Sofía estaba feliz por la
relación que había desarrollado en poco tiempo con la hermana Mariángeles
(Angie sólo para ella) Se comportaban como verdaderas amigas y sentía que el
episodio de haberse exhibido ante ella cogiendo con Luciano, le iba a permitir
escalar en la confianza que ambas se tenían. La desilusión llegó como el agua
de una bañera que se va enfriando hasta terminar congelándola.
Por la noche, Sofía agarra el
teléfono para chatear con la monja caliente, pero se desilusiona al ver que la
última conexión había sido hacía 2 horas. Evidentemente apagó el teléfono o lo
puso en modo avión. Qué raro, se dijo.
El domingo lo mismo, Sofía volvió
a escribirle y no tuvo respuesta, seguía sin conexión el teléfono de la hermana
Mariángeles
El lunes Sofía entró al colegio y
buscó a la hermana, que no aparecía por ningún lado. Le preguntó a Luciano y a
Josefina, su mejor amiga, y ambos le dijeron que no la habían visto. Llegó el
primer recreo y fue a buscarla. El resultado era el previsto, no la encontró.
En el segundo recreo la ansiedad
empezó a carcomer a Sofía y la buscó hasta en la sala de profesores. Los
alumnos tenían prohibida la entrada allí. Preguntó y la respuesta le llegó como
un rayo.
-
Le hermana Mariángeles no viene más.
A Sofía la invadió la angustia,
solo habían pasado 48 horas de aquel encuentro con Luciano en la cocina del
colegio ante la mirada de la monja. ¿Qué pudo haber pasado? El rostro de la
joven parecía desfigurado de angustia. Tan así, que la profesora le preguntó si
le pasaba algo. Sofía se volvió a indagarla para confirmarlo
-
¿Cómo que no viene más?
-
No viene más, se fue de retiro espiritual por
tiempo indeterminado
-
¿Y no puedo comunicarme con ella?
-
No, debe haber apagado todo y en los retiros la
esencia es esa – decía la locuaz profesora
-
No puede ser – concluyó Sofía en voz alta
-
¿Pasa algo? – quiso saber la profesora
-
Me estaba explicando matemáticas – mintió a
medias Sofi
-
Bueno, los retiros son por un tiempo
determinado…
-
¿Cuanto? – preguntó Sofía rápidamente
-
No sé, pero no son eternos
-
¿Y va a volver al colegio?
-
Sí, pero no sé cuando
A Sofía la invadió la culpa.
Había llegado a un extremo al comportarse así con una monja y provocarla de la
manera en que lo había hecho.
Para colmo de males, el padre
Roberto la llamó a Sofía para hablarle y temió lo peor: que la hermana se haya
confesado con el padre y la haya incriminado a ella y a Luciano. Cuando comenzó
a hablar el padre Roberto, pensó que se desmayaba
-
Hola Sofía
-
Hola Padre
-
¿Sabías que la hermana Mariángeles se fue de
retiro?
-
Si – dijo escuetamente
-
Bueno, antes de irse me dejó dicho que lamentaba
no poder seguir enseñándote matemáticas
Sofía recobró parcialmente la
tranquilidad.
-
Ah, ¿solo eso le dijo?
-
No, eso solo no…
-
¿Que más?
-
Me dejó esta carta para vos.
Sofía agarró el sobre temblando y
se dio cuenta que estaba cerrado con pegamento, evidentemente no quería que
nadie lo abriera.
-
Gracias, padre – Dijo de manera escueta y se fue
Cuando estuvo sola y sin nadie
cerca se sentó y sin abrirla miró el sobre por ambos lados. Lo había cerrado
minuciosamente, eso era señal de que lo que tenía que contarle era
completamente secreto. Aun temblando, lo abrió lentamente y con mucho cuidado.
El papel estaba doblado y con una letra clara y precisa. Comenzó a leer.
Querida Sofía:
Espero que estés muy bien. Antes que nada, quiero decirte que te quiero mucho,
te considero una amiga y disfruto mucho de la relación que tenemos en donde
somos muy francas y compinches cada una con la otra
Sofía hizo un respiro y releyó
ese párrafo, que hablara en tiempo presente de la amistad la alentaba a pensar
en que volvería a verla pronto. Siguió leyendo.
Quiero que
sepas que me fui de retiro espiritual por una decisión abrupta que tomé luego
de lo que sucedió el sábado. Necesito volver a encontrarme en el camino del
señor. Para mí, es un gran paso reconocerlo y recordar que Dios siempre está
dispuesto a escucharnos y perdonarnos si nos arrepentimos sinceramente de
nuestros errores
En este párrafo Sofía se sentía
culpable por lo que había hecho con su amiga religiosa manipulándola.
No quiero
dejar de decirte esto y quiero que sepas y tengas bien claro que no debes
sentirte culpable por nada de lo que pasó. No quiero que mal interpretes lo que
te estoy escribiendo. Recordá que volver al camino del señor es un proceso
gradual y no sucederá de la noche a la mañana. Sin embrago, con dedicación y
esfuerzo estoy segura que podré retomar mi conexión con Dios.
Sofía se conmovió al darse cuenta
que cada cosa que escribía la monja respondía a las preguntas que ella misma se
iba haciendo. Creía que no iba a hablar del tema sexual, era algo muy fuerte
para expresarlo en una misiva, pero necesitaba alguna palabra del parte de la
monja. Cuando volvió sus ojos a la carta no podía creer lo que leía.
Es muy difícil
para mí expresar esto, pero siento que necesito compartir mis sentimientos con
vos. Últimamente, he estado lidiando con la confusión y el deseo sexual, y no
sé cómo manejarlo.
Sé que
nuestras conversaciones siempre han sido sinceras, y espero que puedas
escucharme sin juzgarme. Me siento confundida porque no sé si este deseo es
normal o no. A veces siento que está fuera de mi control y me preocupa que
pueda llevarme a hacer cosas que no quiero.
Sé que la
sexualidad es un tema complicado y puede ser difícil de hablar, pero siento que
no puedo mantener esto en secreto. Necesito tu apoyo y comprensión mientras
trato de entender mis sentimientos y cómo manejarlos.
No estoy
segura de qué hacer a continuación, creo que el retiro espiritual es la mejor
decisión en lo inmediato, pero estoy abierta a cualquier consejo o recursos que
puedas compartir conmigo. También estoy considerando buscar ayuda profesional
para poder hablar de esto con alguien que tenga experiencia en este tema.
Gracias por
escucharme y por ser una amiga en la que puedo confiar. Espero que podamos
seguir hablando abierta y honestamente como siempre lo hemos hecho.
Sofía cerró la carta aferrándola
a su pecho, las lágrimas brotaban de sus ojos y su mirada se perdía dentro del
aula y en completa soledad. Los sentimientos se alborotaban dentro de ella. Por
un lado, sentía responsabilidad por todo lo que había pasado, pero, por otro
lado, sentía la plenitud de saber que Angie (la hermana Mariángeles) la
consideraba una amiga férrea. Se secó las lágrimas y se quedó sentada. Guardó
la carta en la mochila y fue viendo como sus compañeros volvían lentamente a
clase entre risas y gritos.
Pasó más de una semana, en la
cual Sofía había revisado el celular de a ratos y no tenía novedades de su religiosa
amiga. A medida fueron pasando esos días se fue preguntando qué pasaría con
Angie. ¿Volvería al colegio así sin más?
El lunes, Sofía estaba entrando
al colegio y sintió que la llamaban suavemente. Se dio cuenta en ese mismo
instante y quedó paralizada como si todo se hubiese detenido en ese momento.
Era la voz de la hermana Mariángeles, Angie. Giró su cuerpo y sintió como el
resto del mundo se desvanecía. Solo tenía ojos para ella. Su cara hizo una
mueca de emoción, llanto y alegría al mismo tiempo. Sin dudarlo, aceleró el
paso hacia la religiosa que la miraba con alegría.
La hermana le hizo un gesto con
las manos hacia abajo para que moderase su efusividad, estaban en el colegio y
no podían saludarse muy efusivamente. Sofía no pudo reprimirse y besó a la
hermana en la mejilla mientras se aguantaba las ganas de abrazarla.
-
¡Hola Sofi! ¿Como estas? – dijo la hermana
-
Ahora muy bien, Ang…, perdón Hermana Mariángeles
– dijo Sofía mirando en ambas direcciones
-
Gracias – le dijo la religiosa con una mirada de
cariño que desarmaba a cualquiera
-
Gracias a vos, ehhh a usted hermana, por…
-
¿Por qué? – quiso saber la monjita
-
Por acordarte de mí y escribirme una carta.
-
Fue muy difícil para mí – decía la monja
-
Lo sé y por eso te lo agradezco mucho
-
No tenés nada que agradecerme.
-
Bueno, ¿como te fue en el retiro? – quiso saber Sofía
-
Es largo para contarte acá en el pasillo.
-
¿Y cuando nos vemos? – Sofía se moría por saber
en más detalle
-
Arreglamos por WhatsApp – dijo la monjita
-
Ah si si
-
Bueno, ahora andá a clases – la despidió la
hermana Mariángeles
En clases Sofía parecía otra
persona, alegre, divertida y muy extrovertida, quería participar de la clase,
hablaba con Josefina, su amiga.
Por la tarde llegó del colegio y
le mandó un WhatsApp a la monja
-
¡Hola Angie!
-
Hola Sofi – la respuesta no tardó en llegar
-
¿Cuando puedo verte? Preguntó Sofía sin mediar
palabra
-
No sé, ¿el sábado? – escribía la monja
-
¿No puede ser antes?
-
Es que acá hay mucha gente dando vueltas y no
vamos a poder hablar tranquilas
-
Ah, lo entiendo – se desilusionó Sofía
-
Va a tener que ser el sábado
-
¿Vos no podés salir? Se la jugó Sofía
-
Si, poder puedo, ¿pero para ir a dónde?
-
A mi casa
-
No sé, ¿te parece?
-
Sí, mi mamá no está y podríamos habar re
tranquilas
-
¿Hoy? - Preguntó la hermana rápidamente, ella
también estaba ansiosa
-
Si, si, hoy no está mi mamá, está de viaje
-
Ah bueno, ¿a qué hora?
-
¿A qué hora?
-
Jajaja
-
Jajaja
Las dos escribían lo mismo al
mismo tiempo y se reían cada una mirando la pantalla del celular.
A las 6 de la tarde, la hermana
Mariángeles vestida con el hábito completo, tocaba timbre en la casa de Sofía.
Bajó a abrirle y la hizo pasar. Una vez adentro, Sofía abrió los brazos
haciendo el ademán de abrazar a la monja diciendo
-
¿Puedo?
-
¡Por supuesto! – Dijo la religiosa y también
abrió los brazos
Se dieron un fuerte abrazo y se
quedaron pegadas un tiempo largo sin poder soltarse. Ambas se sentían con la
necesidad de sentir a la otra persona cerca y no se reprimieron.
-
Vamos a mi cuarto – dijo Sofía al separarse
-
Vamos
Sofía le mostró rápidamente la
casa mientras preparaba el termo para el mate y subieron al cuarto de la joven.
La hermana no dejaba de mirar todo lo que veía y preguntaba fascinada por
cuadros, adornos y posters que Sofía tenía en su habitación
Se sentaron en la cama y
empezaron a hablar
-
¿Como te fue con el retiro? – preguntó Sofía de inmediato
A Mariángeles le gustaba la
espontaneidad de Sofía, que no se reprimía cuando quería saber algo
-
Te digo la verdad
-
Si
-
No sé si me sirvió de mucho
-
¿Pudiste pensar?
-
Es que no sé si quería pensar o dejar de pensar
-
Es que… - Sofía no sabía cómo entrar en ese
terreno
-
No quiero hablar de eso todavía
-
Bueno, está bien
-
Contame como andas vos? ¿El colegio?
-
Bien, sin profe de matemáticas que me ayude,
pero bien – Sofía hizo el gesto de tristeza y ambas se rieron
Estuvieron hablando de mil temas
por mucho tiempo, no se daban cuenta que el tiempo pasaba y se hacía tarde.
Cuando la monja se asomó por la ventana y vio que oscurecía se sobresaltó
diciendo
-
es tardísimo, no puedo llegar a esta hora a la
escuela!
-
Bueno, quedate a dormir, le dijo
-
No puedo, y menos en lo de una alumna
-
¿Y tienen que saberlo? – preguntó Sofía
-
Debo avisar y no puedo mentir
-
Decí que te quedas en lo de tu mamá
-
¡No! Eso es mentir
-
¿Vos dijiste que venías a mi casa? – quiso saber Sofía
-
No
-
Perfecto, entonces decís que por seguridad
preferís quedarte y no volver tan tarde y molestar en la escuela
Mariángeles la miró con un gesto
severo de advertencia, pero eran tantas las ganas que tenía de quedarse que no
se resistió y llamó al colegio. La atendió una hermana joven que no preguntó
demasiado, de modo que muy precisamente le dijo
-
Me voy a quedar a dormir acá y mañana voy a
primera hora al colegio, solo quería avisarle a la hermana para que no se
preocupe
-
Ah bueno, hermana, yo le aviso
-
Gracias y cortó
Se abrazaron casi festejando.
Mariángeles la miró y le dijo
-
Mirá las cosas que me haces hacer…
-
Te he hecho hacer cosas peores… - Sofía le
sostuvo la mirada
-
Si – dijo la monja y se ruborizó por completo
-
No te quiero hacer sentir mal – le dijo Sofía
sintiéndose culpable
-
No, quedate tranquila, Sofía – dijo la monja que
no pudo disimular su turbación
En ese mismo instante vinieron a
la cabeza de la religiosa la imagen de Sofía abierta de piernas en la mesa de
la cocina y Luciano chupándole la vagina desde abajo, seguramente bebiéndose
sus jugos, mientras ella se masturbaba detrás de la puerta. Su cuerpo se
sacudió de placer y bajo el hábito tuvo que cerrar las piernas para sentir
mejor su húmeda cavidad.
-
¿Te pasa algo? – preguntó Sofía
-
No nada
-
Decime la verdad – la apuró
-
Es que…
-
Lo recordaste y te calentaste, ¿verdad?
-
Bueno no sé si…- la monja no se animaba
-
¿Que?
-
Si – concluyó la monja
-
No pasa nada, no tengas vergüenza y menos
conmigo
-
Gracias
-
Yo soy re calentona – le reconoció Sofía
-
Ya me di cuenta, jajaja – la monja hizo un corto
pero muy efectivo chiste
-
Jajajaja
Rieron las dos y salieron del
paso.
Sofía puso una pizza Sibarita al
horno y comieron. Le ofreció una cerveza que la hermana rechazó rotundamente y
ella tampoco bebió y se sentaron en el sillón enorme del living a mirar la tele
y a comer
-
Creo que es la primera vez que como en un sillón
y una mesa ratona – dijo la monja
-
Ah bueno – dijo Sofía
-
¿Qué pasa?
-
Mi primera vez también fue en este sillón,
jajaja – dijo Sofía entre risas
-
Jajaja – la monja se reía mucho con la desfachatez
de su amiga alumna
Terminaron la pizza y Sofía puso
música y se puso a bailar, invitó a la monja que al principio rechazó la
invitación más luego terminó accediendo y bailando con el hábito.
Pusieron Taylor Swift, Nirvana,
Lali, la Rosalía, entre tantos y se divirtieron muchísimo.
-
Acompañame al cuarto así preparo tu cama – dijo
Sofía
-
Ah, ¿vamos a dormir en el mismo cuarto? – se apresuró la monja
-
Si obviamente
-
No traje ropa de dormir y debajo del hábito…
-
¿No tenés ropa? – quiso saber
-
Solo ropa interior, hace calor – dijo escueta
Mariángeles
-
Claro, claro
Suben al cuarto y Sofía se
apresura a armar la cama de abajo y empieza a desvestirse con total naturalidad
delante de la monja que la mira absorta
-
Ya me viste en situaciones peores, Angie – reía Sofía
-
Sí, es verdad – decía la hermana Mariángeles
La miraba con incredulidad. Sofía
se sacó la remera y el short quedando en bombacha y corpiño blancos. El corpiño
dejaba adivinar sus pezones. Cuando la monja miró en esa zona sintió como los
pezones de ella también se endurecieron y sintió vergüenza.
Así en ropa interior como estaba,
Sofía le señaló el cuarto de su mamá y le dio una remera y un pantalón largo
para que se lleve y se cambie allí.
Mariángeles estaba aturdida, pero
fue igual a la habitación de la madre de Sofía cerrando la puerta tras sí. Se
quitó el hábito rápidamente y no pudo evitar mirarse en el espejo con la ropa
interior y medias y zapatos. Se sintió ridícula, por un lado, pero
increíblemente sexy por otro. Sus pechos parecían hinchados de excitación y sus
pezones le dolían de lo duros que estaban. Mirándose aun al espejo se metió una
mano dentro de la bombacha y se notó muy húmeda.
-
¿Ya estás? – se escuchó el grito de Sofía desde lejos
-
Si si – se recomponía La hermana y se vestía con
la ropa de Sofía
Cuando se miró al espejo con la
ropa de Sofía, no se reconoció a sí misma en un primer momento. Sus pechos
parecían a punto de explotar la remera y el short también le quedaba pequeño.
Se sentía tremendamente sexi y eso un poco le gustaba.
Llegó al cuarto de Sofía y ésta
se quedó mirándola largamente. Se la veía hermosa. A Sofía le gustó mucho el
cuerpo de la monja enfundado en su propia ropa. Le vinieron a la mente
pensamientos de lo más diversos y perversos, pero trató de reprimirlos. Lo que
si no pudo hacer es dejar de mirarla con deseo.
-
¿Qué pasa? – dijo la monja
-
¿Nada, por? – reaccionó Sofía
-
Es que me miras de una manera…
-
Ah sí, es que te queda un poco apretada la ropa,
¿no?
-
Si, un poco, pero no importa
-
Noooo, como vas a dormir con ropa apretada! –
dijo Sofía
-
No voy a dormir en ropa interior…- aclaró la
monja
-
No, claro, vení conmigo – dijo Sofía tomándola
de la mano a la hermana
-
¿Que…a dónde vamos?
-
A probarte ropa de mi mamá
-
Nooooo
-
Si, dale, no pasa nada
Al llegar al cuarto de la madre,
Sofía vio en la cama el hábito de la monja extendido.
-
Uy me olvidé de doblarlo y llevarlo. – dijo la
hermana Mariángeles
-
Nooo, déjalo ahí estirado así no se arruga
-
Bueno – dijo la monja
-
Vamos a ver – decía Sofía mientras revolvía el
placard de la madre
-
No te hagas problema…
-
Tomá ponete este. – le dijo Sofía y le alcanzó
un camisón de tiritas
Sofía lo había hecho a propósito.
Era un camisón muy sexi y quiso poner a prueba a la monja. La hermana lo miró
con diversión y decidió sorprender a Sofía
-
Bueno, me lo voy a poner
-
Queres que me vaya? – dijo Sofía
-
No, date vuelta
Sofía se giró y la monja se sacó
el short y la remera que le apretaban y se puso el camisón encima de la ropa
interior y se volvió diciendo. Sofía estaba petrificada con lo que veía
-
¡Te queda perfecto!
-
¿Si? Bueno, ya está duermo con esto
-
Pero así no se usa
-
¿No? Como se usa
-
Sin corpiño, aparte vas a estar más cómoda para
dormir
-
¿Si?
-
¿Vos dormís con ropa interior siempre? – preguntó Sofía
-
Si – mintió la hermana, que algunas veces dormía
sin ropa interior y le encantaba
-
Noooo, tenés que dormir sin nada, por lo menos
en la parte de arriba
-
¿Si??
-
Vení, date vuelta – La obligó Sofía
-
¿Que? –
decía la monja, pero se giraba
-
Dejame a mí – decía Sofía y le desabrochaba el
corpiño
-
¿Me lo saco? ¿Te parece? – Decía la monja
divertida
-
Siii, dale, si total, nadie se va a enterar,
estamos solas – Sofía se estaba excitando
-
A ver – La monja trataba con dificultad de
quitarse el corpiño sin sacarse el camisón y le costaba
Sofía al ver la dificultad,
acudió en su ayuda y le bajó un bretel del camisón. Las manos le temblaban. Por
su parte, Mariángeles se sentía conmovida por todo lo que estaba sucediendo.
Cuando sintió que le bajó el tirante del camisón se sintió conmovida y un
chorrito bajó dentro de su ya húmeda concha. Los pezones se le endurecieron y
sus pechos parecían hincharse de excitación.
-
No va a pasar nada si se te ve una teta – decía
Sofía con tono médico
-
No, claro – decía la monja totalmente excitada
Finalmente pudo sacarle el
corpiño y recompuso el camisón de seda. Era un espectáculo ver a la casta
hermana así vestida. Sería apenas 2 centímetros más alta que Sofía y el cuerpo
parecía el de una modelo de lencería. Las tetas se adivinaban hermosas. Los
pezones se le marcaban completamente y volvían loca de deseo a Sofía.
Por su parte, la monja se miró al
espejo y se sintió hermosa y sensual. El contacto de la fina tela sobre los
pezones la volvían loca. Buscó la mirada de Sofía en el espejo y la miró con
seriedad. Sofía le devolvió la mirada y con voz ronca de excitación le dijo
-
Sos una bomba, sabías?
-
¿Si?
-
Si, si no fueras monja...
-
¿Que? –
quiso saber la hermana
-
Todo el mundo te querría…
-
¿Que? La monja quería sentirse deseada y que
Sofía se lo dijera con todas las palabras
-
Mejor no te lo digo
La monja la miró más seria y en
sus ojos se veía la excitación de una mujer en celo y con deseo puro.
-
¿Todo el mundo me querría…que?
-
Coger
Tuvo que cerrar los ojos la
hermana cuando sintió que se mojaba más aún. Los volvió a abrir y por el espejo
pudo ver a Sofía.
-
Voy al baño – dijo la monja
-
Andá a este – Sofía le señaló el baño en suite
de su madre
-
Ah
Ni bien entró la monja se bajó la
bombacha y se metió sin dilación dos dedos en la concha que entraron con mucha
facilidad. Se preguntó si debía masturbarse y decidió abrir la canilla para
despistar un poco.
Del otro lado de la puerta, Sofía
preparaba una travesura de las que más le gustaban. Hacer un juego de roles
invertido con la monja.
Mariángeles estaba muy excitada.
Vio sus dedos empapados e hizo algo que le pareció una locura. Abrió la boca y
se metió índice y mayor degustando su propio sabor. Una corriente de excitación
la recorrió desde la concha hasta la cabeza pasando por todo su cuerpo estremeciéndola
como nunca antes. ¿Fue eso un orgasmo sin tocarse se preguntaba la hermana? Se
lavó la cara intentando calmarse y creía haberlo logrado. Se miró al espejo
nuevamente y éste le devolvió la imagen de una loba en celo. Se giró y abrió la
puerta, no esperaba encontrarse lo que se encontró…
(continúa acá )
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