Juntos Luciano y Sofía comienzan
a subir la escalera están a metros de la puerta de la habitación de Eugenia, la
madre de Sofía. Dentro está la hermana Mariángeles totalmente desnuda…
Sofía lo detiene en la puerta de
la habitación y comienza a besarlo más apasionadamente. Luciano viste un Jogging
y se nota claramente que está empezando a empalmarse totalmente. Sofía lleva su
pequeña mano a la zona y sonríe mientras lo besa. Mete una mano dentro y agarra
la enorme pija para pajearla.
Se separa unos centímetros y le
dice
-
Tengo una sorpresa, espero que te guste – y lo
agarra de la mano y entra con él en la habitación
Luciano se queda duro en la
puerta no se anima a avanzar. Su cabeza tarda en procesar todo lo que está
viendo.
En la cama acostada boca arriba y
totalmente desnuda está le hermana Mariángeles. El cuerpo se ve escultural y no
puede creer lo que sus ojos están viendo
La monja mira a Luciano de pie y
no puede evitar que sus ojos se dirijan a la carpa que se forma en su pantalón.
Tampoco puede evitar morderse el labio, y menos aún, mojarse por completo. Sus
pezones se endurecen un poco más.
Sofía, que percibe todo esto, se acuesta rápidamente y besa
a la hermana en la boca sin darle tiempo a nada
-
Vení Luciano, quiero que te cojas a la hermana
-
Mmmmm - Luciano comienza a desvestirse
-
Esperá! Vení acá que te sacamos la ropa entre
las dos. ¿Si? – dice Sofía mirando a la
monja
-
Bueno – dice la monja totalmente entregada
Luciano se saca las zapatillas y
se para en la cama. La monja queda arrodillada y Sofía de pie comienza a
desnudarlo en la parte superior. La monja le baja el pantalón y no puede creer
la carpa que forma el calzoncillo del joven.
Ahora es Sofía la que se
arrodilla y la baja el bóxer. La verga de Luciano salta como un resorte y los
ojos de la monja rebotan al mismo tiempo siguiendo la herramienta con la mirada
como un perro sigue a un plato de comida.
La monja se moja los labios, pero
no se anima a dar el siguiente paso. Sofía que es muy chica, pero tiene mucha
experiencia en estas cosas, es la que la ayuda y le ordena agarrando la pija de
su novio y acercándola a la boca de la monjita:
-
Chupásela
-
Mmmmm – Suspira Luciano desde arriba
-
Mmmmm – la monja abre grande la boca y se la
mete adentro todo lo que puede
-
¡Así, chupale la pija así! – dice una envalentonada Sofía
-
Siiiii, chupame la pija – dice Luciano
-
Euuuu, si tutear a la hermana! – dice Sofía
entre carcajadas
-
¡Es verdad! Más respeto – dice ahora la monja
sacándose la verga por un momento
-
Perdón hermana, ¡es que la chupa muy bien usted!
– bromea Luciano
Sofía está muy ansiosa y no puede
contenerse. Vuelve a la mesa de luz y agarra un preservativo. Toma el dildo y
empieza a jugar con la concha de la monja metiéndoselo un poco. La religiosa
que se vuelve loca con la pija de Luciano en su boca y el aparato plástico en
la concha no para de gemir
-
Aghhhh
-
¡Quiero que te la cojas! – Sofía lo mira a
Luciano
La monja abre los ojos y mira a
Sofía sin dejar de chuparle la pija a Luciano, cosa que ahora hace mejor, se
nota que está más relajada.
Sofi le mete dos dedos en la
concha a la monja y como está empapada, cree que llegó el momento.
-
Acostate boca arriba – le ordena a la monja
-
Si – dice Mariángeles
-
Vos vení que te pongo un forro – dice Sofía y
saca el preservativo
-
Bueno – concede Luciano
-
No queremos dejarla embarazada – dice Sofía
sonriendo nerviosa
La monja mira todo como si fuera
una película y ella no fuera la protagonista, pero realmente lo era. Estaba con
las piernas abiertas y su concha empapada esperando recibir la pija de Luciano.
Era surrealista, pero había llegado hasta ahí y ahora no iba a detenerse
Luciano se arrodilló frente a la
monja y comenzó a descender, puso una mano al costado y con la otra tomó
firmemente su pija para colocarla en la entrada de la húmeda caverna de la
hermana Mariángeles
La monja cuando sintió el
contacto de la cabeza de la pija de Luciano con sus labios vaginales, se estremeció
e instintivamente adelantó un poco la cadera haciendo que entrara toda la
cabeza provocándole un poco de dolor que se convirtió en placer inmediatamente
cuando Luciano sacó la verga y la pasó por todo lo largo y rozándole el
clítoris.
-
Aghhh – suspiraba la monja
-
Mmmmm – está muy mojada
Sofía no interpretaba si hablaba
en tercera persona de la concha o en segunda persona de la monja sin tutearla.
Como a ella le gustaba el juego de no tutearla, se sumó al diálogo de la pareja
diciéndoles
-
Hermana, ¿está muy caliente?
-
Si, Sofi – la miró la monja cerrando los ojos
-
¿Usted quiere que la coja mi novio? – Sofía
sabía jugar ese juego
-
Si, Luciano – ahora la monja lo miraba a él
-
¿Quiere que la coja, hermana? – Le preguntaba
Luciano
-
Pídaselo, hermana – la alentaba Sofía
-
¡Por favor! – rogaba la monja
-
¿Que quiere hermana? – Sofía quería que lo
dijera
-
¡Que me coja! – gritaba casi la hermana
-
Siiii? Pídamelo a mí – intervino Luciano que
tenía la cabeza de la verga en la puerta de la concha de la monja
Luciano, supo lo que tenía que
hacer en ese momento. Colocó ambas manos a los costados de la religiosa y
acercó la boca a la boca de ella sin tocarla. La monja sentía el cálido aliento
de Luciano y creía que el paraíso existía y era ese. Luciano, la mira a los
ojos y le dice:
-
Pedímelo!
-
Cogeme! – dice tímidamente la monja
Luciano empuja y mete 10
centímetros de pija. La concha de la monja está muy apretada, pero logra
deslizarse lo suficiente.
La hermana Mariángeles parece
desmayarse de placer y se le nubla la vista no reconociendo por un instante lo
que le sucedía. Su cuerpo parecía apagado por un segundo y recobró el
conocimiento cuando Luciano sacó la pija y la miró preocupado
-
Cogeme! Le gritó ahora
-
Siiiiiii – Luciano le metió ahora más de esos 10
centímetros y sintió como que algo lo apretaba un poco y no cedía, y por
precaución se retiró un poco
-
Ya casi entra toda – Sofía se agachaba a mirar
de cerca la penetración
-
Cogeme! Metémela toda! – dijo la monja que
parecía endemoniada
-
Siiii? ¿Así? – Luciano se fue para atrás y
cuando fue hacia adelante lo hizo con más decisión
Entonces terminó de ceder esa
estrechez que no le permitía la penetración total y el resto de la verga se
metió dentro de la concha de la monja.
-
Aghhhhhh – gritó ella
-
Aggghhmmmmm – gritó Luciano
-
¿Entró toda? – preguntaba la caliente monja
-
Mmmmm, siiiii – Sofía le acarició el pelo a la
monja y la besó en la mejilla
-
Cogeme mucho ahora, por favor – le pidió la
monja
Luciano no se resistió al pedido
de la monja y comenzó a meter y sacar la pija frotando con su abdomen bajo el
clítoris de la hermana que estaba por acabar
-
Aghhh Mmmmm aggggg
-
Estoy por acabar – anunció Luciano
-
Mmmmm yo también – gritó la monja
La hermana Mariángeles ya estaba
desatada a esta altura y no medía el volumen de sus gritos
-
Aghhhh ahhhh ahhhhh aghhhh acabooooooooooo! –
aullaba la monja
-
Siiiii yo también! – gritaba ahora Luciano
Mientras tanto Eugenia, la madre
de Sofía venía subiendo la escalera llevada por los gritos que salían de su
cuarto. Esa no era la voz de Sofía. Pudo reconocer a la voz de Luciano, pero
quien era esa otra que aullaba
La monja abrazó con fuerza a
Luciano y lo besó en la boca. Él le correspondió el beso y Sofía se unió a
ellos. Cuando la monja se separó un momento para dejar besarse a los novios,
pudo ver detrás de ellos a la silueta de Eugenia que estaba parada en el marco
de la puerta.
-
No! – dijo y se tapó la cara
-
Que hacen? Se puede saber? – preguntaba Eugenia
desde la puerta
Contemplaba su cama toda
desordenada y los tres cuerpos de los jóvenes desnudos. Buscaba la cara de la
mujer y no podía dar con ella porque la hermana se había tapado con la almohada.
-
Perdón mami es que…
-
Vístanse y hablamos después me voy para abajo
Se vistieron y acomodaron
rápidamente los tres. Sofía se sonreía de nervios. La cara de la monja era de
pánico total. Toda su vida podría dar un vuelco solo si Eugenía hacía público
lo que acababa de ver.
-
Sofía me quiero morir – decía la monja
-
Tranquila – intervino Luciano
-
Me vió? Se dio cuenta que era yo? – la monja
temblaba ahora
-
No, no se dio cuenta – decía Sofía que no podía
asegurarlo, pero quiso tranquilizar a su amiga
-
Vení – Le dijo Luciano
-
Que? – preguntó intrigada la monja que ya estaba
completamente vestida
-
Ponete mi gorra y salí con estos anteojos –
Luciano agarró unos anteojos de sol de la propia Eugenia que estaban ahí
-
Si! No te va a reconocer así – dijo Sofía
Bajaron los tres y la monja se
escondía detrás el cuerpo de Luciano hasta llegar a la puerta. Eugenia estaba
contra la ventana mirando hacia afuera.
La monja cuidó que Eugenia no
estuviera mirándola y salió dando dos pasitos cortos, cuando estuvo en la calle
se sacó la gorra y los anteojos. Por instinto, miró hacia atrás y pudo ver que,
por la ventana, Eugenia, la madre de Sofía, estaba mirándola con cara de
sorpresa total.
(continúa acá)
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