Pasaron los días y Sofía ya tenía un contacto cada vez más frecuente con la monja. En el colegio era normal y serio delante de todo el mundo, pero por las tardes se escribían mucho por WhatsApp y se contaban todo.
Una idea brillante volvió a
gestarse en la cabeza de Sofía. ¿Y si le decía a Luciano que vaya a estudiar
con ella y con Angie (la hermana Mariángeles)? Seguramente a la salida podrían
ir un rato a algún lado o pedirle a su nueva amiga la monjita si los dejaba ir
al baño juntos. Era una locura, lo sabía, pero no quería dejar de intentarlo.
La idea de poder volver a estar
con Luciano la excitaba mucho. Necesitaba volver a sentir su pija adentro. Le
contó a Luciano la idea y éste no estaba muy convencido
-
¡La monja es copada, no sabes! – le decía Sofía
-
¿Vos decís? – preguntaba incrédulo Luciano
-
Te juro, vos confiá en mí - decía la joven muy decidida
-
Quizá se da un momento para estar solos, ¿no? – se entusiasmaba Luciano
-
Mmmmm, si – se calentaba Sofía
Luciano, aun con reparos, decidió
confiar en su novia. Había que tener en cuenta que la monja no había dicho nada
y eso le daba puntos a favor, pero no dejaba de ser una religiosa y autoridad
del colegio.
En uno de los recreos, Sofía se
acercó junto con Luciano a la hermana y le preguntó si el sábado no podía ir
con él a que les explicara matemáticas
-
No quiero problemas con sus padres, ustedes
tienen prohibido verse los fines de semana, dijo la monjita con una sonrisa
-
Creo que la prohibición es no poder vernos fuera
del colegio, dijo Luciano como un experto abogado
-
¡Es verdad! Casi gritó Sofía de alegría
-
No sé, no se…dudaba la monjita
-
¡Dale Angie! Se le escapó a Sofía
Luciano y la hermana la miraron
sorprendidos. Era una locura llamar Angie a la casta Mariángeles delante de
otra persona y en horario escolar. Sofía
se puso de todos los colores y rápidamente aclaró
-
Perdón hermana Mariángeles, perdón
-
Tenés que tener cuidado, dijo severa la hermana
-
No sabía que la llamabas así, se sorprendió
Luciano
-
Sí, bueno, fuera del horario escolar, si, dijo
Sofía
-
Por favor, hermana, dijo Luciano
-
Pero tienen que prometerme que se van a
comportar, terció la hermana
-
Si, lo prometemos, dijo Sofía
A los pocos días Luciano estaba
tocando el timbre de la puerta del desierto colegio y se sorprendió cuando fue
Sofía la que le abrió. Ni bien pasó le dio un fogoso beso metiéndole la lengua
hasta el fondo.
-
Necesitaba besarte bien, le dijo ella
-
Y yo a vos, dijo Luciano mientras una mano se
metía debajo de la corta minifalda de Sofía acariciándole las nalgas desnudas
ya que la bombachita casi se perdía totalmente dentro de su suave y redonda
cola
-
Vamos, dijo Sofía que no quiero que Angie nos
vea de vuelta, jajaj
-
Jaja, si, mejor, ¿no?
-
Hola hermana, dijo Luciano
-
Hola Luciano, dijo la hermana
Sin saber el motivo, Mariángeles
no quiso decirle a Luciano que la llamara Angie. Pasaron y se sentaron en la
cocina del colegio. Allí, determinó la hermana, estarían más cómodos y podrían
estudiar mejor.
La hermana preparó mates. Sofía
abrió las facturas que había llevado y comenzó a colocarlas sobre un plato.
Luciano las miraba mientras lo hacían. No pudo dejar de reparar en el cuerpo de
la monjita. Le llamaba la atención la figura que tenía, no se imaginaba eso
debajo del hábito. En un momento, Sofía se giró y vio a Luciano contemplando la
cola de la monja y lo miró con picardía. Luciano puso una cara divertida.
Se sentaron a estudiar los tres y
realmente la hermana Mariángeles era muy divertida y precisa con las
explicaciones. Después de un rato, les dio unos ejercicios y los dejó solos en
la cocina del colegio.
Sonia y Luciano hicieron
rápidamente el primer ejercicio y se besaron con pasión. Apareció la hermana y
se separaron.
-
¿Vinieron a estudiar o me están usando como
coartada?
-
Jajaja, no hermana, rio Luciano
-
Es solo unos besos, dijo divertida Sofía
-
Bueno, mejor así
La hermana se sentó en medio de
los dos y comenzó a corregirles el ejercicio, que estaba mal resuelto.
Mariángeles sentía la calidez de los dos cuerpos pegados al suyo y sintió
cierta incomodidad, pero siguió explicando y corrigiendo al mismo tiempo.
Sin pretenderlo, pero sin
intentar evitarlo, uno de los pequeños pechos de Sofía estaba pegado al brazo
derecho de la monjita. La misma se sintió rara al sentir ese contacto y comenzó
a excitarse sin saberlo.
Al poco tiempo, a la hermana
Mariángeles se le ocurrió una divertida y excitante idea, les dijo a los chicos
que se pusieran a hacer los nuevos ejercicios que ella volvía en 15 minutos y
salió por la puerta dejándola entornada.
Sofía y Luciano no tardaron en
besarse nuevamente y una mano juguetona de Luciano se coló entre las piernas de
Sofi, que instintivamente las abrió.
-
Cuidado, puede volver – dijo Sofía
-
Tenemos 15 minutos – dijo Luciano
-
Entonces si es así, parate – le ordenó
Luciano entendió lo que quería
Sofía y se puso de pie frente a ella y con ayuda de esta, comenzó a
desabrocharse el pantalón. En cuestión de segundos la pija enorme de Luciano ya
estaba afuera y era pajeada por Sofía que estaba por llevársela a la boca cuando
miró en dirección a la puerta y le pareció ver asomada a la monjita
Se detuvo en seco.
-
¿Que pasa? – preguntó Luciano
-
Nada – dijo y vio que la cabeza de la hermana
desaparecía tras la puerta
Sofía volvió a la tarea y se puso
a chuparle la pija a Luciano. Se esmeró desde el comienzo haciendo sus mejore
movimientos. Le acarició los huevos, lo miró a los ojos, le decía cosas como:
-
¿Te gusta? – se ponía muy caliente
-
Me encanta, mi amor – respondía Luciano
Sofía con la pija en la boca miró
en dirección a la puerta y pido hacer contacto visual con los ojos de la monja.
Se excitó aún más.
-
¿Te gusta como chupo la pija? – preguntaba Sofía
¿Pero…a quien le preguntaba? ¿A
su novio o a la ardiente monjita?
Detrás de la puerta, la hermana
Mariángeles se había desabrochado el pantalón y se metía una mano dentro de la
bombacha, sintiéndose mojada y caliente
Luciano no podía creer que estaba
nuevamente con su novia chupándole la pija en el colegio, pero esta vez sin
riesgos de ser descubierto. Miró a su alrededor y veía las imágenes religiosas
y bajaba la vista encontrando a su novia con la verga en la boca y mirándolo
con amor. Sofía se sacó la pija de la
boca y le dijo muy caliente
-
¿Me vas a acabar en la boca?
-
Mmmmm – dijo Luciano como toda respuesta
-
Dale, dame la lechitaaaa – dijo Sofi con voz
ronca de excitación
-
Ahí vaaaaaa, agghhhh ahhhhh
Sofía chupaba y tragaba al mismo
tiempo, sin detenerse un segundo. Estaba desesperada y no perdió la ocasión de
mirar nuevamente en dirección a la monja que seguía pajeándose mientras la
observaba a su, ahora amiga, con la pija en la boca. Estaba a punto de acabar,
pero aún quedaba más para ver
Sofía rápidamente se separó de su
novio y se sentó encima de la fornida mesa de madera. Con rápidos y decididos
movimientos, se levantó la minifalda, se corrió la bombacha a un costado y
exhibiendo sin pudor su concha, ante su novio y ante la hermana Mariángeles, le
dijo a Luciano:
-
Chupame la concha
-
Mmmmm, si – Dijo el sin dudar
-
Haceme acabar – y le agarró el pelo empujándolo
hacia abajo
-
Mmmmm – chupaba Luciano con frenesí
-
Aghhhhh, chupame la concha así – casi gritaba
Sofía
La mirada estaba dirigida solo a
la monjita que sin ningún pudor la miraba y perdía su mano en la concha
frotándose con avidez.
-
¿Te gusta? – Sofía la miró a los ojos a la monja
-
Mmmmm, siiiii - decía Luciano desde abajo
La hermana Mariángeles, casta y
pura, la miró a los ojos. Su cara era un incendio. Sus ojos brillaban de
excitación. Se mordía el labio y le subiendo y bajando la cabeza le decía que
sí a su alumna amiga.
-
Agggggg acaboooo – gritó Sofía sin importarle
nada
-
Mmmmm, bajá la voz – decía Luciano sin dejar de
chupar y beber la humedad de su novia
-
Mmmmm – detrás de la puerta acababa la monjita
ahogando sus gritos y tirándose para atrás con la intención de no ser vista
-
Aghhhh que placer – decía Sofía y buscaba con la
mirada a la monja que ya estaba desapareciendo detrás de la puerta
-
Mmmmm, me encanta chuparte y que acabes – decía
Luciano
Detrás de la puerta, la hermana
Mariángeles necesita apoyar la espalda contra la pared para no caerse. Está
temblando y no puede creer que pueda llegarse a sentir tanto placer. La
convulsión que sintió en este último orgasmo no es comparable con nada de lo
que ha vivido hasta ahora.
Habían pasado más de 20 minutos.
Sofía y Luciano se sentaron rápidamente y se pusieron a hacer los ejercicios de
matemática. La hermana apareció y les preguntó cómo venían y ellos respondieron
que les estaba costando.
-
Me parece que van a tener que venir más seguido
– dijo la monjita
-
Si hermana – se sonrió Sofía
-
Sí hermana – asintió Luciano
Terminaron los ejercicios y
salieron por la puerta del colegio. Allí estaba el padre de Luciano
esperándolos para llevarlos. La hermana Mariángeles saludó al padre de Luciano
agitando su mano y despidiéndose de sus calientes alumnos. Se subieron al auto
y anduvieron sin prisa hasta la casa de Sofía. Sergio parecía no encontrar las
palabras. Luciano le preguntó:
-
¿Por qué viniste a buscarnos, papi?
-
¿La verdad? – dijo Sergio
-
Si, papi, ¿pasa algo?
-
No, no pasa nada
-
¿Y entonces? – preguntó Luciano
-
No me creía que estuvieran en el colegio
estudiando
-
Si
-
Pero cuando ví a la monja me quedé más tranquilo
Sofía se rio mirando por el
retrovisor a Sergio, que también le sonreía
¿Hasta dónde llegarían con tantos
secretos?
(continúa acá)
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