Historia en curso...

Mi hermana Belén

  Belén, mi hermana, siempre fue muy exhibicionista. De mostrarse mucho en redes. Su perfil, publicaciones y stories eran un verdadero infie...

Madre e hijo III - La historia de Juana y Martín.


 A partir de todo este proceso, Juana empieza a sentirse diferente. Se siente de vuelta con muchas ganas de tener sexo, se masturba con más frecuencia, se viste mejor y no solo para su hijo. Algunas cosas cambiaron desde estos últimos días. Nunca se había mostrado en calzas delante de su hijo y ahora empezaba a hacerlo.

En una ocasión, Juana estaba cocinando con unas calzas y una remera que no le tapaba la cola. Ella cocinaba alegre. Martin miraba su teléfono y sus ojos se le iban a la cola de su madre. Nunca había reparado en la cola que tenía, y le gustaba. La miraba y su pija se iba levantando lentamente. En un momento se giró bruscamente para buscar algo y vio a su hijo que le miraba fijamente la cola. Juana se alegró y siguió cocinando, pero lo hacía parando más la cola. Martín se deleitaba con ese culo chiquito y respingón que tenía Juana. Martín no sabía qué hacer para dejar de mirar a su madre, no podía evitarlo. Esa tarde ambos se masturbaron.

Un día Agustina, su compañera de trabajo, volvió con Juana y se pusieron a tomar unas cervezas. Martín sabiendo lo que había dicho Agustina decidió sobarse el miembro y ponerse un pantalón ajustado para ir a saludarla. Agustina se paró y lo abrazó tiernamente mientras lo saludaba. A Juana esta situación le provocaba celos, pero no quería mostrar eso. A Martín le hubiese encantado quedarse para ver como reaccionaba Agustina, pero se tenía que ir porque Juan lo pasaba a buscar. Ni bien Martin cerró la puerta, Agustina la miró a Juana diciéndole:

-          ¡Por Dios! ¡Lo que es tu hijo, Juana!

-          ¡Si! ¡Viste! ¡Está enorme!

-          Enorme, enorme. ¡De todos lados enorme!

-          Ehh! ¿qué queres decir?!

-          ¿Puedo hablarte con total confianza?

-          Sí, sabes que si

-          Le miré el bulto recién y se le notaba todo…

-          Ah bueno, veo que no te perdiste ningún detalle

-          No, no. Disculpame lo que te voy a decir, pero… No No, mejor no

-          ¡Dale decime!

-          Es que casi te digo una brutalidad, ¡me salía del alma!

-          ¡Decime lo que quieras nena! ¿Qué te pensas que soy? ¿Una monja?

-          No, no. Pero hay palabras muy fuertes de pronunciar…

Juana no sabía a lo que se refería Agustina, pero la conversación la estaba empezando a calentar y quería que su compañera y amiga se soltara, y diga lo que quiera

-          Decí lo que tengas que decir! Juana sonó como su jefa

-          Es que me salía del alma, te juro…

-          ¿Qué cosa?

-          ¿Te lo digo? Agustina no se animaba a decirlo…

-          Soltalo así, sin mas

-          ¡Tu hijo tiene una pija tremenda!

-          Ah, era eso…

 Juana se quiso hacer la que no le provocaba gran cosa el comentario, pero la palabra pija la había desarmado por completo. El rictus de su cara había cambiado y su bombacha empezaba a mojarse por completo. Lo peor de todo es que Agustina lo notó y quiso seguir derribando ese muro ficticio que Juana intentaba mostrar

-          Bueno, es que la vi y me salió así nomas

-          Bueno, no creo que sea para tanto, decía Juana

-          Si, si, es grande. Se notaba que la tenía medio morcillona

-          ¡Jajá, parece que viste bien, eh!

-          SI, parece una pija muy linda

-          ¡Parece que te gustó!

-          Ya me gustaría a mí tener una pija así en mi casa

Tres veces pronunció Agustina la palabra “pija” y fueron tres mazazos en una falsa pared de cordura.

-          Mmmmmmm, se le escapó a Juana

-          Se le marcaba a través del pantalón y era así de gorda

-          ¿Si? Los ojos de Juana ya no mostraban interés, lo de ella ya era excitación. Deseo puro.

-          ¡Si! Y hasta me pareció ver el contorno de la cabeza.

-          Uffff, Juana se mojaba cada vez más…

-          No sé qué haría yo si la tuviera cerca todo el día

-          Mmmm, Juana cerró las piernas y los colores le subieron

-          Disculpame que sea tu nene, pero a mí me calentó mal, Agustina se acarició las tetas mientras lo decía

-          Si, si, veo… Juana le miró los pezones que se notaban durísimos

-          Si, tremendo

-          Yo, un poquito, también, reconoció Juana

-          Mejor, me voy…

Agustina se levantó. No sabía qué hacer, estaba totalmente conmocionada por el diálogo con Juana, su jefa.  La palabra era caliente. Agustina estaba muy caliente y no respondía por lo que pudiera llegar a hacer, así que decidió que lo mejor era irse a su casa y masturbarse. Y eso fue lo que hizo.

Juana, por su parte, hizo lo mismo. Ni bien se despidió de Agustina subió a su cuarto, pero esta vez tuvo tiempo para pensar en que estaba sola en la casa y no vendría nadie por un tiempo, así que se desnudó por completo y abrió la puerta del placard para mirarse en el espejo de cuerpo completo. Se vio hermosa. Se pasó las manos por todo el cuerpo. Se pellizcó los pezones con ambas manos. Se miraba y se daba cuenta que tenía la cara desfigurada por el placer y la calentura. Y le gustaba. Siguió acariciándose frente al espejo mientras imaginaba que unas manos jóvenes la tocaban. En todo momento se imaginó siendo poseída por un joven. Se imaginó su pene tal como lo había descripto Agustina. Una verga gruesa con una cabeza imponente. Se estaba imaginando la pija de su hijo, y lo sabía. Y le encantaba. Y cada vez estaba más caliente. Se empezó a frotar la vagina. Primero los labios mayores y después con más detenimiento en su clítoris. No pasaron 5 minutos cuando se tuvo que recostar en la cama con las piernas abiertas para poder relajarse mientras se acariciaba con vehemencia el clítoris y acababa. Ahhhhhhh. Ahhhhhh. No eran gemidos. Sabiéndose sola en la casa, lo suyo eran gritos. Aghh Aghh AGhh. Gritos largos, cortos y se retorcía en la cama. Tuvo que quedarse así, desnuda en la cama donde un sueño, al principio liviano y luego más pesado, la fue invadiendo.

En este sueño Juana estaba en una playa desnuda y nadie parecía percatarse de su desnudez. Ella estaba excitada. Cuando mira a su lado, estaba Martin, su hijo, con una zunga que le marcaba todo el contorno de su miembro. Juana en el sueño se animaba a lo que nunca se animaría en su vida real. Animaba a su hijo a que se desnudara por completo. Quería verle su verga en todo su esplendor. Martín la miraba con una sonrisa al tiempo que se bajaba la zunga y dejaba al descubierto toda la extensión de su verga. Se veía hermosa. A Juana se le hacía agua la boca. En el sueño tímidamente acercaba la mano hacia la verga de su hijo. Pero de repente unos ruidos la despertaron.

Martín entró en la casa golpeándose contra unos muebles, tal era la borrachera que traía. A Juana esto la preocupó y se levantó a ver qué sucedía. No se dio cuenta que estaba en un camisón transparente que dejaba traslucir sus pezones. Se había querido vestir sexy para dormirse y en el apuro fue así. Martin la vio entrar a su madre que encendió la luz y se encontró con su hijo apoyado contra la pared mirándola como no dando crédito a si su ebriedad le estaba jugando una mala pasada o si en realidad su madre estaba prácticamente desnuda frente a sus ojos:

-          ¡Hola mami! ¡Estoy medio mareadito, jeje! Martin arrastraba las palabras mostrando un pedo tremendo

-          ¡Yo diría que estas muy borracho! Juana se puso seria

-          Bueno, quizás un poquito

-          Vení, abrazame mientras te acompaño a tu cuarto

-          Bueno, Bueno

-          Agarrate bien de mi

-          Siiii, Martin se agarró de la cintura de su madre sintiendo la suavidad de la tela de ese camisolín

-          Oh, Juana se dio cuenta en ese momento que estaba prácticamente desnuda y siendo abrazada por su hijo

-          ¿Te pisé? Le dice Martin

-          No, no. Es que no me había dado cuenta cómo iba vestida

-          Estas muy linda mami. ¡Muy sexy!

-          ¡¿Qué decís?! ¡Te perdono porque estás borracho!

-      Dicen que los locos y los borrachos..., Martin estaba recuperando la cordura, pero arrastraba las eses para parecer más borracho de lo que en realidad estaba

-          ¡Dicen la verdad! Jaja! ¡Qué borrachera que te agarraste!!

-          ¡Eso no quiere decir que no estés buenísima, mamá!

-          ¡Bueno, gracias! Juana se acacha para ayudar a acomodarlo en la cama y se le baja in bretel del camisón quedando un pecho al desnudo

-          Ufff! ¡Mami! ¡Qué buenas tetas que tenes! Martin está lanzado

-          ¡Ups! Juana baja la mirada, se ve con un pecho al aire

-          ¡Viste que te dije mami, tenes unas tetas hermosas!

-          ¡Chancho! Juana sonaba divertida y no enfadada

-          ¡Y un pezón muy lindo ahora que lo veo!

-          Martin, basta! Juana se acomodó lentamente el camisón sonriendo

-          Mami, ¿me ayudas a sacarme el pantalón?

-          ¡Está bien! Juana lo acostó y empezó por desabrocharle el cinturón

-          Gracias mami, Martin se acostó en su cama

-          A ver… Juana le empezó a desabrochar el pantalón y notaba que esa verga ya no estaba tan dormida como antes, se estaba empezando a parar

-          Mmmm, Martin se hacia el somnoliento

-          Ayudame, levantá el culo! Juana empezó a tirar por los costados del jean de su hijo

-          Dale, dale, Martín se retorcía

-          ¡Ay que difícil está! Juana pasa una mano rozando el pene de su hijo por encima de su pantalón

-          Sssss. ¡Mami! Martin da un respingo

-          ¡Uy perdón! Juana se disculpa pese a que está muy mojada y quiere más.

-          ¡Por mí no te preocupes! Hace mucho que no siento una mano ahí

-          Bueno, ahora a dormir….

-          ¡Gracias mami!

-          Juana hace algo impensado. Le acaricia el pene diciendo, descanse mi nene

-          ¡Gracias mami me gusta tu caricia!

-          ¡Bueno, a vos hace mucho que no te acarician, pero no tanto como a mí!

-          Mmmmm, ¿no queres acariciarme un poco más?, Martin hizo un amago de bajarse el pantalón

-          ¡No! Juana detuvo la mano de su hijo y se marchó

-          Mami…

-          No Martin eso es demasiado. Todo esto es demasiado. Dormí

-          Pero…

-          Estas muy alterado, y yo también

Juana vuelve a dormir no sin antes masturbarse. Por primera vez pensando totalmente en la verga de su hijo. Ya no tiene que imaginarla tanto porque pudo palparla

Martín se duerme y sueña que se coge a una compañera del colegio que hace un tiempo que le gusta mucho. En el sueño, que es muy real, ella se le monta encima. Cuando se despierta al otro día tiene un dolor de cabeza tremendo y su calzoncillo está todo mojado

  

(Continúa acá