Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Mamá caliente (33)

 


Se besaban sin parar, jugaban con la lengua de la otra y se buscaban, ahora con deseo.

-        Sos hermosa – le dijo Sofía separándose un poco

-        ¿Me tutea, hermana? -  rio La monja

-        Ah, sí sí, perdón Eugenia – Sofía la besó nuevamente

-        Que monja hermosa que es usted también -  le dijo la hermana caliente

-        Soy una monja muy caliente y con ganas… - Sofía no se atrevió

-        ¿Con ganas de qué, hermana? – La monja sabía que la respuesta a esa pregunta marcaría un camino sin retorno…

-        Con ganas de chuparla, Eugenia…

-        Ayyyy, hermana, las cosas que me dice… - La monja estaba muy caliente y amaba jugar este juego de roles

Sofía la tomó de la barbilla con dos dedos y la beso suavemente en la boca, besos cortitos y fue moviéndose por toda la cara. La monja levantaba el mentón y supo Sofía que debía ir por el cuello.

Ahora los besos iban acompañados de lengua, lamidas y chupeteos intensos. Sofía se quedó largo rato en el cuello de la moja jugando con sus besos y de a poco fue bajando a sus tetas. La monja le acariciaba la cabeza y se dejaba hacer.

La boca de Sofía se acercaba al erguido pezón derecho cuando pudo ver que toda la piel de la monja estaba erizada por completo y temblaba de excitación. Sofía no dudó en ese momento y tomando el pecho derecho con la mano, lo levantó sopesándolo y abriendo la boca se metió por completo el pezón de la monja y lo chupó rápidamente

-        Aaaaaaaaaghhhhhhh – se le escapó a la monja que estaba teniendo un orgasmo nuevamente sin tocarse

-        Mmmmm – chupaba Sofía

-        Aghhhhh hermana, que bien lo hace….

-        Mmmmm – Sofía se sonreía con el pezón dentro de su boca

-        Mmmmm, hermana, siiiiiii

-        Mmmmm, le gusta cómo le chupo las tetas, Eugenia? – Sofía iba ahora al otro pezón

-        Mmmmm, siiii, hermana

-        Seguro que a su hija le gusta que le chupen las tetas también – Se aventuró Sofía

-        Aghh, hermana

-        Me gustan sus tetas, Eugenia – decía Sofía en el papel

-        Me pregunto cómo se sentirá chuparle las tetas a una monja – reía y jugaba ahora la monja

-        Sáquese la duda, Eugenia, acá me tiene

Sofía se levantó e irguiéndose se ofreció a la monja diciéndole

-        Eugenia, chúpeme las tetas

-        ¿Le parece, hermana? - Jugaba la monja sin atreverse a dar ese paso

-        Sí, me parece

Sofía volvió a besar a la monja en la boca y las lenguas volvieron a danzar juntas entrelazándose. Esta vez con más pasión todavía. Ahora la monja lucía más distendida con los besos y movía la lengua explorando la boca de Sofía.

Fue entonces que Sofía levantó el mentón y le dio lugar a que la hermana besara el cuello de su joven y excitada alumna. Comenzó suavemente y después con más decisión. Ahora los besos se transformaban en chupetones y los chupetones en lamidas y recorridas largas. Fue llegando a la zona de las tetas de Sofía y se detuvo mirándolas. Necesitaba una señal que no tardó en llegar.

-        Chupame las tetas, por favor

-        Ayyyy hermana, las cosas que me pide! – reía ahora la monja nerviosa

Sofía la miró con seriedad y le dijo con voz ronca de excitación

-        Eugenia, va a ver lo hermoso que es chuparle las tetas a una monja – y le ofreció uno de sus pequeños pechos tomándolo con una mano

La manera en que la monja se dirigió a la teta de Sofía fue simple y directa. No dijo nada, ni jugó ningún rol de madre. Se abalanzó a chupar con desesperación.

Sofía sintió como una ventosa se apoderaba de su pezón y se estremeció. Le acarició la cabeza y la dejó hacer durante un largo rato.

Era mucho el deseo condensado de la hermana por llegar con su boca a esas tetas, de modo que se tomó todo el tiempo del mundo en chupar y lamer los pechos de su alumna.

Sofía la dejó hacer un tiempo largo y le acariciaba el pelo mientras lo hacía.

La monja con el cuerpo inclinado hacia adelante sintió de nuevo estremecerse cuando notó que las manos de Sofía buscaban sacarle por completo el camisón. Una cosa era besarse las tetas con una alumna, pero ¿ir más lejos? De todos modos, se dejó hacer separándose un rato y levantando los brazos para ayudar a su amiga

Se miraron a los ojos y como dos perros que se tienen inquina y vuelven a los mordiscones luego de separados, ellas dos se trenzaron en un nuevo beso que servía para despejar cualquier duda de lo que podría llegar a venir en el resto de la noche.

Sofía la tiró en la cama y siguió besándola mucho, en toda la cara, en el cuello, en los pechos mientras sus manos ya recorrían la parte baja de la hermana Mariángeles acariciándole el culo sobre su bombacha, bastante diminuta para ser una monjita. Las piernas se sentían suaves y Sofía pensó que la hermana se depilaba seguido.

La hermana no sabía cómo seguir, pero se dejaba hacer por Sofía que parecía haber dejado el papel de monja para tomar las riendas en este asunto

Sofía le metió ambas manos dentro de la bombacha a la monja y empezó a amasarle el culo de la misma forma que Luciano solía hacérselo a ella. La monja sorprendida, se dejaba tocar y se excitaba cada vez más. Reprimía sus gemidos chupando las tetas de Sofía una vez más. Fue en ese momento que Sofía le dijo al oído:

-        ¡Quiero tocarte, Angie!

-        ¡No! ¡Soy la madre de Sofía!

-        ¡¿Y queres que yo sea la monjita traviesa?!  – le dijo Sofía al oído

-        Sí, quiero que sea muy traviesa, hermana

Evidentemente la monja no quería salir del juego de roles. Sea porque la excitaba o porque era la única manera de poder sobrellevar esto, despersonalizándose.

-        Mmmmm, mire que soy una monja con muchas ganas de jugar

-        Y yo quiero que juegue conmigo, hermana – decía la monja muy bien puesta en el papel

-        Le voy a tocar la concha en su propia cama, ¿sabe, Eugenia? – jugaba Sofía mirándola a los ojos con una sonrisa perversa

La monja casi tiene un nuevo orgasmo cuando escuchó esa frase en boca de su alumna. Tembló y la miró a Sofía en la boca. Ella supo interpretar eso como una nueva invitación a besarla y se fundieron en un nuevo beso con mucha lengua y saliva.

Las manos de Sofía no dejaban de amasar la cola de la monja. Empezó a mover una mano hacia adelante y fue la monja la que abrió las piernas levemente para facilitarle la tarea.

Sofía acercó la mano y sintió el bello rizado y abundante de la monja. De todos modos, esperaba encontrar más cantidad de pelos ya que creía que las monjas no se depilaban, y se equivocaba. Cuando sus dedos llegaron la entrada de la vagina la rozó apenas y provocó el estremecimiento de la monja. Y cuando el dedo mayor hizo un poco de presión y sintió la humedad que tenía la monja supo que iba a hacerla acabar con sus dedos. Le metió madia falange y la religiosa clavó las uñas en la espalda de Sofía. La monja estaba empapada de excitación. Sofía, al notar la humedad de la monja, volvió a besarla profundamente y le metió el dedo por completo en el mismo momento. La monja acabó sin mas

-        Aghhhhhh aghhhhh mmmmmm – trataba de reprimir sus gemidos

-        Está en su cuarto, señora Eugenia, puede gritar si quiere – Le decía Sofía

-        Aghhh Mmmmm, siiiii, hermanaaaaaaa – la monja seguía en el papel

-        ¿Le gusta que la monja la haga acabar, Eugenia?

-        Siiiiii hermana, siiiiiii

Sofía supo que no había vuelto atrás. Ya se habían besado, tocado y chupado las tetas y ahora la había hecho acabar con un dedo dentro. Sólo restaba una cosa e iba a ir por ello.

-        Eugenia, es hermosa usted!

-        ¡Ay hermana! ¡Gracias! ¡Usted también!  – la monja respondió con un beso en la boca, corto, pero efectivo

Sofía empezó a tironear para bajarle la última prenda a la monja y no se resistió. Si bien no colaboró tanto como hasta ahora, se dejaba hacer con naturalidad.  Cuando terminó de sacarle la prenda se arrodilló, le abrió las piernas y mirándola a los ojos Sofía le dijo:

-        Prepárese Eugenia

-        ¿Qué me va a hacer, hermana?  – preguntó la monja en su papel

-        Le voy a chupar la concha – dijo Sofía y bajó la cabeza entre las piernas de la religiosa que las abrió sin pudor

-        Aghhhhh hermana! ¡Qué degenerada que es usted!  – reía ahora la monja

-        Siiii, soy una monjita muy degenerada – decía Sofía dando el primer lametón

La concha de la monja emanaba un néctar delicioso según supo Sofía en su primera lamida. Posteriormente, empezó a chupar con más decisión volviendo loca a la religiosa que no paraba de gemir como una loca. Subió un poco con la lengua y rozó el clítoris estremeciendo aún más a la caliente monjita.

-        ¡Quiero que acabes mientras te chupo! – Sofía se salió de su papel de monja al tutearla

-        Siiiiii, chupame asiiiiiii que voy a acabar – la monja también salía de su papel

-        Acabame en la boca, Angie – le decía con una sonrisa

-        Siiiii asiiiii aghhhhh – estaba a punto de acabar la monja

-        Sos una monjita degenerada? – dijo Sofía y atrapó el clítoris con sus labios

-        Aghhhhhh ahhhhh ahhhhhhahaaaahhhhhhhh – se deshacía la monja en un orgasmo que parecía interminable

-        Mmmmm que rica concha que tenés! – Sofía jugaba fuerte

-        ¿Te gusta?

-        ¡Me encanta!  – respondía Sofi ahora muy caliente y frotándose a sí misma con una mano

-        ¡Me encantó lo que me hiciste!  – decía la monja

Se recomponía ahora la monja y veía que Sofía no dejaba de masturbarse. Sofía no se animaba a pedirle a la monja que le haga algo a ella. La monja la contempló a Sofía un largo rato y la vio hermosa. Suave, delicada y frágil. No supo cómo, pero se animó a decirle:

-        ¡Quiero hacerte acabar a vos, Sofi!

-        ¿Si? ¿Te animas a tocarme? Vení! – le decía Sofía entusiasmada

-        Si, hago lo que vos quieras – la monja en un estado de sumisión total

Sofía pudo captar a la perfección el estado de la monja y supo que iba a tenerla a su disposición y a la espera de recibir órdenes. Fue así que dijo:

-        Sacame la bombacha

-        Mmmmm, siiii – La monja solo obedecía

-        Vení besame – Sofía se acostó boca arriba y la monja encima de ella

-        Mmmmm, me encanta besarte – la monja se iba soltando cada vez mas

-        Ahora besame y chupame el cuello

-        Mmmmm, así? – obedecía la religiosa

-        Ahora las tetas, mucho tiempo

-        Mmmmm, mmmmmm - la monja se recreó en los pezones de Sofía

-        Ahora hacé lo que vos quieras

La hermana Mariángeles supo lo que tenía que hacer y fue bajando y besando todo el plano abdomen de la joven. Cuando llego a la pequeña mata de pelos, jugó con su nariz como un perrito travieso lo hace con una pelota lo que provocó la risa de Sofía

-        ¿Qué haces?  – dijo Sofía sorprendida

-        Juego un poco porque no quiero que esto termine – dijo la monja

Esas palabras sonaron hermosas en los oídos de Sofía y sintió que eran amigas complementarias ya que ella tampoco quería que esto terminara nunca.


Poco tiempo duró el juego porque el aroma suave que desprendía Sofía pareció embriagar a la monja que sin dudar abrió la boca y sacó la lengua para pasarla muy suavemente por la concha de la joven Sofía. Sintió un sabor que no esperaba, pero le gustó y se lanzó a chupar, lamer y beber. Alternaba usando un dedo para meterlo dentro de la concha de Sofía que a esta altura tenía un recorrido, corto pero muy intenso.

-        Me vas a hacer acabar si seguís así – Dijo Sofía

-        Es lo que quiero – decía la monja y chupaba con más decisión

Algo supo la monja y no se equivocó. Cuando escuchó un gemido de Sofía por un movimiento particular de la lengua en el clítoris, insistió en ese movimiento repitiéndolo una y otra vez. Y fue así como el orgasmo se vino de manera irreversible.

-        Aghhhhh ahhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhh – acababa entre fritos Sofía

-        Mmmmm, siiiiiii - decía desde abajo la monja

-        Aghhh ahhh ahhh ahhhh ahhhhhh me estás haciendo acabar Angie!

-        Mmmmm – Sonreía la monja

Le gustaba que solo Sofía la llamaba así “Angie” y le gustaba hacerla acabar de la manera en que lo estaba haciendo. Siguió chupando un rato más y subió a besarla y sus sabores se mezclaron en el beso y les gustó mucho a las dos

-        Me encantó lo que hicimos – le decía Sofi acariciándole la cabeza a la monja

-        Si, fue una locura, pero me gustó mucho

-        Lo que te perdiste todos estos años

-        Siiiii, es verdad

-        Y las cosas que te faltan probar…

-        Con esto, me parece que me alcanza, decía la monja

-        Tenés que probar… - se detuvo Sofía

-        ¿Que?  – la monja era curiosa, no pudo evitar la pregunta

-        La pija de Luciano – dijo Sofía poniéndose un poco colorada

La monja no supo que decir y fue entonces que se quedó callada y se dormitó sobre el pecho de su alumna amiga.

La monja y Sofía se dieron cuenta que era tarde y se pusieron a acomodar su ropa. Ambas en competa desnudez. A Sofía le llamaba la atención la falta de pudor de la monja ahora. Doblaron juntas el hábito y se lavaron los dientes como Dios las trajo al mundo y se miraban a través del espejo y reían como locas.

Finalmente, durmieron juntas y desnudas en la cama de la madre de Sofía. Ya habían hecho tantas locuras que no le costó mucho convencerla.

 

(continúa acá)

Pueden dejarme sus comentarios en reybaco2005@hotmail.com

O en Telegram @reybaco2005