-        ¿Te gustaría tocarte?  – fue directa Sofía

-        Ya lo estoy haciendo

-        ¿Y pensando en mi beso? – Sofía empezaba a calentar a la monja y a calentarse ella

-        En el beso que no te puedo dar porque hay algo en el medio – la monja sonaba críptica

-        ¿Que hay en el medio?  – si Sofía no había entendido mal, que la monja lo dijera

-        La pija de Luciano – la monja escribió eso con los dedos temblorosos mientras volvía a tocarse

-        Ayyyyy Angie! ¡Me re calienta leerte escribiendo estas cosas! – Sofía vibraba mientras escribía

-        Mmmmm – articuló la monja mientras volvía a meterse la mano en la concha empapada y a punto de acabar

-        Quiero que acabemos juntas… - se aventuró Sofía

-        Yo casi estoy – escribió la monja

La hermana Mariángeles estaba al borde del orgasmo y se quedó un momento mirando la pantalla a la espera de unas palabras de Sofía que la ayuden en sus ganas de estallar en un orgasmo y eso no tardó en suceder

Sofía, por su parte, cuando supo que la monja estaba por acabar empezó a imaginar qué decirle para llevarla a un extremo. Se preguntó si no sería demasiado lo que se le había ocurrido, pero la calentura era tan extrema que escribió

-        Quiero chuparte la concha mientras Luciano te mete la pija…

Sofía se quedó en un estado de semi inconciencia y tocándose hasta que recibió, para su sorpresa, un audio de la caliente monja amiga. Al borde del orgasmo, Sofía presionó el triángulo y sonó el audio de la monja:

-        Aghhhh Sofía estoy acabando aghhhh aghhhhh aghhhhhhhhh mmmmmm agggggg Mmmmm

Sofía acabó en ese mismo instante, también. Y no dudó en mandarle el audio a la hermana.

-        Aghhh mmmm ahhh Mmmmm ahhhhh mmmmmm aghhhhhhh

-        Que caliente me pones, Sofía -  Escribió la religiosa juntando coraje

-        ¡Y vos a mí, Angie! – Sofía se desarmaba encima de su cama

-        Bueno, espero que nos veamos el domingo – escribió la monja

-        ¡Ahora tengo más ganas que nunca!  – dijo Sofía sin dudar

-        ¿Qué voy a hacer con vos? – Se preguntaba la monja

-        Podes hacer muchas cosas… - le respondió Sofía

-        Besos

-        Muchos más besos, para vos – concluyó Sofía

Sofía se acostó mirando el techo de su cama con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Sabía que había dado otro paso enorme con su caliente y traviesa amiga monja.

Antes de que llegue el domingo, los planetas parecían alinearse en el universo de Sofía. Primero, su madre le dijo que no estaría el domingo por la tarde y volvería recién a la noche y segundo, Luciano obtuvo el permiso de sus padres para poder estudiar por la tarde con su novia y con la monja. Bueno, estudiar no era precisamente lo que tenía planeado Sofía

El domingo se acercaba y Sofía no quiso decirle ni a Luciano ni a Mariángeles que tenía la casa totalmente a disposición.

Llegó el domingo y Sofía preparó todo de una manera totalmente detallada. Invitó a la monja a almorzar y a Luciano le dijo que fuera a eso de las 3 de la tarde.

Puntualmente a las 12 del mediodía, la hermana Mariángeles, vestida sin el hábito, tocaba el timbre en la casa de Sofía. La joven corrió a atenderla y la hizo pasar besándola en la mejilla. Ambas hubiesen querido de entrada un beso en la boca y más profundo, pero ninguna de las dos se animó a dar el primer paso

Sofía la toma de la mano sin dudar y la lleva por la casa hasta la cocina en donde está preparando una picada. Es primavera en Canning, provincia de Buenos Aires, y por la ventana entra un sol radiante. Sofía luce un vestido corto y se nota que no lleva corpiño pues sus pezones se le marcan en la tela, provocando que a la religiosa se le suban los calores cada vez que la mira ir y venir por la cocina. Lo que ignora la hermana es que Sofía tampoco lleva bombacha, está completamente desnuda debajo del vestido.

Sofía se mueve con mucha soltura en la cocina y va cortando salame, quesos y colocando aceitunas, papas y Doritos en unas cazuelas mientras sacaba vasos y servía gaseosa. La hermana se había acomodado en una banqueta alta al lado de la barra que dividía la cocina con el comedor.

-        ¿Qué es ese olor tan rico?  – quiso saber la monja

-        Estoy haciendo un pollo al horno con papas – respondió Sofía con una sonrisa

-        Mmmmm, cuanta dedicación! – se sonreía cómplice la monja

-        Vos te lo mereces, Angie – dijo cálidamente Sofía y le tiró un beso

-        Gracias

Sofía llevó la picada a la mesa ratona del living y le dijo a la monja

-        Traé los vasos con las cocas! – en referencia a la Coca Cola

-        ¡Dale!  – la monja la siguió y no pudo dejar de mirar la curva que dibujaba el vestido sobre el cuerpo de la joven

-        Esperá que pongo música – dijo Sofía y se fue a encender el parlante para conectarlo con su teléfono

La monja estaba sentada y seguía a Sofía con la mirada. Parecía que sus ojos no podían despegarse de ella, de su cuerpo y de su cara. Era realmente hermosa.

-        ¿Qué pasa que me miras tanto?  – decía Sofía desde la distancia con una sonrisa

-        ¡Es que sos hermosa!  – se envalentonó la monja

-        Vos también – dijo Sofía y estiró una mano para levantar a la monja del sillón

No esperaba que ocurriera lo que ocurrió. Cuando iba a tirar para levantar a la monja, sintió que esta tiró más fuerte y Sofía se fue encima de la monja que la recibió con sus brazos y la besó en la boca

No dudó Sofía en corresponder ese beso y metió la lengua con profundidad dentro de la boca de la monja que la recibió con deseo.

-        No veía la hora de volver a sentir tus besos – le dijo la monja son sinceridad

-        Yo también, me encanta tu boca – se sinceró Sofía

Se besaron con pasión y no tardaron en aparecer las manos de Sofía recorriendo el cuerpo de la monja que tenía un jean y una camisita. Los pechos de la religiosa parecían hincharse de excitación y Sofía lo notaba. Se separó para mirar a la monjita a los ojos y sin dudarlo comenzó a desabrochar el primer botón de la camisa celeste que tenía la monja que, al sentir el contacto de los dedos de Sofía con su piel, se sintió estremecer.

Primero uno, luego otro y otro más para terminar desabrochando todos los botones y abrir la camisa lentamente como el telón de una obra teatral. Cuando vio el sujetador que llevaba la monja no podía creerlo. Era azul de encaje transparente y sus pezones se traslucían por la elaborada tela. Sofía quiso mirar a los ojos a la monja y no pudo, sus ojos estaban perdidos en las tetas de la religiosa que se sonreía ante la cara de sorpresa de su alumna amiga.

Sofía levantó la mirada y encontró los ojos de la hermana que le sonreían junto con toda su cara

-        ¿Y esto?  – dijo Sofía con una sonrisa

-        ¡Una sorpresa para vos!  – dijo la monja

-        ¡Una sorpresa hermosa! ¿De dónde lo sacaste? – Sofía no podía creer que una monja tuviera semejante corpiño

-        Me lo regaló una amiga como una joda cuando tomé los hábitos y lo tenía guardado en casa de mis padres.

-        Mirá vos que pícara la monjita! – reía Sofía

-        ¡Viste!  – dijo la monja y volvió a besar a Sofía en la boca

Sofía acompaño el beso con más lengua y más saliva. Le mordió suavemente el labio a la monja y llevó sus manos a la espalda de esta para desabrocharle el corpiño. Se sintió un poco decepcionada cuando la monja no se lo permitió

-        Esperá, sacame el pantalón primero – dijo la monja

-        Bueno – dijo Sofía y comenzó con la tarea

La monja se fue poniendo de pie para ayudarla y Sofía se quedó de una pieza cuando la religiosa se exhibió ante ella con una minúscula bombacha, también azul y del mismo juego y girando para mostrarse ante su amiga.

-        Sos una bomba! – le dijo Sofía, a quien le costaba articular las palabras

-        ¡Gracias!! ¿Te gusto?  – decía la religiosa girando nuevamente ante Sofía

-        Me quedaría mirándote, ¡pero las ganas de chuparte toda son más fuertes!  – se sinceró la joven rubia

-        No te quedes con las ganas – jugó la monja

Sofía se paró y abrazó a la hermana y empezó a recorrer el exuberante cuerpo de la monja con sus pequeñas manos. Le acariciaba la cola y pudo ver que se le metía la bombacha perdiéndose y la giró para mirarla mejor. Se arrodillo y le besó la cola pasándole la lengua por uno de los glúteos. La monja la hizo ponerse de pie y comenzó ella a recorrer el cuerpo de Sofía con las manos y cuando acariciaba la cola sentía la extrañez de no percibir el contacto contra ningún borde de prenda interior. Tocaba, acariciaba y se estremecía de placer al imaginar el cuerpo totalmente desnudo de la joven Sofía.

Cuando una de sus manos acarició la pierna y subió dentro del vestido, pudo comprobarlo. Sofía no tenía bombacha y podía recorrer con libertad todo el firme culo de la niña y se dedicó con placer a ello. Acariciaba el culo sin dejar de besar nunca a Sofía, que correspondía ahora desatando el corpiño de la monja y liberando sus tetas. Se separó y miró a la monja:

-        Sacame el vestido – le ordenó

-        No veía la hora – dijo la religiosa tomando el vestido por la parte inferior y levantándolo por la cabeza de Sofía

-        Yo también tenía sorpresas debajo – reía Sofía

-        Me encantan tus sorpresas – dijo la monja

Sofía la desnudó por completo a la hermana y la tiró en el sofá. La monja no dudó un segundo en seguirle el juego a Sofía y abrió bien sus piernas y Sofía comenzó a chuparla con esmero. Le besaba primero la zona ¿podría ser que se había depilado un poco más? ¿O sería una percepción de ella? De cualquier manera, Sofía se lanzó sobre esa empapada concha a chupar y beber de los flujos que emanaba la monja

La monja arañaba el cuero del enorme sillón mientras cerraba los ojos dejándose lamer por Sofía. Realmente esta chica sabe lo que hace, pensaba la monja y destilaba fluidos que eran bebidos sin cesar por la joven.

Sofía le metió un dedo primero y la monja se retorció. Luego, le metió otro y con dos dedos fue trabajando la apretada concha de la novicia rebelde.

Al poco tiempo de trabajar tanto con los dedos en la concha como con la lengua sobre el inflamado clítoris de la religiosa, esta empezó a acabar anunciándoselo a Sofía

-        Aghhhhh ahhhh acabooooo Sofiiiii acabooooooo

-        Mmmmm – chupaba y bebía Sofía desde abajo

-        Aghhhhh Mmmmm ahhhhhhhh aghhhhhhh – se retorcía la hermana

Sofía se tocaba la concha a ella misma y se notaba muy húmeda.

Mariángeles le propuso cambiar de posición, pero la idea de la jovencita era otra

-        Se va a quemar el pollo – dijo

-        Pero… - la monja quería complacer a su alumna

-        Aparte ni probamos la picada, voy a sacar el pollo

Sofía, desnuda como estaba fue a la cocina y sacó el pollo del horno. Acomodó unas cosas en la cocina y cuando se volvió vio a la monja vistiéndose nuevamente. La detuvo en seco

-        Me gustaría que te quedes así, en ropa interior

-        Me da vergüenza – confesó la novicia

-        ¡Dale! Si queres yo me quedo desnuda – aventuró Sofi

-        Si vos te quedas desnuda, no creo que yo pueda comer – rio la monjita

-        Jajaja, bueno, me pongo el vestido, pero vos quedate así

-        ¿No puede llegar tu mamá?  – se preocupó la monja

-        No, no llega hasta la noche

-        Bueno, está bien

Almorzaron juntas la picada en el sillón y de vez en cuando se besaban como si fueran novias. La monja le besaba el brazo y Sofía respondía con un beso en la mejilla que casi siempre terminaba en la boca.

Más tarde almorzaron el pollo que estaba exquisito y la monja se sorprendía de las habilidades en la cocina, entre otras, de Sofía.

Cuando terminaron la monja se ofreció a lavar los platos. Sofía la dejó. Parecía una modelo o una conejita de playboy en ropa interior y lavando los platos. Sofía la tomó de la cintura desde atrás y la besó en el cuello y acercando su boca al oído le dijo

-        Te espero arriba, en el cuarto de mi mamá

-        ¿Si?

-        Si, ya lo conoces, no tardes – le dijo Sofía

Subió las escaleras con el teléfono en la mano. Eran las 14.30 y Luciano llegaría en media hora. Le escribió rápido “no anda el bien timbre, escribime cuando estés llegando por las dudas” Ok, le puso Luciano

Sofía tiró el teléfono a un costado y empezó a buscar el dildo de su madre. Lo encontró y lo guardó en la mesita de luz. Cuando giró la cabeza, la vio a la monja en ropa interior que parecía una diosa egipcia parada en la puerta de la habitación. No podía creer lo buena que estaba la hermana debajo del hábito con el cual la había conocido

-        ¡Qué buena que estás!  – casi le gritó Sofía

-        Gracias, vos también estás muy linda – la monja no se animaba a decir buena

Sofía se arrodilló en la cama y esperó a que la hermana se acerque. La monja caminó despacio y sensualmente, sabiéndose sexy. Le gustaba este papel. Se arrodilló en la cama y besó a Sofía en la boca.

No tardaron mucho en desnudarse las dos y ésta vez sí, Sofía le permitió a la monja que le chupe le concha. Estaba en eso cuando ve que el celular se ilumina y es Luciano que dice en 15 minutos estoy ahí.

Sofía dejá el teléfono y casi a punto de acabar le dice a la monja

-        Vení acostate – y se para yendo a la mesa de luz

-        ¿Qué vas a hacer?  – intrigada la monja

-        Algo que te va a gustar, cerrá los ojos – abre suavemente el cajón mirando que la hermana no estuviera viéndola y toma el dildo arrodillándose en el piso

-        Mmmmm, estoy ansiosa – dice la monja

-        Abrí las piernas – ordena Sofía

-        Si – La monja se exhibe sin pudor abriendo ambas piernas

Es en ese momento que Sofía comienza a chuparle la concha y a meterle dos dedos y cuando siente que está totalmente lubricada, le apoya la punta del dildo y se lo empieza a meter

-        Aghhhhhhhh ahhhhhhhh – suspira la monja

-        Esto es de mi mamá y quería usarlo con vos – dice Sofía

-        Mmmmm, se siente muy bien – dice la religiosa

-        Va entrando despacio, Mmmmm – Sofía nota que la dilatación de la monja empieza a aumentar y la lubricación que tiene por suerte ayuda mucho

-        Mmmmm – suspira la hermana cuando siente que entra un poco mas

-        Imaginate que es la pija de Luciano – dice Sofía y le da un lametón al clítoris

-        Aghhhhhh voy a acabar de vuelta Sofiiiiiiii

-        ¿Te imaginas a la pija de él adentro?  – pregunta Sofía enajenada

-        Aghhhh ahhhh ahhhhh ahhhhhhhhh siiiiiiiiiiiii

Sofía la hace acabar y empieza a meter y sacar el dildo con un muy buen ritmo que alterna con chupadas a la concha. La monja está en el más allá. Sofía se deleita viéndola acabar.

-        Quiero chuparte yo. – dice la monja

-        Esperame un segundo que ya vuelvo – dice Sofía agarrando el celular

-        ¿A dónde vas?  – pregunta intrigada la monja

-        Sorpresa…

-        ¿Otra más?

-        Si, otra mas

Cuando va bajando las escaleras puede ver a Luciano que está llegando, le abre la puerta rápido y le dice Shhhh que haga silencio…

Luciano se sorprende al verla completamente desnuda a su novia y ésta lo besa para callarlo y lo toma de la mano en dirección a la escalera que conduce a los cuartos de arriba

Juntos Luciano y Sofía comienzan a subir la escalera están a metros de la puerta de la habitación de Eugenia, la madre de Sofía. Dentro está la hermana Mariángeles totalmente desnuda…

 

(continúa acá)

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