Al otro día, la cabeza de Juana era un tormento, había tenido un orgasmo brutal, el mejor en mucho tiempo, pero no podía dejar de pensar que todo esto estaba rozando el incesto y no podía permitirlo. Decidió hablar con su hijo
- Martín…
- ¡Hola hermosa! Martín le dio un beso en la mejilla y la abrazó
Sus defensas se derrumbaban.
- Tengo que decirte algo.
- Mami, si es por lo de ayer, yo tengo que disculparme…
- Pero, no, es que yo…Juana no sabía que decir
- Fui muy descarado al mostrar mi erección así delante de vos
- No, no es eso, es que…
- Si no te molestó, ¡ya está!
- No, no me molestó, al contrario, pero…Juana se estaba metiendo en un lío
- Sí, me di cuenta por tus gemidos, Martin disfrutaba de esta conversación y volvía a tener una erección
- ¿Tanto se escucharon?
- Si, mami, se escucharon claritos
- ¡Qué vergüenza!!!
- No tenes que sentir vergüenza, mami
- Es que, no se…
- A todos nos pasa que nos calentamos y tenemos que descargarnos
- Si si, pero…
- Anoche nos pasó al mismo tiempo, no pasa nada
- Es que no son cosas que una madre debe dejar que su hijo escuche
- Anoche, en ese momento, no eras mi madre
- ¿Ah no?
- No, eras una mujer que necesitaba desahogarse
- Bueno, no se…
- No te hagas tanto rollo mami. ¿la pasaste bien? ¿disfrutaste al menos?
- ¡Si! ¡Si! ¡Mucho! Juana estaba con una sonrisa enorme y parecía una nena contando como había disfrutado de una jornada de diversión
- Bueno, me alegro. ¿Queres que te diga una cosa?
- ¿Que? Si, decime, sonó como una orden
- Yo también disfrute, y mucho
- Ay Martin, mejor dejemos esto así. Juana estaba sobrepasada
- Bueno, andá tranquila y cuando quieras repetimos
- No creo que sea buena idea, intentó ponerle un poco de frío Juana
- A mí me parece una idea fantástica. Martín estaba envalentonado y quería mas
- Mejor no…
- Es que me pone muy caliente, y luego de mirar a su madre a los ojos baja la mirada hacia su paquete que está nuevamente levantado como una carpa de circo
- ¡Ay Martin por Dios! ¡No! A Juana se le escapó la mirada
- Es que me vuelve loco saber que puedo excitar a una mujer…
- Martin, por Dios tapate eso! Juana se hacía la que no quería mirar, pero se le iban los ojos
- Aunque seas mi madre, saber que puedo provocar eso me gusta
- ¡Podes provocar eso en cualquier mujer Martin!
- ¿Si? Vos también podés provocar eso en cualquier hombre
- ¡No seas zalamero! A Juana le había gustado ese comentario
- ¡En serio! Si estas buenísima mami!
- Eso lo decís para hacerme sentir bien, nada mas
- ¡Nada que ver! Y tengo pruebas de que no soy el único
- ¿Que queres decir?
- A Juan, mi compañero también lo pones caliente
- ¿De dónde sacaste eso?
- Él me lo dijo, que estabas muy buena
- Jajá, mirá vos a Juancito
- Y es verdad mami, tenes un cuerpo espectacular
- Bueno, Gracias. De vos también me dijeron lo mismo
- ¡¿Quien?! ¡¿Cuando?!! Quiso saber Martin
- ¡Ah! no sé, no sé, Juana se hacía la misteriosa. Le gustaba jugar con su hijo
- Dale decime, Martin hablaba con su madre y de acariciaba el paquete descaradamente
- Martin! ¡¿Podes dejar de tocarte eso?!!
- Bueno, es que estoy intrigado
- ¿Y qué tiene que ver?
- Bueno en un ratito ya me voy dando cuenta que le puedo gustar a dos mujeres y quiero saber si la otra está buena también
- Eso la descolocó a Juana. Si hijo le estaba diciendo abiertamente que estaba buena y la ponía en la categoría mujer. En ese momento se sintió hermosa, una hebra que podía despertar la lujuria en cualquier persona, pero sólo le interesaba hacerlo en su hijo
- Queres que te diga?
- Si si.
- Bueno, pero me tenes que dar algo a cambio…
- ¡Si, si! ¿Que queres?
- Que me digas exactamente que te dijo Juan de mí.
- Ok, vos decime quien es y después te cuento con detalles
- OK Es Agustina, mi compañera, cuando vino el otro día me dijo que estabas muy bueno
- ¿En serio dijo eso? Martin se hacía el que no lo podía creer
- Si, lo dejó bien claro
- ¿AH sí? ¿Qué te dijo?
- Eso. Que estabas muy bueno y que yo hablaba siempre de Martincito y que ya sos todo un hombre
- ¡Ah bueno! ¿Y qué mas dijo?
- Nada más. Solo eso
- Ah, ok. Martin sonaba decepcionado
- Y me pidió que te diera en préstamo porque tenías un cuerpo tremendo y unos brazos y pecho y…Juana estaba inventando un poco
- Ah sí, ¿en serio dijo todo eso?
- Claro, ¿porque te iba a mentir?
- No sé, para hacerme sentir bien.
- Mirá Martin, te voy a ser clara. No sé si debería decirte esto. Pero nunca dudes de lo que sos, del cuerpo que tenes, ni de lo que podés provocar en las mujeres. Tenes un lomo tremendo y se te nota bien dotado. Sabía que había llegado muy lejos
- Gracias mami, y fue a abrazarla, Su herramienta chocó contra la panza de su madre y le provocó un escalofrío
- De nada, Juana se separó rápidamente. Ahora contame que te dijo Juan. Así estamos a mano
- Dijo que estabas buenísima
- Sí, eso ya me lo dijiste…
- Bueno, eso.
- ¿Y que más? Vos dijiste que dijo algo mas
- Dijo que tenías unas tetas buenísimas, Martín decía esto y sin ningún tapujo le miraba las tetas a su madre
- En ese momento los pezones de Juana se endurecieron y quedó totalmente expuesta a la mirada de su hijo
- Martín no pudo dejar de mirar hacia esas tetas hermosas.
- Ay Martín, Paula se quiso tapara y rozó unos de sus pezones provocándole un escalofrío
- Y es verdad, mami. Tus tetas son hermosas
- ¡Basta Martin! Por Dios, Y salió corriendo hacia su cuarto
- Martin aprovechó para ir al baño.
¿Se repetiría lo de ayer? Pero no. O si para Juana, pero no para Martín. Porque Juana se tiró en la cama boca abajo y se masturbó acabando al instante y mordiendo la almohada. Por eso Martín no pudo escuchar los gemidos de su madre. Aunque esta si escuchó los de él
- Ahhhhhhh, Martin acababa y gemía sin vergüenza
Habían cruzado un nuevo límite y lo sabían. Juana no dejaba de estar preocupada. Pero tampoco podía negar que todo esto la excitaba tremendamente. Lo que le sucedía era que le excitaba saber que podía calentar a un joven, aunque sea su propio hijo. Se quería sacudir la cabeza para quitar esos pensamientos, pero no podía. Una sonrisa se le dibujaba en su rostro. Y esto se producía más precisamente cuando recordaba el tamaño de la erección de su hijo.
Por otro lado, Martin estaba desatado. Si no fuese porque su madre salió corriendo estaba dispuesto a cualquier cosa. Y esa cualquier cosa implicaba los deseos más salvajes que se puedan tener con una mujer. Ver las tetas de su madre endureciéndose lo transportaban a una zona salvaje en la que no podía reprimir nada.
Juana quería trazar un plan para poder ver el miembro de su hijo al desnudo. No podía reprimir este deseo.
Martín se propuso ver las tetas de su madre y tenía que buscar la manera de lograrlo…
(Continúa acá)